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Política
Grande Marlaska, el ministro de teflón que el PSOE ampara
El politetrafluoroetileno, cuyo nombre comercial es teflón, fue descubierto en 1938. Es un revestimiento que evita que la comida se adhiera a las superficies de la olla y la sartén. Que las cosas no queden pegadas. Que no queden rastros permanentes. De ese material parecería estar hecho, como personaje político, Fernando Grande Marlaska. No hay controversia o cuestionamiento que ponga en duda su cargo al frente del Ministerio de Interior.
Su lugar ni siquiera ha estado ni por asomo en la danza de nombres que de vez en cuando ha surgido por los cambios en el Consejo de Ministros desde que es presidente del Gobierno Pedro Sánchez, hace ya casi cinco años. En todos los cambios al frente de carteras, nunca hubo filtraciones que lo pusieran en duda.
En los últimos días, dos hechos han vuelto a poner en la mira la labor de Interior. La primera es el vergonzoso ascenso otorgado en la Guardia Civil al teniente general Arturo Espejo, implicado en el caso de tortura y muerte del ciudadano vasco Mikel Zabalza en Donosti a manos de fuerzas de seguridad del Estado en 1985.
Ante una pregunta al respecto en el Senado, Marlaska defendió ese ascenso argumentando que no había ninguna resolución judicial. Caber recordar que Espejo era el agente instructor de la detención de Zabalza, es decir, uno de los guardias civiles que custodiaba a quien luego apareció asesinado. La senadora del PNV, Almudena Otalora, le dijo al ministro en el pleno que con ese nombramiento le “demuestra a la familia (Zabalza) que su tortura y muerte no tiene importancia ni merece verdad y justicia”.
Los familiares, de hecho, hicieron un acto público en Gipuzkoa en el que denunciaron sentirse ofendidos por este nombramiento. Desde el PSOE hubo silencio al respecto, excepto desde el Partido Socialista de Euskadi, que suele hacer alusiones explícitas a las investigaciones de violaciones a los derechos humanos cometidos en el marco de la lucha antiterrorista. El secretario general del PSE-EE, Eneko Andueza, dijo esta semana sentir “indignación y vergüenza” por el ascenso de Espejo. En Moncloa y Ferraz miran para otro lado.
Otro hecho de estos días: la inusitada represión policial en el barrio madrileño de Lavapies contra varias personas, entre ellas, la del premiado productor de cine Txepe Lara, de 75 años, cuya imagen de ser tirado al suelo para ser esposado por tres personas tuvo más de un millón de visualizaciones solo en Twitter. El director Alex de la Iglesia y el actor Juan Diego Botto, entre otras personalidades de la cultura, lo llamaron para expresar su solidaridad ante la notoriedad que cobró el hecho.
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Es cierto que los efectivos involucrados eran de la Policía Municipal, cuyo mando directo responde al alcalde Martínez-Almeida. También es cierto que Madrid no tiene poder de policía y que solo Euskadi, Navarra y Catalunya disponen de fuerzas de seguridad totalmente autónomas del gobierno central. De hecho, Lara fue llevado a una comisaría de la Policía Nacional en Moncloa, en donde también relató faltas de respeto por parte de algunos agentes. Silencio en el PSOE.
Un legajo nada envidiable
El cúmulo de controversias que va recabando Marlaska es quizás el mayor de todos los ministros que ha tenido Sánchez, aunque de él pocos piden la dimisión. Los grandes medios suelen ser, en comparación, menos hostiles con Marlaska y Margarita Robles que con otros ministros, también es algo evidente.
“Una vez fui a Marlaska cuando era vicepresidente y le mostré las imágenes de unas cargas policiales que me parecían excesivas y lo único que me respondió fue: confío en mi policía”, comentaba hace poco Pablo Iglesias en el programa de la Cadena SER donde es columnista. Que un ministro le responda a un vicepresidente y líder por entonces del socio de la coalición de Gobierno es representativo de la sensación de impunidad, o al menos exceso de confianza en su estabilidad en el cargo, que tiene el exjuez bilbaíno.
No lo especificó, pero es posible que Iglesias hiciera referencia en aquella oportunidad a la violenta represión de la Policía Nacional tras un mitin de Vox en Vallecas en abril de 2021. El conflicto se desató cuando Santiago Abascal intentó literalmente enfrentar a los manifestantes antifascistas y comenzó una batalla campal en la que hubo 35 heridos y cinco periodistas golpeados por efectivos mientras estaban en ejercicio de su trabajo. Tampoco allí Sánchez creyó que hubo motivos para algún cambio en la gestión de Interior.
