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Transexualidad
Presentación en Mérida del libro “La doble transición”, una historia de la lucha trans
Libro necesario, fundamental para conocer la historia por la libertad, para dignificar y homenajear al colectivo trans, pioneras de las luchas LGTBI y, sin embargo, muchas veces las grandes olvidadas. Aprovechamos, además, para exponer la situación en Extremadura de las personas transexuales.
Tras el éxito que está teniendo el libro La doble transición y las presentaciones por localidades de toda la geografía española, por fin recaba en la ciudad de nacimiento del autor, Mérida, acto que tendrá lugar el jueves 28 de febrero a las 20:30 horas en La Librería. Dicho autor, Raúl Solís Galván, es periodista de profesión especializado en reportajes en profundidad sobre pobreza, exclusión y precariedad laboral. El libro ha sido financiado mediante una campaña de crowdfunding para la cubrir los gastos de la edición y una parte de la recaudación va destinada a la defensa de los Derechos Humanos y la integración de las personas transexuales.
Raúl nos acerca a la lucha por las libertades, al desafío, como afirma Mónica Oltra en el prólogo del libro, a un régimen y sociedad bajo las normas y valores del patriarcado, el machismo y la lgtbifobia, del androcentrismo y la misoginia. Y todo ello a través del relato ameno, conmovedor y con gran dosis de empatía, comprensión y complicidad por parte del autor de las vivencias, luchas y sentimientos de ocho mujeres transexuales pioneras y valientes durante el tardofranquismo, la transición y la posterior democracia española, que llegó con mucho más retraso a las personas transexuales.
Ley Trans
“Podemos ha secuestrado nuestros derechos al dejar la Ley Trans en un cajón”
La Plataforma Trans ha pedido a Unidos Podemos, que registró la ley el 23 de febrero de 2018, que se comprometa a volver a hacerlo tras las elecciones. La convocatoria de elecciones generales deja sin salida este texto, surgido del trabajo de personas trans para garantizar sus derechos.
Rescata del olvido en un ejercicio de catarsis y valentía las historias de ocho mujeres transexuales nacidas entre el año 1943 y el 1959, las historias de Silvia Reyes, María José Navarro, Miryam Amaya, “La Petróleo”, “La Salvaora”, Soraya González, Mar Cambrollé y Manolita Saborido, cuando aún no se utilizaba la palabra transexual y eran tildadas con apelativos como marica, maricón, sarasa o bujarrón.
Como narra Raúl Solís en la introducción del libro, las personas trans fueron las pioneras de la lucha por la libertad afectivo-sexual, las que estuvieron al frente de las movilizaciones el 28 de junio de 1969 en Stonwell o en la cabecera de la primera manifestación del Orgullo que tuvo lugar en España, la celebrada en Barcelona en 1977, dando la cara en una época en la que ello conllevaba duras consecuencias. Incluso, como cuenta una de las protagonistas del libro, Silvia Reyes, la primera manifestación del Orgullo no fue la del año 77 sino la de 1976, también en Barcelona, y que estuvo protagonizada exclusivamente por mujeres transexuales, aunque dicha fecha haya sido en gran parte olvidada por el relato oficial.
La primera manifestación del Orgullo no fue la del año 77 sino la de 1976, también en Barcelona, y que estuvo protagonizada exclusivamente por mujeres transexuales, aunque dicha fecha haya sido en gran parte olvidada por el relato oficial
Como sigue contando en la introducción, el colectivo trans fue el que más se visibilizó y expuso en la lucha por la libertad, las grandes castigadas de la dictadura y, sin embargo, las grandes olvidadas de la democracia. El autor llega a la conclusión de que han sido borradas y olvidadas por la historia básicamente porque son pobres y no sirven de reclamo para las grandes marcas comerciales, y porque su condición de mujer las convertía en unas traidoras de las reglas patriarcales.
CONDENADAS A LA PROSTITUCIÓN O ESPECTÁCULOS
Al cerrarse las puertas del mercado laboral al colectivo trans, y más en una época tan dura con el final del franquismo y comienzo de la democracia, la gran mayoría de las transexuales fueron condenadas a ser prostituidas o al mundo del espectáculo, como se dice en el libro, deseadas de noche y odiadas de día.Así, por ejemplo, Silvia Reyes pudo haber sido un médico de éxito pero le quisieron obligar, para optar a una beca de acceso a la universidad, a dejarse barba y vestirse como un hombre, cosa que no estaba dispuesta a hacer porque suponía renunciar a su dignidad y a su sexo sentido, algo que se repitió cuando intentó buscar diferentes trabajos. Igualmente, a Myriam Amaya le hubiera gustado trabajar de cocinera pero no le dieron otra oportunidad que trabajar como prostituta o en el mundo del espectáculo.
