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Teatro
Las Caminantas, o cuando las que cuidan ponen sus vidas en el centro del escenario
13 mujeres sonríen ante una sala llena a rebosar. La gente se levanta, aplauden a rabiar, la emoción circula por todo el espacio: está en el rostro del grupo de mujeres migrantes, trabajadoras del hogar y los cuidados, a las que acarician los focos después de estrenar su obra en el Teatro del Barrio, está en las sonrisas de las dos directoras escénicas que las acompañan en este camino, y también está en los rostros del público, contagiado de indignación, nostalgias y alegrías. Se fue el país y quedamos nosotras se llama esta propuesta que ha abarrotado el emblemático espacio de Lavapiés —Premio Nacional de Teatro 2024— durante tres sesiones, el pasado fin de semana. Mañana, 2 de octubre, será la última función. Por ahora.
Provenientes de Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Honduras, El Salvador y España, estas 13 mujeres llevan años cocinando a fuego lento, con la ayuda de Pamela Palenciano y Laura Pacas, este texto en el que se entrelazan sus historias, que conjugan en 75 minutos esperanza, añoranza, miedo, tristeza, rabia, denuncia y sororidad. Del otro lado, una Ley de Extranjería que permite limbos de explotación laboral, empleadores que te dicen que eres de la familia hasta que toca prescindir de ti, madres y padres a los que se echan de menos, hijos e hijas a los que se cuida a través de un teléfono. Todo eso está en Se fue el país y quedamos nosotras, pero también el humor compartido, el avanzar juntas, el arroparse.
“Ha sido una mezcla de sentimientos, de emoción, de nervios, de alegría. También de recordar todo esas vivencias, y eso también a nosotras nos ha removido”, reflexiona una de las mujeres que aparecen en escena, la hondureña Marina Díaz, “o sea, aunque el teatro nos ha ayudado para sanar, todo esto está siempre en nosotras”, matiza. Luego evoca los aplausos y las felicitaciones, la sensación de que han tocado al público con sus historias, que hay entre quienes han ido a verlas mujeres que han pasado por lo mismo. Y concluye: “la verdad es que ha sido emocionante, ha sido maravilloso”.
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Un largo camino
Antes de que Las Caminantas Zaida Palomares, Gladys Quezada, Ana Isabel Pacheco, Jhenny Cueva, Graciela Oliveros, Inés Oliva, Marina Díaz, Rosario Jódar, Maria Veroes, Cristina Burgos, Ely Salamanca, Delia Servín y Alicia Pacas debutaran en el Teatro del Barrio, ya llevaban mucho tiempo caminando.
Empezaron como un sueño que aún no tenía nombre, del encuentro —allá en 2016— entre tres mujeres centroamericanas que no se conocían de nada, pero a quienes el asesinato de Berta Cáceres les agitó la necesidad de contar lo que pasaba en sus países, las vulneraciones de derechos humanos, cómo la situación forzaba a tantas a migrar, como acababan sin papeles trabajando en un sector en el que quedaban expuestas a todo tipo de abuso. Estas tres mujeres eran Jamileth Chavarria —activista de los derechos de las empleadas del hogar y los cuidados— Alicia Pacas, y la propia Marina. Fueron estas dos últimas las que apostaron por el teatro. “Empezamos a decir: tenemos que hacer algo, tenemos que luchar y tenemos que buscar una herramienta que nos permita visibilizar esas realidades”, explica Marina. Ya desde ese momento, soñaban con que su obra fuera potente, que se viera en muchos espacios, y también, ¿por qué no?, en El Teatro del Barrio. “Nosotras soñamos en grande porque, como decimos, como digo, los sueños se cumplen trabajándolos”.
