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Suenan cantos de sirena. Los tiempos están cambiando, o eso nos dicen. Lejos quedan largos años de recorte y reducción del gasto público. El neoliberalismo –ay, el neoliberalismo– y su repudio hacia el Estado ya es cosa del pasado, o eso nos dicen. La pandemia ha demostrado que, ahora más que nunca, la sociedad necesita de un Estado fuerte que nos proteja de las adversidades, o eso nos dicen.
Estamos ante un nuevo paradigma, un nuevo sentido común de época que deja atrás los oscuros años de la desregularización… o eso nos dicen.
Uno de los campos de batalla ideológicos más extendidos es la dialéctica “Estado versus anti-Estado”, una retórica que copa una buena parte del discurso público. Sin embargo, lo que realmente subyace es el papel del mercado, un mercado que rara vez se cuestiona y en el cual el Estado desempeña un papel crucial (independiente a cualquier convicción ideológica). Por lo tanto, no tengo reparos en afirmar que la socialdemocracia cree (de manera directa y consciente) más en el mercado, en términos abstractos e ideales, que las derechas liberal y conservadora. Algo que merece una explicación.
Opinión
Izquierdas Diez reflexiones cansadas tras diez años de Podemos
De sobra conocida es la crítica a la meritocracia por parte de la izquierda. Los motivos son evidentes: es un relato de legitimación del orden vigente y de la desigualdad inherente al mercado. No obstante, muchas de las críticas propias de los think tanks progresistas no son críticas a la meritocracia como tal, sino a la “meritocracia realmente existente”: la que no cumple, en la práctica, sus premisas básicas; es decir, la igualdad de oportunidades. Pero si por un lado se cuestiona el discurso liberal del mérito, por el otro se reivindica poner las condiciones (a través del Estado) de una genuina meritocracia social, mediada esta, por supuesto, por el mercado. Por un mercado ideal y sin vicios propios del rentismo o las macro-herencias.
En reivindicaciones, tomadas como síntomas ideológicos de la socialdemocracia, tales como la llamada a la redistribución de la riqueza, la promoción de la igualdad de oportunidades o la facilitación del acceso universal al crédito subyace una naturalización y esencialización de los elementos que las hacen posible: la riqueza (y la producción), las oportunidades dentro del mercado y el crédito bajo las lógicas de valorización. Este fenómeno representa una de las grandes victorias discursivas en el ámbito de la izquierda de la reforma frente a la revolución. Frente a esto, es crucial dejar claro: ¡debemos abolir el mercado! ¡No se trata simplemente de redistribuir la riqueza, sino de socializar la producción!
La característica sustancial del discurso socialdemócrata (perdonad la generalización) es la reivindicación vergonzante del mercado [...] como motor del progreso, del crecimiento y de la prosperidad
Pero no nos desviemos, quedémonos en la clave principal. La característica sustancial del discurso socialdemócrata (perdonad la generalización) es la reivindicación vergonzante del mercado, entendido este –casi con miedo a ser verbalizado– como motor del progreso, del crecimiento y de la prosperidad. Una creencia arraigada que, en general, refleja un compromiso ideológico sólido hacia los pilares fundamentales de las relaciones de producción capitalistas: el trabajo asalariado y el Estado. Paradójicamente, esta convicción es aún más directa que la de las derechas libertaria o conservadora, ya que estas a menudo pueden llegar a cuestionar parcial y superficialmente algunos de sus elementos (la famosa cruzada libertaria antiestatista, por ejemplo). Pero esta falta de coherencia discursiva no impide que la derecha tenga éxito y un buen desempeño electoral, al fin y al cabo el mercado sigue girando con independencia a cualquier concreción política institucional. En contraste, la socialdemocracia opera en una contradicción existencial: lucha contra las formas de explotación mientras que, al mismo tiempo, acepta y reivindica las condiciones de existencia que las posibilitan. Una situación que cada vez se hace más insoportable para su electorado, frustrado al ver como la explotación avanza inexorablemente junto a las crisis de rentabilidad del capital.
