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Campo de cuidados
La piscina municipal
De una mano la bolsa rosa con rayas amarillas y verdes. De la otra, la mano de mi hija pequeña.
- Espera, déjame el móvil que haga una foto. ¡Por fin, mi momento favorito del año!
Acabamos de llegar a la Piscina municipal, ya es verano en este 2024. En el agua hay muy poca gente aún. Puedo reconocer a mi madre nadando. Cada verano se hace tantos largos como para llegar por el Tajo desde el pueblo hasta Lisboa.
Dejamos nuestras cosas junto al tronco de uno de los árboles infinitos que crecen desde hace más de treinta años en la piscina municipal. Mi hija se va corriendo al agua a buscar a sus amigas y yo saco poco a poco las toallas de la bolsa. Las extiendo con cuidado sobre un césped muy verde y muy fresco. Aún no hay colillas, ni cáscaras de pipas ni hormigas que van a los restos de gusanitos o bocadillos. Inicio el ritual de colocar las toallas. Mientras las extiendo, uso mi visión periférica para descubrir el trazado de los lugares y habitantes que dibujan el primer mapa de la temporada de piscina municipal: quienes están en cada árbol, en el agua, en las piscinas pequeñas, alrededor del socorrista o de la taquillera… quienes están en el bar o quienes están más escondidos. Voy viendo poco a poco los posibles itinerarios para esta tarde; las visitas que haré primero, las que haré después, y las que quizá este año ya no pueda hacer, como al grupo de mi hija preadolescente, que no quiere ya ni que me acerque.
Campo de cuidados
Salud mental Entornos yermos o entornos para florecer
Cada temporada que vuelves a tirarte de cabeza a la piscina, es como si fuera la primera vez en la vida; una sensación de placer y de posibilidad va pasando de la piel hasta los órganos más internos. Esos primeros metros de buceo te llenas de presente, de pasado y de futuro. Al principio es una recuperación fulminante de las sensaciones. Después, es un baile de recuerdos y de posibilidades. Todo sucede como sin espacio ni tiempo. Saco la cabeza para respirar y volver a vivir otro ciclo de sensaciones, imágenes y deseos.
Cada temporada que vuelves a tirarte de cabeza a la piscina, es como si fuera la primera vez en la vida; una sensación de placer y de posibilidad va pasando de la piel hasta los órganos más internos
La tercera vez que saco la cabeza ya me quedo un rato en la superficie, y voy viendo cómo han ido cambiando algunos grupos, algunas pandillas, algunos cuerpos; ha pasado un año entero, y aunque a muchas personas las veo durante todo el año por el pueblo, en la piscina nos miramos y nos vemos de otra manera. Algo que me gusta mucho del pueblo es que cuando cambian los escenarios, también puede cambiar nuestro modo de estar y de relacionarnos.
Me cruzo de nuevo con mi madre, que sigue nadando. Voy hasta el bordillo para darle un beso al final de uno de sus largos. La pequeña aparece de repente buceando y sale del agua dándonos un susto y otro beso mojado. En dos frases, mientras mi madre coge aire, hacemos un par de “breves comentarios sociológicos” sobre la nueva temporada de piscina. Son chascarrillos rápidos. Ella reanuda sus brazadas, yo la sigo unos metros, pero luego vuelvo al trazado del mapa, esta vez el sonoro. Hoy los acentos son conocidos. Como mucho me llevan a los pueblos de alrededor, pero poco a poco irán llegando nuevas palabras y acentos a través de personas que vuelven al pueblo para abrir las casas de sus abuelas, tíos…; me encantan esos días, cuando, mientras nado, escucho el francés, el euskera, el catalán, junto con los idiomas de aquí entre ellos el marroquí, que lo hablan muchas personas del pueblo, que también abrieron y arreglaron casas de los abuelos o tías de otros que dejaron de venir hace muchos veranos.
Campo de cuidados
Opinión El apoyo mutuo y el canto de los pájaros
Cuando cambian los escenarios, puede cambiar también nuestra manera de mirarnos y de encontrarnos.
- Mira mamá, él ya se ha hecho amigo también del socorrista.
Mi hija se refiere a un chico que suele estar en la plaza, siempre solo en un banco de la plaza o bajo el porche del Ayuntamiento cuando llueve o hace frío. En torno a él hay leyendas, mitos, o más bien estigma y tabúes. En la piscina es el único lugar en el que le veo sonreír. Ya tiene un sitio en el corro del socorrista.
En la piscina es el único lugar en el que le veo sonreír. Ya tiene un sitio en el corro del socorrista
Me tumbo sobre la toalla y cierro los ojos con la imagen de las gotas de agua sobre mi piel. Algunas de esas gotas estallan dentro de mí en forma de escena de piscina municipal. Algunas las habito, otras las contemplo. Cuánto vivido o imaginado dentro de este escenario.
Campo de cuidados
Postales del territorio Salud mental en nuestro medio rural
Al cabo de un rato sin tiempo abro los ojos, y antes de estrenar mi primer libro de verano, vuelvo a mirar a mi alrededor. El mapa ha cambiado. Afortunadamente, en la piscina todo se mueve más ágilmente. Sí, en el pueblo, los cambios de escenario son un alivio. Cuantos más escenarios municipales haya en un pueblo, más posibilidades para trazar caminos, encontrarse, y volver a empezar.
- ¿Te vienes al bar a por una caña?
Claro, ya leeré luego, o mañana, cuando vuelva a cambiar el mapa. El verano acaba de empezar.