Otras de las protagonistas del libro desarrollaron parte de su actividad profesional en el mundo del espectáculo. Manolita Saborido, tras alternar con diferentes trabajos precarios pasó a una exitosa carrera artística que le llevaría por toda España y diferente países, así como empresaria de locales de ocio. María José Navarro pasó por diferentes trabajos esporádicos antes de comenzar a imitar a Isabel Pantoja. Por su parte, las gaditanas “La Petróleo” y “La Salvaora” se integraron en un cuadro flamenco, las Folclóricas Gaditanas, con el que se convirtieron en estrellas de la copla, actuando también por tierras extremeñas. Fruto del cariño que se les tiene en Cádiz se les homenajeó y dignificó en un pleno extraordinario convocado por el actual alcalde de Cádiz, Kichi.
Quizás una de las excepciones fue Mar Cambrollé, que comenzó con un puesto ambulante de artesanía y siguió de manera exitosa como empresaria en un local, aunque trabajó durante un breve periodo de tiempo como prostituta.
Desde muy jóvenes empezaron a tomar hormonas de manera clandestina, se autohormonaban, con el grave riesgo para su salud que ello suponía
Fruto de esta exclusión laboral y de trabajos realizados al margen de la economía formal, las personas trans, como se refleja en algunas de las protagonistas del libro, han de sobrevivir ahora con escasas pensiones. Por otro lado, desde muy jóvenes empezaron a tomar hormonas de manera clandestina, se autohormonaban, con el grave riesgo para su salud que ello suponía.
CÁRCEL Y DETENCIONES
Como afirma Raúl Solís, las personas transexuales han sufrido un “apartheid” social, laboral, afectivo, político y mediático. Una represión que llegaba hasta los aspectos más cotidianos, pero que llegó quizás a su punto álgido con las numerosas detenciones y estancias en prisión por su mera condición y forma de ser.Así, por ejemplo, Silvia Reyes estuvo recluida en la tristemente conocida cárcel de Badajoz y de detenciones en comisaría no recuerda, pero afirma que fueron más de 50, simplemente por su forma de vestir, andar o comportarse, amparado, primeramente, bajo el delito de peligrosidad social y, después, por el de escándalo público, que no fue eliminado del Código Penal hasta el año 1988.
María J. Navarro fue trasladada a comisaría con tan solo 12 años al ser vista con un chico con el que había tenido un escarceo en el parque. Soraya González recibió una buena paliza de su padre a la edad de los 13 años, la misma edad a la que empezó a ser detenida y llevada a la comisaría que había en Triana. Afirma que en un mismo día le detuvieron hasta 14 veces. Porque otro de los aspectos más duros que tuvieron que soportan las personas trans fue el rechazo, e incluso palizas, de su familiares más cercanos. Una honrosa y aleccionadora excepción fue la de Myriam Amaya, la pequeña de los Amaya, que demostraría la tolerancia y comprensión de una familia gitana y humilde hacia su hija trans.
ACTIVISMO
Algunas de las protagonistas del libro fueron pioneras en la lucha a favor de la libertad afectivo-sexual, estando presentes e incluso organizando las primeras movilizaciones. Quizás el referente más conocido es la sevillana Mar Cambrollé, precursora del Movimiento Homosexual de Acción Revolucionaria de Andalucía, que convocó la primera manifestación del Orgullo andaluz y que desde 2007 preside la Asociación de Transexuales de Andalucía y desde 2018 es también la portavoz de la federación estatal Plataforma Trans.Otro de los aspectos más duros que tuvieron que soportan las personas trans fue el rechazo, e incluso palizas, de su familiares más cercanos
Del mismo modo, Myriam Amaya participó en la primera manifestación de Barcelona y es fundadora de Visión Trans, una entidad de Aragón de defensa de los derechos trans. Silvia Reyes, por su parte, estuvo presente en esa misma manifestación y sigue implicada en el activismo a favor de las personas transexuales.
Pero el verdadero activismo o revolución que llevaron a cabo las protagonistas del libro, y otras tantas personas trans anónimas, es, como muy bien refleja Raúl Solís, su propia vida libre, actuando conforme al sexo sentido, sin símbolos, manifiestos ni discurso político, abriendo espacio en el estrecho cerco del entramado moral, religioso e ideológico del momento con su alegría, irreverencia, picardía y naturalidad.