No obstante, hay voces actuales que sostienen que nos encontramos en un tiempo “neoestatista” en el que está empezando a emerger un “nuevo laborismo” con el potencial de forjar un renovado “contrato social”. Un contrato que puede posibilitar un nuevo consenso que garantice el asistencialismo y el bienestar social. Pero más allá de la cháchara, es importante reconocer la arraigada convicción socialdemócrata que subyace en este planteamiento: el Estado como armonizador social entendido (casi) como socialismo.
Este “neoestatismo” es el contrapunto al relato neoliberal. Son dos caras de la misma moneda. Si el lema del “neoliberalismo” es el “no hay alternativa”, el del “neoestatismo” es el clásico “no es el momento”.
“No es el momento” es el gran motor ideológico del discurso socialdemócrata y una de las causas de su supervivencia histórica
En efecto, “no es el momento” es el gran motor ideológico del discurso socialdemócrata y una de las causas de su supervivencia histórica. Esta también se explica por su gran capacidad de adaptación a las diferentes coyunturas, que se evidencia en los grandes vaivenes doctrinarios de la socialdemocracia a lo largo de su historia: desde el reformismo de Bernstein hasta la tercera vía socioliberal, pasando por el keynesianismo o la teoría populista. Pudiendo compaginar, según la situación, desde el conservadurismo social obrerista (hostil hacia la diversidad en todas sus formas) hasta el progresismo liberal.
Por todo ello, la distinción entre socioliberalismo y socialdemocracia no es tal. Solo es un suspiro nostálgico hacia coyunturas productivas con un mayor crédito y un aparato asistencialista más consolidado. Una quimera. Una mera crítica socialdemócrata a la deriva de la socialdemocracia. Nada que no haya dicho antes, las presentes reflexiones toman como partida el análisis teórico y el balance político que hice a finales de 2021 en: ¿Hacer?, ¿el qué? Una mirada sobre el gobierno de coalición. En estas líneas intentaré concretar más en la situación actual de las principales fuerzas políticas socialdemócratas a la izquierda del PSOE: Podemos y Sumar.
Menos de lo que parece ha cambiado desde entonces. El gobierno mantiene la misma naturaleza que antaño, las coordenadas ideológicas siguen siendo las mismas, Unidas Podemos ahora es Sumar, quienes literalmente son los mismos menos la camarilla de Iglesias, y lo único que se ha resentido es su peso electoral (de 35 escaños, más los 2 de Más País y uno de Compromís) a 27 (más los 4 díscolos de Podemos tras la salida de Lilith Verstrynge). Pero, pese a todo lo que ha transcurrido desde entonces tanto a nivel nacional como internacional, ninguno parece haber aprendido nada.
Sumar aspira a monopolizar, dentro de la tutela del PSOE, lo que ellos llaman como “políticas sociales” (“lo que de verdad le importa la gente”), lo cual solo es la rama asistencialista del Estado. Un propósito pobre y cobarde y con poca altura de miras, amparado en un discurso complaciente y reformista, pactista y condescendiente, paternalista y ñoño. Todo ello canalizado en un hiperliderazgo con los mismos vicios que cualquiera de los anteriores. El éxito (si es que se puede llamar éxito a mantener casi todas las competencias gubernamentales del espacio de Unidas Podemos de la legislatura anterior) está supeditado a la popularidad de Yolanda Díaz, la cual tiene fecha de caducidad, como todas.
El problema de Sumar radica en que incluso sus proyectos de máximos suenan problemáticos: Herencia universal (para garantizar la “igualdad de oportunidades”), incorporar a trabajadores en los consejos de administración o bonos sociales para el acceso a la vivienda. Estas medidas, aunque puedan mitigar la pobreza extrema y disminuir las formas más directas de explotación, tienen como objetivo último promover el acceso universal al crédito dentro del mercado para garantizar su funcionamiento. El discurso que lo sustenta es el de un estatismo complaciente; un laborismo avergonzado que busca mitigar las contradicciones del capital para impulsar su crecimiento; en resumen, el objetivo es “democratizar el capital”, un proyecto interclasista con una retórica cuasi-obrerista.
