El laberinto en ruinas
La ciudad fáustica (II/II). El control de los márgenes como política urbana

Seguimos con el derrumbe de la ciudad atendiendo a usos de la calle que fueron primero alentados y luego estigmatizados, una vez cumplida su función.

La relatividad del valor otorgado a las actividades festivas y a los usos de la calle queda patente con un simple repaso histórico. En 1963, ABC daba pábulo a una feroz campaña contra la Velá de Triana. Esta verbena, hoy una seña de identidad integrada en el circuito festivo local, era entonces “ruido demoníaco”, “espectáculo atrasado”, “festejo populachero” sin razón de ser, perjudicial para el “decoro de una ciudad de tanto prestigio internacional como Sevilla”, “desenfreno y algarabía como todas las velás que se han celebrado o celebran”. La campaña contra la Velá no tuvo éxito, y con los años obtendrá su vitola de tipismo. Pero hubo casos en que ocurrió lo contrario: de repente, lo que durante un tiempo se tuvo como expresión colectiva, se transforma en una actividad indeseable y es erradicada.

La importancia de la fiesta es axial en momentos de cambio institucional, de ahí la generalización de la ingeniería lúdica y las iniciativas populares desde mediados de los años setenta. Las calles, espejo de la ciudad como ente político y canal físico del conocimiento compartido local, representan siempre un riesgo en esos trances. La fiesta y la vida de calle promueven dinámicas de solapamiento social que el poder trata de fiscalizar ya sea por vía policial, promocionándolas para controlarlas o desplazándolas con cualquier motivo, siempre para diluir su vínculo con el espacio.

Las calles constituían una paleta de colores donde se hibridaban el costumbrismo en decadencia, el paisanaje cotidiano, la transgresión y la oposición política

El entramado de reglamentos urbanos es una eficaz pedagogía para establecer inventarios de conductas indeseables tan generales que cualquiera puede ser capaz de identificarlas en su cotidianeidad. Pero en la Sevilla de mitad de los setenta una vigilancia detallada resultaba inaplicable. Merced a una todavía viva amalgama de usos, sus calles constituían una paleta de colores donde se hibridaban el costumbrismo en decadencia, el paisanaje cotidiano, la transgresión y la oposición política.

El retorno a los espacios públicos creció hasta constituirse en la parte perceptible de un movimiento espontáneo de ocupación, recuperación y reinterpretación de lo tradicional. Asumir usos urbanos en contradicción con los valores del régimen franquista se equiparó a oposición política. Era en cualquier caso una oposición híbrida, no frontal, nacida de la sucesión generacional o del hastío con respecto el status quo adivinada en ciertos marcadores simbólicos (icónicos -pelo largo, música, determinados adminículos, etc.-, conductuales o discursivos) y en el uso no convencional del espacio público. Las agrupaciones contrarias al régimen simpatizaron con estas corrientes, hasta que se terminen de popularizar y, a mediados de los ochenta, comiencen a desdecirse, a matizarlas y a perseguirlas.

La vida golfa se democratiza

Después de décadas, las nuevas generaciones transformaron unos espacios sin pulso. El horizonte de los ocios urbanos cambia con una vertiginosa dinámica de substituciones. La vida golfa se democratiza y se recupera el tiempo perdido. El primer drugstore, las discotecas y tabernas o bodegas reconvertidas en pubs, salvadas por la afluencia juvenil, usurpan el espacio de las decadentes boîtes, whiskerías y salas de fiesta, que se repartían la noche con los cines, los escasos teatros, los tablaos o las ventas en las afueras. Lo que antes fueran paradero de calaveras de clase alta se ven frecuentados por nuevas tipologías. La seña de identidad de estos lugares en el casco viejo es su ocupación por lo que se bautiza desde los medios como “la basca” y que en los primeros noventa terminará designándose peyorativamente como “la movida”, justo cuando “la movida” había desaparecido.

El fenómeno es sencillo de describir: grupos o sujetos que se desplazan de un local a otro, ubicados a sus puertas sin más fin que estar en la calle para ver y dejarse ver o que simplemente deambulan hallando en la sociabilidad, en el mero contacto visual con otros, el aliciente de unas copas. Algo que en Sevilla no tenía nada novedoso si no era por el incremento cuantitativo, el protagonismo juvenil y la animadversión que terminó causando. Si su ímpetu era fuerte antes de 1975, cuando las izquierdas llegan al poder municipal en 1979 ya registraba un desarrollo sin precedentes.

