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Gobierno de coalición
Sánchez piensa en un paréntesis legislativo para evitar roces con los socios tras una semana explosiva

Un camino con menos baches y más acción política. Es el objetivo estratégico que viene barruntando en las últimas semanas en los principales cráneos de Ferraz. Uno de ellos, de contacto continuo con el presidente del Gobierno, se lo decía en estos días a El Salto.
“Las leyes no solo hay que aprobarlas, también hay que aplicarlas, ¿sabes?”, señalaba un alto cargo del PSOE. Lo decía cuando en medio de la conversación irrumpía un hecho ineludible: la vorágine legislativa con la que (se supone) deberá lidiar el bloque de investidura desde la primera semana de mayo hasta el receso de verano.
Por si fuera poco, el grupo Socialista y la presidenta del Congreso, Francina Armengol, han tenido un detalle de “cortesía parlamentaria”, como lo explicaron en los pasillos, y han pospuesto una semana más la reactivación de la marcha de la cámara, ya que lo pidió el Partido Popular. Es que si había pleno de control y comisiones a todo vapor, sus dirigentes no iban a poder ir al gran foro que organiza el PPE, la mayor familia política europea, en València el 29 de abril. Así las cosas, los diputados tendrán una semana menos de cara a agosto.
Paréntesis táctico
En la cima del PSOE y del Gobierno, que funcionan como dos hemisferios del mismo cerebro, están pensando en que ya demasiadas hostias han caído en terreno parlamentario y no vendría mal frenar un poco el trote legislativo que no para de generar traspiés y jaquecas, sea por la pinza de Junts y Podemos o por un grupo confederal Sumar obligado a subir el coste de sus demandas al estar enzarzado en la competencia.
“El único objetivo no es ni puede ser legislar. El Gobierno tiene que hacer más que eso, centrarse en que las leyes se apliquen en plenitud”, señala la mencionada fuente socialista. Ante la repregunta, lo deja en claro: “No es objetivo de este Gobierno ser el Ejecutivo que aprueba más leyes”.
También para después del verano se piensan los Presupuestos Generales del Estado, que como un juego de dominó, no podrían salir nunca adelante si no hay un Junts conforme
En ese marco, el interlocutor critica que los medios de comunicación hacen eco “del bulo del PP en cuanto a que el Gobierno no logra aprobar leyes”, y esgrime las cifras: de 1.030 votaciones en el Congreso, el Ejecutivo ha obtenido 970 votaciones como pretendía, y ha conseguido llevar al Boletín Oficial del Estado una treintena de normativas. Esto, cuando todavía no se cumplió un año y medio del nuevo gobierno de coalición con Sumar.
También por evidentes motivos, el PSOE quiere apoyarse en la gestión y en el verbo ‘hacer’ más que ‘debatir’: conseguir una mayoría afín le es cada vez más difícil, la narrativa mediática cada vez es más adversa (y enconada en las derechas) y los tiempos que se vienen por la nueva era Trump y la situación de defensa llevan a un fortalecimiento de los poderes ejecutivos en la dinámica política. Al presidente de Estados Unidos y al de Rusia no se les combate desde el escaño frente a la Plaza de las Cortes, sino con acción ejecutiva y diplomacia exterior.
Pero los pactos son los que son y en la cúpula del Partido Socialista admiten que no habrá paréntesis con respecto a dos proyectos: el de la reducción de jornada laboral (impulsado con ahínco por la vicepresidenta Yolanda Díaz, casi como si fuera un salvavidas) y el de los cambios en migración para Catalunya acordados con la formación de Carles Puigdemont. Sobre el primero de ellos, la líder de Sumar dijo que el próximo martes lo aprobará el Consejo de Ministros y se espera que para fines de mayo o principios de junio pueda ser votado.
Luego de la carta y de decidir quedarse, Sánchez prometió una agenda de leyes y medidas para la “regeneración democrática”. Aquella agenda ha quedado prácticamente en la nada
¿Y la tan debatida ‘financiación singular’ para Catalunya pactada con Esquerra Republicana? Eso seguramente espere para después del verano, aunque sea un bocado agrio para digerir por Gabriel Rufián. Es lo que tiene ser un socio más previsible, estable y de izquierdas en estos tiempos.
También para después del verano se piensan los Presupuestos Generales del Estado, que como un juego de dominó, no podrían salir nunca adelante si no hay un Junts conforme (y para ello antes tiene que aparecer en el BOE la reforma en migración). ¿Y la ley Mordaza? Allí quien tiene un denodado interés es EH Bildu. Un caso parecido al de ERC: los soberanistas vascos son posiblemente los socios más estables y discretos que tiene el PSOE (por motivos no de amor sino estratégicos, por supuesto). Sería un milagro que antes del verano tuvieran el gusto de ver su debate en el hemiciclo.
