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Medio ambiente
La perspectiva que tendría que cambiarlo todo: de qué hablamos cuando hablamos de colapso
Tal vez sea pertinente empezar con algunas imágenes: una casa se va deteriorando, se le van haciendo algunos arreglos parciales, a veces, simples chapuzas, le salen grietas que van haciéndose más numerosas y profundas… Finalmente se viene abajo, se hunde parte del techo, se derrumban algunas paredes. No admite ya nuevos arreglos. Eso es un colapso. Se puede pensar en una historia similar sobre un coche, un camión, un barco.
Ni siquiera estas imágenes son del todo ajustadas. Puede pensarse, razonablemente, que unas reformas serias, bien hechas, a tiempo, podrían haber salvado la casa del deterioro final. En el colapso de un sistema social —ecológico, económico, político, cultural…— hay un problema de fondo que impide que las reformas eviten el hundimiento. Como si la casa del ejemplo tuviera unos cimientos insuficientes e inestables, por ejemplo, y todos los arreglos se basaran en que esos cimientos no se pueden tocar, porque eso significaría tener que tirar la casa. Los afanes insaciables (insertos en el propio sistema como fundamentos incontestables) de riqueza, de poder y de prestigio son esos cimientos frágiles y peligrosos de nuestro sistema social.
Medio ambiente
Análisis El capitalismo del colapso
Este capitalismo senil, autoritario, violento, racista, heteropatriarcal y ecocida es el resultado actual de una evolución que ha conducido a la destrucción avanzada de los delicados equilibrios naturales y a una extensión y profundización de la miseria y el sufrimiento de una parte sustancial de la humanidad. Los cimientos tóxicos estaban ahí desde el origen, sus consecuencias negativas ya eran visibles ―para quienes quisieran verlas― pero los resultados aparentemente positivos eran tan espectaculares y abundantes que pudieron generar no solo el privilegio de minorías, sino la acomodación y la complicidad de una parte importante de la propia mayoría, la menos discriminada, las supuestas y “fabricadas” clases medias. Ahora, incluso estas “clases medias” tienen el miedo y la inseguridad metidos en el cuerpo.
El colapso no es una crisis parcial. Se parecería más a una confluencia sucesiva de corrientes que van arrastrando a su paso ―y potenciando― otras menores y termina en una inundación general. Los encadenamientos pueden ser múltiples y son, seguramente, impredecibles:
- Sequías, inundaciones, huracanes… que hacen aún más difícil el acceso a una alimentación adecuada… que provocan insurrecciones populares y la multiplicación de “estados fallidos”.
- Fruto de este caos climático, una intensidad migratoria sin precedentes, que se convierte en un caos social y económico, que termina en una paralización de lo esencial del sistema.
- Escasez y encarecimiento brutal de combustibles fósiles que conducen a una crisis profunda de los transportes (especialmente del transporte de mercancías a largas distancias)… lo que lleva al hundimiento de las bases de la “globalización” porque deja de ser rentable y posible producir en muy diversos sitios, ensamblar en otros, vender en otros, guardar el dinero en otros...
- Nuevas guerras por los recursos que terminan implicando a los países ricos y armados (como lo de Ucrania, pero peor aún), multiplicación y prolongación de los conflictos bélicos potenciados por el armamentismo y las previsiones de guerras imperialistas.
- Deterioro grave del edificio monstruoso de la financiarización del mundo, metástasis de la especulación, crisis bursátiles encadenadas, cada vez con menos capacidad de reacción.
- deterioro aún mayor de los servicios públicos y sociales, incremento del malestar social, nuevos periodos de lucha popular.
- Un empeoramiento radical de las condiciones de vida en el mundo rico que acaba con el espejismo de las clases medias, que incrementa la protesta, que incrementa la represión…
- La extensión de la “epidemia” de personas que renuncian a su trabajo, la “Gran Renuncia”, porque están hartas de no-vivir, al tiempo que se incrementa la sindicación y la lucha sindical, mientras los salarios míseros, las jornadas excesivas y las condiciones insoportables son más “necesarias” que nunca para la supervivencia del sistema jerárquico.
- Nuevas epidemias que repiten, amplificadamente, lo que sucedió con la pandemia del covid, recortan las libertades, incitan al aislamiento, producen el deterioro de las condiciones de vida y multitud de víctimas…; etc.
Este capitalismo senil, autoritario, violento, racista, heteropatriarcal y ecocida es el resultado actual de una evolución que ha conducido a la destrucción avanzada de los delicados equilibrios naturales y a una extensión y profundización de la miseria y el sufrimiento de una parte sustancial de la humanidad
No importa tanto cómo comienza el proceso, sino el hecho de que, dadas las precondiciones, cualquier precipitante puede desencadenar un efecto dominó.
