Fútbol
Ortuellako jendea, fútbol para hacer pueblo

Este equipo usa el fútbol popular para canalizar la unión y la solidaridad entre los vecinos del pueblo desde una perspectiva social, de clase.
ortuellako jendea
Los jugadores del Ortuellako celebran un gol con su afición.

En Ortuella el valor del compromiso, de la solidaridad, se van aprendiendo de manera natural a medida que uno crece; seguramente por haber conocido desde hace generaciones que nadie regala nada, que todo lo van a tener que pelear con el mismo esfuerzo con el que se arrancaba el hierro de la piedra en las viejas minas del pueblo. Con ese espíritu nació en 1999 el club de fútbol Ortuellako Jendea; con la idea de formar un equipo para la gente del pueblo y al que se añadía, también, un compromiso social que aportara un valor añadido a la comunidad. “En el pueblo ya había un club de fútbol y si vas a hacer lo mismo, ¿qué sentido tiene crear otro?”, cuenta Joseba Pérez, socio del Ortuellako.

Aunque no lo sabían, la gente de Ortuella había creado un club de lo que, hoy en día, se conoce como fútbol popular; clubes que, a la actividad propiamente deportiva, le añaden un componente cultural o social y un vínculo estrecho con su comunidad. “Hace doce años se cambió la directiva y se le dio más carácter social, pero la vinculación con el pueblo siempre ha estado. Desde el principio se participó en las fiestas, en la Korrika..., en todas la actividades que hubiera”, explica Joseba. “Se hacían obras sociales porque la gente tenía esa conciencia”, añade Inés Polanco, socia del club también.

Fútbol para el pueblo

Los principios que darían sentido a Ortuellako Jendea quedaron grabados en el nombre del club y en su escudo. Siguiendo el mismo formato que el del Athletic, sustituyeron las franjas rojiblancas por las blanquinegras, la iglesia y el puente de San Antón, los lobos y el árbol de Gernika, por un carro minero lleno de balones de fútbol, el agua del Nervión, por el color rojizo del hierro oxidado. En definitiva, un escudo para un club enraizado en una tierra con un carácter muy marcado. “Somos muy copiones y copiamos la filosofía deportiva del Athletic. Siempre hemos mantenido la pauta de jugar con gente de casa. Gente nacida o residente en Ortuella”, cuenta Joseba.

“¿El deporte femenino que es lo que necesita? Que no se pongan trabas. Entonces no vamos a ser dogmáticos. Que vengan chicas de otros pueblos también”.

Esta filosofía se mantiene a día de hoy con el equipo masculino. Sin embargo, cuando crearon el equipo femenino, en 2015, decidieron incluir también a mujeres de otros pueblos. Joseba lo expresa así: “¿El deporte femenino que es lo que necesita? Que no se pongan trabas. Entonces no vamos a ser dogmáticos. Que vengan chicas de otros pueblos también”.

La idea pasa por tener un club que abre sus puertas a toda la gente del pueblo y que pretende ser punto de encuentro alrededor del fútbol. “Cuando creamos la escuela de deporte escolar, lo hicimos con cuatro premisas. Una era que tenía que ser gratuito. La segunda, que nos daba igual que los jugadores fueran buenos o malos. Otra, que nos daba igual religión, color, género… Y la cuarta era potenciar el euskera”, explica Joseba. “Estamos en la zona minera. Zona de inmigración, con bajo índice de alfabetización en euskera entre las madres y padres. No hay hábito de usar el euskera, es complicado, pero se les anima a hacerlo. Todas las comunicaciones del club son bilingües y hablamos con AEK para dar cursos a los padres y madres de los chavales del club”, agrega Inés. Sigue Joseba: “Dos razones importantes por las que la gente inmigrante no accede al deporte son el dinero y el idioma. Hay un recelo brutal hacia ellos y nosotros lo que queremos es que los chavales del pueblo hagan deporte. Pues vamos a darles facilidades. Al final buscas que, la gente que quiera jugar al fútbol, no tenga ni impedimentos, ni excusas para no jugar. El deporte colectivo es beneficioso; me da igual que sea fútbol, basket, balonmano o lo que sea. Te relacionas con gente, puedes expresarte, creas vínculos, te obliga a entender a otras personas… Es mejor que un crío haga deporte a que esté sentado en el sofá de casa”.

“El que viene a jugar al Ortuellako, viene convencido, porque no es sólo fútbol. El fútbol es secundario, es una excusa para crear conciencia social”

Así es como han ido creando un sentimiento de club y un compromiso entre sus miembros que les ha permitido contar, a día de hoy, con alrededor de 150 socios y crecer hasta tener la escuela de fútbol y equipos en categoría benjamín, alevín, infantil y senior, tanto masculino, como femenino. La pasada temporada, el equipo senior masculino logró el mayor éxito deportivo al competir en categoría Regional Preferente. Siempre sin renunciar a ese otro aspecto social al que dan mucha importancia. “El que viene a jugar al Ortuellako, viene convencido, porque no es sólo fútbol. El fútbol es secundario, es una excusa para crear conciencia social”, argumenta Inés Polanco.

