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Hungría
Eszter Polgári, abogada húngara: “El apoyo al colectivo LGTBIQA+ ha crecido en segmentos que no esperábamos”

Eszter Polgári (Tata, Hungría, 1978) es abogada, doctora en derecho y especialista en derechos humanos. Desde 2008, trabaja en el equipo legal de Háttér Society, una organización LGTBIQA+ fundada en 1995 y que está radicada en Hungría. En esta entrevista, llevada a cabo en Budapest dos semanas antes de que tenga lugar el Orgullo, este año prohibido por el Gobierno de Víktor Orbán, Polgari analiza la situación del colectivo en el país, los problemas que enfrenta y el futuro que tiene por delante con un Ejecutivo que ha puesto el foco sobre lesbianas, gays, intersexuales, personas queer, bisexuales y transexuales. Ella lo tiene claro: “Hay que preguntarse por qué este año se ha prohibido el Orgullo y la razón es simple: el Gobierno quiere encubrir los malos datos económicos y los casos de corrupción. Quiere desviar la mirada”.
¿Qué mecanismos legales ha puesto en marcha el Gobierno de Orbán para prohibir la marcha del Orgullo?La legislación es compleja. Pero básicamente lo que se hizo fue modificar la Ley de Libertad de Reunión. Se hizo en referencia a otra ley: la Ley de Protección Infantil, que a su vez había sido modificada por la Ley de Propaganda en 2021. Esta disposición prohíbe la exhibición y promoción de la homosexualidad y la diversidad de género a los y las menores y hace referencia al contenido. Por ejemplo, mostrar un cartel sobre lo maravilloso de ser trans podría ser considerado promoción o exhibición.
Habéis hecho algunas “pruebas” de reuniones antes del 28J.
En los últimos meses hemos llevado a cabo diferentes ‘asambleas’ o reuniones en las que han participado algunas organizaciones de defensa de los derechos humanos. De momento, no hemos tenido problemas con la policía, a pesar de que lo sabían porque estaban por allí. Lo tomaron como una reunión entre amigos y amigas que portaban banderas arcoíris. Luego convocamos algo con más gente y se unió el Orgullo de Budapest [Budapest Pride], que antes no formaba parte de estas asambleas. Esta sí que fue prohibida, así que recurrimos a los tribunales mediante un recurso rápido. Técnicamente teníamos razón y habríamos podido haber llevado a cabo el encuentro. Veremos qué ocurre el 28.
No creo que las nuevas leyes hayan hecho que la gente se vuelva homófoba. El que ya lo era lo continúa siendo
¿Cuál es el sentir social? ¿Existe una aceptación social de la postura del Gobierno respecto al tema del colectivo LGTBIQA+?
En las encuestas de población, y desde 2021, se observa un cambio considerable y muy interesante en la percepción de la población respecto al colectivo. La Ley de Propaganda, de algún modo, puso el tema sobre la mesa y lo convirtió en agenda y en un debate público. No creo que las nuevas leyes hayan hecho que la gente se vuelva homófoba. El que ya lo era lo continúa siendo. Con la aprobación de la Ley en 2021, el colectivo ha ganado mucha visibilidad y el nivel de aceptación ha ido creciendo. Eso no lo esperábamos. Lo que sí sabemos es que la aceptación de la homosexualidad ha ido in crescendo, en general. Según las encuestas, alrededor del 60% de la población húngara conoce a alguien del colectivo y eso es muy positivo. El apoyo al matrimonio igualitario ronda el 50% y eso es un buen dato. Lo que ha cambiado considerablemente, de un 20% a un 60%, aproximadamente, es la aceptación de la paternidad y la maternidad de las personas del colectivo. Es decir, cada vez hay más gente que cree que las parejas del mismo sexo pueden ser buenos padres y buenas madres. Eso se debe, en parte, a todo el trabajo que han hecho de un tiempo a esta parte Rainbow Families. Han hecho un gran trabajo, han explicado sus procesos y demás, a pesar de que la adopción de menores por parte de las parejas del mismo sexo continúa siendo un proceso complicado en Hungría.
¿Y qué opina el resto de la población sobre la prohibición de las marchas del Orgullo?
La gente que no es del colectivo no suele participar en el Orgullo, pero cree que prohibir o restringir la libertad de reunión supone un problema y que es inaceptable.
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Hay quien dice que Budapest es una burbuja y que en el resto del país hay más homofobia.
El apoyo al colectivo ha crecido, en los últimos años, en segmentos que no esperábamos, y también en las zonas rurales. Ciertamente, aún hay diferencias entre Budapest y el resto del país, pero en general, hay una preocupación creciente sobre hacia dónde se dirige Hungría. El malestar hacia este Gobierno también va en aumento. Se está utilizando al colectivo como chivo expiatorio. Hay sectores, eso sí, que continúan guardando silencio sobre las decisiones que se están tomando respecto al colectivo LGTBIQA+ porque no quieren ser etiquetados.
