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Andalucismo
Un marxismo propio. Prólogo a La hoz y el Olivo de Javier García Fernández
El presente texto que compartimos es el prólogo de Pastora Filigrana a la obra La hoz y el olivo. Ensayos de marxismo andaluz, publicado en 2024 por la editorial Bellaterra. La obra recoge una serie de ensayos que tratan de articular e inagurar un debate teórico y político sobre la formación de un marxismo específicamente andaluz.
Las palabras que comparto en este prólogo no son las de una historiadora, aunque se trate de un libro sobre historia, ni las de una investigadora académica, aunque el autor sea un académico. Mis palabras en este prólogo quieren acercarse a los temas que Javier refleja en este libro desde la praxis, desde la militancia. Y esa es la propuesta de la mirada marxista y decolonial que hace Javier, entender el pasado y el presente de Andalucía desde la praxis política, desde una militancia. Esa es la apuesta de la descolonización de Andalucía y esa es la apuesta que recorre toda la obra y la trayectoria de Javier, no sólo este libro.
Esta obra es un compendio de diversos ensayos y artículos científicos que pone en diálogo la tradición del marxista con el andalucismo político. La invitación que hace la obra es pensar Andalucía desde una perspectiva marxista, o por qué no, pensar el marxismo desde una perspectiva propia, desde una perspectiva andaluza.
Estas son las aportaciones del autor a un marxismo que bebe del pensamiento anti-colonial y decolonial, del andalucismo histórico o del marxismo del sur de Europa. Todas estas teorías, como dice Javier, encuentran en Andalucía un laboratorio de reflexión y una zona de paso en su tránsito del Sur al Norte. Sin duda esta es una de las aportaciones de la obra, proponer que Andalucía sea territorio de debate de las distintas corrientes de pensamiento crítico procedentes del Sur global. Pero además, Javier propone inaugurar la configuración de una corriente marxista propia. Un marxismo andaluz, un andalucismo marxista que se construya como teoría propa de las luchas sociales, populares y territoriales en Andalucía.
Sin embargo, creo que la aportación más importante es cómo lo hace y cómo esta propuesta teórica atraviesa su trayectoria académica y militante. Puedo decir esto porque he sido testigo y he compartido con Javier muchos momentos de militancia donde se han configurado las prácticas que han dado lugar a estas teorías. Cuando Javier termina su carrera, es un joven que participa en espacios políticos y sindicales del nacionalismo andaluz. Allí me encuentro con él, donde junto a otros jóvenes de la organización juvenil Jaleo, que militan en el Sindicato Obreros del Campo-Sindicato Andaluz de Trabajadores/as y proponen el Grupo de Estudios del SAT, un espacio de formación política, de construcción teórica desde las prácticas y luchas sociales del sindicato. Por lo tanto, esta conexión entre prácticas sociales, luchas sociales y producción de conocimiento ya ha estado presente en su trayectoria militante y científica. A través de nuestra militancia en el SAT hemos intentado juntos hacer lo mismo. Utilizar las teorías para explicar las realidades de injusticia social, pero también para transformarlas.
El pensamiento crítico marxista y decolonial me ha ayudado a comprender mejor la realidad andaluza y, en mi caso, la realidad del pueblo gitano. Para ambos, todas las teorías críticas que nos han sido útiles, ya vengan del marxismo, del feminismo o del antirracismo, han sido teorías renovadas por los pueblos del Sur. La decolonialidad latinoamericana, los feminismos antirracistas, la teoría anticolonial nos han dado ese otro marxismo, que nos ha permitido entender nuestra realidad, la realidad andaluza.
Durante mucho tiempo, ser de izquierdas o anticapitalista en Andalucía significaba rechazar lo andaluz, rechazar nuestra forma de ser y estar en el mundo, y comportarnos, copiar y reproducir las formas de ser anticapitalistas que venían de Madrid, Cataluña, el País Vasco o el norte de Europa. En muchos sentidos, el ser andaluz era inferizado y despreciado por las teorías sociales y el pensamiento crítico que venían de los centros de poder. Así que había que explicar muchas cosas, había que explicar que se podía ser feminista y anticapitalista sin renunciar a las prácticas vitales y códigos culturales propios de Andalucía. Porque muchos de los elementos y aspectos de la realidad andaluza estaban desprestigiados y ridiculizados, porque esas formas populares de los andaluces desafiaban un sistema hegemónico y por tanto eran vistas como peligrosas para el sistema y construidas como prácticas de vida subalternas. Esta hipótesis, que también he defendido y desarrollado en muchos lugares, es que el poder siempre reprime aquello que considera peligroso para su propio status quo.
¿Qué había de emancipador en estas prácticas de las mujeres andaluzas que tanto molestaban al poder hasta el punto de tener que ridiculizarlas? ¿Qué hay en Andalucía que moleste tanto al poder como para situarla en el lugar de lo ridículo, de lo subdesarrollado, de lo primitivo? Para responder a todas estas preguntas fue necesario resignificar muchas cuestiones no sólo desde lo simbólico, sino también desde lo material. Por qué el capitalismo tiene características propias en Andalucía, era una pregunta que se respondía desde la condición colonial y subalterna de Andalucía. Pero esta consideración colonial y subalterna de nuestra tierra se ha construido desde múltiples prácticas sociales, luchas, conversaciones, diálogos y procesos de producción colectiva de conocimiento.
La obra que hoy nos propone Javier, por tanto, recoge textos que quieren inaugurar una nueva propuesta teórica, la propuesta de un marxismo propio, un marxismo propiamente nuestro. Este marxismo andaluz que Javier propone tiene, además de su valor teórico y sociológico, el valor esencial de pensar la praxis, de pensar desde el compromiso militante con nuestra realidad, con la transformación de Andalucía.