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Gobierno de coalición
El PSOE da muestras de cansancio con Yolanda Díaz
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Esta semana parece haber bajado la espuma con respecto a la polémica por la tributación de IRPF para quienes cobren el salario mínimo. Quizá quien comenzó esa batalla, la vicepresidenta Yolanda Díaz, se percató que la cuerda ya estaba tirante por demás. El tema ha pasado a reposo. El cansancio en la cúpula socialista se empieza a notar y, como suele ser, a filtrar.
Otrora elegida como aliada por Pedro Sánchez para la operación de sepultar al más díscolo Podemos, la valoración de Moncloa y Ferraz para con Díaz pasa por mínimos históricos. Algo se ha roto pero en política eso no es lo principal. La clave pasa por las expectativas: si algo se rompió unas expectativas optimistas pueden ser su pegamento. Así fue en 2019, cuando la relación entre Sánchez y Pablo Iglesias estaba repleta de desconfianza mutua y encono. En aquel entonces, los resultados electorales trabajaron por la convergencia.
Política
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Allí radica el actual talón de Aquiles de la exconcejala de Ferrol. No hay expectativa de utilidad para ser una próxima socia de coalición (tampoco a nivel autonómico, salvo excepciones de las confluencias, como Más Madrid o Compromís). El equipo del PSOE no la ve capaz de poder enhebrar la unidad de todo el espacio a su izquierda por el distanciamiento cada vez más pronunciado con Podemos. Y las encuestas no le juegan a favor: se bifurcan casi en mitades iguales para ambos, sin premiar con contundencia a ninguno
Horizonte 2027
Quien mire el calendario puede pensar cómo es que con todos los problemas que hay, la poderosa maquinaria de Ferraz ya esté analizando el futuro de las generales, que ellos ratifican a todo el que quiera oír que no será antes de 2027 (si de ellos y no de Junts depende, claro).
Pero sí. Sánchez, que de ganar elecciones o remontar en encuestas sabe un poco, empezó a demostrar que se ponía manos a la obra el año pasado, cuando pidió a Santos Cerdán adelantar la organización del Congreso Federal, que podría haber sido en 2025. Pero prefirió que fuera a fines de noviembre del año pasado. Eso mantendría ordenado al partido nacional y activaría obligatoriamente los ordenamientos en las federaciones; especialmente aquellas donde había disputas por resolver (Castilla y León, Andalucía, Madrid y Aragón).
Todas las fuentes consultadas del PSOE y Moncloa han admitido a El Salto que el partido “necesita un socio a su izquierda”
En 2027 además se eligen 13 gobiernos de comunidades autónomas (excepto algún adelanto particular). ¿Pero y si Junts consuma su viraje y plantea una moción de censura con llamado inmediato a elecciones, como tienen en mente desde hace meses? Para este año es difícil de imaginarlo, para 2026 no tanto.
Para la conservación del poder hay que estar preparado y el bipartidismo está muerto y no tiene signos de volver. Todas las fuentes consultadas del PSOE y Moncloa han admitido a El Salto que el partido “necesita un socio a su izquierda”. Nadie imagina (como sí en Génova, a veces, según como va el CIS) en un gobierno en solitario. Instalar en la opinión pública un candidato que pueda darse a conocer e inspirar confianza en un país grande no es simple, es costoso y es un proceso de meses (el caso Kamala Harris es elocuente). La renovación en la izquierda confederal debería ir perfilándose.
En la cúpula de Ferraz, personas que conversan habitualmente con el presidente del Gobierno han respondido tajantes a El Salto: “No la vemos a Yolanda como candidata. Y el problema no es con Sumar, es con Yolanda”. Un diputado de una provincia mediterránea aseguraba también que las quejas provienen más de Moncloa que de Ferraz y que no tienen que ver con su labor como ministra sino como dirigente político. “No se la ve capaz de poder lograr la unidad del espacio a la izquierda”, señala.
