Opinión
25 de marzo, ochenta mil yunteros y una virgen

La tradición extremeña no ha escogido para su epopeya nacionalista la confrontación histórica. En lugar de situar nuestro relato desde lxs habitantes de la tierra, la historiografía extremeña solo ha encontrado relato fuera de las provincias como si todas fuéramos hijas de Pizarro, Cortés, Orellana o el guadalupéfilo de turno.
Virgen de Guadalupe foto
Fotografía de www.deaceboyjara.com.
27 mar 2023 07:30

Cada 25 de marzo aumenta el clamor de una parte de lxs extremeñxs que viene a considerarlo como el Día de Extremadura unreleased, especialmente desde que Víctor Chamorro, que además de escritor a quien admiro es un referente en la historiografía regional, viniera a definir ese día como «el hecho identitario fundacional de Extremadura». Una idea que choca de frente con el 8 de septiembre en torno a la Virgen de Guadalupe, y que busca aconfesionalizar una tierra multicultural.

Recientemente, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente durante 24 años, reconoció en Canal Extremadura que esta fue una de sus cacicadas. La Junta respondió al matrimonio tradicionalista de la Virgen y el castúo, la definición que Luis Chamizo hizo de lxs extremeñxs como «pardos, del coló de la tierra, los nietos de los machos que otros días triunfaron en América».

Es innegable, como persona criada en Extremadura: el pueblo extremeño ha tomado el relato de la colonialidad como el romano con La Eneida o el portugués con Los lusiadas. La edición de El Miajón de los Castúos, libro donde Chamizo presenta la figura del castúo, viene acompañada de una introducción de José Ortega Munilla, también escritor y padre del filósofo José Ortega y Gasset, donde dice que «fue afortunado el recuerdo de los trágicos antepasados, los que realizaron en América prodigios que parecen inventados (…) nos explica aquellos casos de Hernán Cortes y de los Pizarro, así como de los otros que les acompañaron y siguieron en las epopeyas inmortales».

La tradición extremeña no ha escogido para su epopeya nacionalista la confrontación histórica, que no será por ausencia de rebeldía en el timeline castúo. En lugar de situar nuestro relato desde lxs habitantes de la tierra, la historiografía extremeña solo ha encontrado relato fuera de las provincias y nos ha subido al galeón trujillano como si todas fuéramos hijas de Pizarro, Cortés, Orellana o el guadalupéfilo de turno. Hemos proclamado a Guadalupe Reina de toda la Hispanidad.

De aquellos barros, estos lodos. Este país rompecabezas vive en medio de una evidente y letargosa crisis de identidad, desde donde surgen los relatos periféricos que vienen a confrontar narrativas. En este sálvesequienpueda identitario, el relato de la colonialidad está caduco, por lo que es positiva la búsqueda de narrativas alternativas.

De aquellos barros estos lodos. Este país rompecabezas vive en medio de una evidente y letargosa crisis de identidad, desde donde surgen los relatos periféricos que vienen a confrontar narrativas. En este sálvesequienpueda identitario, el relato de la colonialidad está caduco

Desconfío un poco no obstante de cierto regionalismo que busca reconstruir una idea romántica de lo que es ser extremeñx, con una lengua estanca, con una mítica estanca, con un cierto esencialismo identitario imposible de imponer a un modo de vivir culebrero y apátrida. También dijo Víctor Chamorro: «Nacer en Cáceres y morir en cualquier parte».

El 25 de marzo 80.000 yunterxs se levantan en tierras extremeñas para ocupar las tierras de los terratenientes y trabajarlas, respondiendo así los retrasos burocráticos propios del Estado. Pero antes de este aparente repentino despertar del pueblo, de esta anagnórisis colectiva de lo que es ser extremeñx, del «hecho identitario fundacional», hubo desde finales del siglo XIX una organización política territorial a través de sindicatos obreros que favorecieron que se pudiera llevar a cabo una ocupación de esta magnitud.

Hay que considerar que la movilización política a principios de siglo estaba muy secundada por la clase trabajadora, a unos niveles que no se conseguirían tras la llegada de la democracia. El 25 de marzo es la respuesta al 20 de marzo de 1936, fecha límite prometida por el gobierno para que 40.000 trabajadorxs de la tierra sean asentadxs en la provincia de Badajoz, una medida de discriminación positiva frente a los otros latifundios históricos de Andalucía y las Castillas por ser Extremadura el lugar material de mayores necesidades. Pero la FETT (Federación Estatal de Trabajadores de la Tierra), vinculada a la UGT, ambiciona más: Salamanca, Cáceres, Toledo, Badajoz, Cádiz; hacer una política agraria colectiva, no individualista. El día 20 tan solo se han asentado alrededor de 4.000 personas en las fincas, por lo que la FETT propone ocuparlas una vez perdida la desconfianza en el Instituto de Reforma Agraria. Si la FETT solicitó al gobierno una cantera de técnicxs agrícolas que pusieran en marcha un proyecto de cooperación, el gobierno envió Guardia Civil.

Si la FETT solicitó al gobierno una cantera de técnicxs agrícolas que pusieran en marcha un proyecto de cooperación, el gobierno envió Guardia Civil

Ante la ineficacia socialista en los gobiernos republicanos, lxs comunistas ya habían venido avisando: la única vía posible era la ocupación. La CNT iba más allá: expropiación sin indemnización a lxs grandes propietarixs, entrega a los sindicatos para su disfrute, fomento de escuelas agrícolas, reducción de las jornadas, nivelación de los sueldos con los costes de la vida.

En los meses de abril y mayo ya se habían legalizado las ocupaciones, con una velocidad increíble si se compara con los cinco años de gobierno republicano. Con sus más y sus menos, las ocupaciones se mantuvieron hasta julio de 1936, con su posterior represión. El 25 de marzo ocurrió en Extremadura y más por una alianza de clase obrera que por un sentido regionalista —qué decir, Always Cáceres And Badajoz—.

PD. Todo mi respeto a la Virgen, lo ácrata no me quita lo mariano <3

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