El rastro como rompeolas social

Mercadillo La Alameda

Por ejemplo, en octubre de 1978, comienza a instalarse en la Alameda de Hércules un mercadillo dominical, alabado en principio por una prensa local que, sin embargo, arremetía contra la venta ambulante en cualquier otro sitio. Para ABC era “una experiencia que puede hacer historia” y que iba a “rescatar y revalorizar una Alameda que se resistía a morir”. Y para El Correo, “una iniciativa que ha logrado dar una nueva fisonomía alegre y jovial a un lugar tan tradicional de nuestra ciudad”, “un mercadillo ‘tela’ de bueno con el que los sevillanos se vuelcan siempre que no llueva, diluvie o haya redada”. Este rastro se convirtió en el rompeolas de las categorías sociales más dispares, lugar de amalgama y visibilidad diurna de los habitantes de la calle. Algo que lo hacía no museificable, no reproducible, imposible de estetizar y de donde poco beneficio económico se podía sacar. Ni su éxito ni la inquina que despertaría con el tiempo se debieron en el fondo al seguimiento de actitudes conflictivas. Tanto detractores como seguidores estaban unidos por el vínculo del sevillano con el territorio concreto, unidos en una pugna por hacerse sitio en los lugares significativos.

Mercadillo La Alameda 2

En una ciudad, la ocupación rutinizada de un espacio central, hacerse visible como grupo en un espacio representativo y de forma recurrente, constituye un ejercicio de poder, un acto político en potencia. Y como escaparate para quienes vivían la ciudad de otra manera según sus distintas condiciones de vida, el mercadillo iba a ser un ejemplo de la reclamación de lo público por la fuerza del número y de los hechos.

El norte del casco antiguo en general y la Alameda en particular mantenían un hálito transgresivo, no por albergar un vecindario resistente sino por la remanencia de discursos que los evocaban como un espacio opaco del casco antiguo. Eran una tierra de nadie, expedita para las prácticas menos convencionales, que vinculará a segmentos sociales dispersos, desde el lumpen de los suburbios a las nuevas generaciones que gustaban de la calle. En la Alameda, consagrada como barrio chino, las normas se ponían en suspenso, y precisamente por eso se alejaba del casticismo tradicional. De hecho, durante décadas, ese lugar y sus inmediaciones catalizaron toda actividad “alternativa” organizada que pudiera darse. Y el mercadillo fue de alguna manera el acto eucarístico dominical que celebraba la existencia de un ser distinto.

Mercadillo La Alameda.3

La erradicación del mercadillo fue tarea de décadas

Su erradicación resultó inusitadamente larga. Durante más de dos décadas, la insistencia en su cierre desde los medios de comunicación o los intentos de aplicar los reglamentos fueron infructuosos. En 2004, con ocasión de unas obras, se le desalojó para siempre. Esta dilación no se debió a resistencia alguna. Los vendedores no lograron sindicarse para plantear una oposición coordinada. El cierre del mercadillo operó en sintonía con la lenta incorporación de la Alameda al imaginario normalizado de la ciudad, cosa a la que él mismo había contribuido como ningún otro fenómeno. Y ocurre no por casualidad en mitad del boom inmobiliario de principios del siglo XXI. Ese gran solar, en barbecho desde hacía décadas, quedaba franco para la rehabilitación, como un preso arrepentido fuera de la cárcel. El reconocimiento que las masas tributan a un lugar con su presencia o su deseo, pasa del imaginario a incorporarse al valor económico de un vecindario una vez que aquellas son desplazadas. Es un fenómeno que encontraremos reiteradamente en el fondo de todo proceso de sustitución de usos o vecindarios en Sevilla.