En el entorno de una de las ministras claves explican ante la pregunta de El Salto que no hay algo personal —aunque algunos sí están enfadados, especialmente por lo ocurrido con el SMI y las presiones mediáticas por la reducción de jornada. “Hay mucha preocupación, efectivamente. No queremos que haya tres formaciones a la izquierda del PSOE, nos gustaría que se pueda presentar una sola y en ese sentido creemos que hay que trabajar y estamos ayudándoles a que trabajen”, admite un conocedor de los enredos socialistas.
Se refiere a que la división puede llevar a que en muchas circunscripciones haya hasta cuatro formaciones del centro a la izquierda, incluso, si pensamos en Catalunya, Euskal Herria, Pais Valencià, Balears, Canarias y Galicia. Que, por ejemplo, en Lleida, Araba o Lugo haya papeletas de PSOE, Sumar, Podemos, Esquerra, Bildu o BNG es letal para el reparto de escaños. Así como que haya tres en la veintena de circunscripciones castellanas y andaluzas que eligen menos de siete escaños.
En el PSOE valoran “los trabajos iniciales de Antonio Maíllo”, el coordinador general de Izquierda Unida, a quien señalan como el dirigente que está empezando a tratar de romper activamente el bucle de la división y confrontación, para pasar a tender puentes.
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“No participamos de ningún movimiento para descabalgar a Sumar, es un tema en el que tienen que ponerse de acuerdo ellos. Pero sí preocupa la virulencia que hay entre Sumar y Podemos: es cada vez peor y se tiene que suavizar. La izquierda al PSOE ha sido tradicionalmente cainita, está claro que Sumar no ha acabado de cuajar y nosotros necesitamos que tengan una treintena de diputados para sumar mayoría en 2027”, explica una de estas fuentes con honestidad brutal.
La fragmentación siempre pasa una agria fractura a quienes deciden atomizarse. Lo puede contar Pablo Casado y Teodoro García Egea, a quienes les obsesionaba subsanar eso y por eso impulsaban la marca España Suma. En abril de 2019 la derecha española fue partida en tres y sumó 147 escaños con once millones y medio de votos, en tanto el PSOE y Unidas Podemos consiguieron 165 escaños con… 11,1 millones de votos. La matemática es implacable.
Consenso tras la amenaza de temporal
La paradoja es que el mal momento en las encuestas y la embestida del PSOE ocurran en, quizás, el momento de mejor funcionamiento interno del grupo Plurinacional Sumar. El sopapo político que representó el caso Errejón parece haber hecho espabilar a quienes no acababan de aceitar su forma de liderazgo. Como pasó cuando era portavoz de Podemos, la salida del creador de Más País ha hecho que fluya más y mejor la actividad parlamentaria.
Fuentes de la cima del partido admiten saber o percibir que Sánchez va a por ellos aunque nadie por ahora se atreve a dar por amortizada a Díaz, como sí hacen los socialistas. Es un momento de casi nulas críticas internas, muy distinto a lo que fue el primer año. Hay consenso en la estrategia y en las políticas a impulsar: ir con todo a por la reducción de jornada y por presupuestos progresistas, básicamente.
De hecho, esta semana el anuncio de la condonación de deuda volvió a disparar los resquemores de Compromís y la Chunta Aragonesista, que ven relegada su necesidad de discusión de reforma de financiación autonómica ante ERC. Pero el miércoles al mediodía el grupo tuvo una reunión en la que fuentes que participaron de la misma explicaron a El Salto que el debate había sido constructivo y que no habría problemas a la hora de votarlo en el hemiciclo. Los nubarrones no fueron tormenta.
PSOE
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De hecho, algunos juristas del grupo creen que quizás no haga falta que la condonación de deuda autonómica deba llegar al hemiciclo y que podría resolverse sin convertirse en ley orgánica. Ese es el debate por venir y, visto el plantón a María Jesús Montero de los barones del PP, es la nueva batalla que la derecha dará para agitar el conflicto territorial y regalarle a Sánchez otra vez la carta de muestra de que que quien puede gobernar la plurinacionalidad es por ahora solo uno.