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Cómic
Fabien Toulmé: “Hablar de trabajo es menos ‘sexy’ que hablar de amor o de guerra”

Ganando cifras de varios ceros por apostar en las bolsas, o un puñado de monedas por doblar la espalda de sol a sol, miles de millones de personas cada día se enfrentan a una misma actividad, la de desempeñar un empleo para obtener recursos. A veces se trata de curros que ni siquiera cubren las necesidades más básicas, otras veces son profesiones que permiten una vida de lujo y privilegio lejos de la intemperie. Muy a menudo, estos empleos se comen una importante porción del tiempo propio, traen ansiedad y hacen sufrir a los cuerpos, no pueden elegirse.
Sobre la relación con las personas con sus trabajos se interesó Fabien Toulmé (Orleans, 1980) antes de ponerse a trabajar en su última obra: Trabajar y vivir (Ediciones Garbuix Books, 2025). Este premiado autor de cómic (fue laureado con el Premio Franceinfo en 2021 por La odisea de Hakim), quería reflexionar sobre cómo la humanidad convive con el trabajo, qué sentido le encuentra, qué sufrimiento le genera, o cómo el propio trabajo se relaciona con el mundo. Para ello, Toulmé desembarca en el Estados Unidos de la Gran Dimisión, en la Corea de la gwarosa (trabajar hasta morir), pasando por las Islas Comoras, donde el trabajo agota a la población y sus recursos naturales.

Es interesante la diversidad de los tres lugares que escogiste. ¿En qué basaste tu elección?
De hecho, esta serie, ‘Los Reflejos del Mundo’, siempre se construye en torno a viajes a otros países. Cuando empiezo con la idea del libro, aún no sé qué países voy a visitar. Comienzo eligiendo uno de estos países, pero de hecho, la elección de los demás también depende de cómo evolucionan mis pensamientos en relación con lo que estoy explorando, es decir, el tema de la obra. También, la elección de los países, se hace en relación unos con otros. En otras palabras, como la idea es tener una visión global de este tema, del trabajo, he intentado elegir países que sean bastante diferentes —no sólo países del Norte, no sólo países industrializados—, y así poder obtener, aunque tres países no sean muchos, una visión un poco más representativa de lo que es la cuestión del trabajo en el mundo.
Así que, de manera más concreta, para la elección de estos tres países, lo que pasó es que me di cuenta de que yo, de lo que quería hablar, era del estado del trabajo hoy, y de cómo evolucionará en los próximos años. Así que cuando se produjo el fenómeno de la Gran Dimisión en Estados Unidos me dije que quizá esta era una buena fotografía de cuál era el estado del trabajo en ese momento. Por eso fui a hacer mi primer reportaje allí. Y de hecho, una vez realizado este primer trabajo en Estados Unidos, la sensación que tuve fue que la gente estaba agotada, triste, harta de la forma en que se organizaba el trabajo, sobre todo en las empresas, y que para seguir trabajando, frente a esta mala organización, se orientaban cada vez más hacia el autoempleo. Así fue como llegué al segundo reportaje.
Pensamiento
Sarah Jaffe “En realidad tenemos que hacer menos. E impedir que algunas cosas sucedan”
Una forma fácil de autoemplearse, de trabajar de forma independiente, es hacerlo para plataformas digitales. Así que busqué un país en el que el trabajo para plataformas digitales estuviera muy extendido. También busqué un país donde el valor atribuido al trabajo fuera muy alto, porque pensé que sería interesante ver los efectos reales de trabajar para plataformas digitales en un entorno donde la gente atribuye un gran significado al trabajo.
Y así fue como decidí incluir Corea del Sur, cruzando los criterios para trabajar en plataformas digitales y los altos valores que se le da al trabajo. Y luego, para el último reportaje, fue la socióloga Dominique Méda quien me explicó que si bien un camino posible de la evolución del trabajo era efectivamente que cada vez hubiera más trabajo autónomo, más trabajo para las plataformas digitales, otro camino posible era la reconversión ecológica.
Para ilustrar esta idea me dije: bueno, ya tengo estos dos países industrializados, voy a ir a ver un país del Sur, un país en vías de desarrollo. Así que busqué por todo el mundo países en los que pudiera existir este tipo de proyecto para replantearnos nuestra forma de trabajar, valorando a las personas y preservando la ecología. Así fue como elegí Comoras.
