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Precariedad laboral
Las Kellys de Tenerife vuelven a las calles en lucha por sus derechos: 'No somos esclavas'
Más sobrecarga, más presión, contrataciones sin experiencia vía ETTs, así como salarios insuficientes han agotado la paciencia de un grupo que en su mayoría aplastante son mujeres. Playa de las Américas, corazón turístico de Tenerife, presenció la vuelta a las calles de las trabajadoras, en busca de la unión y la lucha por sus derechos.
“Cada jornada, terminamos reventadas”, “Trabajadoras, no esclavas”, “Los derechos no se negocian, se defienden”, estos son algunos de los lemas que el pasado 9 de noviembre se pudieron escuchar por las calles comerciales y hoteleras de Playa de las Américas, en Tenerife. Numerosos visitantes extranjeros, en sandalias y pieles rosadas por las temperaturas altas de la jornada, observaban atónitos, desde piscinas y balcones, la marcha de mujeres que protestaban a gritos por su explotación. Algunas habían acudido incluso en uniforme de trabajo, porque fueron directas a la manifestación al acabar su jornada. “Estamos reventadas, trabajamos medicadas” repetían los cánticos, muy identificadas todas con uno de los aspectos más graves de su situación: los graves problemas de salud que padecen, debido a unas condiciones laborales cada vez peores, con más presión, más habitaciones que limpiar, y en definitiva una sobreexplotación muy extendida en el sector hotelero canario, eufórico ante las cifras de ocupación de la temporada vigente.
“Somos un colectivo feminizado, precarizado y superexplotado, compuesto en su mayoría por familias monoparentales con cargas y miedo a perder el sustento de sus familias”
“A día de hoy estamos peor que cuando empezamos a luchar”, leyó en el manifiesto de la convocatoria Mónica García, creadora del colectivo K-SEA (Kellys se acabó) y presidenta de Kellys Unión Tenerife, “somos un colectivo feminizado, precarizado y superexplotado, compuesto en su mayoría por familias monoparentales con cargas y miedo a perder el sustento de sus familias”. Las asistentes, y los numerosos simpatizantes llegados desde otros rincones de la isla, aplaudieron y acusaron con nombre y apellido a uno de los responsables de esta situación: Jorge Marichal, presidente de la patronal hotelera de Tenerife, además de la confederación española CEHAT. “Marichal, ponte tú a limpiar” fue el coro elevado por las manifestantes frente a las oficinas de turismo en Tenerife, y uno de los hoteles que posee el empresario en la isla.
El conflicto de las camareras de piso tinerfeñas se suma al de todas las islas Canarias, y la crisis vivida también en Baleares y Cataluña. Al final, todo el sector hotelero español tiene en sus manos un conflicto grave, sin resolver desde la pandemia, cuando las empleadas aceptaron sacrificios que luego no han sido compensados con la reactivación firme del sector en esta temporada de 2023. Se trata de más de 200,000 camareras en toda España, de las cuales 15,000 se encuentran en el archipiélago canario. Por un lado, el sector hotelero de estas islas anunciaba cifras récord de reservas, y por otro se lamentaba de no poder contratar más camareras locales y estar valorando importar trabajadoras extranjeras. El motivo: acusan a las llamadas kellys de un enorme absentismo laboral, entre el 15 y el 20 por ciento. Las trabajadoras respondieron explicando que se debe a los problemas de salud generados por la sobrecarga de trabajo. Eso a pesar de que los problemas mentales, como la ansiedad y depresión, no se consideran de tipo laboral. ¿Cómo se puede resolver este conflicto enquistado y cada vez más profundo? La demanda principal es la reorganización y medición de los tiempos de trabajo, puesto que de ahí deriva todo lo demás.
Camareras de piso
Camareras de piso Cuando no puedes seguir trabajando pero los tribunales lo niegan
"Si se pide una medición de tiempos en el centro de trabajo, los técnicos de prevención los paga la empresa y nace la trampa de inmediato”: Sindicalistas de Base
Inspección de trabajo fake
Angelina Martín, actualmente delegada de Sindicalistas de Base, es una figura histórica del colectivo en Tenerife. Fundadora de Kellys Unión Tenerife, ha sido testigo y protagonista del proceso de desunión y enfrentamiento entre los distintos sindicatos, incluidos los de mayor representación nacional, como CC.OO. y UGT. Pero sobre todo ha observado de cerca cómo se ha conseguido burlar inspecciones, controles de salud en el trabajo, e incluso las convocatorias de huelga (estratégicamente colocadas en fechas que las trabajadoras no pueden ejecutar). “Si se pide una medición de tiempos en el centro de trabajo, los técnicos de prevención los paga la empresa y nace la trampa de inmediato”, nos explica Angelina. “Cuando hay una denuncia a la Inspección de trabajo, se vuelve a hacer la medición, va pasando el tiempo y al final, incluso si hay sanción, no se puede volver a denunciar el mismo centro de trabajo hasta que pase al menos un año”.