Makurtu gabe

En paralelo a la actividad deportiva, el Ortuellako ha mantenido desde el primer día un compromiso social con la realidad del pueblo. “Con el cambio de directiva pasamos de ser gente de la que tiraban para hacer actividades, a ser nosotros los que tomamos la iniciativa”, ¿y cómo? “Vas usando tu espacio, que es el verde, para darle visibilidad a las causas que decides apoyar”, comenta Joseba.

Ortuellako jendea 2
El estadio del club.

En un pueblo en el que las necesidades de solidaridad y apoyo mutuo suelen surgir con asiduidad, Ortuellako Jendea emprende acciones y campañas con frecuencia. “Vamos tomando iniciativas en función de las situaciones que se dan. Hace dos años hubo una violación en fiestas del pueblo. Ahí se hizo una pancarta y la sacamos en el partido siguiente. Durante la pandemia participamos en la iniciativa Bazkari Beroak, comidas para la gente con problemas para acceder a los alimentos”, recuerda Joseba. “En el pueblo hay mucha gente que trabaja en negro, sobre todo mujeres que van a la margen derecha a limpiar o a cuidar niños. Al no poder salir de casa, ¿de dónde podían sacar dinero para comer?”. En ese momento se unieron en red con comercios del pueblo que donaron alimentos y se empezó a cocinar todos los días para quien lo necesitara. “Fue una iniciativa colectiva en la que nosotros aportamos nuestro trabajo. También aportamos dinero para fabricar mascarillas, que las hacía una chica costurera con tres o cuatro personas que trabajan con ella”, narra Inés.

El club se unió a las protestas contra la fábrica altamente contaminante de Sader y decidió no llevar su publicidad

El compromiso del club se resume en el título de una canción de Kortatu, “Makurtu gabe”. Lema que incluyen con frecuencia en sus publicaciones, tanto para temas deportivos, como para otros más sociales. Lema que implica también una coherencia que obliga a equilibrios que no siempre resultan fáciles de asumir. “Al final en el club hay una pila de gastos, un montón de facturas que tienes que pagar. Fichas, entrenadores, material deportivo... Lo más fácil habría sido meter a Codere como patrocinador, pero preferimos publicitar otro tipo de negocios y que sean locales. Ahora estamos en 70 anunciantes y sí, uno es un salón deportivo. Ahí entras en la dicotomía de que, por un lado es un café, pero también funciona como casa de apuestas”, explica Joseba.

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En este caso decidieron mantener al salón entre los anunciantes. En otras circunstancias, cuando el pueblo se volcó contra la instalación de una fábrica altamente contaminante, el club se unió a las protestas. “Es que hay casos clamorosos”, cuenta Joseba. “En los terrenos al lado del campo, que están abandonados, quería instalarse la empresa Sader, que está abajo, en Zorrotza. Los dos clubes de ahí llevan publicidad de la empresa, pero aquí el pueblo entero se puso en contra y el club participó de las protestas. Se exhibieron pancartas en los partidos de todas las categorías, desde los críos, hasta los mayores. Otros clubes preferirán coger el dinero y mirar para otro lado, pero Ortuellako es distinto”.

Utilizando el fútbol como excusa, han invitado a expertos para hablar sobre la situación en Palestina, sobre las dificultades que tienen allí para practicar deporte.

Ese carácter distintivo les lleva también a organizar charlas para la gente del pueblo. Utilizando el fútbol como excusa, han invitado a expertos para hablar sobre la situación en Palestina, sobre las dificultades que tienen allí para practicar deporte. También sobre los riesgos de las apuestas y tienen prevista otra sobre el racismo en el fútbol. “La idea es hacerla en el instituto, porque si quieres que vayan los chavales y pones una charla a las seis de la tarde, no va a ir nadie. Entonces tenemos que llevar la charla allí”,  explican Inés y Joseba.

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El año que viene cumplirán 25 años y preparan una celebración coincidiendo con la fecha del ascenso a Regional Preferente. Al mismo tiempo, tratan de asimilar el crecimiento que han vivido en los últimos años y adaptar sus infraestructuras para dar un servicio apropiado a todos los niños y niñas que han ido llegando al club. “Cuando empezamos con el deporte escolar vinieron 10 críos y ahora tenemos más de cien. Es inviable absorber ese crecimiento en poco tiempo y todavía tenemos que darle una vuelta”.

Es parte de la dificultad de su manera de entender lo que es un club de fútbol, que cierra algunas puertas y obliga a una dedicación y un sacrificio mayores. “Sí, pero te da muchos más beneficios que funcionando como un club normal,” comenta Joseba. A lo que Inés añade: “Por nuestra manera de pensar, porque no tenemos una mentalidad capitalista. Yo es que tengo muy arraigado el sentimiento territorial y hay cosas que no las entiendo”.

Así es Ortuellako Jendea, un club diferente que aprovecha el fútbol para aportar un valor a su comunidad. Joseba lo resume: “Nosotros somos pueblo y queremos seguir siéndolo”.

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