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Migración
Víctimas del incendio del asentamiento en Lepe se declaran en huelga laboral
Las personas que vivían en el poblado chabolista incendiado en Lepe (Huelva) la noche del lunes 13, se declaran en huelga a la espera de solución a su problema habitacional. El fuego calcinó gran parte de más de 200 infraviviendas y las que quedaron en pie fueron derribadas y los terrenos vallados por la propiedad con anuencia del Ayuntamiento.
Desde la 6 de la mañana de hoy miércoles 12 de octubre, los trabajadores migrantes del campo onubense se han concentrado frente a la estación de autobuses para pedir una solución ante la falta de alternativa habitacional después de la destrucción total del poblado chabolista en el que vivían. El lugar no es casual, allí paran los buses y diferentes transportes en que diariamente son recogidos para ir a trabajar a los campos de la provincia de Huelva, de Sevilla e incluso de Portugal.
La autoconvocatoria a la huelga comenzó a gestarse en la tarde del martes por whatsahapp. “Mañana a las 6 de la mañana nos vemos en la puerta de la estación de autobuses de Lepe. Por favor no faltes, todos unidos es como podemos conseguir una vivienda digna. Déjalo todo y ven a las 6 de la mañana, hazlo por ti y por tus hermanos”, decía el mensaje.
Son personas de origen extranjero, en su gran mayoría hombres, con papeles y sin ellos, que realizan los trabajos agrícolas más duros y están cansadas de poner el cuerpo para extraer la riqueza de las tierras y recibir cada vez menos a cambio. Jornales que apenas si pasan los 30 euros y ahora, la imposibilidad de vivir, aunque sea, en una situación de extrema precariedad como la que tenían en el poblado siniestrado.
Tras el incendio, 148 personas fueron realojadas en el campo deportivo Ciudad de Lepe, pero se estima que serían más de 400 las afectadas directas que lo han perdido todo
“Trabajamos en el campo, con papeles y sin ellos. Trabajamos todos los días. ¿Dónde vamos a descansar cuando volvamos de nuestros trabajos? ¿Dónde nos vamos a duchar? ¿Cómo se trabaja si no tenemos dónde estar?”, se pregunta Mohamed, nacido en Guinea y que lleva una década viviendo en Lepe.
Su historia es una más, entre tantas que quedaron calcinadas. Tras el incendio, 148 personas fueron realojadas en el campo deportivo Ciudad de Lepe, pero se estima que serían más de 400 las afectadas directas que lo han perdido todo. Si el incendio fuera en plena temporada agrícola, el número de personas afectadas, posiblemente, hubiera superado el millar.
Perder todo, en algunos casos implica no solo ropas y enseres, sino pasaportes y algo vital para aquellos que aún no han podido regularizar su situación: los comprobantes que sirven para demostrar los tres años de arraigo en estas tierras (facturas, citas médicas, billetes, comprobante de uso de bibliotecas, etcétera).
En la tarde del martes llevaron sus reclamaciones al alcalde de Lepe, Juan Manuel González Camacho. “Fuimos a hablar con él, a pedirle una solución. La gente en general no quiere alquilarnos, nos vallan el terreno donde levantamos nuestras viviendas. Nos dijo que no tiene solución y que la gente tiene que irse de ahí, que ese lugar ya tiene dueño”, explica Mohamed, que se reafirma en una máxima incuestionable: “Si estamos aquí es porque el campo de Huelva necesita de nuestro trabajo”.
En abril de 2017, el Ayuntamiento de Lepe anunció el proyecto “Agenda 2020. Erradicación del chabolismo en Lepe, estrategia para la intervención” que, con el apoyo de la Fundación Europea para la Cooperación Norte-Sur (Fecons), preveía poner fin a esta problemática antes de que llegue el próximo año.
En ese marco se implementó la iniciativa Lepe-Hábitat, destinada a crear una bolsa de viviendas en las que poder realojar a las personas que sobrevivían en los diferentes poblados chabolistas que se extienden por todo el municipio. En especial a las 300 que no suelen abandonar Lepe en temporada baja. También otras medidas y bonificaciones fiscales para quienes incluyeran sus inmuebles en esa bolsa. La realidad, tozuda, parece demostrar que algo ha fallado.
La particularidad de este lunes 13 de octubre es que se han producido dos incendios en un solo día. “Es por lo menos extraño que se produjeran tan seguidos”
Los afectados y afectadas preparan ahora una solicitud a la Delegación de Gobierno de Andalucía para que autorice realizar una manifestación, además de advertir de que continuarán con piquetes informativos en los puntos donde son recogidos para llevarlos al campo. Insisten en que todas sus acciones de protesta son pacíficas y seguirán siéndolo.
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Mientras tanto, las personas realojadas en el campo de deportes siguen a estas horas esperando saber si esta noche dispondrán de esa alternativa de emergencia o quedarán en la calle. No hay menores de edad, pero sí una veintena de mujeres, la presencia femenina se ha hecho más frecuente en los últimos años. Con el vallado del predio, la incertidumbre sobre su futuro se acrecienta.