“¡Es ciencia, no ideología!”, defiende Yolanda Díaz con orgullo. ¡La cientificidad de la economía (ritmos productivos) frente a la emotividad de los trabajadores (ideología)! El “le voy a dar un dato”
Hasta el momento, las medidas que se han implementado, y de las que más se enorgullecen, como la subida del Salario Mínimo Interprofesional (atribuyéndose el mérito de la gran subida de enero de 2019, cuando ni siquiera estaban en el gobierno) o la subida de las prestaciones sociales, están condicionadas o integradas en un discurso favorable a la rentabilidad y que es compatible con las necesidades del mercado, algo que se da por sentado. La acción práctica en la ejecución de estas políticas está basada en el pacto y consenso con la patronal. Evidenciando, además, cierto desinterés concreto hacia las políticas que se quedan fuera del ámbito laboralista (como las políticas feminista o queer). Esta es la victoria del mal llamado “diálogo social”; el canto interclasista convertido en virtud. Un papel compartido con las grandes estructuras sindicales del país: UGT y Comisiones Obreras.
“¡Es ciencia, no ideología!”, defiende Yolanda Díaz con orgullo. ¡La cientificidad de la economía (ritmos productivos) frente a la emotividad de los trabajadores (ideología)! El “le voy a dar un dato” convertido, irónicamente, en un mecanismo de reproducción ideológica liberal.
En Podemos dicen haber calado a los de Sumar, les acusan de ser una muleta del PSOE, de ser complacientes con la patronal y de venderse para estar en el gobierno. Pero su naturaleza programática no es muy distinta. En efecto, Podemos es un partido oportunista venido a menos que se ha convertido en una agencia de reciclaje de sus cuadros, cerrando filas en torno a su líderes de forma sectaria, angustiados por haber perdido sus competencias en el gobierno.
Lo frustrante de Podemos (lo cual dice mucho sobre la naturaleza de su proyecto) es que, teniendo ahora total libertad en la oposición, ha renunciado, ya sea por convicción o incapacidad, a construir un nuevo discurso programático amplio que señale las contradicciones sistémicas
Lo frustrante de Podemos (lo cual dice mucho sobre la naturaleza de su proyecto) es que, teniendo ahora total libertad en la oposición, ha renunciado, ya sea por convicción o incapacidad, a construir un nuevo discurso programático amplio que señale las contradicciones sistémicas de manera integral, proponiendo un nuevo horizonte de transformación. En cambio, la crítica sistémica se ha convertido en una caricatura demagógica y autocomplaciente: reducida a una parodia contra individuos en concreto y contra aspectos superficiales del sistema político, relacionados todos ellos con las rencillas personales de la camarilla del partido.
Por ejemplo, la crítica contra la industria del mass media, y su posición dentro de las formas de reproducción social, queda circunscrita a una serie de periodistas malévolos al servicio de empresarios individuales muy avariciosos que odian a Podemos (Ferreras, Inda, Grupo Prisa, etcétera).
El Estado español, al igual que cualquier otro Estado liberal occidental, es una estructura compleja que opera en diversos ámbitos. Los mecanismos de represión y tácticas de guerra sucia son una realidad arraigada en su funcionamiento. Podemos pasa por alto este hecho, centrándose en denunciar unas “cloacas” propias de un supuesto Estado defectuoso que debe ser saneado y puesto al servicio de la “gente”, una “gente”, por su puesto, que encuentra su mejor representación en la formación morada. Al igual que Sumar, el PSOE o cualquier formación socialdemócrata aspira al control del Estado, entendido este como un ente externo y neutral, capaz de adoptar la dirección ideológica deseada, incluso para mitigar las contradicciones de clase. Una patraña, el Estado es una parte sustancial e inherente a las relaciones de producción capitalistas y uno de los principales respaldos y condiciones de existencia, a través del derecho normativo, del mercado. Uno de los grandes fetiches de la izquierda institucional.
La ruptura ideológica entre Podemos y Sumar, no existe, nunca ha existido. Es una mera manifestación de rencillas personales es un contexto de retroceso electoral adornada por discursos hiperbólicos y populistas
Otra de las características que ha acompañado a Podemos durante todas sus etapas es el mesianismo y culto a sus lideres; personificando en individuos concretos (ya saben, Irene y Pablo) procesos amplios y contradictorios: desde los cambios en las lógicas políticas del país (15M, crisis del bipartidismo, crisis constitucional, la salida del PP del gobierno, etcétera), hasta los cambios coyunturales en la economía internacional: de la austeridad del ciclo anterior a la expansión del crédito.