Hay una resolución pendiente respecto a la Ley de Propaganda en el Tribunal de Estrasburgo, ¿alguna previsión?
Estaba prevista una resolución para otoño de 2025, pero no va a llegar hasta finales de año, ya que la fiscal general presentó su dictamen hace apenas unos días. De todos modos, hay pocas sorpresas: en su dictamen argumenta que la ley húngara viola la legislación de la UE en diferentes puntos, que es algo que ya se sabe. No hay nada realmente innovador.
A quienes sí afecta esta situación, y mucho, es a las persona trans, que sufren muchísimo el acoso
¿Cómo afectan las embestidas hacia el colectivo por parte del Gobierno en el día a día de las personas?
Creo que depende de a qué parte del colectivo se le pregunte. Cuando se trata de lesbianas, gays, bisexuales y otras minorías sexuales, afecta porque el discurso de odio se ha normalizado por parte del Gobierno, pero no hay problemas diarios. Se trata más de cómo te sientes y eso depende de dónde vivas, de quién estés rodeado y de cuál sea tu red de seguridad. Los incidentes son menores. A quienes sí afecta esta situación, y mucho, es a las personas trans, que sufren muchísimo el acoso.
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Aquí [en Hungría] no tienen derecho a cambiar su género, ni el documento de identidad. Y, a excepción del carné de conducir, todos los documentos contienen el género de la persona. Es una lucha. La comunidad trans no está bien, psicológicamente hablando, porque sufre mucho y el acceso a la atención médica es limitado, porque el sistema no está preparado para poder atender a estas personas. Muchas de ellas tienen que comprar hormonas online, con todo lo que ello conlleva. Es una pesadilla. Algunas de estas personas viajan hasta Austria para buscar atención médica y que les receten las hormonas, pero claro… Eso consume mucho tiempo y dinero. Al final, ir hasta Viena es un trayecto de tres horas y media… Lo peor de todo es que esta gente continúa pagando la seguridad social, pero no se les atiende correctamente.
¿Es comparable lo que ocurre en Hungría con lo que sucede en otros países como Bulgaria o Georgia?
A diferencia de lo que ocurre en otros países, aquí la policía no nos acosa, no estamos en peligro. Sí lo estamos financieramente, pero no solo ocurre en las organizaciones del colectivo LGTBIQA+ [en relación a la ley de agentes extranjeros que quiere instaurar Orbán próximamente en el país]. En Hungría, los movimientos sociales podemos continuar trabajando y no creo que el Gobierno cruce esa línea roja y nos ponga en peligro.
¿Trabajáis con otros grupos o movimientos de la sociedad civil?
Hay apoyo entre nosotros porque todos estamos en la misma situación [en relación a la ley de agentes extranjeros]. Formamos parte de una coalición relativamente diversa de organizaciones de la sociedad civil llamada Civilización [Civilizáció] que es muy activa en la defensa y coordinación de diferentes causas. Allí hay grupos ambientalistas u organizaciones de derechos de las mujeres, entre otras. También nos coordinamos con otras organizaciones, como Tász, y similares.
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¿Cómo es la colaboración con el movimiento feminista? ¿Hay problemas con las TERFS?
Aquí eso no tiene presencia, gran parte del movimiento feminista en Hungría es inclusivo. De hecho, me sorprendí bastante cuando estuve en España y me di cuenta del fenómeno. No lo entendí. Aquí los derechos de las mujeres no están prosperando, entonces nos damos apoyo las unas a las otras. La idea es que debemos estar unidas para mantenernos fuertes. Creo que en Hungría la comunidad trans está aún luchando por derechos más básicos que en España.
Me sorprendí bastante cuando estuve en España y me di cuenta del fenómeno TERF. No lo entendí¿Cómo ves el futuro? ¿Crees que las cosas pueden ir a peor?
Todo siempre puede ir a peor, aunque intentaremos que no sea así. Estamos pendientes de la nueva ley [de agentes extranjeros, de inspiración rusa]. De momento, su puesta en marcha se ha pospuesto hasta otoño, pero si finalmente se instaura será una pesadilla para las organizaciones de la sociedad civil. Si no podemos aceptar financiación externa, estamos acabados, porque aquí no recibimos financiación pública. De momento, intentamos mantener la calma y continuamos trabajando. Lo que no creo que pueda ir a peor es el nivel de polarización de la sociedad; dudo que pueda estar más polarizada que ahora. Este Gobierno se presenta como una institución que lucha por la paz; pero en realidad, hace todo lo contrario.