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Comunidad de Madrid
El alumnado de la UNED denuncia el “modelo antipedagógico” tras la supresión de tutorías presenciales
Silvia Hervás comenzó en 2024 su cuarto año del grado de Filosofía en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), aunque está también matriculada en cuatro asignaturas de tercero. Abogada de profesión, decidió comenzar a formarse en esta rama de las humanidades en plena pandemia “por el placer de estudiar”. Desde entonces ha podido atender a clases de forma híbrida, acudiendo periódicamente a tutorías abiertas (el nombre que reciben en la UNED las clases presenciales) en el centro asociado Gregorio Marañón (Madrid).
A pesar de que el grueso de los contenidos de la UNED se imparten a distancia, estas tutorías han servido desde hace años para que los estudiantes puedan conversar y debatir a cerca de los temarios, intercambiar ideas o consultar dudas en directo. Para muchos estudiantes, es la piedra angular de esta enseñanza.
Tras matricularse de su tercer curso, recaló en que las tutorías, en lugar de ser semanales, eran quincenales. “Pensé, qué raro, será que los tutores este año no pueden o que son poquitas asignaturas de las que me matriculo”. Inicialmente, cuenta, no le dio demasiada importancia a este hecho hasta que este 2024, cuando fue a consultar el calendario académico, observó que le habían ido eliminando todas las tutorías hasta quedarse sin clases presenciales al completo.
“Cuando tú te matriculas en la asignatura es cuando te sale el calendario, de repente vi que no había salido el calendario de las tutorías y entonces es cuando mandé un email al tutor”
A Mayte García Llorente, estudiante de Historia del Arte con algunas asignaturas del grado de Filosofía, le sucedió algo parecido: “En la guía de la asignatura normalmente te dice que hay tutorías y que hay un foro, pero no te especifica más. Cuando tú te matriculas en la asignatura es cuando te sale el calendario, de repente vi que no había salido el calendario de las tutorías y entonces es cuando mandé un email al tutor, que me contestó que en esa asignatura no había tutorías”.
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En su lugar, habían incluido una asignatura nueva llamada “tutorías intercampus”, cuyo contenido y estructura a día de hoy siguen siendo bastante difusos y que aglutinan de forma online alumnos de toda la Comunidad de Madrid. “Suena muy bonito pero acaba siendo una asignatura sin ningún apoyo. Es un profesor que a lo mejor te puede contestar cuando te conteste en un foro y te da una mínima orientación. Eso no es una enseñanza de calidad”, protesta Charo, alumna de Historia del Arte solidarizada con sus compañeras de Filosofía.
Los estudiantes han visto como la docencia se ha reducido, como señalan a través de un comunicado, “a un modelo autodidacta que no responde a ningún parámetro pedagógico ni, por supuesto, a ninguno humanista”
El recorte de presenciales, que antes duraban una hora y media y tenían periodicidad semanal duración en los dos primeros cursos de grado, ha indignado a la comunidad educativa de los distintos centros asociados de la UNED. Los estudiantes de tercero y cuarto de Filosofía y de otras carreras de Humanidades como Literatura han visto como la docencia se ha reducido, como señalan a través de un comunicado, “a un modelo autodidacta que no responde a ningún parámetro pedagógico -ni, por supuesto, a ninguno humanista- y que destruye toda posibilidad de conformar una comunidad académica”. Un ejemplo más de cómo la motosierra de Isabel Díaz Ayuso sigue dejando a la enseñanza pública en un estado raquítico.
El proceso lento de eliminación de clases se remonta a 2008, aunque ha sido este año, con el nombramiento Claudia Sevilla como directora de centros asociados de Madrid, cuando la CAM “ha pisado el acelerador”. Las alumnas afectadas hablan de “estafa” para referirse a esta situación impuesta desde el más absoluto silencio administrativo, dado que no se les comunicó la supresión de las tutorías hasta una vez formalizada la matrícula y abonadas las tasas correspondientes.
