Opinión
Extremadura, la gran piscina comunitaria

Reflexión sobre la identidad extremeña y el valor de lo comunitario frente al aislamiento social, especialmente en el contexto del cambio climático y el calor extremo de la región.
Extremadura agua actividad deporte
Fotografía de La Jara Festival. @dreamsqualityprod

Activista cultural, socio cofundador de Asociación La Mimbre Alange y médico especialista en formación en MFYC.

28 ago 2024 07:30

¿Eres un extremeño de raza? Para realmente identificarse uno mismo como extremeño, debemos saber enfrentarnos a dos peculiares situaciones en nuestro día a día. Al salir de la tierra, siempre debemos afrontar las preguntas clásicas que nos regalan los foráneos meseteros: Extremadura es Andalucía, ¿verdad? Aquello es todo secarral, ¿no?

Al salir de la tierra, siempre debemos afrontar las preguntas clásicas que nos regalan los foráneos meseteros: Extremadura es Andalucía, ¿verdad? Aquello es todo secarral, ¿no?

Y en ese momento, se te hierven las vísceras como si de una matanza se tratase, y no sabes cuál debe ser la respuesta ética más apropiada. Si bien, rebatir su argumento con hechos palpables o bien soltar un sopapo en toda la jeta.

Tras ser tristemente herido por un abusón de capital, me dispongo a remangarme y a contestar con furia y sensatez, como si el mismísimo espíritu de Víctor Chamorro me estuviera ayudando a impostar mi voz.

Como bien sabréis o deberíais saber, Extremadura es una tierra expoliada por nuestros propios vecinos, pero no los currantes del campo de Girona, los pescadores gallegos o los recolectores de Extremadura, sino por los patrios que representan las élites políticas y económicas. Una tierra fértil, llena de ríos, acuíferos, entornos naturales protegidos y que cuenta con la mayor extensión de embalses de todo el país.

Extremadura es una tierra expoliada por nuestros propios vecinos, pero no los currantes del campo de Girona, los pescadores gallegos o los recolectores de Extremadura, sino por los patrios que representan las élites políticas y económicas

De ahí lo curioso o insensato de que Extremadura se esté plagando de piscinas particulares. ¿El por qué? Las causas son varias y no todas ellas injustificables.

Llama la atención, porque ni somos una población rica, ni somos una población que disfrute del aislamiento social. Cierto es, e incierto el no nombrarlo, el asfixiante calor que nos azota. Cada vez hace más calor, más secarral. O quizás no. Quizás el cambio climático sea otro apartado de la agenda 2030 que sin haber leído ni un solo párrafo a mí también me chirría un poco, aunque solo sea por encajar en mi generación, lo que ahora denominan “fomo”.

Sin embargo, hay un halo de esperanza. No porque lo diga yo, sino porque siempre lo hay. Porque sin ese halo no podríamos ni siquiera levantarnos de la cama cada día. Extremadura está cambiando, y la Extremadura de las piscinas está siendo sustituida por la Extremadura de los pantanos, las pozas, los ríos, las piscinas naturales, las municipales y las termas públicas.

Y hablando de “fomo”, ¿es posible que el Patrimonio de la Humanidad sea 100% privado?, ¿que los vecinos de la localidad de unas termas romanas no tengan facilidad de acceso a ellas? Preguntas sin respuestas o más bien preguntas sin soluciones… Supongo que son ideas utópicas, salpicadas por las brasas de un verano desolador.

A pesar de tener las neuronas fritas, el ventilador me está permitiendo despejar la mente para poder así replantear el debate que me interesa. ¿Hacia dónde queremos ir?

¿Hacia una Extremadura privatizada, hasta el punto de no compartir ni los momentos de máxima felicidad que nos otorga el verano? ¿O debemos, sin embargo, acercarnos a una Extremadura que defienda los espacios públicos como plazas de asentamiento y convivencia, donde podamos saltar a bomba y salpicarnos alegremente los unos a los otros?

Bajo el poder que me otorga este artículo, defenderé encarecidamente lo comunitario, y me opondré a espacios privatizados donde solo se monetiza a costa de la felicidad de unos pocos.

Nos veremos pronto, eso seguro. Y espero que sea por las aguas públicas, donde se entrelazan amistades y se nutren los quehaceres, donde se disfruta en comunidad, donde la soledad se aísla para dar paso a la convivencia y el disfrute.

Combatir el aislamiento con las comunidades, combatir el sol con la sombra. Y de sombras aquí sabemos mucho y para saber, nuestras abuelas. Aquellas abuelas que nos despedían y te decían: ¡Vete por la sombra, hija!

Y recuerda, querido lector; en Extrema y dura, en verano ponte al socuello de la pared y no te quites hasta la noche.

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