Se trabaja “sin pausa, ni para comer ni para ir al baño, lo que es inhumano. Para que se entienda, en 1998 yo trabajaba arreglando 11 apartamentos, y ahora tengo 21 en mi jornada”
El sector hotelero canario, en un camino similar a todo el Estado, está cada vez más dominado por grupos multinacionales, algunos en manos de conocidos fondos de inversión. Hay empresas independientes, también incluso locales, y toda esa diversidad se traduce en que las condiciones de trabajo, salario y salud sean muy distintas incluso en una sola isla, como Tenerife. Hay casos de hoteles en los que las trabajadoras han informado de turnos de limpieza de 52 habitaciones por persona. “Eso supone menos de 10 minutos por habitación”, nos explica Angelina, “sin pausa, ni para comer ni para ir al baño, lo que es inhumano. Para que se entienda, en 1998 yo trabajaba arreglando 11 apartamentos, y ahora tengo 21 en mi jornada”. Su horario actual es de siete y media a cinco de la tarde.
Un trabajo agotador
Con la excusa de la carencia de mano de obra, los empresarios han abierto un nuevo frente: la contratación por ETTs de trabajadoras extra. Tienen poca o ninguna experiencia, y la formación se asigna a las propias camareras de plantilla, lo que supone otra carga más. Los horarios se extienden fuera de registro (no existen las horas extra), aumenta el estrés y se crea una situación extraña entre las empleadas. Lo mismo sucede con la contratación de migrantes: debido a su situación delicada personal y familiar, junto al desconocimiento del idioma, son un grupo creciente que es proclive a la sumisión y la explotación porque tienen miedo de perder su puesto de trabajo. “Todas las que entramos de camareras tenemos un perfil de mentalidad de pobre, de sumisa”, apunta Angelina Martín, “y la que se rebela, no dura, porque se acaba quemando”.
“¡Somos máquinas! Hacemos de todo, un baile, poner un té, limpiar… ¡pero nos están reventando! Tengo 42 años y sufro artrosis, reuma, ciática… pero intento salir adelante”
Entre las asistentes a la protesta del 9 de noviembre en Las Américas se encuentra Yiyi, una cara conocida por su perfil de Tik Tok, en el que mezcla humor, canciones, bailes y demandas sobre las Kellys. Le acompañan Evenai y Yasmina, cómplices de contenidos en esta red social, en los que aparecen de uniforme, en sus rutinas de trabajo. “Gracias a Dios yo ahora estoy en un sitio con humanidad” apunta Yiyi, “pero apoyo a mis compañeras, porque conozco bien esa sobrecarga, acabar de trabajar y al sentarte en el coche echarte a llorar ¡dos horas! Pero hoy estoy bien y mañana no se dónde voy a estar”. Basta una imagen para entender lo que viven las llamadas Kellys (apodo que viene de Las Que Limpian, las quelis): “¡somos máquinas! Hacemos de todo, un baile, poner un té, limpiar… ¡pero nos están reventando! Tengo 42 años y sufro artrosis, reuma, ciática… pero intento salir adelante”. Esta profesional de muchos años no entiende que no haya mayor presencia de sindicatos y comités de empresa en muchos hoteles: “¿Quién manda ahí? ¡¿Dios?!” Se une a la conversación Yasmina: “en realidad, siempre hemos estado mal, porque las camareras de piso siempre hemos sido las sufridoras de los hoteles, las mal pagadas, las mal miradas, ¡todo!”.
Las Kellys
Siniestro laboral Muere una Kelly trabajando en un hotel de Tenerife
En ocasiones se ha utilizado la “invisibilidad” como una característica del trabajo de las camareras de piso: ese es precisamente el título, Las Invisibles, de la serie creada para la plataforma Showtime y protagonizada por Lolita. Curiosamente, casi ninguna de las Kellys contactadas ha visto esta ficción. En esta desinformada producción de Morena Films, que intenta ser una comedia social, se afirma ya en el primer episodio que una de las protagonistas lleva 30 años de camarera, que dedica diez minutos a cada habitación y que su triste récord son 32 en un día. El personaje de ficción fallece de un ataque al corazón mientras trabaja, como le sucedió a la camarera fallecida en Tenerife en agosto de este año.
“Solamente el 5% de las camareras llega a jubilarse en su puesto: las demás abandonan antes reventadas”, revela Angelina Martín, delegada de Sindicato de Base
Como se puede entender de lo recogido en las líneas anteriores, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Sobre todo en los años de trabajo, puesto que las estadísticas hablan de un brutal abandono antes de la jubilación, por incapacidad física de seguir en el tajo. “Solamente el 5% de las camareras llega a jubilarse en su puesto: las demás abandonan antes reventadas”, nos revela Angelina Martín. Es por ello que contar con jubilación pública anticipada a los 58 años es uno de los frentes esenciales de batalla, ya que se está intentando imponer planes privados para las trabajadoras.
Este otoño es un nuevo intento para elevar la voz, buscar la unión de todas las camareras de piso, y tal vez sensibilizar al nuevo gobierno de Pedro Sánchez, para que se establezca un método de medición público, neutral, que garantice un sistema justo de horarios y tareas, y un salario acorde. De paso, nos piden a todos quienes somos en algún momento cliente, un poco más de sensibilidad hacia su trabajo cuando nos alojamos en un hotel. Porque las Kellys no son las esclavas de nadie.