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Tribuna
La patria excluyente
Alguien me contó alguna vez que el intercambio epistolar forma parte de la mejor de las tradiciones revolucionarias, a lo que me gustaría añadir otra excelente tradición, la de recomendar lecturas en la época estival. Si me permite el reponsable de ELA Pello Igeregi, le propongo una que se aleja de nuestro negociado: es una especie de intercambio epistolar y se llama La amigdalitis de Tarzán, de Bryce-Echenique. En un fragmento, se afirma lo siguiente: “La señora realidad es la verdadera gran triunfadora de todas nuestras batallas”.
Con el afán de matizar respondo a la última interpelación de Igeregi. Quiero dibujar una realidad que nos aleje un poco del trazo grueso habitual de parte de la acción política y parece que sindical. A lo largo del presente intercambio de artículo hemos desgranado algunas de las características de lo que moldean, a mi entender, dos modelos distintos de negociación colectiva. A continuación intentaré justificar esta afirmación respondiendo algunas de las afirmaciones de Igeregi que trascienden la propia negociación colectiva y apuntan a modelos sindicales diferenciados.
Tribuna
Tribuna Frente al monopolio sindical
Creo que levantar la mirada y dotar de perspectiva a nuestro análisis es positivo y nos permite vislumbrar el análisis parcial que se hace sobre la supuesta pretensión de CCOO de constituirse como sindicato único al final de la dictadura mientras que otras organizaciones defienden la pluralidad sindical. La realidad es que mientras la Asamblea de Barcelona de CCOO (12 de julio 1976) tenía que hacerse en la clandestinidad, el tercer congreso de ELA celebraba, en ese mismo año, su segunda sesión en el frontón Astelena de Eibar con la policía custodiando dicho espacio.
Como se intuye, hay una diferencia sustancial entre que te persiga la policía y que te proteja. Como también la hay entre la creación de un movimiento sindical “unitario, organizado, de carácter socio-político, de clase, democrático e independiente de todos los Estados y de todos los partidos” y la creación de un sindicato único, como se afirma en el artículo que nos sirve de “excusa” para responder. Marcelino Camacho intuía ya entonces que aquella iniciativa no iba a fructificar e instaba en aquella asamblea a iniciar nuestro propio camino constituyente como CCOO.
Un dato poco conocido es que en 1988 supimos que el sindicato ELA estaba en parte financiado por el Gobierno de EEUU con fondos de la Fundación Nacional para la Democracia, creada por iniciativa de Ronald Reagan
Nuestras historias son diametralmente distintas y quizás esa sea una de las claves que expliquen nuestras diferencias organizativas. Un dato poco conocido, pero sintomático de nuestros diferentes puntos de partida: en el año 1988 se dio a conocer que el sindicato ELA estaba en parte financiado por el Gobierno de Estados Unidos con fondos procedentes de la Fundación Nacional para la Democracia, organización privada creada por iniciativa de Ronald Reagan. Estos fondos comenzaron a recibirse ya en el año 1983. Cuando Igeregi pretende trazar una línea entre un supuesto sindicato único y las organizaciones que defendieron la democracia, debe atenerse a que los matices se abran paso, aún a riesgo de que la “épica” sindical nacionalista acabe pareciéndose al sindicalismo anticomunista que algunos de sus financiadores promovían, también en Euskadi.
Después de este apunte histórico, comentar que Igeregi justifica en su artículo la negativa a firmar en 2013 un acuerdo interprofesional como el del 2017, lo que habría adelantadi la prevalencia a los convenios vascos sobre los estatales. Según él, no iban a firmar una paz social con Confebask porque su “patria pasa por poder luchar en nuestro territorio por unas buenas condiciones de trabajo”. Convendría seguir examinando este acuerdo dando un paso más atrás en el tiempo.
Tribuna
Modelos sindicales Frente al monopolio de la negociación colectiva
A Igeregi se le olvida mencionar, quizá confiado en nuestra falta de memoria, que en 2011 —un año después de la entrada en vigor de la reforma laboral del Partido Popular— CCOO, LAB y UGT, en la sede del CRL, hicieron un intento serio para negociar y acordar un acuerdo interprofesional que diera prioridad aplicativa a los convenios sectoriales vascos. Una negociación laboral desde posiciones sindicales distintas. ELA no estuvo porque su patria no pasaba por atacar la reforma laboral del 2010. Tuvimos que esperar seis años más.