La ruptura ideológica entre Podemos y Sumar, no existe, nunca ha existido. Es una mera manifestación de rencillas personales es un contexto de retroceso electoral adornada por discursos hiperbólicos y populistas (en la peor acepción del término). Entre la vergonzante y colaboradora complacencia cool de los de Sumar y el resentimiento frustrado y quejica de los de Podemos, están dando la puntilla al desesperante reforzamiento del papel del PSOE en el Estado.
Tristemente, uno de los grandes aportes de Podemos (o más bien Unidos/Unidas Podemos) a la historia reciente de España, y de la que tanto alardean, es contribuir a echar a Rajoy; es decir, colaborar en la, aburrida, alternancia bipartidista, vendida como un acontecimiento trascendental y no como una parte normal y poco emocionante del sistema político español. Paradójicamente, Podemos cerrará el círculo contribuyendo (dividiendo el voto en el próximo ciclo electoral) a la vuelta del PP al gobierno, quizás con Vox sentado en el Consejo de Ministros, veremos.
Podemos se encamina hacia la desaparición y hacia la irrelevancia. Su estrategia actual parece centrarse en mantener su presencia en Canal Red, una plataforma mediática que sirve, principalmente, como salida profesional para Iglesias. Un medio, por cierto, que se ha quedado vendido y subordinado al perfil tóxico y agresivo que han cultivado en las redes sociales, al cual ahora están atados para mantener la viabilidad económica de un proyecto mediático que está potencialmente muerto. El juego de amigo-enemigo tan simplista y caricaturesco que no se cansan de promover, probablemente se les volverá en su contra más temprano que tarde.
El PSOE es esa gran fuerza capaz de presentarse como vanguardia progresista que avanza inexorablemente en la conquista de derechos y, a la vez, como el gran dique de contención constitucional frente a cualquier idea, formal o sustancial, que huela a socialismo
Por su parte, Sumar es posible que pierda las competencias gubernamentales en el próximo ciclo electoral, abocado gradualmente a ocupar el espacio testimonial que tenía IU durante el interregno entre 2000 y 2015. Esto continuará hasta que, inevitablemente, la carrera política de Díaz llegue a su fin y el espacio parlamentario a la izquierda del PSOE experimente su enésima recomposición en torno a la oposición a un gobierno del PP-VOX, el cual se verá en términos hiperbólicos y acabará capitalizado, como siempre, por el PSOE.
Ay, el PSOE. Un par de apuntes sobre el PSOE. El PSOE es esa gran fuerza capaz de presentarse como vanguardia progresista que avanza inexorablemente en la conquista de derechos y, a la vez, como el gran dique de contención constitucional frente a cualquier idea, formal o sustancial, que huela a socialismo. El destino del régimen del 78 y del PSOE están entrelazados, no puede desaparecer uno sin el otro.
Opinión
Opinión Todo comenzó el martes
Pedro Sánchez, por su parte, ha acumulado un considerable capital político, el cual dedica un gran esfuerzo y energía a cuidar su imagen y su proyección mediática. Sin embargo, este capital político, que le dota de cierta capacidad para poder abordar proyectos de transformación significativa del marco constitucional, está desaprovechado. Solo la ley amnistía está tocando los cimientos del Estado, y nada más que por necesidad, no por convicción. Se debió aprobar hace años y sin la presión de una formación conservadora y elitista como Junts.
Más allá de la imagen que Sánchez proyecta (sobre todo entre los jóvenes progresistas), es una figura oportunista que va dando bandazos según convenga. Aunque aparenta gran dedicación al cuidado de su dicción y de su retórica, su discurso es impostado y carente de carisma. La relativa popularidad y simpatía que Sánchez es capaz de generar queda desechada por su forma cobarde, moderada y liberal de entender la política. Es un líder que, a pesar de no tener convicciones ideológicas claras, se inscribe dentro de las coordenadas propias de la tercera vía, más cercano a un Macron que a un Corbyn, algo que parece que muchos olvidan.
