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Opinión
Un freno colectivo contra la autovía subfluvial

La encuesta EITB Focus, publicada recientemente, ha tenido la transición ecológica como uno de sus temas principales. La movilidad, además, ha llamado la atención de los medios que se han hecho eco de los resultados. Se nos hace imprescindible señalar lo parcial e interesado de la mayoría de las miradas y lecturas que se han replicado en las radios, televisiones y páginas web del ente público vasco.
Cerca de un 48% de las personas encuestadas se muestra favorable a seguir limitando el uso del coche frente a algo más de un 47% que quiere terminar con las restricciones. Un contundente 80% no está dispuesto a comprarse un coche eléctrico, aunque 7 de cada 10 piden más carriles bici. Más de la mitad apoya la creación de zonas de bajas emisiones en las ciudades de Euskal Herria y un preocupante 37% se muestra contrario.
A partir de aquí, el reparto de culpas. Que si gran conciencia ecológica pero cierta hipocresía, una cerrazón egoísta a cambiar nuestra forma de vida, etc. Es un marco, el de la responsabilidad individual, muy rentable para el sistema económico capitalista -después de más de dos décadas en su versión más individualista, el neoliberalismo- y muy cómodo para las instituciones, que se lavan las manos y practican el greenwashing a escala municipal, foral, autonómica y estatal.
El ejemplo más claro de esta clase de políticas-SUV es la subfluvial de Lamiako que planea construir la Diputación de Bizkaia
En efecto, las dos grandes ausencias de todas estas interpretaciones son las empresas y las instituciones. ¿Cuántas de las encuestadas pueden llegar a su lugar de trabajo en transporte público, sin que sea una odisea heroica?¿Cuántas de las empresas en las que trabajan tienen planes de movilidad? ¿Cómo valoran los ciudadanos los planes de la Diputación Foral de Bizkaia de construir una nueva autovía, la subfluvial de Lamiako, de más 800 millones de euros?
POLÍTICAS-SUV: elitistas y antiecológicas
El sector del transporte es el que más emisiones de gases de efecto invernadero genera en la CAPV, también en el resto del estado y la UE. La movilidad juega un papel clave en la economía actual: desplazamientos, transportes de mercancías, sectores industriales clave, empleo. La mayoría es consciente de que la crisis climática nos obliga a transformarla en el futuro próximo. También las empresas e instituciones, que hacen gala una y otra vez de un inmovilismo fósil cuando se ven afectados sus intereses económicos. Los repartos de dividendos y los presupuestos faraónicos para infraestructuras se imponen ante la urgencia climática.
En este sentido, las políticas de las instituciones vascas son muy parecidas a los automóviles SUV (vehículo deportivo utilitario, SUV por sus sigleas en inglés). Esos enormes coches de lujo, la última apuesta desesperada de la industria del automóvil, que llevan la pegatina de “híbrido ecológico” porque tienen 1 CV de potencia eléctrica. De esta forma pueden acceder a las zonas de bajas emisiones a pesar de que consumen más que otros vehículos más baratos. El ejemplo más claro de esta clase de políticas-SUV es la subfluvial de Lamiako que planea construir la Diputación de Bizkaia.
El PNV intenta justificar con argumentaciones ridículas que si el trayecto es más corto, se contamina menos, a pesar de estar sobradamente demostrado que construir la autovía subfluvial aumentaría el tráfico y las emisiones
Son elitistas porque la autovía subfluvial desviaría más 800 millones de dinero público para engordar los beneficios de las empresas constructoras afines, 800 millones que nos roban del gasto social. Nos hablan, por ejemplo, de un sistema de acogida tensionado como si no tuviese remedio, como si no fuera posible contratar más profesionales o invertir más dinero público. Además, las obras (explosiones, ruidos, polvo) harían inviable estudiar en la escuela y el instituto públicos de Artaza-Romo al menos durante 7 años.
Son antiecológicas porque perpetúan un modelo de movilidad centrado en el vehículo privado. Una política que debilita el transporte público y nos hace dependientes del coche, contaminando más y más cada año en plena crisis climática. Algunos políticos del PNV intentan justificar con argumentaciones ridículas que si el trayecto es más corto, se contamina menos. El efecto llamada que la construcción de nuevas infraestructuras genera está sobradamente demostrado. Construir la autovía subfluvial aumentaría el tráfico y las emisiones.
Freno de emergencia
El prisma de la responsabilidad individual a menudo nos conduce a callejones sin salida y provoca desánimo y frustración. Señalar a quienes sigue apostando por una movilidad cochecéntrica para enriquecerse es el primer paso para conformar una masa crítica que nos permita llevar a cabo las transformaciones que necesitamos sin dejar a nadie atrás.
Desde la plataforma Subflubiala Ez! lo tenemos claro: solo la acción colectiva puede detener las políticas-SUV de unas instituciones que aceleran ciegamente hacia el colapso, atropellando a quien quiera que se interponga en su camino. El sábado 14 de junio celebraremos la segunda acampada desobediente en el parque Artaza junto a otros agentes culturales de Romo, junto a profesores y alumnas de la educación pública. Una oportunidad inmejorable para conspirar, hacernos fuertes y convertirnos en el freno de emergencia colectivo que tanta falta nos hace.
Infraestructuras
Autopista al colapso
El caso de la Supersur es paradigmático de la política de transportes de las instituciones vascas.