Una década después, Igeregi justifica su rechazo a la reforma laboral de 2021 en base a que, según él, “se mantenía el 90% de la reforma laboral de 2012 impulsada por el PP”. Una reforma laboral que avanzó en la reducción de la temporalidad y la precariedad, en recuperar el poder colectivo del sindicato en la negociación colectiva y en incorporar a la legislación alternativas a los despidos no puede ser calificada como una reforma de mínimos. Dicho esto, surge la duda de cuál es el porcentaje aceptable para ELA de modificación de un texto legal para apoyarlo.
Parece que la patria de ELA tiene un flanco débil: la supuesta búsqueda de los mayores beneficios para la clase trabajadora vasca se intenta llevar adelante sin tener en cuenta a CCOO y sus logros en ámbitos superiores de negociación.
En todo caso, aconsejo no perder el tiempo. El porcentaje de cambio daba lo mismo, el problema es que cuando se reniega por activa y por pasiva del único instrumento que tenemos para incidir y modificar las políticas públicas, que no es otro que el diálogo social, cualquier acuerdo que emane de ese ámbito, por muy positivo que sea, será rechazado y minusvalorado de manera radical, aunque luego se aprovechen de manera descarada de los derechos conseguidos. O dicho de otro modo, en los términos de Igeregi, practicar el sindicalismo parasitario sin rubor.
Convendría recordar en este punto que, del diálogo social tan denostado por ELA han surgido más iniciativas además de la reforma laboral. Por ejemplo, fruto del diálogo social, a través de las medidas extraordinarias adoptadas por el Gobierno y los agentes sociales, se salvaron durante la pandemia en Euskadi unos 153.000 empleos.
Parece que la patria de ELA tiene un flanco débil: la supuesta búsqueda de los mayores beneficios para la clase trabajadora vasca se intenta llevar adelante sin tener en cuenta a CCOO y sus logros en ámbitos superiores de negociación. Una ecuación que, esta vez sí, recuerda a la aspiración de un sindicalismo hegemónico nacionalista y poco plural. Esta apuesta excluyente ha generado situaciones esperpénticas y poco favorecedoras del sindicalismo en su conjunto.
Basta recordar la convocatoria de huelga general del 20 de junio de 2002 de CCOO y UGT en Euskadi. Por obra y gracia de ELA y LAB se convirtió en una doble convocatoria: la del 20J convocada por nosotras y la del 19J convocada por los sindicatos nacionalistas. La explicación que da ELA de aquella convocatoria es la siguiente: “ELA convoca una huelga general un día antes que la convocada a nivel del estado por UGT y CCOO contra la nueva reforma laboral del gobierno que deteriora aún más la situación de las personas desempleadas, pero tampoco quiere dar un cheque en blanco a las organizaciones sindicales estatales”. O sea que huelga sí, pero con los nuestros.
Otra muestra más reciente es el aviso a navegantes de ELA a LAB cuando se les ocurre moverse del mapa y firmar, por ejemplo, el convenio de vinícolas de Araba: “La unidad de acción que LAB protagoniza junto a CCOO y UGT supone un giro total. Estos dos sindicatos son defensores de la estatalización de las condiciones de trabajo, han acordado recortes como los de las pensiones, defienden un modelo de diálogo social y además son la vanguardia contra la normalización del euskera”.
No deja de ser sorprendente, y pelín chauvinista, asociar lo que viene de Madrid (España) con “lo miserable” mientras que, por antítesis, lo vasco, lo de aquí, parece identificarse en términos positivos
En otra parte del extenso artículo de Igeregi, califica como “miserables” los convenios que se firman en Madrid. No deja de ser sorprendente, y pelín chauvinista, asociar lo que viene de Madrid (España) con “lo miserable” mientras que, por antítesis, lo vasco, lo de aquí, parece identificarse en términos positivos. Como sindicato plural de verdad, no de postín, no podemos compartir estas dualidades que son tan poco representativas de una sociedad mucho más cerca de la pluralidad de lo que aparentemente opina Igeregi.
Ya hemos afirmado, y volvemos a hacerlo aquí, que la estructura de la negociación colectiva en cascada posibilita que los convenios estatales se constituyan en la red intermedia entre los convenios territoriales más cercanos y el estatuto de los trabajadores. El ámbito estatal de la negociación colectiva es determinante y vertebrador de una red de protección federalizante para la clase trabajadora que debe combinar esa pretensión con una estructura que integre los espacios de negociación en ámbitos inferiores. Debemos desarrollar la negociación colectiva sobre realidades productivas y marcos geográficos muy diversos, donde cada sector responde a situaciones características distintas y trayectorias históricas diferentes, y situaciones socioeconómicas diversas.