La izquierda debe aprender a mirar más allá de los ciclos electorales, especialmente cuando estos, al menos en España, solo refuerzan al bipartidismo clásico, lo que conduce a la consolidación del modelo constitucional del 78
En fin, seré franco. El “gobierno más progresista de la historia”, ya sea por acción u omisión, es responsable directo e indirecto del fortalecimiento de la OTAN, de las acciones genocidas de Israel en Gaza (por mucha sandía en la solapa que se pongan los de Díaz), y de reforzar la Ley Mordaza y otros elementos del aparato represivo del Estado, como la llamada “fortaleza sur de Europa” (en el caso español: las vallas de Ceuta y Melilla). Por su parte, Podemos, en su indecencia máxima, es capaz de denunciar la situación en Gaza y, al mismo tiempo, colocarse en el papel de víctima (“¡nos echaron del gobierno por denunciar cosas como estas!”), siendo ellos partícipes del anterior gobierno y responsables, con sus votos a favor, de los aumentos en el gasto militar del Estado en los últimos tiempos. Que no se olvide.
Más allá del chantaje inherente a la socialdemocracia (“o nosotros o el fascismo”), que solo sirve como narrativa legitimadora para mantenerse en el gobierno, la llegada del PP al poder es solo cuestión de tiempo, y no será tan dramática como la pintan (o por lo menos no mucho más dramática que la acción del gobierno actual). Tan terrible es un gobierno del PP con VOX como el “gobierno social-comunista con tendencias dictatoriales” que la derecha atribuye al gobierno de Sánchez. Afortunadamente, el peso de la extrema derecha en España sigue siendo menor que en otros países, y Vox también enfrenta su propia crisis interna, con una lucha por la hegemonía entre neoconservadores y alt-righters que está erosionando las expectativas electorales de la formación verde a medio plazo.
La izquierda debe aprender a mirar más allá de los ciclos electorales, especialmente cuando estos, al menos en España, solo refuerzan al bipartidismo clásico, lo que conduce a la consolidación del modelo constitucional del 78 y de las lógicas de producción capitalistas en las que está inmerso, por supuesto.
La política institucional tiene cabida, y debe ser un campo de batalla, por supuesto, pero en su justa medida y sin caer en la obnubilación y envenenamiento propios de su naturaleza y lógicas internas
Frente a esto: hay alternativa, siempre la hay. Hay un movimiento palpable entre los jóvenes de izquierdas; la división dentro de las juventudes del PCE y el surgimiento del MS son evidencia de ello. Pero tampoco seré cínico, es posible que todo esto no culmine en un cambio significativo; el camino hacia la transformación es complejo y lleno de contradicciones, pero es precisamente en esas contradicciones donde debemos comenzar a operar conceptualmente.
Entender la naturaleza de la democracia liberal no implica necesariamente rechazarla de forma radical, especialmente en contextos coyunturales tan complejos como el actual. No quiero que se malinterprete mi posición. Tampoco quiero que en mis palabras, en donde minimizo la importancia de los ciclos parlamentarios, se perciba una banalización de los problemas legislativos relacionados con temas sociales, como la discriminación contra la comunidad LGBTIQ, que enfrenta ataques desde diversos frentes, incluso desde sectores progresistas. La reacción avanza en todos los frentes; desde la transfobia cada vez más endémica hasta el machismo estructural: como se evidencia en la última encuesta del CIS sobre igualdad. La política institucional tiene cabida, y debe ser un campo de batalla, por supuesto, pero en su justa medida y sin caer en la obnubilación y envenenamiento propios de su naturaleza y lógicas internas.
La transformación debe ir implicada con los movimientos sociales, no de espaldas ni en hostilidad hacia ellos. Sin embargo, sus límites no deben circunscribirse a los establecidos por las instituciones políticas estatales y la retórica interclasista. Debemos ser capaces de construir nuevas estructuras sociales que funcionen en paralelo y en oposición al Estado mismo. Si bien puede parecer una quimera, el pesimismo social generalizado no sirve como criterio de verdad, sino más bien como una herramienta para cuestionar lo que se da por sentado: el Estado, el mercado, el trabajo y el capital. Quedémonos con eso.
