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Conflictos bélicos
La teoría de la guerra justa
La teoría de la guerra justa o, más exactamente, la “tradición de la guerra justa”, ya que incluye un conjunto variado de doctrinas y posiciones diversas respecto del iustum bellum, ha sido elaborada y refinada desde la Antigüedad clásica hasta la actualidad. Inspirada en Cicerón, esta tradición surgió como reacción a la inclinación pacifista del cristianismo primitivo con el objetivo de legitimar la guerra desde el punto de vista moral, religioso y político.
El problema de la justificación de la guerra viene asociándose al bellum iustum, al de la justa causa bélica, desde la doctrina teológico-política medieval de Agustín de Hipona y Tomás de Aquino hasta el relato moderno y secular de pensadores políticos como Michael Walzer, quien, desde la filosofía política normativa y desde una óptica laica y de izquierdas, ha retomado las antiguas ideas medievales para evaluar la moralidad de la guerra actual.
La invasión de Ucrania, la guerra colonial y de exterminio perseguida por las autoridades de Israel en los territorios palestinos o la proliferación de guerras civiles asimétricas que estallan en uno u otro lugar del planeta han reabierto la discusión acerca de la ética de la guerra
En la última década, con la invasión de Ucrania, la guerra colonial y de exterminio perseguida por las autoridades de Israel en los territorios palestinos o la proliferación de guerras civiles asimétricas que estallan en uno u otro lugar del planeta, ha reaparecido y devuelto al primer plano de la actualidad la cuestión de si las guerras son justas o injustas. Es decir, ha reabierto la discusión acerca de la ética de la guerra.
Guerra justa asocia dos términos que se sitúan en planos conceptuales diferentes: uno, la guerra, en el plano de la política; y otro, justa, en el de la ética o el derecho, según se mire. Para sus partidarios, la guerra es siempre un crimen, un infierno, pero resulta en ocasiones justificable. ¿Qué justifica una guerra? ¿Es posible una guerra justa? ¿Y qué se considera una paz justa? ¿No es, acaso, guerra y justa, un oxímoron, una pura contradicción de los términos? ¿Puede una guerra, por justa que sea, ser verdaderamente positiva o moralmente correcta?
Muchas veces la elección no es entre un bien y un mal, sino entre dos males: el mal de una guerra con las consecuencias de horror, destrucción y muertos que implica, y el mal que puede tener lugar si no se produce la guerra y no se para al agresor.
La “teoría de la guerra justa” la componen tres elementos fundamentales: al primero se le denomina ius ad bellum, y consiste en las razones que justificarían ir a la guerra, en qué circunstancias sería lícito recurrir a la fuerza y quién tiene autoridad para ello; el segundo elemento, el ius in bello, se centra en los medios que se emplean para hacer la guerra justa, en qué límites han de fijarse al empleo de la fuerza por los contendientes; y un tercer elemento el ius post bellum, se ocuparía de las condiciones de una paz justa, de la responsabilidad por crímenes de guerra y su persecución penal, o las compensaciones a causa de la guerra, entre otros asuntos.
¿Es posible una guerra justa? ¿Y qué se considera una paz justa? ?No es, acaso, guerra y justa, un oxímoron, una pura contradicción de los términos? ¿Puede una guerra, por justa que sea, ser verdaderamente positiva o moralmente correcta?
Tras asumir que la guerra nunca podría ser ni abolida por decreto ley, ni erradicada de la realidad del ser humano, se hizo necesario intentar contenerla para evitar que se convirtiera en algo absoluto. La ética ejerce ese papel regulador que evita que la guerra se escape al control político y se degrade en la barbarie. Podríamos decir que mitiga los males de la guerra, reduce las probabilidades de abuso. La aplicación por los Estados de los principios de la doctrina de la guerra justa serviría, cuando menos, para no añadir más horror al horror.
La tradición de la guerra justa es muy exigente, muy matizada y no es su finalidad legitimar guerras o hacer una apología de la guerra. De hecho, muchas no pasarían el filtro de la doctrina. Pero al mismo tiempo, en términos generales, las diferentes versiones de la doctrina de la guerra justa han resultado, a menudo, ser funcionales a los intereses del poder de turno.
Antimilitarismo
Guerra Guerras, las justas. Las “guerras justas” en la historia
Han sido manipuladas y utilizadas para legitimar acciones militares que en muchos casos respondían, más que a principios morales o éticos genuinos, a intereses particulares de la Iglesia y del Estado que las llevaba a cabo. Este uso instrumental es evidente en distintas épocas y contextos, donde las potencias dominantes reinterpretan los principios de la guerra justa para justificar guerras que, en la práctica, se han llevado a cabo -y se siguen promoviendo- por motivos de expansión territorial, de control de recursos, o de hegemonía política.
El problema no reside en adjetivar esta o aquella guerra de justa, legítima, justificada o legal, sino en ignorar u ocultar hipócritamente la muerte y el sufrimiento que toda guerra siempre termina provocando. Indudablemente la emotividad de términos como justa o ética favorece mucho más la posición a favor o en contra de una guerra que el análisis profundo y detallado de las verdaderas causas que la han originado, de las alternativas posibles al uso de la fuerza, de los medios empleados y de los efectos que ha provocado.
La tradición de la guerra justa es muy exigente, muy matizada y no es su finalidad legitimar guerras o hacer una apología de la guerra. De hecho, muchas no pasarían el filtro de la doctrina
Para Tzvetan Todorov, el adjetivo a evitar no es el de justa, sino el de ética y humanitaria. Algunas guerras son justas, como las que permiten defenderse contra la agresión o impedir la matanza de millones de personas. Pero ninguna guerra es misericordiosa, ni siquiera la guerra justa.