Opinión
            
            
           
           
           
           
Ecofeminismo energético: poner la vida en el centro también es hablar de placas solares
           
        
        Vocal del Consejo Rector de EnVerde
Secretaria de EnVerde
Para EnVerde, proyecto cooperativo extremeño para acceder al consumo de energía 100% renovable, hablar de placas solares supone cambiar la mirada sobre un producto aparentemente neutro y que vemos crecer como setas en Extremadura. Su uso alimenta desigualdades económicas, de género, territoriales, medioambientales, de pobreza energética, etc. cuando se concentran en megaproyectos solares de empresas multinacionales. Los riesgos ambientales, sociales y económicos de estos macroproyectos alientan nuevas iniciativas de generación, distribución y consumo de energía a través de opciones menos hostiles para las personas y la naturaleza. La pobreza energética en el ámbito social y el cambio climático en el ambiental son dos de las consecuencias de ese modelo.
No basta con consumir energía renovable de la misma empresa que ayer te vendía la energía fósil y, en ambos casos, con el mismo ánimo de lucro. Tampoco mantener la idea de que los modos de producción de la energía no tienen sesgo de género. Por ello, la apuesta por una transición energética debe emerger de iniciativas más ecológicas y socialmente sostenibles como las fotovoltaicas.
Redirigir la mirada hacia una transición energética justa, equitativa y sostenible es abrazar el Ecofeminismo: corriente filosófica, movimiento social y práctica política que aúna el cuidado de las personas con el cuidado del planeta. Alicia H. Puleo, filósofa de referencia en la confluencia entre Feminismo y Ecología, se pregunta si nuestra mirada sobre la Naturaleza tiene género y su respuesta es clara: “Adoptar una perspectiva ecofeminista implica que no se puede hacer una política ambiental a costa de las mujeres, es decir, favoreciendo los papeles tradicionales”. Así, la crítica que desde el feminismo se realiza al sistema patriarcal engarza con la derivada del ecologismo y su defensa de la Naturaleza.
El diálogo entre ambas corrientes de pensamiento cuestiona el sistema patriarcal y el capitalismo en defensa de una sociedad igualitaria y ecologista
En la misma línea se expresa Yayo Herrero, antropóloga referente en este ámbito. Desde el feminismo se coloca el foco en las tareas que permiten el sostenimiento de la vida, como los cuidados, y desde el ecologismo en las consecuencias que para las personas y la naturaleza tiene el actual modelo de crecimiento económico capitalista. El diálogo entre ambas corrientes de pensamiento cuestiona el sistema patriarcal y el capitalismo en defensa de una sociedad igualitaria y ecologista.
Dos ejes principales asientan esta filosofía: la interdependencia y la ecodependencia. El primero, relacionado con la necesidad genuinamente humana de que nos cuiden y ser cuidados. Dicho concepto aboga por una sociedad igualitaria en la que se sitúa a las personas en el centro de la vida desde el respeto a los derechos humanos. Esta premisa se vuelve apremiante cuando percibimos cómo los efectos catastróficos del cambio climático amplían las desigualdades entre personas y territorios. El segundo hace referencia a la naturaleza, es decir, a los medios que en ella encontramos y necesitamos para subsistir. Medios limitados y finitos, aunque el sistema capitalista (y el consumismo exacerbado al que nos aboca) nos hace creer que su disponibilidad es ilimitada.
Desde el Ecofeminismo han surgido iniciativas que generan otros procesos de transición que dan prioridad al desarrollo humano y al desarrollo sostenible. En esta línea, una de las opciones es la creación de Comunidades Energéticas. Estas se definen como un grupo de personas (individuos, pequeñas empresas y/o entidades locales) que se unen para producir, gestionar y consumir su propia energía de manera colectiva y sostenible. Su objetivo principal es fomentar el uso de energías renovables y reducir la dependencia de las tradicionales. Se presentan, además, como una de las alternativas con mayor impacto medioambiental positivo.
Todos los modelos de Comunidades Energéticas tienen en común que abaratan la energía consumida por las personas usuarias. Muchas de las actuales comunidades están vinculadas a las grandes corporaciones eléctricas, en su afán de mantener un oligopolio y aumentar sus beneficios. Otras, cada vez más, promueven una transición energética justa. En este camino, y vinculada al Ecofeminismo, la cooperativa EnVerde promueve y acompaña a grupos de personas de la región en la creación de Comunidades Energéticas. Recordemos que el Ecofeminismo es una corriente de pensamiento pero también es un movimiento social y una práctica política.
Este proceso, que como vimos rompe o debería romper con los sistemas patriarcal y capitalista, no debe hacerse al margen de las mujeres. Al contrario, su participación en las Comunidades Energéticas es esencial para asegurar la igualdad y evitar la exclusión social. Así es reconocido por normativas internacionales como el Acuerdo de Paris, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, el Marco de Sendai para la reducción del riesgo de desastres (2015-2030) o la Estrategia para la Igualdad de Género 2020-2025. En el ámbito español tenemos la Ley de Igualdad y la Estrategia Española de Transición Justa, por citar algunas normas más relevantes. También EnVerde ha añadido su granito de arena al aprobar en la última Asamblea el primer Plan de Igualdad de carácter social, una guía para transversalizar la igualdad de género en todos los ámbitos de acción de la cooperativa.
Las Comunidades Energéticas, lideradas por la ciudadanía e impregnadas por la transversalidad, son pequeñas revoluciones en un contexto en el que van cogiendo vuelo los postulados negacionistas
Las Comunidades Energéticas, lideradas por la ciudadanía e impregnadas por la transversalidad, son pequeñas revoluciones en un contexto en el que van cogiendo vuelo los postulados negacionistas. Frente a estos, la democracia participativa con la puesta en práctica de nuevos modelos de empoderamiento y gobernanza, la democratización de la energía que enfrente la exclusión y la pobreza energética y la sostenibilidad ecológica son necesarios para una transición energética justa, equitativa y sostenible.
Cuando veamos los parques fotovoltaicos (huerto solar, granja solar son los eufemismos que utilizan las grandes compañías) preguntémonos si ese es el modelo de transición energética por el que queremos transitar. Si la respuesta es que otra energía es posible, no permitamos que las multinacionales del sector decidan nuestro futuro.
Extremadura
        
            
        
        
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      Energías renovables
        
            
        
        
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