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"La izquierda debe aprender a mirar más allá de los ciclos electorales". Supongo que una parte del problema es el de dónde sacar los fondos (recursos) para existir al margen de ciclos electorales. Otro tanto para para el "contruir en paralelo y en oposición al Estado". Quizá no es tanto un problema conceptual ni de análisis o estrategia sino mucho más práctico :(
Supongo que se referirá a crear y aglomerar la mayor cantidad posible de movimientos sociales "grassroots" en una plataforma común o algo por el estilo (frente al verticalismo inherente de los partidos políticos).
En el fondo, lo que parece molestar es que "el muerto está vivo" (a pesar de artículos como éste o de otros parecidos en los medios de la caverna) y a veces creo que también hay mucha envidia.
¿Qué le deben...?
¿Que le deben los suscriptores de la prensa alternativa a una formación socialdemócrata en descomposición?
En esta caja de comentatios queda claro que (no)Podemos ha degenerado en una secta caudillista condenada a la irrelevancia y una eventual desaparición del mapa político
El lenguaje os delata, los juegos de palabras chuscos solo demuestran que detras de la crítica hay poco de lógico y mucho de fobias personales
¿Qué ne delata en concreto?
Sumar (Yolanda Díaz en particular) se me hace más inaguantable que Pablo Iglesias, y el PxxE es el pinche Gollum
ERC es camaleónico a más no poder
EH Bildu y BNG también estarían en la lista de falsas esperanzas del "perro-oveja" que escribió el artículo
Aunque no comparto algunas afirmaciones que hace el autor sobre Podemos, el análisis general que hace de la realidad lo suscribo enormemente. Se trata de no conformarse y aceptar migajas, sino de cambiar este sistema podrido de base, algo que ningún partido político quiere, porque la existencia de los partidos depende de este sistema mismo.
Y me sumo a la propuesta de Asanuma. Guardemos las formas para no convertir este foro en un lugar tóxico, como veo que ha ido pasando en muchos otros medios que frecuento.
Lo que sí sería más que recomendable es que los autores que quieran publicar en El Salto lean y relean sus artículos antes de enviarlos y si consideran que se les ha ido la mano los modifiquen (autocensura). Si aun así los envían, alguien en la redacción debería de advertirles, de la misma forma que a la hora de hacer comentarios a las suscriptoras nos advierten de que "No se admiten comentarios insultantes, amenazantes, machistas, LGTBQfóbicos, racistas o discriminatorios de cualquier tipo." ¿Pagarle el artículo a un maleducado con mi suscripción? Como comprenderás, no puede ser.
Ya lo he dicho antes: voto a Podemos siendo consciente de que la democracia representativa es una tomadura de pelo, pero con la esperanza de decantar la balanza, aunque sea ligeramente, a favor del bienestar general de la población. Como no creo en este sistema ni creo que los partidos políticos sean verdaderas herramientas de cambio (a mejor), jamás me he sentido decepcionada por Podemos, como le ha pasado a varias de las personas que suelen vomitar su odio visceral en este foro con asiduidad. Cero corrupción, honestidad y resiliencia es lo que veo en la gente de Podemos, no un gusto por los sillones ni ninguna de esas tonterías que se dicen por aquí.
Dicho esto, le digo que yo no veo una actitud insultante o mentirosa en el articulista, aunque no comparta ciertas afirmaciones que hace. Puede compartirse o no su análisis, pero no creo que merezca ser crucificado.
El "mal menor" a la larga desmoviliza a las masas
Y, si bien es cierto que Podemos mantiene un expediente libre de corrupción (que yo sepa, ignoro si hay algún caso que no fuera lawfare), este partido también ha traicionado a sus votantes repetidas veces y se ha mostrado pusilánime en el gobierno de coalición (salvo por Irene Montero), ejerciendo un cínico juego de oposición de cara a la galería de las redes sociales.