Nos falta perspectiva para ver los procesos actuales en su conjunto. Tal vez quienes escriban la historia en el futuro, hablen de que la Nueva Edad Oscura —o como se llame entonces— empezó con las crisis del petróleo de los años 70, o con la “revuelta de los privilegiados”, acaudillada por los entornos de Thatcher y Reagan, o con la crisis del 2008, o con la guerra de Ucrania… cualquiera sabe. A lo peor resulta que ya está aquí el comienzo del colapso que aún no es aceptado o asumido mayoritariamente.
El colapso de un sistema no es la crisis de algunas de sus instituciones (formales o informales) sean éstas económicas, sociales, política, culturales… Es que el sistema deja de funcionar, se para o se hunde. Donde antes había subsistemas que, mal que bien, iban tirando, ahora el tropezón de alguno o algunos de ellos produce un parón generalizado.
Tampoco el colapso del sistema es la miseria y el sufrimiento indecibles de millones de personas en los países del Sur e, incluso, en los propios países del Norte globales. Eso forma parte de su funcionamiento “normal”, aunque el crecimiento desmesurado del número de las personas excluidas sí que puede ser un síntoma que apunta hacia el colapso del centro del sistema, que es en definitiva de lo que se trata.
El colapso de un sistema no es la crisis de algunas de sus instituciones (formales o informales) sean éstas económicas, sociales, política, culturales… es que el sistema deja de funcionar, se para y/o se hunde
Tal vez la mayoría de la gente ―los miles de millones de personas excluidas― siente que ya está viviendo el colapso de su mundo y, sin embargo, los gobiernos, los supra-gobiernos y sus medios siguen diciendo que esto no es sino una crisis más, pasajera, que ya se ve la luz al final del túnel… y que hay que seguir confiando en ellos para salir de este bache.
Ha habido, probablemente, muchos colapsos civilizatorios en la historia (incluso algunos poco o mal conocidos todavía), pero este al que nos asomamos tiene características especialmente graves, fruto de la propia extensión y evolución del sistema capitalista heteropatriarcal y racista:
- El sistema ha llegado, en diferente medida, al último rincón de la tierra. Los límites del sistema y los límites del planeta coinciden.
- El sistema ha deteriorado los equilibrios naturales hasta un extremo en el que estos no pueden recuperarse salvo con actuaciones drásticas -contrarias al propio sistema- y duraderas, muy duraderas.
- El sistema ha deteriorado los equilibrios sociales hasta extremos desconocidos. Nunca ha habido tanta concentración de riqueza, poder y privilegios en una minoría tan reducida. Tal vez nunca ha habido tanta miseria, tanta exclusión, tanta violencia padecida por una mayoría tan extensa.
¿Se puede prever el proceso del colapso? ¿Hay alguna posibilidad de imaginar, aunque sea de manera insegura y a grandes trazos cómo pueden sucederse los acontecimientos?
Protesta
¿Cómo os atrevéis? ¿Por qué se lo permitimos?
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Cuando se descubrió el petróleo, el poder económico no midió bien esa fuerza telúrica que la geología de miles de año atesoró en las entrañas del Planeta. ¿Una cuestión de ritmos?, sí por supuesto, entre las ganas de comer, el hambre, el carpe diem y el "como si no hubiera un mañana" el consumo masivo de petróleo y gas, como el de carbón o uranio nos lleva a este sistema autodestructivo que nos impone el poder ecónomico que acapara el poder político; el calentamiento global, el plástico visible o invisible por tierra, mar y aire; la perdida de biodiversidad, suelos y acuíferos contaminados por nitratos y muchos otros elementos nocivos. De nuevo nos topamos con los ritmos en las soluciones, querer sustituir la demanda actual con las renovables y la movilidad eléctrica, sin ningún cuestionamiento crítico del extractivismo y la destrucción que lo acompaña que esa falsa solución implica. En España y en la UE, la solución se sustenta sobre un oxímoron, en la Hoja de ruta para la gestión sostenible de las materias primas aparece como cuarta orientación estratégica, el empleo MASIVO de las mismas. Nada ha aprendido el poder económico y político salvo a hacer negocios. La sostenibilidad tiene que ver con un planeta con límites físicos y está reñida con la filosofía económica que nos parasita.
Muchas gracias, Ricardo. Esto pinta mal. Esperamos las nuevas entregas con inquietud.