Pero el mayor hito polémico es sin dudas la tragedia en la frontera de Melilla con Marruecos en junio del año pasado, que tuvo un saldo de al menos 23 personas fallecidas. En el Congreso, Marlaska fue tajante: no hubo muertos en el lado español y respaldó el accionar de la Guardia Civil en la valla. Sin embargo, la investigación sobre lo ocurrido encabezada por Lighthouse Reports, El País y otros tres medios internacionales aportó evidencias que apuntan a que al menos una persona murió en la zona española del recinto. La Fiscalía archivó la investigación y el PSOE respaldó al ministro.
Hay más, con Marlaska siempre más: en enero se conoció que cinco mujeres militantes a movimientos sociales catalanes se querellaron contra un policía nacional en los juzgados de Barcelona, acusándolo de haberlas utilizado y buscado “relaciones sexoafectivas” mientras estuvo infiltrado en sus entornos sindicales y sociales entre 2020 y 2022. El Govern de Catalunya pidió “respuestas urgentes” a Marlaska al respecto y diputados soberanistas y de Unidas Podemos firmaron una petición de comparecencia al respecto. También se supo de un caso similar en València por parte de un policía nacional. Marlaska defendió esto en sede parlamentaria y el PSOE lo respaldó, por supuesto.
También se puede mencionar el fallo del Tribunal Supremo que declaró nulo el cese del coronel Diego Pérez de los Cobos al frente de la Comandancia de Madrid en 2020. El ministro declaró que lo había decidido por “pérdida de confianza” en el alto cargo de la Guardia Civil y, si bien se puede coincidir en que Interior tenga la potestad de definir las cúpulas según su interés, también es cierto que el Alto Tribunal consideró ilegal las formas en que se hizo el cese. Lo polémico es que acabó admitiendo que la verdadera razón fue no haber informado a sus superiores del informe que vinculaba al delegado del Gobierno en Madrid con la presunta expansión del Covid por autorizar la marcha del 8M.
Otro aporte polémico de Marlaska al gobierno progresista es su posición con respecto a las modificaciones de la ley Mordaza. Varios grupos parlamentarios aliados al PSOE informaron fuera de micrófono en repetidas oportunidades que los propios socialistas admitían que el jefe de Interior era uno de los que abogaban por contener la reforma y que no se amplíe todo lo prometido en campaña.
“Bula presidencial”
“Marlaska se puede decir que tiene bula presidencial”, respondió el diputado de EH Bildu, Jon Iñarritu, preguntado por El Salto con respecto al ministro, en alusión irónica a ese documento pontificio estampado con tinta roja y que concede gracias y privilegios. “Se ha visto en la vergonzosa gestión de lo de Melilla y se ha visto en la obstaculización que hizo para que se derogue o reforma la ley Mordaza. El PSOE siempre dijo que era Interior el que se oponía a se modificara porque era importante para algunas asociaciones (gremiales de policías)”, añade.
El político, bizkaino como Marlaska, también deplora el nombramiento del teniente general Espejo y dice no sorprenderle la respuesta del ministro: “Él nunca reconoce un error ni hace autocrítica. Siempre saca pecho, defiende lo indefendible y puede llegar a extremos de relatos contradictorios, pero nunca recula”.
Sobre por qué Marlaska cuenta con este apoyo irreductible de un partido que se considera progresista, Iñarritu dice tener “la impresión que en el PSOE saben lo que conlleva la gestión de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y la preocupación que tienen por el ascenso de sindicatos y asociaciones de extrema derecha en el seno de la Policía y la Guardia Civil, por lo que deben creer que la mejor gestión de ese avispero la puede llevar a cabo una persona como Marlaska, que defiende actuaciones indefendibles o nombramientos que son impensables para un gobierno de izquierdas”.
Además, recuerda un dato no menor. El exjuez está vinculado a siete de las diez condenas del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo contra el Estado español por no investigar posibles delitos de torturas, la última de ellas en 2021. En el 70% de los casos que provocaron esas sentencias, el juez instructor era Marlaska. Otro dato: por el llamado Caso Segi, la organización abertzale declarada ilegal en 2012, la sentencia de la Audiencia Nacional, además de absolver a los 40 acusados, criticó a Marlaska por no haber tomado “medidas para evitar que los acusados fueran torturados para obtener una declaración” y dijo la propia AN que las declaraciones de algunos de los detenidos se hicieron “en un contexto inquisitivo y secreto sin ninguna garantía”.