Por último, recordatorio amigable que JxC ha puesto contra las cuerdas al PxxE con solo 7 diputados, mientras que UP no hizo casi nada con una cincuentena
¿Crucificarlo? Ummm, no me dé ideas... Pero no, ni crucificarlo, ni censurarlo, únicamente pedirle (a él y a la redacción) que no sea faltón, que cuide sus expresiones y que tenga la consideración básica hacia aquellas personas que podamos estar, de una forma u otra, vinculadas a Podemos (que en El Salto hay unas cuantas). Es fácil, si lo intentas.
La arrogancia condescendiente de cierto sector de la izquierda online solo la llevará a su total irrelevancia
Sí, entiendo su petición y no es descabellada. A mí también me gustaría dejar de leer ciertas absurdeces repetitivas: Galapagar, casoplón, caudillo, macho alfa... Ya es cansino.
Esas "absurdeces" que comenta provenían del sector pocilga del periodismo, ya no se leen ni se oyen. Ahora los "argumentos" son otros (aunque igual de venenosos), envueltos en papel intelectual por algunos resentidos de lo que alguien llamó "la izquierda mal nacida" (por desagradecida).
Una pena que el sistema hace tiempo que llegó a su punto de no-retorno y se ha vuelto prácticamente invencible
Hola a todos. No debemos perdernos el respeto y convertir esta sección de El Salto como si fuera una red social cualquiera; frente al insulto, mejor argumentos. Dicho esto puedo expresar abiertamente que:estoy harto de este tipo de artículos reparte-culpas con los chascarrillos manoseados al uso y olvidos de otros asuntos para que no desbaraten el artículo. Aunque es posible que en ciertas cosas tenga su parte de razón, pregunto que si después de este artículo que acaba reconociendo que "Entender la naturaleza de la democracia liberal no implica necesariamente rechazarla de forma radical, especialmente en contextos coyunturales tan complejos como el actual" , se parece a "no es el momento". Recordad que "un gobierno progresista" no implica que sea "un gobierno de izquierdas". Por lo demás, todos deberíamos estar atentos a ¿cómo modificar el acceso a la carrera judicial?; porque nuestra Justicia parece que siempre trabaja para anular la voluntad popular, y del dinero que se envía a Ucrania (para mejorar las finanzas corporativas) a costa de todxs nosotrxs. Genocidio, pesticidas, cambio climático; hablemos de esto. Salud.
Gracias, pero no. Contra el insulto (no moderado, consentido por la redacción) leña al botarate.
"Por su parte, Podemos, en su indecencia máxima, es capaz de denunciar la situación en Gaza y, al mismo tiempo, colocarse en el papel de víctima (“¡nos echaron del gobierno por denunciar cosas como estas!”), siendo ellos partícipes del anterior gobierno y responsables, con sus votos a favor, de los aumentos en el gasto militar del Estado en los últimos tiempos. Que no se olvide."
Y esto solo lo puede escribir un sinvergüenza.
Yo tampoco me voy a olvidar de tu nombre, Juan Luis Nevado Encinas.
Ahora va a resultar que Podemos está a favor de aumentar el gasto en armas.
VATPS, hombre ya.
Me decepciona que los moderadores de este periódico permitan comentarios como este (que son solo una retahila de insultos y amenazas al autor del artículo)
"quienes literalmente son los mismos menos la camarilla de Iglesias,"
Esto sí que es el cuento de nunca acabar ...
Tanta letra para tan vacio contenido que no pasaria de rebuzno intelectualoide mas propio de OkDiarrea u otras letrinas similares.
"Persona que habla más de lo que aconseja la discreción", define el DRAE qué es un "Bocazas" (sinónimos, "charlatán", "parlanchín", entre otros). ¿"Camarilla de Iglesias"? ¿No será que tu madre forma parte de ella y aún no lo has superado, chaval?
Mentar a la madre no es un argumento sino un grosero tic patriarcal
Tienes razón: Se tendría que mentar a todo el árbol genealógico
Aunque no estoy libre de pegajosas adherencias machistas, en este caso referirme a la madre del susodicho tiene más que ver con su inteligencia (la de ella) imaginándola formando parte de "la camarilla" a la que se refiere el bocas ese.
No sólo no estás libre de pegajosas, y abundantes, adherencias machistas, sino que sigues sin entender (porque lo uno va con lo otro) que mentar a la madre de alguien para rebatirle NO es un argumento por mucho que luego hayas querido justificarlo.