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Y en medio de toda esta tarea pendiente, la relación con Sumar y un cabreo monumental de todos con el ‘ministro intocable’, Fernando Grande Marlaska. Sus contratos con una empresa israelí han sido un error garrafal que ha llevado a la coalición a un momento muy difícil, con menciones públicas sobre una posible salida del Consejo de Ministros.
Esto merece un párrafo aparte: fuentes de Sumar conocedoras de los entretejes admitieron a El Salto que lo de Antonio Maíllo y Enrique Santiago fue una exageración sin pensar en las consecuencias. “Fue una ida de olla que ni siquiera ellos fueron conscientes de lo que provocarían”, explican. La recogida de cable fue rápida y total, especialmente por parte del secretario general del PCE, quien fue matizando sus declaraciones sobre una posible ruptura de la coalición en cada declaración hecha el miércoles.
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Un diputado del que no forma parte de IU ni de Movimiento Sumar respondía a El Salto que tanto a él como a otros que forman parte de las confluencias el debate por romper o no la coalición no les representa ni les quita el sueño, y lo que quieren es presionar para mayores medidas sociales, como vivienda. “Sí, lo de Marlaska nos molesta y nos parece mal, pero no es la prioridad”, concluye. Hay más de una veintena de contratos con empresas israelíes en materia de defensa, que, cabe remarcar, son posteriores a la orden de captura del tribunal de La Haya contra Benjamin Netanyahu, cabe remarcar. De los 20 contratos, diez se ejecutaron antes de que, en octubre de 2024, el Gobierno se comprometiera a dejar de comerciar con Israel y quedan nueve aún vigentes, así que el conflicto seguramente retornará.
Aquellos cinco días de abril
En plena crisis por las balas israelíes y el ministro de teflón, se cumplía el aniversario de la inaudita semana que hizo vivir Sánchez a España con su break de cinco días para reflexionar si dimitía o “merecía la pena seguir”. Un hecho inédito que seguramente será estudiado (ya lo es en ámbitos académicos) por la ciencia política y de comunicación: un primer ministro de la UE cogiendo unos días para saber si renuncia es algo que posiblemente no volvamos a ver en la vida.
Pero más allá del hecho en sí, el aniversario ha servido como un recordatorio de lo que el Gobierno todavía adeuda a sus votantes. Luego de la carta y de decidir quedarse, Sánchez prometió una agenda de leyes y medidas para la “regeneración democrática”, escudado en normativas aprobadas por la Comisión Europea en cuanto a la lucha contra los bulos y la desinformación.
Aquella agenda que al comienzo parecía ambiciosa ha quedado prácticamente en la nada y lo sucedido con las balas israelíes también van a contramano de la regeneración democrática: la contradicción flagrante entre discurso y hechos erosiona a la izquierda mucho más que a la derecha, como saben todos los sociólogos y encuestadores. Sostener a Marlaska pese a todo y que se intente colar el aumento del gasto en defensa el día en que toda la atención mediática está puesta en el fallecimiento del Papa Francisco, tampoco suena a higiene democrática.
Para más inri, una mentira se combate con otra: la desesperación hizo que Yolanda Díaz y los máximos dirigentes de Sumar hayan salido con razón a combatir el contrato de compra a la empresa israelí pero con argumentos que son verdades a medias. Repitieron a coro que era una “vulneración de los acuerdos de investidura” cuando no hay una sola página de ese largo acuerdo, lleno de frases vacuas, que haga referencia a la relación con Israel (fue firmado semanas antes del ataque de Hamas y del inicio de la guerra). Todo esto acaba menospreciando el valor de la palabra de todo el Gobierno y siendo funcional a las derechas.
Las derechas españolas, en tanto, avalaron la compra de material bélico a Israel. En otro punto para desmarcarse del tono que se maneja al sur del Ebro, el PNV abogó por el cese del comercio en defensa con empresas israelíes. En la marcha de la economía y en esa foto radica la fortaleza perenne de Sánchez: en la meseta, los votantes no tienen para votar a un PNV.
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El Sr Galvalizi siempre hace un periodismo creativo en el que no se sabe lo que es una impresión, una interpretación personalísima o una confidencia de una fuente no identificada tipo "garganta profunda". En cualquier caso, creo que abunda en la narrativa del chisme y poco en el análisis factual y profundo.
Que a estas alturas se nos venda que el Ministerio del Interior va por libre en un asunto de la trascendencia del comercio de armas con Israel y que lo hace sin el conocimiento del Presidente del Gobierno es tomarnos por Ignorantes. Además, formalizar que los hechos acaecen en cadena sin conexión aparente es desconocer cómo funciona el mundo. Sr Galvalizi: nada es casual, todo tiene conexión con todo, todo sucede por algo y para algo. De nada.
Esto ha sido todo un paripé por parte del PSOE y de SUMAR para colar el incremento del gasto en armamento, señalando además que la culpa es del "cha-cha-cha" o de IU. No hay que olvidar que los Verdes alemanes -un verde caqui militarista- son el referente europeo para los de SUMAR.