Un ex alto cargo de este Gobierno que conoce bien a Sánchez y el trasfondo de Moncloa respondía preguntado por El Salto sobre Marlaska y si su estabilidad tiene que ver con que está al frente de Interior o por sí mismo. “La verdad es que no se animan a ponerle límites a la policía. Las cargas no las deciden los ministros, eso es así. El ministro podría enviar a los Delegados del Gobierno a los operativos para controlar lo que ocurre, pero no se animan. Tampoco a decirles a un alto cargo policial que si se excede en la represión es trasladado a Algeciras, por ejemplo, algo típico en estas fuerzas. Pues no se atreven”.
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Lo cierto es que Marlaska continúa indemne gracias a Sánchez y el PSOE y con las críticas de todos sus aliados políticos, incluyendo a Unidas Podemos. A fin de año habrá elecciones generales y con ellas, una nueva negociación de una investidura. Preguntado Iñarritu sobre si EH Bildu podría pedir a cambio de apoyar a Sánchez que no esté presente Marlaska en el Consejo de Ministros, responde: “Nosotros no entramos en negociaciones de quién debe estar o no en el gobierno, ni el gobierno actual es el de nuestros sueños. Nosotros, con los mimbres que hay, vimos que el menos malo de los cestos que se podía hacer es este y nos abstuvimos. Negociamos cada ley y cada medida, pero no somos quiénes ni hacemos el análisis de quién tiene que ser ministro”.
Sin embargo, matizó: “Pero indudablemente hay cosas de sentido común y llama la atención que no lleguen a esa conclusión sobre Marlaska los propios miembros del Partido Socialista”. Por ahora, el silencio de Ferraz sigue amparando al ministro más polémico.
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Desde el comienzo de la democracia, los ministros de interior han sido nombrados por su carácter de "locos ultras". Este señor ya lo había mostrado como juez apoyando al magnicida Trillo, y dando la espalda en su sentencia negativa como juez, a los familiares de los soldados españoles muertos en el Yav-42.
Los altos mandos de la Policía, el Ejército y la Guardia Civil son el núcleo duro de los restos del franquismo (incluso más duros que los del propio régimen genocida), no es algo coyuntural ni marginal, si el sistema no fuera en esencia absolutista y represivo estos criminales no tendrían razón de ser y mucho menos cabida en las instituciones y aparatos del Estado. Uno de los rasgos indiscutibles de la democracia es que los anti demócratas brillan por su ausencia. Que el lugar de Marlaska en el Consejo de Ministros es incuestionable para Sánchez, los socialistas y peperos se debe a que no existe ni justicia ni igualdad, y sobre todo, ni libertad. Vivimos en un sistema liberal autoritario. Dónde queda la famosa frase de Foucault que dice que 'el éxito del poder está en proporción con lo que consigue esconder de sus mecanismos'. En la era de la post-verdad, del absolutismo y ecocidio en la que nos encontramos el poder ha revertido esta afirmación que antes lo caracterizaba, para ahora enunciarla como: el éxito del poder está en proporción con lo que no esconde de sus mecanismos, lo que visibiliza, y es observado por la mayoría como legítimo y razonable.
"Ver lo que se tiene delante requiere un esfuerzo constante" (George Orwell, pseudónimo de Eric Arthur Blair).
Para ver lo obvio parece ser que se requiere (en este caso y muchos más también) de dotes sobrenaturales, propias de genios, etc.
¿Qué es lo obvio, "por consiguiente"?
Lo obvio es que esta gentuza que trabaja para el neoliberalismo (por muchas limosnas, o Ingresos Mínimos Vitales o etc. que prometan) se dedican a blanquear a lo que ellos eufemísticamente llaman "la ultraderecha", es decir, se están dedicando a blanquear al FRANQUISMO y todas las normativas y prácticas que les son propias: puro y duro terrorismo o aterrorizar, multar, perseguir, acosar, señalar de modo fascista-terrorista, etc. a cualquier disidente, librepensador, demócrata, repúblico, republicano, etc.
Es por ello precisamente (porque a ese blanqueamiento se dedican) que están ahí puestos los Marlaska, las cloacas del terrorismo de Estado (ellos lo llaman "policía patriótica", me parece), los NO-DO de la mafia oligárquica-megacriminal, etc., etc., etc., etc.
"Ver lo obvio requiere un esfuerzo ciclópeo", parece ser. Y se pierden en discusiones bizantinas, en esperar que los verdugos van a enmendarse, etc., etc., etc.
La policía está fuera de control en la represión de las manifestaciones porque el Ministerio del Interior, con Marlaska al frente, teme la reacción, la revuelta y la desobediencia de los mandos policiales de Jusapol. ¿Es así? Nido de cobardes en Interior y manadas policiales represoras amparadas por los jusapoles. Y todos contentos con la ley mordaza. ¡Qué deriva antidemocrática y autoritaria la del PXXE!