Reino Unido
El Laborismo sin alma de Keir Starmer se prepara para gobernar después de 14 años de austeridad tory

El partido de la socialdemocracia británica se prepara para volver al Gobierno después de una larga travesía por el desierto. El programa con el que lo hará, no obstante, genera poco entusiasmo entre la izquierda.
Starmer / Sunak
Keith Starmer y Rishi Sunak son los candidatos de los partidos con más intención de voto en las elecciones generales del Reino Unido del 4 de julio de 2024.
4 jul 2024 00:00

La ciudadanía británica elige hoy jueves, 4 de julio, a los 650 diputados de la Cámara de los Comunes en total, 543 de Inglaterra, 57 de Escocia, 32 de Gales y 18 de Irlanda del Norte. El londinense Keir Starmer, líder del Partido Laborista es el gran favorito para ocupar Downing Street, 10 y acabar así con el dominio de los Tories, el partido conservador, que se prolonga desde la elección de David Cameron en el lejano 2010.

La encuestas sitúan a Starmer muy por encima en intención de voto que al líder de los tories, el actual premier, Rishi Sunak, que llegó a la presidencia tras la dimisión de la muy efímera Liz Truss y que ha sido el quinto primer ministro en ocho años. Las consecuencias del Brexit y la crisis económica son las principales causas de la anunciada debacle de los conservadores. Si las encuestas dan a Starmer en torno al 40% de los votos, los mismos sondeos dan apenas un 22% a la derecha.

El pasado mes de diciembre, el futuro presidente de Reino Unido sorprendió a propios y extraños con una alabanza de Margaret Thatcher en el Telegraph

En la propia bancada de los tories se asume que las elecciones “están acabadas”. Así lo escribió la exministra de Interior, Suella Braverman, y el actual ministro de Defensa, Grant Shapps, que ha volcado sus esfuerzos en pedir que no se otorgue una “súper mayoría” a los socialdemócratas. La realidad es que casas de encuestas como Survation han hablado de que los Laboristas pueden obtener 484 de los 650 escaños del próximo Parlamento británico.


Survation da como prácticamente seguro que los Laboristas obtendrán más diputados de los que consiguió Tony Blair en 1997. De hecho, estos sondeos, basados en más de 30.000 entrevistas sitúan el morbo en la posibilidad —pequeña— de que los Liberal Demócratas, dirigidos por Ed Davey en estas elecciones, sean la segunda fuerza en número de escaños (no de votos) y por tanto, la cabeza de la oposición en la Cámara de los Comunes.

Un tecnócrata sin sangre

Los resultados oficiales llegarán cerca de la madrugada —los colegios electorales en Reino Unido cierran a las 22h— y se espera que el mismo viernes el líder triunfante visite al monarca, Carlos III y se produzca el cambio de residencia y de guardia en la sede presidencial. Starmer tiene todas las papeletas para ser el primer Laborista en la oficina después de Gordon Brown. Abogado de causas pobres y exfiscal general de Gran Bretaña, de 61 años, Starmer, que ha recorrido un camino cada vez más hacia el conservadurismo desde sus posiciones oficiales, comparte con Sunak la característica de ser “un tecnócrata sin sangre” como caricaturizaba un artículo reciente de la web Politico o un “hombre que lleva el Estado en sus venas” como criticó Daniel Finn en Sidecar.

El pasado mes de diciembre, el futuro presidente de Reino Unido sorprendió a propios y extraños con una alabanza de Margaret Thatcher en el Sunday Telegraph. Un movimiento que situaba claramente a Starmer en el extremo centro, de donde el Laborismo pudo salir un breve lapso de tiempo bajo el mandato de Jeremy Corbyn.

Parece claro la situación económica de Reino Unido —el país entró en recesión a finales de 2023 y aun no se ha recuperado de la crisis de inflación— ha sido determinante para que el errático Sunak desfile hacia la puerta de salida. Pero la receta de Starmer no pasa por ningún giro: “A lo largo de la campaña electoral, el Partido Laborista ha evitado cualquier compromiso sustancial que se traduzca en una mayor inversión en servicios públicos”, escribía Sabrina Huck en el medio alternativo Red Pepper.

Desde su llegada a los cuadros de mando del Partido Laborista, Starmer se conjuró para borrar el legado de Corbyn

El modelo Starmer no parece tampoco dispuesto a tocar el hueso de la depauperación de las condiciones de vida de la población: las privatizaciones, que han afectado en los tiempos de la austeridad al tejido reproductivo de las islas, desde las residencias de mayores a los servicios de transporte, las escuelas, el acceso al agua o un sistema público de salud en constante deterioro. En 2021/22, antes de la última ronda de austeridad, casi un cuarto de la población de las islas vivía bajo el umbral de la pobreza: son 8,1 millones de adultos en edad de trabajar, 4,2 millones de niños y 2,1 millones de jubilados.

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El auge de Starmer a costa del ala izquierda de su partido

Fue como colaborador de Corbyn, para quien sirvió en el “Gobierno en la sombra” como secretario de la oposición para el Brexit, cuando Starmer se dio a conocer en la primera línea de la política. Pero, desde su llegada a los cuadros de mando del Partido Laborista, Starmer se conjuró para borrar el legado de Corbyn, a quien suspendió como miembro del partido como resultado de una turbia campaña de acusaciones por antisemitismo.