Incendio, destrucción y vallado
Los incendios no son nuevos en el poblado. Solo en 2019 se produjeron tres fuegos de grandes proporciones afectando a una parte importante de las casas. El primero fue en la madrugada del 12 de enero. Se calcinaron entre 120 y 130 chabolas, aunque con menos personas desalojadas: aún no se había iniciado la campaña de la fresa y la mayoría de las viviendas estaban vacías.
El otro fue en la madrugada del 23 de mayo. En esa oportunidad las personas desalojadas fueron 300 y el número de chabolas siniestradas, similar al anterior. Pasado el susto, volvieron a reconstruir sus viviendas.
La particularidad de este lunes 13 de octubre es que se han producido dos incendios en un solo día. “Es por lo menos extraño que se produjeran tan seguidos”, razonan fuentes que prefieren no hablar de intencionalidad, pero viendo la rápida ejecución del vallado del predio y el celo policial en su cuidado, alientan algunas sospechas.
Hacia las 3 de la madrugada, se produjo uno que afectó a una decena de chabolas y dejó un herido grave con quemaduras de segundo grado. El principal, el que acabó con todo, comenzó pasadas las 20:30 horas.
Entre las llamas y las excavadoras que actuaron al otro día, nada ha quedado en esa extensión de cuatro hectáreas que desde hace por lo menos diez años, servía para que vivieran en situación de extrema precariedad personas migrantes llegadas para trabajar el campo onubense por jornales paupérrimos.
La mayoría de las chabolas estaban construidas en base a estructuras de madera de palet, revestidas con cartón y plásticos. Algunas, tenían también un aislante interno improvisado en base a mantas gruesas que servían para disminuir el efecto de las altas temperaturas. Todos materiales fácilmente inflamables.
A algunos testigos, les ha extrañado que, a diferencia de otras oportunidades, los esfuerzos por apagarlo habrían sido mínimos.“Desde luego este es el incendio más grande que se ha producido, además ha empezado en una punta con el viento en contra y lleva tres horas ardiendo. La gente que vive aquí está diciendo que literalmente se ha dejado que se queme. Se podría haber atajado en unos caminos que hay por el centro, la gente lo está diciendo claro”, comentaba desde el lugar un integrante de la Asociación Asisti Cuenca Minera, Antonio Abad Díaz, en un audio que rápidamente circuló por las redes sociales.
Algunos vídeos difundidos por activistas, evidenciaban la magnitud del siniestro hacia la medianoche del lunes y permitían escuchar de fondo explosiones, posiblemente por la detonación de las bombonas de gas utilizadas en las cocinas de las viviendas.
Abad ratificaba sus afirmaciones al mediodía del martes. “Estuve allí hasta las 4 de la mañana y los bomberos no echaron una gota de agua. Había cuatro camiones, todos en el aparcamiento de la gasolinera, del otro lado de la calle que separa el centro comercial del poblado, y ahí no se movió nadie”, confirma. Otros testimonios recogidos coinciden en destacar “la pasividad” con que se habría actuado frente al fuego.
“Cuando se inició el fuego la gente al otro extremo del poblado estaba tranquila. Incluso en un momento parecía que se estaba apagando. Pero con el viento y si nadie hace nada, las llamas continúan avanzando. Al final, se quemó un 95 por ciento de las chabolas”, describe este activista muy cercano a la reivindicación de los derechos de las personas que trabajan en el campo onubense.
El martes, podía verse deambular por las calles de Lepe a diferentes personas con carros de supermercado cargados de ropas, mantas, hornillos y bombonas. Nadie se preocupa en sacar todo de su casa, sin dejar nada atrás, si el fuego se expande tan rápidamente.
El proyecto LepeSur
El Parque Empresarial LepeSur comenzó su andadura en marzo de 2018 con la apertura de cuatro grandes tiendas: Burguer King, Worten, Decathlon y TEDI, a la que poco más tarde se sumaría Mercadona. En la actualidad son once las firmas ubicadas en un espacio que ocupa 15.000 metros cuadrados y cuenta con 800 plazas de aparcamiento.
Separado apenas por una calle, los terrenos donde estaba el poblado chabolista resultaron demasiado tentadores para hacer negocios. En abril de este año el alcalde de Lepe, el popular Juan Manuel González Camacho, acompañado de un representante de la promotora inmobiliaria “Agrodelot” presentaba el proyecto.
“Se trata de una ampliación total de 200.000 metros cuadrados de superficie, de las que 24.000 irán de Parque Comercial, 50.000 de espacios libres, 422 nuevas viviendas entre viviendas libres y VPO y 1300 plazas de aparcamiento. Un total de inversión de 15 millones de euros”, anunciaba el alcalde.
El vallado de los terrenos ha fijado el final de la historia del poblado tras diez años de existencia. El fuego ha ahorrado a las autoridades la siempre difícil gestión de un desalojo que desde hace meses en Lepe era un secreto a voces. La alternativa habitacional, como siempre, ha vuelto a fallar. Querían mano de obra, y llegaron personas.
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Es obvio que ha sido provocado...(nunca se comprobará) y el pueblo de Lepe (ellos sabrán quienes son) cómplice. Una vez más, callará la verdad y hablará el dinero.