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Fútbol
Aplausos, silencios y se acabó, todo por un beso
Agosto siempre depara sorpresas que lo desapegan de esa sensación de placidez, sol y playa con el que lo reconocemos, del mes de vacaciones por excelencia, al menos en España. Este año ha puesto a nuestro país en el epicentro mundial, no sólo porque las mujeres de la selección española ganaron el mundial de fútbol femenino de Australia, también ha expuesto a su luz, brillante e implacable, el machismo profundo y recalcitrante que habita en las élites españolas.
Como creo que todas las españolas de bien, quería alejarme de las redes sociales y agostear, pero sinceramente, no he podido. Como tuiteó Ignatius Farray, «Ni el partido ha terminado ni el rival eran las jugadoras inglesas» ¿Cómo dejar de seguir los pasos, las palabras, los gestos y la valentía que han demostrado nuestras jugadoras españolas? Imposible. En agosto se ha levantado un tsunami liderado por el equipo femenino de la Roja, todas a una, que ha cobrado fuerza con el empuje de gran parte de la sociedad española, no sólo las mujeres pero gracias a ellas.
Esta eclosión ha encontrado aliadas internacionales, equipos y jugadoras de otros países que se han solidarizado con el hartazgo de nuestro equipo que al grito de “se acabó” están jugando el partido más importante de su vida apostando su capital más valioso: sus carreras profesionales. Pocos han estado a su altura, sólo Borja Iglesias, el delantero del Betis, se ha declarado defensor de un fútbol “más justo, humano y decente”.
Nuestras campeonas están jugando el partido más importante de sus vidas apostando su carrera profesional. Pocos han estado a su altura, sólo Borja Iglesias ha defendido un fútbol más justo, humano y decente.
Al contrario que muchos de los medios de comunicación, entidades y personas relevantes en nuestro país que han mostrado el apoyo a la selección española femenina tarde, en muchas ocasiones con la boca pequeña o dándole la vuelta a la tortilla y victimizando al agresor, la solidaridad y el seguimiento en prensa internacional del tsunami #seacabo ha sido rápido y contundente, conocen perfectamente el tema que ha ido quebrando a muchas deportistas en diferentes episodios machistas de abuso sexual en el deporte, ejercido y mantenido por abuso de poder en una larga lista de países a lo largo y ancho del planeta, cada uno de ellos con su Rubiales correspondiente.
La periodista deportiva Suzanne Wrack describe en un impecable artículo qué es lo que se juega en este partido, y no es sólo la cabeza de Rubiales sino la de todo un aparato internacional que dirige y sostiene uno de los negocios más lucrativos y por tanto poderosos del mundo. Qué ironía supondría que uno de los bastiones de ese todopoderoso entramado pudiera venirse abajo por un beso.
Machismo
MACHISMO Rubiales opta por el machismo reaccionario de culpar a las “falsas feministas” y “la falta de libertad”
El detonante de todo ha sido ese “piquito” transmitido en directo por televisión en un mundial de fútbol, visualizado por millones de personas; un gesto que se muestre como se muestre, fue lo que fue. Lo siento mucho, pero esas millones de personas “vieron lo que vieron” como asistieron después a los aplausos de quienes siguen a Rubiales en esa pirámide inversa de poder lucrativo. Los entendemos, se juegan mucho, sueldos millonarios y su puesto en un baile de poder que ni nos podemos imaginar y que sostiene a una clase económica, ideológica y política.
Las campeonas del mundo se han enfrentado a un goliat gigante jugando duro y nosotras, que hemos vivido situaciones idénticas en nuestro día a día, estamos con ellas.
Afortunadamente, ese beso y otros gestos, como el tocamiento de genitales, se cometió en un momento y contexto totalmente desafortunado para la caverna, que se muestra más y más lejos y fuera de la sociedad actual. No se han dado cuenta que algunas variables se escapan en ocasiones puntuales al juego de poder/dominación al que están acostumbrados y esta ha sido una de ellas. Las palabras y los gestos de las jugadoras españolas han ido acompañados de una nobleza que no se puede comprar, que no está en el mercado. La frase de Jenni Hermoso “Sencillamente, no fui respetada” ha pulsado con suavidad, honestidad y valentía la empatía social que el equipo asesor y comunicativo de la Real Federación Española de Fútbol sólo ha sabido encrespar y repeler.
Tampoco se han dado cuenta que sus discursos y comunicados no beneficiaban su causa, no han sido capaces o no han tenido rapidez para emplear un “pink washing” como el dios mercado manda y se han enrocado en un argumentario rancio y casposo que ya no convence a sus propios aliados como Iberia o la propia FIFA que ha suspendido a Rubiales de “toda actividad relacionada con el fútbol a nivel nacional e internacional” y ha prohibido a Rubiales y a la Federación a tratar de entablar contacto con la jugadora Jennifer Hermoso o con su entorno.
El partido todavía está en marcha y no conocemos el final pero, por fin, vamos conociendo mejor las reglas y sabemos que no va de un “falso feminismo” ni de una conspiración de un puñado de políticos. Las campeonas del mundo se han enfrentado a un goliat gigante jugando duro y nosotras, que hemos vivido situaciones idénticas o similares en nuestro día a día, estamos con ellas. Espero que estos días estemos a la altura del paso que han dado nuestras campeonas, sobre todo quienes se lo pueden permitir y tienen una responsabilidad social y política, y se cumplan las reivindicaciones de su comunicado colectivo.
Feminismos
Feminismos “Se acabó”: el grito del fútbol femenino contra Rubiales
El Mundial de Fútbol Femenino de la FIFA 2023 demostró el alto nivel en el fútbol femenino internacional, no sólo a nivel técnico y deportivo, también de convocatoria y económico. Nos dejó con una maravillosa sensación de orgullo de ser protagonistas de una gesta mundial que había marcado un antes y un después en este tipo de eventos deportivos. Estaremos igualmente orgullosas si todo este empastre sirve para que lideremos también la lucha contra el abuso de poder y el abuso sexual en el deporte femenino.