¿Y qué aportó cada uno de estos países a tu forma de pensar el trabajo?
Antes de llegar a Estados Unidos, tenía la sensación de que esa Gran Dimisión significaba que estabas harto de trabajar y que querías dejarlo. En realidad, era más complejo que eso: a la gente le gustaba trabajar, pero quería trabajar mejor. Después, cuando podríamos tener la impresión de que las plataformas digitales eran una solución bastante positiva para independizarse y encontrar trabajo fácilmente, descubrí que, en realidad, en la forma en que está organizado, en la forma en que se explota a la gente, es algo bastante perjudicial y no tan deseable. Y lo que aprendí en Comoras es que no hay contradicción entre producir más y mejor, de mayor calidad, valorar el trabajo humano y, con todo, evitar destrozar el planeta.
Los tiempos de crisis son más propicios para decirse a uno mismo, tengo un trabajo con ingresos, mejor agacho la cabeza y me quedo así hasta que las cosas mejoren
Parece que después de la pandemia el debate sobre cómo trabajamos empezó a asomar auspiciado por el fenómeno de la Gran Dimisión, pero luego, con el auge de la extrema derecha, este momento bélico, etc, casi ya no se habla del trabajo, o al menos no de la voluntad política de cambiarlo.
Creo que esto está en consonancia con el mundo actual, en el que la cadena de acontecimientos y de información es tan rápida que a una cosa inmediatamente después le sigue otra: surge un acontecimiento dramático o algo grave, se habla mucho de ello durante un breve periodo de tiempo y luego siempre surge otro acontecimiento. Por otra parte, la cuestión del trabajo parece menos preocupante que la guerra o la ecología, si pensamos en el futuro del planeta.
La cuestión de cómo trabajamos, para la sociedad en su conjunto, parece menos relevante. Al final, es una preocupación en nuestra vida individual, pues forma parte de nuestra vida cotidiana, pero es cierto que si se piensa globalmente, sigue siendo bastante anecdótico. Y además, estamos en tiempos de crisis, los tiempos de crisis nunca son realmente propicios para cuestionarse si estamos trabajando bien, si somos felices en nuestro trabajo.
Los tiempos de crisis son más propicios para decirse a uno mismo: tengo un trabajo con ingresos, mejor agacho la cabeza y me quedo así hasta que las cosas mejoren, entonces tendré tiempo para pensar en mi vida y si realmente soy feliz en el trabajo. Creo que realmente estamos en ese punto en el que nos decimos a nosotros mismos: ya tengo bastante suerte de tener un trabajo y un sueldo, y aunque no sea muy feliz, vamos a esperar a ver qué pasa.

Tengo una opinión bastante humilde y modesta porque no soy economista ni especialista. Mi sensación es que, aparte de casos como el de Austin, el hombre que era banquero de inversiones y al que entrevisté en Estados Unidos y que puede permitirse no hacer nada, casi toda la población, aparte del 1, 2 o 3% más rico, la gente sigue necesitando trabajar para ganar dinero, así que esa es la primera dificultad, por así decirlo.
Y mi sensación cuando miro las estadísticas es que hay una enorme cantidad de dinero, una enorme cantidad de capital que está acaparado por muy poca gente, y ciertamente creo que si fuéramos más altruistas, si organizáramos mejor las cosas, habría más que suficiente para garantizar que todo el mundo pudiera tener un mínimo vital para vivir mejor, para comer, etcétera. Pero aunque no tengamos esta renta universal, en Francia tenemos la posibilidad del paro o de la seguridad financiera.
Aquí tenemos la RSA, la renta de solidaridad [un subsidio condicionado], que hace que sea muy difícil encontrarse sin ningún ingreso, pero creo que podríamos encontrar un equivalente a escala mundial. No recuerdo las estadísticas que leí, algo como que cien personas en el mundo tienen tantos recursos como el resto del planeta [según Oxfam, el 1% más rico de la población acumula más riqueza que el 95%]. Las cifras no son buenas, pero está más o menos en esas proporciones. Me parece una locura que sea así y que no podamos redistribuir de forma más equitativa.