Y me llama la atención que haya más gente a la que le parezcan bien ese tipo de groseros tics patriarcales: nivel culo, caca, pis
A ver la moderación: este comentario es insultante, machista y sobra aquí!!!!!!
Lo que sobra en este diario son "intelectuales" de tres al cuarto que vienen a vomitar su bilis contra Podemos. Critiquen cuanto quieran, duramente o no, pero eso sí, por favor, con educación. A los faltones coscorrones.
Y esto es lo agotador de la supuesta via revolucionaria actual. Mientras no ha hecho el minimo esfuerzo de agotar la via reformista (varios gobiernos en toda Europa, teniendo al frente por ejemplo a Podemos, Die Linke y Francia Insumisa) te hace una crítica a la totalidad sin aceptar matices que repercuten en la vida diaria de las personas y basada en señalar los mismos límites que a ellos les impiden llevar a cabo la tan ansiada revolución, pero que en su caso si sirven de justificación.
Eso sin olvidar que nadie por intelectual que pueda considerarse esta exento de las pasiones humanas, y que entre lineas es fácil entreverlas en ciertas interpretaciones maniqueas.
A veces convendría hablar con menos cinismo dentro de la izquierda cuando no estamos en 1917, ni desde la postura revolucionaria se esta poniendo el más minimo mimbre para acercarnos a ello.
La vía reformista quedó desacreditada tras el golpe del 73 de Chile y la traición de Tsipras
Lo que viene siendo un analisis de chichinabo vomitado por un cantamañanas que se cree plumilla intelectual.
Gracias al autor por atreverse a pronunciar que el rey está desnudo, es decir que la socialdemocracia española (psoe-sumar-pudimos) son la principal palanca de legitimación del régimen del 78. Habría que incidir en como Pudimos sirvió para descapitalizar a los movimientos sociales y a apaciguar el dinamismo social que emergió tras el 15m, y describir sin compasión alguna como en apenas unos años se reprodujo todo el repertorio de tics leninistas y jacobinos (liderazgo carismático y despótico, purgas de la disidencia, política conspirativa, centralismo, despojamiento del poder de las bases, ausencia total de democracia interna, debate ideológico y diversidad etc). Leninismo de la más baja estopa al interior y socialdemocracia de la más baja estopa al exterior o en lo programático. A lo que habría que añadir la muy baja catadura moral de los carismáticos líderes, ejemplificado en el traumático divorcio de los dos machos alfa fundadores. También habría que añadir un comentario sobre la deriva socialdemócrata de "los verdes" españoles: para que Sabanés y Uralde lograran su ansiado silloncito en la cámara destruyeron EQUO y toda la (poca) esperanza verde que había antes de la deriva belicista y casi nazi de la matriz alemana.
Pues sí, muchas gracias al autor por llamar al pan pan...
Y aprovechando las elecciones gallegas, yo no sé si el BNG será más de lo mismo, espero que no, pero estaría bien que Sumar y Podemos le facilitaran la presidencia de la Xunta.
Ninguna de las dos formaciones tiene posibilidades, y si de verdad es su interés servir al bien común que lo demuestren retirándose y pidiendo el voto para el BNG.
Si prefieren ser como el perro del hortelano pues ya tal.
Mentar al perro del hortelano es claramente un tic especista, joven.
No creo que se trate de policía del lenguaje, creo que es efectivamente un tic especista: el perro del hortelano es un noble animal al que no hay por qué aludir para señalar el comportamiento de politic@s que, por puro interés partidista y/o personal están dispuest@s a que el PP siga mandando en Galicia pudiendo ayudar al cambio con el BNG.
Ah, por cierto, mentar el árbol genealógico de la persona de quién discretas TAMPOCO es un argumento.
Lo del "árbol genealógico" era sarcasmo; no hace falta que me indiquen lo que es un ad hominen
Tienes toda la razón, pido perdón al perro del hortelano. Más aún cuando soy animalista: es lo que tiene la educación tradicional, que las frases hechas nos tienen colonizadas y tiramos piedras a nuestro propio tejado.
Lo de joven ya tal.