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Sienten “mucho miedo de la Policía”, reconoce un grupo de manteros tras la multitudinaria rueda de prensa ofrecida ayer por la plataforma Manteroekin Bat, que engloba a 52 colectivos de Bilbao. Denuncian la persecución policial a la que son sometidos sistemáticamente con uso de violencia física y verbal, retención de documentación y otros efectos personales e incautación de la mercancía. El Ayuntamiento es plenamente consciente de la situación y su decisión, tras cuatro meses de reuniones con la plataforma, ha sido no hacer nada. Ni siquiera ha implementado una medida para facilitar la higiene y el bienestar: ofrecer acceso a polideportivos municipales a los vendedores municipales que han venido de todo el Estado en Aste Nagusia para que pudieran asearse y descansar en condiciones dignas.
Bilbao
Bilbao Aste Nagusia termina con un pulso entre el Ayuntamiento y las comparsas por los manteros
El Consistorio presidido por Juan Mari Aburto (PNV) tampoco ha accedido a otra condición que años anteriores funcionaba tácitamente: establecer espacios para la venta segura dentro del recinto festivo, lo cual ha dado pie a situaciones como las del pasado domingo, cuando los comparseros crearon un cordón humano para defender a los manteros de los agentes municipales.
El resumen de la nota de prensa es sencillo de realizar, son palabras. Los manteros son personas que “solo hemos venido a buscarnos la vida y hemos dejado atrás a nuestra familia y hace tiempo que no recibimos ninguna ayuda”, expresan a El Salto tres de ellos, en representación de un grupo de veinte. Son los tres que mejor hablan castellano, ninguno de los veinte tiene papeles y, por tanto, requieren anonimato para ser entrevistados.
Venden bolsos, camisetas, pañuelos festivos. Algunos son falsificaciones, por lo que si les detienen tendrán un juicio por un delito penal. La venta ambulante de producto original origina una multa administrativa. A uno le han puesto una: 700 euros que no tiene ni tendrá. Por cada bolso vendido, ganan entre tres y cuatro euros, explican. Y cuando la Policía les incauta el género, hay veces que no consta en el atestado, como prueba policial. “Les regalan las camisetas a sus familiares y amigos”, alertan enfadados.
Pasan otras cosas aún más graves, advierten. La Policía no solo se queda con camisetas, también con todo lo que llevan encima, que suele ser todo lo que tienen. Resaltan que “una chica nos ayudó a nosotros de la Policía”, hace pocos días, antes de fiestas. Agradecen la complicidad ciudadana. Recuerdan que su vida es “muy complicada”.
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