En los distintos países que visitas, apuntas al sufrimiento que padecen las personas en relación con el trabajo, un sufrimiento que a veces, como sucede en el caso coreano, puede llevar a la muerte. El mundo del trabajo y sus sombras no son abordados muy a menudo en los productos culturales. Podemos pensar en cientos de novelas y películas que abordan el amor, o la guerra, pero de los empleos no existe tanto repertorio, ¿a qué crees que se debe?
Es una buena pregunta. Reconozco que no había pensado en ello. Me pregunto si el trabajo no es suficientemente romántico. Has dicho amor, obviamente, el amor es romántico. La guerra es terrible, pero también tiene una dimensión casi romántica porque hay nociones de heroísmo, sacrificio y enorme dramatismo. En cuanto hay un gran drama, es propicio para contar una historia.
Es cierto que hablar de trabajo es menos sexy. Cuando planteas “voy a hacer un cómic sobre el trabajo”, me parece que es eso, una cuestión de que falte romanticismo, de interés, cuando eres un autor o autora de cómic: ¿quieres abordar un tema que puede ser bastante técnico? Sí que he visto varias películas sobre historias que giran, por ejemplo, en torno al cierre de una fábrica, de su toma por parte de los trabajadores, una especie de gran aventura colectiva. Creo que eso se trata bastante, pero es cierto que el análisis del sufrimiento individual en el trabajo es quizás más raro. En mi opinión, es eso, un tema poco propicio a las historias o al romanticismo o a la emoción, y sin embargo todo eso está. Es más, el trabajo nos afecta a todos.
Es interesante cómo en tu trabajo intercalas los viajes en los que hablas con distintas personas sobre el trabajo, con las conversaciones con académicas o investigadoras en la materia. En el libro plasmas debates teóricos y diversidad de enfoques que apenas encontramos extrapolados en el debate político, o al menos no con la misma profundidad: pienso en las décadas que llevamos hablando de las 35 horas semanas, y ahora apuntar a una ligera reducción [37,5 horas en España] parece lo más ambicioso a lo que se puede aspirar.
Creo que ante todo los políticos construyen sus programas en función de lo que les hará salir elegidos. Y cuando piensan en lo que les hará salir elegidos, las grandes cuestiones y temas del momento —iba a decir en Francia, pero incluso a escala global—, donde se podría pensar que estaría la ecología porque es un tema que preocupa a mucha gente, uno de los temas centrales aquí en Francia es la migración. Así que, cuando se construye un programa en torno a un tema central como la migración, imagino que queda muy poco espacio para otros temas, como el trabajo. Claro que hay algunas reflexiones sobre la cuestión del trabajo, como la edad de jubilación, y ese tipo de cosas, pero son reflexiones que siempre se basan en un fundamento económico.
No se abordan estas propuestas desde los fundamentos humanos del trabajo, cómo se vive éste, o cómo hacer para que la gente lo viva mejor. Lo que se discute es si debemos prolongar la edad de jubilación para que haya más dinero para la seguridad social o ese tipo de cosas. Así que creo que si los debates sobre el trabajo giran esencialmente en torno a cuestiones económicas, es porque, en general, los partidos actualmente en el poder, en Francia al menos, tienden a ser de derechas, y por lo tanto tienen una visión bastante economicista y capitalista de lo que es el trabajo, en lugar de una consideración humana.
Menciono esto muy brevemente en mi cómic, pero ahí está el ejemplo de las plataformas digitales como Uber. En Francia está el caso de los Uber Files, un reportaje que publicó Le Monde en el que señalaban que Emmanuelle Macron había animado a Uber a desarrollarse ofreciéndoles facilidades. Así que los partidos que están en el poder en Francia en este momento están más del lado de las grandes empresas que del lado de los trabajadores, y por eso creo que las cuestiones puramente sociales no están realmente en el centro del debate político.
Inteligencia artificial
Panorama Tecnología del futuro, explotación del pasado
Cuando hablas de Estados Unidos en el cómic, hay una parte en la que te centras en la juventud y su relación con el trabajo, ¿crees que en el futuro este cambio generacional tendrá algún efecto sobre la manera de organizar el trabajo?