Y para trabajar por ese sueño encuentran las primeras cómplices: la actriz y dramaturga Pamela Palenciano y el escritor Iván Larreynaga se encargan de dirigir los primeros ensayos. Son en el espacio social La Brecha, en Vallecas. Después se dan más pasos, en 2019 Marina y Alicia, apoyadas por Iván y Pamela presentan un proyecto al grupo Turín —Plataforma por los derechos de las empleadas del hogar y los cuidados— del que forman parte las dos activistas. Consiguen financiar talleres de teatro en otro espacio aliado, también surgido de la lucha de las mujeres del sector, un centro de empoderamiento para el colectivo, el CETHYC. De ahí saldrá justo lo que soñaban, un obra de teatro que sea una herramienta para contar lo que las trabajadoras del hogar y los cuidados tienen que contar, y no lo harán solas, Pamela y Laura se encargarán de la dirección artística. Se estrenarán con una propuesta escénica que presentarán en el segundo Congreso de Trabajadoras del Hogar y los Cuidados en España, organizado por el Grupo Turín en 2019.
Después, las trabajadoras querrán más: apuntan a crear su propia obra de teatro, y se preparan para ello en los parques, cuando no tienen dónde ensayar, antes de encontrar casa temporal en el Espacio de Igualdad Elena Arnedo. El covid19 les manda a casa, obligándoles a hacer ensayos virtuales, y luego por fin, se reencuentran presencialmente. Ese grupo que vuelve a verse ya son Las Caminantas.
“Para nosotras el contar con dos directoras maravillosas como son Laura y Pamela ha sido fundamental para poder construir nuestra obra de teatro, porque ellas se han puesto en nuestros zapatos, no han sido como directoras, han estado con nosotras”, explica Marina mientras hace memoria de todo lo compartido estos años: “Hemos llorado, nos hemos enfadado, nos hemos reído, hasta hemos querido tirar la toalla. Ese proceso lo han vivido ellas, escuchándonos y acompañándonos”.
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No han estado solas
Es así, en común, tejiendo redes, que los proyectos se van materializando, considera Marina, y agradece a Pamela el haber posibilitado estrenar el Teatro del Barrio, “es como su casa”, bromea. También está el grupo Turín con ese apoyo inicial, y el Espacio de Igualdad que les cedió sus instalaciones, y la ONG Entrepueblos que apoyó con el rodaje del documental que les dedicaron Las Caminantas, o el Fondo de Mujeres Calala, que también estuvo ahí. Complicidades diversas y necesarias para salvar las brechas derivadas de ser migrantes y trabajadoras del hogar y los cuidados, sin fácil acceso a espacios, sin casi tiempo para juntarse y ensayar. “Los proyectos sociales no se pueden lograr si no hay un apoyo, un acuerpamiento, un acompañamiento y una solidaridad. Y eso es lo que nos ha ayudado”, explica Marina. Y amplía, no se quiere dejar a nadie. También el apoyo de las familias, esas familias que vivieron con ellas las historias que se cuentan, les ha resultado fundamental.
Y dentro del grupo, ayudarse las unas a las otras, era una parte central del proceso. Se ve en escena sin más explicaciones: una de las Caminantas tiene dificultades para moverse. No importa, las demás la ayudan a desplazarse en una coreografía colectiva y orgánica. “Se luchó para que ella pudiera participar dentro de la obra. Eso es inclusión, la sociedad no debe de excluir a los adultos mayores por sus limitaciones o por su condición física”, fundamenta Marina. Evoca a tantas empleadas del hogar y los cuidados jubiladas, aisladas e invisibles, e insiste en lo importante que es escuchar sus historias: “Nosotras no buscamos que las personas sean profesionales para participar en la obra de teatro. Queremos construirla desde nuestras propias capacidades y limitaciones”.
Cinco años después de haber iniciado este proyecto, Marina considera que la preparación de la obra ha durado lo que tenía que durar: lo importante ha sido el camino de Las Caminantas, “ese proceso es el más enriquecedor, el que nos ha ayudado a sanar, a sacar todo eso que tenemos dentro”. Un mundo real y personal que las mujeres ofrecen generosamente a quienes les observan desde las butacas, retazos de abusos y dolor, un relato coral, horizontal, revolucionario, sobre lo que no debería pasar en esta sociedad, sobre lo que estas mujeres hacen para cambiarlo. Una experiencia que las ha unido a todas, y que esperan que se prolongue en el tiempo, y que continúe también de la mano de sus directoras porque, como concluye esta trabajadora “quien camina con nosotras también forma parte de nuestra historia”.