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Fronteras
Cientos de personas refugiadas, incluidas menores, duermen al raso en la isla griega de Rodas
“Llegamos al paseo principal donde los turistas paseaban entre tiendas de helados y souvenirs, mientras la otra cara de la moneda nos mostraba un parque lleno de basura, sábanas tiradas en el suelo, gente tumbada en cartones y un hiriente olor a orina y desconsuelo”. Elena Martínez, una voluntaria de la ONG española SOS Refugiados Europa, narraba de esta manera en un informe, la situación que había visto con sus propios ojos en la isla griega de Rodas.
Según esta organización, entre trescientas y trescientas cincuenta personas refugiadas, entre ellas muchas familias con menores, incluidos bebés, malviven en unas condiciones dramáticas desde que llegaron a la isla hace más de dos meses. Se trata de personas que han estado esperando en Turquía la oportunidad de subirse a un bote para llegar a suelo europeo.
La gran mayoría procede de Siria, Yemen, Sudán, Egipto, Iraq, Kuwait y, en menor medida, de Palestina. Muchos de esos países están envueltos en largos conflictos bélicos, sin embargo, algunas personas poseen estatus de refugiadas en Líbano. La profunda crisis económica de este país y el reciente conflicto con Israel les han obligado, a quienes ya habían encontrado refugio, a buscar lugares más seguros.
Grecia
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En pleno corazón de la ciudad de Rodas, junto a la ciudad medieval, situado al norte de la isla, duermen al raso sobre cartones, sin apenas mantas, hambrientos, sedientos y sin baños disponibles. El flujo de llegadas es constante. Entre veinte y cuarenta personas llegan casi a diario a la isla desde la ciudad turca de Fethiye. Un parque, situado junto al paseo marítimo, se ha transformado en un campamento improvisado donde duermen, protegidos por la arboleda, familias con sus hijos e hijas y hombres que viajan solos. Los refugiados denuncian que las autoridades locales les han prohibido, incluso, acercarse a los baños públicos gratuitos de la zona.
La falta de higiene y las pésimas condiciones de vida han provocado infecciones cutáneas generalizadas en los menores. El grupo de refugiados incluye personas que sufren heridas provocadas en la ruta en bote, diabetes, cáncer y discapacidades físicas, lo que agrava, aún más, su estado de vulnerabilidad. Así lo cuenta Ruhi Akhtar, médica y coordinadora de la organización humanitaria inglesa Refugee Biryani and Bananas
Apenas sin recursos, porque declaran haber gastado todo lo que tenían en la ruta migratoria, solo cuentan con la ayuda de una ONG local que proporciona comida cada dos días. En ese estado de desesperación, solo desean ser trasladadas a un centro de la península griega y esperar allí su documentación para continuar el viaje hacia otros países europeos en busca de refugio, según Martínez. “Solo queremos salir de aquí, eso es todo”, escriben en sus móviles traducido del árabe. Después de visitar Rodas y conocer la situación de primera mano, SOS Refugiados Europa ha puesto en marcha una campaña para la compra de 350 sacos de dormir.
Las autoridades griegas realizan traslados, de forma aleatoria, desde Rodas a los campos de refugiados de las islas de Leros y Kos, así como al campo de Diavata en Tesalónica, ciudad situada a unos 500 kilómetros al norte de Atenas. Pero la elección se lleva a cabo de una manera arbitraria, señalando al azar a las personas elegidas, sin registro y sin criterios, generando desesperación entre quienes esperan salir de ese callejón sin salida. La policía lleva a cabo la elección, en la puerta de la comisaría de 9 a 10 de la mañana, donde, previamente, se agolpan los refugiados con los pasaportes en mano y gritando para llamar la atención. Esta situación produce tumultos y enfrentamientos entre los mismos refugiados que la policía trata de sofocar a base de golpes, empujones y gritos. La desesperanza mina la moral de quienes ya arrastran dolorosos traumas y, por eso, hay gente que ni siquiera se acerca a la comisaria porque ha perdido toda esperanza, según cuentan las organizaciones humanitarias.
Refugee Biriyani and Bananas dio visibilidad al maltrato que sufren las personas refugiadas cada día ante la puerta de la comisaría, a través de un video publicado en su perfil de instagram y lo describe de esta manera : “La policía empuja de una manera brutal a todos hacia atrás, los niños sienten miedo y lloran. No hay datos de las personas que llegan, ni cuándo. No hay organización. La gente se inquieta cada vez más. Un padre grita: “Family, help, help”. Todos gritan: “Please, help, please”. Ellos eligieron a 15 personas para registrar su petición de asilo y al resto las dejó tiradas en la calle”.