Un modelo incoherente con los estatutos de la UNED
Aunque la UNED se relaciona administrativamente con el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades a través de la Secretaría General de Universidades, la titularidad y responsabilidad del centro asociado se corresponde a un Consorcio integrado por la Comunidad de Madrid, la Consejería de Educación y Cultura de la Comunidad de Madrid y la propia UNED. El órgano que gobierna ese consorcio es una junta integrada a su vez, entre otros, por el rector de la UNED, la alcaldía de Madrid y el Consejero de Educación de Madrid. Por tanto, la gestión presupuestaria, económica y administrativa de los centros asociados es aprobada por estas entidades y es a ellas a quienes corresponde la responsabilidad de los recortes. “Madrid recibe un presupuesto y tiene autonomía para distribuirlo, para destinar esa cantidad para tutores, tecnología, etcétera”, cuentan algunas estudiantes de la capital. La pregunta más recurrente entre los afectados es qué hace el gobierno regional con los fondos que recibe del Estado.
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La supresión del modelo semipresencial anterior contraviene los mismos estatutos de la UNED, aprobados el pasado 2024. En ellos figura, concretamente en su artículo número 5, que “la UNED imparte sus enseñanzas mediante la modalidad de educación a distancia, caracterizada por el desarrollo de la actividad académica a través del uso intensivo de las tecnologías digitales (...) , así como como presencialmente en los centros asociados y centros y aulas en el exterior”. También figura que, de forma previa a la formalización de la matrícula, los alumnos tienen derecho a recibir información sobre las enseñanzas ofertadas, algo que de facto se incumple desde el momento en que nadie comunicó los cambios al alumnado.
Desde que las alumnas se han visto aprisionadas en este modelo “antipedagógico” y “enlatado”, ya ni siquiera disponen de manuales de las asignaturas para poder asimilar los contenidos. “Ahora lo que tenemos son libros comerciales que nos mandan en PDF privados y desde la UNED te dan un temario, te dicen que están en el foro y ya está. La gente no tiene tiempo para leerse todo eso sin que nadie explique antes o al menos indique qué es lo más relevante, más cuando en cuarto de carrera ya necesitamos un cierto nivel de profundidad en los contenidos”. Resultado inmediato: desorientación general, rabia y devaluación de la calidad educativa.
Supone, además, un castigo especialmente severo para quienes no disponen de un bagaje académico previo o un capital cultural que les posibilite poder instruirse a sí mismos sin indicaciones de un docente. “Supone una mala gestión de la Comunidad de Madrid de un servicio público de ámbito nacional, una discriminación que desvirtúa el modelo de educación a distancia y nos impide ejercer nuestro derecho a recibir una educación universitaria completa”, denuncian.
Medidas con efecto desmovilizador
Este año los cambios han desembocado también en un agravio comparativo con respecto a otros estudiantes de aquellos centros asociados que sí cuentan con clases presenciales al mismo precio de matrícula: “Tú pagas la misma matrícula y resulta que te encuentras sin avisar que tú no tienes tutorías, yo tengo un profesor estupendo que además imparte clases en la Universidad Complutense, y tengo ese privilegio. ¿Por qué ellos no tienen esa suerte de tener un profesor tutor que está transmitiendo un tema?”, cuenta Charo, estudiante de Historia del Arte a la que todavía no han salpicado estas medidas como a sus compañeras. La directora de uno de los centros asociados que sufren los recortes alude a una cuestión de ratio cuando es interpelada en relación a esta cuestión. Sin embargo, los números no cuadran ya que a partir de los ocho alumnos es posible impartir clases presenciales y en algunas de las materias cuya presencialidad se ha eliminado hay más de 15 personas.
La ola expansiva de esta medida se ha extendido en los últimos meses a Madrid Sur, donde el alumnado de Fuenlabrada, Parla y Majadahonda han ido paulatinamente perdiendo sus tutorías. “Es algo muy progresivo y resulta completamente injusto”, comenta Charo. La siguiente contradicción entre la teoría y la realidad llega con las palabras del propio rector de la UNED, Ricardo Mairal, en la carta que envió al alumnado a principios de curso. En la misiva, Mairal alude a las tutorías presenciales y al asesoramiento personal como “piezas claves en nuestra oferta docente” en las cuales “encontrarás a tus compañeros, con los que podrás compartir el camino”.