A la postre, con idéntica lentitud, van cayendo los locales de ocio menos convencionales que ya no se adaptan a la imagen cosmopolita y plana que se pretende dar de ese espacio. Y lo hacen bajo el peso de los reglamentos, las denuncias y la misma estigmatización que el mercadillo. Las masas, cumplida su función fertilizante, son desterradas siguiendo la metodología de la repoblación forestal. Primero se plantan especies prescindibles de crecimiento rápido y, progresivamente, una vez que han fijado el suelo, se las sustituye por otras de mayor valor hasta que crezca lo que tiene que crecer y no otra cosa. El antiguo mercadillo, improvisado y caótico, pero que permitía la visibilidad de otras realidades, fue sustituido por uno ordenado, de pulcros artesanos, al que se bautizó con el pretenciosamente londinense nombre de “Soho”.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Sevilla
Sevilla Los vecinos del centro de Sevilla se levantan contra la venta de su pulmón verde
La Plataforma vecinal Pulmón Verde Sevilla denuncia que el Ayuntamiento de Sevilla ha incumplido la promesa de convertir el solar en un espacio verde para el vecindario
Cortes de Luz
Cortes de luz en Granada Sin luz no hay derechos: desestimada la demanda contra Endesa, la lucha vecinal en Granada continúa
Después de ser admitida a trámite y de cinco años de espera, la denuncia a ENDESA por parte de los vecinos del distrito norte afectados por cortes de luz ha sido desestimada.
Personas sin hogar
Personas sin hogar Diez muertos desde junio y cero recursos nuevos para las personas sin hogar de Granada este invierno
La plataforma ‘La calle mata’ denuncia la falta de inversión del Ayuntamiento de Granada para dotar de recursos de asistencia inmediatos y urgentes a las personas sin hogar
Genocidio
Genocidio El TPI emite la orden de detención contra Netanyahu y Gallant por crímenes de guerra
La Sala de Cuestiones Preliminares del TPI rechaza las impugnaciones de competencia formuladas por el Estado de Israel y emite órdenes de arresto contra Benjamin Netanyahu y Yoav Gallant.
Comunidad de Madrid
Sanidad Pública Los sindicatos denuncian a la Comunidad de Madrid por exponer a sus sanitarios a “gravísimos” riesgos
Solicitan la mayor indemnización económica pedida contra una administración por no contar con un verdadero plan de prevención de riesgos laborales para atención primaria.
COP29
Cumbre del clima La COP29 encara su última jornada con un final agónico sin acuerdo en los temas clave
Los borradores de los textos de negociación sobre la mesa quedan muy lejos de un acuerdo sobre financiación climática en línea con las necesidades para que el planeta no rebase los 1,5ºC de calentamiento medio.
Ocupación israelí
Ocupación israelí Estados Unidos aprueba la “ley más peligrosa para las libertades” desde la Patriot Act
En Gaza, Cisjordania y Líbano, nuevos ataques israelíes dejan más de un centenar de muertos. En Washington, el Congreso aprueba una ley que permite quitar fondos a ONG, universidades y colectivos sin pruebas ni un proceso transparente.
Barcelona
Derecho a la vivienda El hartazgo por la vivienda impagable se da cita este 23 de noviembre en Barcelona
El amplio movimiento por la vivienda catalán, sindicatos y organizaciones vecinales, sociales y soberanistas demandan soluciones urgentes ante una crisis de vivienda sin solución a la vista

Últimas

Palabras contra el Abismo
Palabras contra el Abismo Lee un capítulo de ‘Café Abismo’, la primera novela de Sarah Babiker
El barrio es el espacio físico y social en los que transcurre ‘Café Abismo’, la primera novela de la responsable de Migraciones y Antirracismo de El Salto, Sarah Babiker.
Opinión
Opinión Non sempre ter moitas luces é sinónimo de intelixencia
Que impacto ecolóxico e social produce a iluminación do Nadal de Vigo? A cidade sofre máis aló da masificación, o caos de tráfico, as molestias á veciñanza, o malgasto ou os recortes en orzamentos de emerxencia social.
Más noticias
Crisis climática
Informe de Unicef El cambio climático multiplicará por tres la exposición de los niños y niñas a las inundaciones para 2050
Es la proyección que hace Unicef en su informe 'El Estado Mundial de la Infancia 2024'. La exposición a olas de calor extremas será ocho veces mayor para 2050 respecto a la década del 2000. “El futuro de todos los niños y las niñas está en peligro”, advierte la agencia de la ONU.
Memoria histórica
Memoria histórica Museo del franquismo, ¿eso dónde está?
España sigue ajena a la proliferación mundial de espacios museísticos dedicados a dictaduras y resistencias democráticas.
Unión Europea
Unión Europea La ultraderecha europea, ante la victoria de Trump
El triunfo de Donald Trump da alas a todas las formaciones ultraderechistas de Europa y del resto del mundo, que han visto cómo el millonario republicano ha conseguido volver a ganar las elecciones sin moderar un ápice su discurso.
Tribuna
Tribuna Vivienda: es hora de organizarnos
La situación de crisis inmobiliaria nos exige leer el momento para acertar en las batallas que debemos dar ahora, reflexionar sobre los modos de acción colectiva y lograr articular una respuesta política amplia.

Recomendadas

València
Exclusiva El Gobierno de València contrata 12,9 millones en obras de la dana a una constructora investigada por pagos al cuñado de Barberá
La Generalitat Valenciana ha hecho el encargo a Ocide, una empresa cuya matriz está siendo investigada en el caso Azud por pagos “de naturaleza ilícita” al abogado José María Corbín a cambio de contratos adjudicados por el Ayuntamiento de València.
Galego
Dereitos lingüísticos Miles de persoas desbordan a praza da Quintana para mudar o rumbo da lingua galega
A Plataforma Queremos Galego, que convocou esta mobilización, sinala unha nova data para outro acto protesta: o vindeiro 23 de febreiro na praza do Obradoiro, en Santiago de Compostela.