Lo que para Igeregi es “miserable” ha significado una cobertura digna para muchas trabajadoras y trabajadores. En concreto, el CRL, en su último informe sociolaboral recuerda que casi 28.000 personas que antes sí tenían un convenio propio negociado en Euskadi se encuentran en la actualidad bajo la cobertura de un convenio en vigor negociado a nivel estatal, tras haber decaído su convenio como consecuencia de la aplicación de lo dispuesto en la Reforma Laboral de 2012. Desconozco si el señor Igeregi, cuando habla de patrias, entiende que 28.000 currelas sin convenio son un daño colateral asumible por una estructura de negociación colectiva que no asuma un marco estatal.
Me veo obligado a hacer un apunte más. Se afirma que “podremos criticar que se firme un convenio con condiciones de trabajo malas o criticaremos que no se apoye una huelga, pero nunca acusamos a CCOO por haber secuestrado el convenio de ayuda a domicilio de Bizkaia durante más de 7 años. Ese convenio, en el que CCOO tiene prácticamente la mayoría absoluta, no estuvo vigente porque la patronal no mejoraba suficientemente su oferta”. Creo que, curiosamente, se ha confundido el hecho de ser el sindicato mayoritario —nuestro caso en el SAD— con ostentar la mayoría sindical con posibilidad de firmar el convenio. Difícilmente podemos “secuestrar” un convenio si no tenemos mayoría suficiente para firmarlo.
Las organizaciones que sí tenían mayoría suficiente desde 2019 paralizaron junto a la patronal, tanto movilizaciones como negociaciones, acumulando las trabajadoras unas pérdidas de poder adquisitivo de casi el 12% hasta el año 2022. Cuando CCOO tiene la posibilidad de firmar el convenio junto con UGT y sacar de esa dinámica negativa a las trabajadoras del sector lo hace con subidas que pueden llegar al 20% si el IPC final superara en 2027 el 17,5% que es la subida pactada.
Creo que más allá de los números, el ejemplo del SAD y el análisis que hace ELA de este convenio provincial refleja otra de las señas de identidad de este sindicato a la hora de entender la negociación colectiva. Mientras que la opinión es crítica con el convenio firmado en Bizkaia, si vamos a Gipuzkoa, donde ELA es mayoritario en el sector, su apuesta es abandonar el convenio sectorial e ir a negociar el servicio ayuntamiento a ayuntamiento.
En ninguno de los ayuntamientos guipuzcoanos en los que ELA firma convenio se ha logrado ni una jornada inferior a la lograda en el de Bizkaia ni un salario/hora bruto superior en 2023
Es una apuesta legítima si, por lo menos, tuviera como consecuencia el fortalecimiento de la “patria” de ELA, el supuesto beneficio de la clase trabajadora. Pero los datos nos dicen que no, que en ninguno de los ayuntamientos guipuzcoanos en los que ELA firma convenio se ha logrado ni una jornada inferior a la lograda en el de Bizkaia ni un salario/hora bruto superior en 2023. Igual es que el rédito afiliativo consecuencia de la fragmentación de la negociación colectiva es más importante que algunas patrias.
Tenemos otro ejemplo más reciente que, a riesgo de tirarme a la piscina, conviene explicar, ahora que en Bilbao, de momento, la única manera de hacerlo es metafórica. En fechas recientes se ha firmado el convenio provincial de locales y campos deportivos de Bizkaia. Los sindicatos firmantes han sido CCOO, LAB y UGT, cuya representación conforma la mayoría absoluta en el sector. Este nuevo acuerdo, entre otras mejoras, recoge una reivindicación histórica como la equiparación de la jornada del personal que trabaja en los polideportivos con el personal de la administración pública, o las 1592 horas anuales, ya que la jornada anterior era de 1660 horas al año.
Pues bien, ELA, después de posicionarse en contra y a pesar de que el convenio está aprobado, decide que va a llevar la negociación a algunos centros de trabajo donde puede contar con una representación suficiente para mantener el conflicto abierto. No parece, a primera vista, una aceptación democrática del resultado de la negociación de la mayoría sindical que, parece, sólo es legítima cuando ELA la compone. Cuando somos otras organizaciones las que la componemos, esta organización, mediante la estrategia de fragmentación de la negociación colectiva, practica el derecho de veto.
Acabaré con un consejo que no es mío, sino de Luis García Montero, y que creo que es válido para cualquier organización: “Los que se aferran a unas señas de identidad demasiado tajantes olvidan que el mundo está vivo gracias a una permanente metamorfosis”. Nos puede servir para que, aún constatando nuestras diferencias, podamos emprender un camino en el que nos encontremos, sin apriorismos ni patrias, y con la clase trabajadora de protagonista, como ya lo hacemos en muchos espacios y movilizaciones.