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En efecto, la presencialidad “desintegrada con sigilo, opacidad y mucho secretismo” es un pilar para que los alumnos puedan socializar y compartir saberes. “Son el único mecanismo que a día de hoy tiene la UNED para que los estudiantes, pero también el profesorado, nos conozcamos y hagamos vida social, es decir, hagamos comunidad”, infiere Marga (nombre falso para preservar su identidad), tutora en un centro asociado de la UNED en Madrid. Por su parte, Charo (quien estudia este grado “por amor al arte” décadas después de haber realizado una carrera presencial en Salamanca) explica que disponer de una tutoría una vez a la semana, “cuando estás trabajando es maravilloso porque te encuentras con el tutor, ves a tus compañeros y hay sinergias de todo tipo, incluso actividades culturales, como ponencias y conferencias”.
Eliminarlas destruye también la posibilidad de que las alumnas puedan organizarse en asociaciones, en un momento de revitalización de los colectivos estudiantiles politizados tras el parón de la pandemia: “Por supuesto que hay un aspecto económico detrás de esto porque se está intentando abaratar costes pero además hay un declive de la comunidad y de los espacios públicos donde la gente puede organizarse y movilizarse en caso de que haya que protestar por algo”, señala la docente.
La precariedad docente salpica también al alumnado
Muchos profesores no graban las sesiones por miedo a ser sustituidos por sus propias grabaciones y no ser renovados al curso siguiente mientras les devora la precariedad. Además, en sus contratos no figura la obligatoriedad de grabar los contenidos. Desde que estalló la crisis del coronavirus, infieren, muchos alumnos habían dejado de asistir a clase y habían recurrido a los vídeos de las clases, lo que redujo la asistencia de forma considerable. “Para los tutores, la situación es dificilísima, porque teníamos que actuar simultáneamente para tres clases de receptores: la poca gente que está presente y se ha acercado al centro, más la gente que está en sus casas y que nos comunicamos solo a través del chat, más la gente que va a ver la tutoría en diferido. Una clase grabada realmente no es una clase”, destaca Marga en defensa a la vuelta a la semipresencialidad.
Muchos profesores no graban las sesiones por miedo a ser sustituidos por sus propias grabaciones y no ser renovados al curso siguiente mientras les devora la precariedad
Mientras a los docentes esto les condiciona el futuro de su empleo, a los universitarios les depaupera la calidad académica. “El cambio entre eso y tener un busto parlante que le das al play y lo reproduces un montón de veces cuando estás en tu casa en soledad es fundamental en todo esto”, destaca la docente. En aquellos cursos donde todavía se conservan algunas tutorías, la no renovación de los medios tecnológicos proporcionados por la universidad también deteriora la docencia. Ello va en sintonía con la infrafinanciación que padecen actualmente el resto de universidades públicas madrileñas, que salieron a la huelga este 28 de abril: los proyectores son más que deficientes, las ventanas están mal aisladas y el ruido se filtra en el interior de las aulas y los docentes deben traer su ordenador personal ya que no hay pizarras electrónicas.
Vicente, nombre ficticio de un tutor de tres grados en la UNED con miedo a sufrir represalias por sus declaraciones a este medio, apunta asimismo al “maltrato y desamparo institucional” que sufren los docentes más allá de los recortes en presencialidad. Incide en que la inmensa mayoría de ellos carecen de los derechos laborales más básicos, son contratados mediante procedimientos de urgencia y en muchos casos son despedidos “de la noche a la mañana”. “Esto hace que haya una sensación de desasosiego entre los tutores, que ven cómo son utilizados como peones y, cuando no los necesita el centro asociado, los elimina del tablero de un día para otro”, infiere. Muchos tutores de enseñanzas no regladas (para mayores de 25 años y UNED idiomas), subraya el tutor, trabajan sin contrato ni posibilidad de cotización. Vicente alega que “si fuera la UNED una universidad privada, esto hubiese resultado en multas multimillonarias múltiples.