Este periódico se ha puesto en contacto con la Embajada de Grecia en España, vía telefónica y correo, para conocer la visión oficial de estos hechos, pero hasta el momento de la publicación de este reportaje no hemos obtenido respuesta.
Según los refugiados, las llegadas a Rodas desde Turquía supone una nueva ruta abierta por los traficantes como alternativa a Lesbos, Chios o Samos, islas a las que suelen llegar la mayoría de refugiados por su cercanía a las costas turcas.
Análisis
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Grecia se ha enfrentado a una creciente ola de denuncias por el uso de la violencia contra personas refugiadas. Amnistía Internacional (AI) documentó en 2023 cómo los supervivientes del naufragio del barco Adriana, frente a las costas griegas, acusaron a las autoridades griegas de provocar el incidente, donde perdieron la vida más de 600 personas. En el mismo informe, AI señalaba la persecución y criminalización de las defensoras y defensores de los derechos humanos por su trabajo con personas refugiadas y migrantes. Investigaciones de la BBC demostraron el abandono de 12 personas en un bote tras ser transportadas en un barco guardacostas griego, a pesar de que Mitsotakis aseguró en el Parlamento y en algunas entrevistas a los medios que “las devoluciones en caliente son ilegales y, por tanto, no existen”. Este gobierno conservador acumula un largo historial de violaciones de los derechos humanos, incluyendo violencia policial, maltratos, devoluciones en caliente y casos como el de Baris Büyüsku, kurdo de 30 años de edad, quien presuntamente murió bajo custodia griega.
Tanto las organizaciones humanitarias como las propias personas refugiadas han relatado a los medios en multitud de ocasiones la insalubridad de los contenedores de los campos de refugiados, así como la mala calidad de los alimentos que reciben. “La comida está congelada, es muy mala, no puedo dar a mis hijos esa comida”, aseguraba a este periódico, el pasado mes de mayo, una refugiada iraquí con cuatro hijos en el campo de refugiados de Malakasa.
La ruta que va de Turquía a Grecia es una de las más transitadas del mundo. Más de un millón de personas procedentes de Afganistán, Siria, Egipto, Eritrea, Palestina, Yemen y Sudán entre otros, han cruzado esta ruta en frágiles embarcaciones, huyendo de la violencia, la guerra y las persecuciones, para alcanzar suelo europeo. Según ACNUR, más de 850.000 personas hicieron esta travesía en la llamada “crisis de los refugiados” en 2015, debido a los conflictos en Siria, Afganistán y Yemen.
El acuerdo entre la UE y Turquía de 2016, denunciado por las organizaciones humanitarias por el coste humano que supone, frenó en seco las llegadas a suelo europeo. Mediante este acuerdo, toda persona que llegara de manera irregular a suelo griego sería devuelta a Turquía. A cambio, Turquía ha recibido, hasta la fecha más de 11.500 millones de euros para atender las necesidades de los refugiados, pero los testimonios describen las continuas redadas de la policía turca, los encarcelamientos, el maltrato y las torturas. Algunas personas migrantes entrevistadas recientemente en Rodas por SOS Refugiados, aseguran haber pasado por estas cárceles y enseñan las cicatrices de las palizas recibidas.
El acuerdo UE – Turquía y la posterior pandemia de Covid en 2020, frenaron en seco la llegada de personas a suelo europeo para repuntar en 2023 con más de 40.00 personas frente a las 12.000 de 2022. En el primer semestre de este año, las entradas se han disparado al doble comparado con el mismo periodo del año anterior. La guerra de Sudán, la llegada de los talibanes al Gobierno de Afganistán y la guerra siria que no cesa provocan un éxodo continuo de quienes buscan refugio en lugares seguros.
La precariedad de los primeros campamentos de refugiados en las islas griegas, como el de Moria en Lesbos, o Idomeni situado al norte de la península griega, denunciados por sus condiciones de hacinamiento e insalubridad, dio paso a los nuevos campos llamados Centros de Acceso Controlados para Solicitantes de Asilo construidos con presupuesto de la UE. En la actualidad existen cinco campos distribuidos en las islas de Samos, Lesbos, Cos, Quíos y Leros, además de otros 24 campamentos distribuidos por el territorio griego. Organizaciones humanitarias como Médicos Sin Fronteras (MSF) han criticado duramente estos centros por su situación aislada y el largo confinamiento al que someten a las personas mientras esperan una resolución de asilo que puede tardar muchos meses.