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Catalunya
Pere Aragonès, de presidente a segundo plato de Illa o Puigdemont
El socialista Salvador Illa sabe que va a volver a ganar las elecciones de Catalunya, tal y como ya ocurrió en 2021, pero con mucha más ventaja. Las encuestas y el tirón de Pedro Sánchez le acompañan. Y esta vez, Illa parece decidido a gobernar. Para hacerlo necesita esperar al escrutinio del 12 de mayo y, tras ver cómo quedan los números, valorar el tetris de los posibles apoyos de unas elecciones con ocho candidatos presidenciables. Los pactos en la Catalunya post Jordi Pujol (1980-2003) son complejos y la gobernabilidad es susceptible de acabar gustando a pocos, por lo que quien entra como presidente de la Generalitat, difícilmente repite —excepto Artur Mas, 2010-2016—.
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Pere Aragonès tiene el difícil reto de repetir mandato. En el primer debate electoral, organizado por RTVE el pasado jueves, compareció como suele hacerlo: con traje, maneras y palabras de presidente. Tiene dos grandes contrincantes, el ganador —Salvador Illa— y el que posiblemente le adelantará —Carles Puigdemont—. Aragonès pasará de president a segundo plato. A su favor, cuenta con ser la bisagra de una puerta por la que muchos quieren entrar. La de la Generalitat. ERC puede pactar, si se lo propone, con Junts, con el PSC, con la CUP y con els Comuns. Ha firmado con estas dos últimas formaciones un pacto antifascita que le compromete a no aliarse con el partido de extrema derecha Aliança Catalana.
Las encuestas vaticinan que Junts adelantará a ERC, dejando a Aragonès como como tercera fuerza y bisagra de gobierno
En cambio, Junts tiene pocas opciones de pacto: Puigdemont ya le ha dicho que no a Illa, tras el ofrecimiento socialista, por lo que Illa reculó el viernes — “Puigdemont es bloqueo”, afirmó el exministro de Sanidad frente al círculo económico catalán—. ERC es su única opción real, aunque Junts rompió en julio de 2002 el Gobierno de coalición que formaron en la Generalitat. Le queda la CUP, la formación anticapitalista que echó a Artur Más antaño, y la extrema derecha catalana.
Así las filias y fobias de los partidos independentistas, la pregunta es: ¿con quién puede pactar el PSC, el partido para el que se espera una subida de hasta 9 puntos y 7 escaños? ERC no se opone a aliarse con Illa, los Comuns tienen ganas y la CUP difícilmente llegaría a un Gobierno con quien renovó el proyecto del Hard Rock Café. ¿Y el Partido Popular? ¿Podría repetirse un escenario como el del Ayuntamiento de Barcelona, en el que Jaume Collboni (PSC) fue investido alcalde en solitario gracias a los votos de los Comuns y del PP, para evitar el mandato del posconvergente Xavier Trias? Ni el modelo nacional ni el económico del PSC son tan distintos a los de Alejandro Fernández (PP), pero los números, en las encuestas, no dan. El Parlament tiene 135 escaños (la mayoría se sitúa en 68).
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Pactos de despacho
En un territorio al que se le niega el derecho a decidir y donde el eje de identidad nacional tiene un peso relevante, se desconocen los pactos de despacho que inevitablemente habrá creado la Ley de Amnistía. Pedro Sánchez no dimitió ni disolvió el Congreso de los Diputados el pasado lunes, la Ley de Amnistía sigue su curso a la espera de su tramitación en el Senado. Aragonès aprobó los presupuestos de Catalunya tras cambiarlos y amoldarlos al gusto de Illa en el último momento, tal y como desveló la Directa: renovar el compromiso con el Hard Rock Café.
“Catalunya és un cotxe”, afirmó Salvador Illa en el debate electoral en una metáfora que daba la espalda a la crisis climática. Con el Procés el coche gripó e iba a 40 km/h, consideró el socialista, con él al volante circularía a 80. El Quart Cinturó, la ampliación del aeropuerto, nombró. El propio Illa sembró la duda de si quiere conducir por la emergencia de sequía que padece Catalunya hasta estampar el coche en el abismo del colapso climático. “Nuevos y más turistas”, resaltó contento refiriéndose sobre el Prat de Llobregat, turistas que irían hasta al descampado donde se levantará el mayor casino de Europa en Tarragona.
Hasta al arzobispo de Tarragona, Joan Planellas, le sonó mal: “La gente pobre se juega lo que no tiene y la gente rica se apropia de lo que pierden los otros”, concluyó sobre el Hard Rock en su carta dominical publicada el viernes en web de la Conferència Episcopal Tarraconense.
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La kombucha y el aeropuerto
En esta campaña, 3Cat ha grabado vídeos con 25 preguntas informales y políticas a los candidatos. Salvador Illa bebe kombucha, tiene mutua privada, estudió en la concertada, vive en una casa con jardín ya pagada. Es socio del Espanyol y de Cáritas. Y para reducir el gasto de agua, aseguró que “minimiza la higiene personal”, tras asegurar que el cambio climático hay que tomárselo “muy en serio y con contundencia”. Cambiaría la financiación de Catalunya. Aboga por una España “plural y diversa”. Educación e inversión en infraestructuras le unen con Pere Aragonès y Carles Puigdemont, con ligeros matices —reacondicionar las pistas actuales del aeropuerto y no construir en el espacio natural de la Ricarda, en el caso de ERC—.
“El único escenario en el que trabajamos en ERC es el de mi investidura como a presidente de la Generalitat de nuevo”, Pere Aragonès
La campaña ha acabado esta semana con las declaraciones del secretario general de UGT en Catalunya, Matías Carnero. Acompañó a Illa en un mitin y aprovechó para despotricar sobre Puigdemont: “Llorando [en un maletero] se marchó, no sé si cagado y meado, pero se fue a Bruselas”. Hasta Aragonès tuvo que reaccionar: “Para no querer barro, se han clavado dentro con los dos pies”, expresó en referencia a una campaña que se presentaba desde el respeto.
Pero sobre todo, lo más importante que dijo Aragonès es lo que no dijo: con quién pactará. “El único escenario en el que trabajamos en ERC es el de mi investidura como a presidente de la Generalitat de nuevo”. Y aprovechó para reprocharle a Puigdemont vislumbrar una “posible investidura del PSC, algo que demuestra poca ambición, porque yo me presento en estas elecciones para ganar”. El escrutinio mostrará quién conduce el coche y quién va de copiloto. A pesar de la declaración de emergencia por sequía, las encuestas prevén para los partidos que apuestan por el transporte público y sostenible —la CUP y Comuns-Sumar— una ligera bajada de escaños. Tanto los partidos que en su día criticaron el anhelo de independencia de parte de la población al calificarla de sueño irreal e infantil y poco más, como los que impulsaron ese deseo democrático continúan dándole la espalda a las consecuencias del actual modelo económico de Catalunya, basado en el turismo y la ganadería industrial.