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Salud
Contra el modelo gerencialista y neoliberal en la Atención Primaria de Osakidetza
Nadie puede acusarnos de no haberlo avisado. En mayo de 2020, en pleno comienzo de la pandemia por Covid-19, las aquí firmantes escribimos un artículo denunciando que los recortes y el techo al gasto público impuesto por la austeridad condicionarían toda posible respuesta de nuestro sistema de salud público. Por aquel entonces nos encontrábamos con un sistema de Atención Primaria que arrastraba un déficit estructural tanto de inversión como de personal. Lógicamente, no extraña que haya terminado sobrecargado, agotado y exhausto; siendo incapaz de otorgar una mínima calidad asistencial y generando un agotamiento tanto mental como físico en la plantilla.
Esta situación ha pasado de ser un análisis sindical a convertirse en el discurso oficial. Más aún, cuando el Gobierno Vasco ha cambiado una vez más los protocolos de salud, asumiendo así el colapso sanitario y apostando por el dogma neoliberal por antonomasia: el autocuidado. No existe estrategia concreta alguna contra la pandemia y los responsables políticos se han visto sobrepasados por la crisis sanitaria. En el mejor de los casos, los protocolos de autocuidado obligan a la persona que se encuentre con Covid a tener que gestionar de manera individual todos los problemas derivados, desde la baja laboral hasta las labores de rastreo de todos sus contactos. Como si cualquier persona en esa situación tuviera las ganas o las fuerzas físicas suficientes para realizar estas tareas y rellenar los formularios en la web de Euskadi.eus.
No existe estrategia concreta alguna contra la pandemia y los responsables políticos se han visto sobrepasados por la crisis sanitaria.
Para evaluar la manera en que se ha llevado a cabo la gestión de la pandemia y ponderar sus resultados, sin duda debemos valorar si los recursos disponibles han sido los adecuados para combatir esta crisis sanitaria histórica. También debiéramos analizar qué factores han contribuido a que la respuesta sanitaria no esté siendo todo lo satisfactoria y adecuada que podría y debería ser, pese al tremendo esfuerzo de los profesionales de nuestra sanidad pública y los servicios básicos.
La hegemonía del modelo economicista
Desde los años 90, y de la mano de un Iñaki Azkuna que ocupaba la consejería de Sanidad, Osakidetza ha ido abandonando el modelo de salud comunitaria de Alma Ata para abrazar el economicismo y gerencialismo. Este modelo es propio del neoliberalismo, pues busca la constante reducción de gastos, sometiendo a los y las profesionales sanitarias a una situación de sobrecarga que relega la relación con los pacientes, la prevención y la salud pública. También olvida y margina el modelo comunitario de salud.
Esta dinámica nos ha llevado a un modelo hospital-centrista, con inversiones astronómicas en súper tecnologías y grandes obras de infraestructura donde hacen ganancia cierto tipo de pescadores o contratistas. Además, ello da lugar una especie de solucionismo tecnológico sanitario: la sobreutilización de las tecnologías provoca más problemas que soluciones, como el sobrediagnostico de determinadas enfermedades, a saber, la detección de lesiones que con gran probabilidad no van a afectar jamás la calidad de vida los pacientes, pero que son tratadas con todo el arsenal terapéutico del que disponemos. Se genera así un aumento de gasto en la atención hospitalaria en detrimento de la Primaria.
las consecuencias del modelo neoliberal son la privatización del sistema sanitario y el sometimiento a las políticas empresariales
Naturalmente, las consecuencias del modelo neoliberal son la desregulación y privatización del sistema sanitario, el sometimiento a las políticas empresariales, la pérdida y deterioro de los derechos laborales de los y las sanitarias, así como el paulatino agotamiento del modelo actual de Primaria, el aumento del gasto sanitario innecesario y el deterioro de la calidad y el acceso a los servicios para la población.
Atención Primaria, puerta de entrada y dique de contención.
En esta crisis parece haberse olvidado que la atención primaria es el principal punto de atención a la hora de combatir la pandemia. No lo son ni las Ucis, ni los hospitales, sino el nivel básico. Ello es fácilmente corroborable si nos fijamos en que la práctica totalidad de los casos de covid han pasado antes por Atención Primaria. Por otro lado, solo una pequeña parte han acabado hospitalizados en planta y aún menos todavía han sido ingresados en la UCI. Y lo que es más importante: sin el esfuerzo de la Atención Primaria, el ámbito hospitalario habría colapsado en la primera ola.
actualmente nos encontramos en una situación reconocida de colapso de la Atención Primaria
Como decíamos, actualmente nos encontramos en una situación reconocida de colapso de la Atención Primaria, a lo cual debe añadirse un debate sobre libertades individuales y responsabilidad comunitaria de los individuos. Nos encontramos también con planteamientos problemáticos procedentes de determinados sectores médicos, quienes exigen normalizar las nuevas olas, planteando para ello que a partir de ahora podamos considerar al Covid como una simple gripe.
En ESK pensamos que no se puede trabajar con la hipótesis de que nos encontramos ante el final de la pandemia. Nadie tiene una bola de cristal y especular implica generar incertidumbre. También puede dar pie a mayores recortes en las plantillas.
El Covid es un virus que muta continuamente, contagia a todas las comunidades, genera incapacidad con los casos persistentes y lleva 6 o 7 olas no-estacionales. Si bien la variante actual, Omicrón, es más infecciosa y aparentemente más leve, en toda Europa está mandando a la población a las UCIS y sigue muriendo gente. Además, uno de cada seis o siete contagiados de Omicrón pasarán a ser Covid persistente. Por lo que nos parece una irresponsabilidad bajar la guardia antes de tiempo.
Qué hacer
Es el momento de la salud comunitaria; de generar y apostar por la participación ciudadana e implicar a la población en la responsabilidad social e individual en el control de los contagios. Necesitamos fortalecer la atención primaria de salud, contando así con el apoyo del 25% del presupuesto total, desburocratizar y descentralizar, impulsar la actividad comunitaria y la coordinación con los hospitales, y aumentar su capacidad resolutiva. Además, hemos de incorporar la Salud Pública y las estrategias de promoción de la salud a la dirección de todas las Organizaciones Sanitarias Integradas.
Desde ESK decimos “¡basta!” y planteamos que debemos “parar para poder arrancar”, pues no vamos a seguir aceptando esta situación. Planteamso dos opciones. Por un lado, los responsables políticos pueden dar un giro, asumir la necesidad de invertir en la Atención Primaria, dimensionándola adecuadamente y dotándola de recursos, con verdaderos planes de actuación que la proyecten hacia un modelo de sanidad pública universal y enfocada a la comunidad. Por otro lado, hay que PARAR con una HUELGA de varios días en Atención Primaria. Desde la parte sindical, asociaciones de Vecinos, Plataformas de Profesionales, tenemos que decir que hasta aquí hemos llegado, que la salud es un derecho y que la Atención Primaria se defiende.