No son entrevistas exhaustivas, porque se refieren a una determinada categoría de población en un determinado país, pero la sensación que tuve es que había un reequilibrio en la relación de los jóvenes con el trabajo. En otras palabras, el trabajo ya no está en el centro de la vida, se está convirtiendo en una parte importante de la vida, pero en la misma medida que el ocio y la vida familiar. También hay una tendencia a pensar en lo que hacemos y por qué lo hacemos. El trabajo ya no es sólo el prestigio del puesto, la responsabilidad o el salario, sino también saber si lo que hago tiene sentido para mí, para los demás o para el planeta.
Mientras que yo pensaba que esto sólo concernía a las categorías más instruidas, que por tanto tenían el lujo de poder elegir, en realidad la socióloga de Meda me dijo que era bastante global, al menos en los países industrializados. Entonces, ¿va a cambiar esto la forma en que la gente se relaciona con el trabajo? Si los jóvenes en general, y entre ellos los jóvenes licenciados —y por lo tanto los que están llamados a tener responsabilidades— tienen una relación diferente con el trabajo, imagino que con el tiempo habrá un impacto en la sociedad, pero no sé con qué rapidez puede suceder, y no sé realmente cómo puede suceder.
Y si pensamos en este tipo de cambio de conciencia en otras áreas, como sucede por ejemplo con el feminismo, aunque las cosas estén evolucionando muy lentamente y estemos lejos de tener una igualdad perfecta, tengo la impresión de que en las generaciones más jóvenes y en el discurso, al menos hay cosas que están evolucionando. Así que pienso que, de la misma manera, esto pueda ocurrir con el trabajo.
El cómic es un medio que puede abordar toda una serie de temas, contar toda una serie de historias, ser un documental o una autobiografía
Has reunido diferentes perspectivas teóricas, pero también experiencias muy diversas. Todo ello cabe en un volumen donde se aborda de manera amena algo tan fundamental como el trabajo en nuestras vidas. ¿Crees que el cómic puede tener una función divulgativa que supera a otros formatos?
El cómic ha avanzado mucho en Francia en los últimos años. Es un medio que puede abordar toda una serie de temas, contar toda una serie de historias, ser un documental o una autobiografía. Es un medio como el libro o el cine. En el cómic se puede contar cualquier cosa. Es una herramienta para contar historias. En cuanto a la accesibilidad, imagino que hay gente que sólo lee cómics, gente que sólo lee libros y gente que lee ambas cosas.
Quizá a través del cómic podamos llegar a gente que no se interesaría por este tipo de trabajo sociológico o por estos reportajes. Con un cómic tienes que ser muy eficiente en la forma de contar la historia, porque cuando escribes un libro sobre trabajo, tienes mucho espacio, puedes poner muchas palabras. Sin embargo, un cómic ocupa mucho espacio: así que tienes que ser eficiente. Es un poco como editar un documental o una película, hay mucha información y hay que elegir los pasajes adecuados. En efecto. Creo que con este cómic u otros del mismo estilo, se llega a un público que no se habría interesado por este tipo de temas en un libro.

A diferencia de cuando se hace un reportaje, se ve que hay un intervalo entre los viajes, y que de alguna forma, esta amplitud temporal influye en el resultado final. ¿Cuánto tiempo estuviste trabajando en el cómic?
Tardé entre el año y el año y medio. Lo hice en paralelo con otro cómic. Viajaba y cuando volvía, hacía una historieta del país en el que había estado. Y luego iba a otro país y hacía la historieta de ese país. Así que hacía cada viaje y cada reportaje por separado en cómic. Es como si hubiera hecho tres pequeños cómics.
Para mí, la idea de este cómic es partir de que no soy especialista en trabajo. Cuando empiezo he leído uno o dos libros sobre el tema, así que mi nivel de conocimientos no es nulo, pero es básico, por así decirlo. Y de hecho, quiero empezar el cómic sin ser un especialista en trabajo porque quiero que el lector me acompañe a descubrir lo que voy a descubrir y a reflexionar sobre el trabajo, sobre nuestra relación con el trabajo.
Y así, a medida que avanzo, progreso en mi conocimiento y comprensión tanto del trabajo como de mi propia relación con el trabajo, mi historia en relación con él. Lo que pretendo con este libro es, que al final, el lector haya adquirido una comprensión, no de todo lo que tiene que ver con el trabajo, porque es extremadamente complejo y complicado y el tema es muy amplio, pero sí que le haga reflexionar, que le dé algunas ideas. Al final, yo mismo he comprendido cosas que antes no entendía.