EXTREMADURA
Aunque no es la pretensión del libro reflejar la realidad concreta de ningún territorio, aprovechamos para dar algunas pinceladas de la situación trans en Extremadura. Si, como hemos comentado, la primera manifestación del Orgullo tuvo lugar en Barcelona en el año 1977 y al año siguiente se produjeron sus réplicas en diversos puntos del territorio peninsular, es significativo que, como publicamos en El Salto, en Extremadura la primera manifestación del Orgullo no se celebró hasta el año 2018.En este mismo sentido, Extremadura fue la última Comunidad Autónoma en contar con una asociación o colectivo LGTBI, en concreto “De Par en Par”, actualmente inactiva. En cuanto al tema específico de la transexualidad, las diferentes colectivos LGTBI lo abordaron, incluso con área específica en asociaciones como Fundación Triángulo Extremadura, y ya en 2017 nace en Extremadura la delegación regional de Chrysallis, Asociación de Familias de Menores Trans.
En Extremadura la primera manifestación del Orgullo no se celebró hasta el año 2018
Quizás este retraso en la lucha por los derechos de las personas trans en Extremadura sea debido al mayor peso de las tradiciones, el control social y la presión familiar, lo que conllevó un significativo nivel de emigración a núcleos urbanos de hombres y mujeres para poder vivir su orientación sexual y/o identidad de género, así como a la falta de referentes donde poder verse reflejados. Seguramente faltó en Extremadura una Manolita Saborido, que recientemente recibió un premio de la Asociación de Transexuales de Andalucía en reconocimiento a la lucha por la libertad y visibilidad de la realidad trans en el mundo rural.
Sin lugar a duda, una de los hitos normativos en materia LGBTI en Extremadura lo constituye la aprobación en 2015 de la Ley 12/2015 de igualdad social de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales y de políticas públicas contra la discriminación por orientación sexual e identidad de género.
Ya con la entrada de la actual legislatura, se reclama que pongan en práctica las medidas contempladas en esa Ley, aparte de que se elabore y se apruebe el desarrollo reglamentario, pues gran parte de las reivindicaciones han sido contempladas en la Ley pero no se han llegado a implantar. Lo comienza solicitando el Partido Popular a principios de 2016 con una propuesta de impulso que es aprobada por unanimidad de los grupos parlamentarios, a la que se añaden diferentes enmiendas de Podemos, entre ellas las de tomar las medidas necesarias para aprobar el protocolo de atención integral a personas transexuales, siguiendo los pasos de la Unidad Funcional sobre Identidad de Género existente en la región, así como el protocolo contra la transbofia.
Especialmente activa en reivindicar los derechos de las personas trans en esta legislatura ha sido la diputada de Podemos Jara Romero, que ha presentado o defendido varias iniciativas en este sentido, como preguntar a la Junta por el desarrollo de la Ley de Igualdad y denunciar su incumplimiento, pues considera que “veintiocho meses después de su aprobación, la mayor parte del articulado sigue en barbecho”.
Destaca la propuesta que presentó la diputada de la formación morada, con la consulta de Fundación Triángulo y la Asociación Crhysallis, para que la Junta elaborase un protocolo de actuación para que el SES emitiera las tarjetas sanitarias individuales con el nombre del género sentido para las personas transexuales que lo solicitasen, sin que fuese necesario una modificación previa de los datos inscritos en el Registro Civil, en el DNI o la aprobación de los juzgados y tribunales, en el caso de menores, que posteriormente fue implementada por la Junta de Extremadura. Si las iniciativas sobre esta temática habían contando anteriormente con el consenso de la Asamblea, está vez, con los nuevos vientos de la derecha, esta propuesta contó con el apoyo de Podemos y PSOE y la abstención del PP y Ciudadanos.
Por último, la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Extremadura, aprobada recientemente por PSOE y Podemos, incluye entre su objeto recuperar la memoria de las personas perseguidas por su género o identidad y orientación sexual durante la Guerra Civil y la dictadura, así como asentar los valores de la la diversidad afectivo-sexual y de identidad de género o identificar y procurar el reconocimiento jurídico de todas las víctimas que sufrieron represión, torturas, tratos degradantes, inhumanos o similares por su orientación afectivo-sexual, expresión o identidad de género.
Aún cuando queda por avanzar, se ha conseguido grandes logros para las personas transexuales desde que esta ocho pioneras de La doble transición comenzaron su andadura, y no hay que olvidar lo que decía Mar Cambrollé: "de lo que más orgullosa me siento es de haberles asegurado a los menores transexuales un presente y un futuro de normalidad y felicidad que yo no pude disfrutar".
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Uf, pues como llege al poder el trifachito volveremos a la época que se cuenta en el libro
Que envidia de colectivos LGTBI en otras regiones tan combativos y críticos y ahí como se notan que dependen de las subvenciones de la Junta, que pena, con todo los derechos que queda por conseguir para el colectivo