No ha sido la única purga llevada a cabo para borrar el izquierdismo en los socialdemócratas: bajo la misma acusación de antisemitismo, el Partido Laborista no permitió presentarse a la economista Faiza Shaheen y amenazó con el veto de Diane Abbot, histórica militante negra, exresponsable de Interior en la sombra, y finalmente candidata hoy por el distrito de Hackney North y Stoke Newington en Londres. Corbyn y Shaheen se presentan también, pero como independientes, el primero por Islington North y la segunda por Chingford y Woodford Green.

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El historiador David Edgerton planteó en Red Pepper los principios ideológicos básicos sobre los que se asienta Starmer y que dirigirán al Gobierno de Reino Unido durante los próximos cinco años. Bajo el liderazgo de Starmer, el partido, escribe Edgerton “ni siquiera pretende trazar una 'tercera vía', y mucho menos respaldar el liberalismo social y el internacionalismo pro-UE del Nuevo Laborismo, pero ha aprendido del Nuevo Laborismo (y de los conservadores) que un lenguaje político degradado, en el que la retórica política es radicalmente diferente de la realidad, funciona”.

“Creo que Starmer es un símbolo de todo lo que está mal en la política de este país”, ha sentenciado el candidato propalestina Andrew Feinstein, hijo de una superviviente del holocausto

Uno de los ejemplos lo daba el propio Starmer en el artículo citado, al plantear un programa de máximos en materia de migración de gobernar, dijo el que este viernes será primer ministro, “el Partido Laborista utilizaría toda la fuerza de los servicios de inteligencia y la policía británicos para aplastar a las bandas criminales que se enriquecen con la miseria del tráfico de personas, destruyendo así su malvado modelo de negocio”. Entre las críticas a los Conservadores, Starmer se refería al “modelo Ruanda” impulsado por Sunak y basado en deportar —previo pago— al país africano a aquellos migrantes en situación irregular que soliciten asilo, pero la crítica se dirige al modelo como un “truco” contable y no en función del ataque que supone para los derechos humanos.

En otro de los asuntos candentes de la agenda internacional, Starmer se pronunció en contra de que en la escuela se enseñe la “ideología de género” y su equipo ha tratado de atraer la aquiescencia de la conocida militante antitrans JK Rowling.

El discreto apoyo de Starmer al genocidio

Pese a que Starmer se ha visto obligado a abandonar su posición netamente proisraelí, que le llevó a decir el 11 de octubre de 2023 que Israel tenía derecho “a cortar el suministro de electricidad y agua a Gaza”, es palmario que ese posicionamiento es el mayor síntoma del malestar de los movimientos sociales, la Campaña de Solidaridad con Palestina, y la izquierda ante su elección. Desde esas declaraciones Starmer ha tratado de rebajar el apoyo cerrado, abriéndose a la posibilidad de reconocimiento de la solución de los dos Estados y a “limitar” la venta de armas a Israel, que el Gobierno de Sunak ha mantenido a pesar de las presiones.

El presidenciable Laborista, de hecho, se la juega en su propio distrito, Holborn y St Pancras, contra varios candidatos independientes. Uno de ellos, Andrew Feinstein, hijo de una superviviente del holocausto, ha criticado que Starmer haya “respaldado la posición indefendible del gobierno conservador sobre la crisis, en lugar de exigir el fin de la matanza, la ocupación y el apartheid, la única ruta hacia una paz justa en la región”. Feinstein ha denunciado asimismo el uso del concepto de antisemitismo empleado por el candidato a presidente y ha dejado una sentencia que deja poco lugar a la ambigüedad: “Creo que Starmer es un símbolo de todo lo que está mal en la política de este país”.

El nuevo partido de Nigel Farage se ha centrado en el discurso antimigratorio para capturar cuota de pantalla y expectativas políticas a medio plazo

En cualquier caso, la alternativa sostenido por el partido verde, los Greens, puede desbancar a los candidatos laboristas en una serie de distritos izquierdistas, pero aspira únicamente a duplicar su modesto resultado de 2019, cuando obtuvo un escueto 3% de los votos.

Pese a que las encuestas indican que los Liberal Demócratas pueden obtener un buen botín en escaños, casi con total seguridad la tercera fuerza en votos será el Partido Reformista del polémico Nigel Farage, figura clave en el Brexit con su anterior partido, UKIP. Después del Brexit, y a la vista de unos resultados económicos que no eran la panacea que se prometió en campaña, el partido de Farage se ha centrado en el discurso antimigratorio para capturar cuota de pantalla y expectativas políticas a medio plazo.

El hundimiento tory permite a los de Farage esperar un resultado en torno al 15%, mucho mejor que el 2% obtenido en las elecciones post-salida de la UE. Algo que, por el sistema electoral de Reino Unido, no se plasmará en un número significativo de escaños, pero que puede ayudar a los de Farage a crecer a costa de los Conservadores con vistas a futuro.

El barrido de los Laboristas también amenaza con superar al Partido Nacional Escocés (SNP), que podría perder más de 30 diputados en la jornada del jueves al viernes. John Swinney, el candidato del SNP afronta las primeras elecciones tras la dimisión de Nicola Sturgeon, que consiguió 48 diputados en las elecciones de 2019. Las cartas parecen echadas para que, siguiendo una lógica turnista, los socialdemócratas canten una victoria que se debe más a la descomposición tory que a un plan para modificar el rumbo del primer aliado de Estados Unidos en la vorágine de crisis global.

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Craqdi
Craqdi
4/7/2024 17:13

Oh my good porfin un cambio más progresista ya era hora de qué cambien los aires en Reino Unido

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