Derecho a la vivienda
Organizar el conflicto por el derecho a la vivienda

En la Comunidad de Madrid el precio del alquiler ha subido más de un 78% en los últimos diez años, alcanzando la cifra de un 12% en el último año.
Desahucio Zurita - 2
El Sindicato de Inquilinas de Madrid se movilizó para parar el desahucio de Zohra en la calle Zurita de Lvapiés, el pasado verano, pero finalmente se produjo el desalojo el propietario de todo el edificio. Álvaro Minguito


Militantes de Anticapitalistas Madrid
5 oct 2024 06:00

El 13 de octubre se ha convocado una manifestación en defensa del derecho a la vivienda en Madrid. Una movilización que pretende llenar y desbordar unas avenidas que llevaban años sin teñirse de vivienda, en una coyuntura en la que esta juega un papel central en los debates políticos y mediáticos, y sobre la que es necesario discutir y analizar para extraer las lecciones oportunas para un movimiento de vivienda que lleva ya varios años recomponiéndose y adaptándose a un momento totalmente diferente y del que podría salir reforzado.

Derecho a la vivienda
Derecho a la vivienda La proposición de ley que limita los alquileres temporales fracasa por los votos de Junts
El cambio de postura de Junts impide la toma en consideración de la proposición de ley impulsada por los sindicatos de inquilinos y apoyada por los socios de investidura de izquierda para tapar uno de los agujeros de la Ley de Vivienda.

El intento de apertura del debate la pasada semana en el Congreso de los Diputados en torno a una posible regulación de los llamados alquileres de temporada y alquiler por habitaciones, con la negativa de Junts, junto al PP y Vox a debatir si quiera esta cuestión, catalizó a la opinión pública un debate que venía lavándose desde hace tiempo respecto a la situación de la vivienda en el conjunto del Estado. La situación vivida en el Congreso supuso un “win-win” para el retorno de la política de bloques: la derecha cumple su función y la izquierda gobernista se relegitima enfrentándose a ella y culpando a Junts sin tener que asumir la responsabilidad real de enfrentarse al rentismo.

Y es que en honor a la verdad, debemos señalar que esta vía empleada por todo tipo de rentistas es posible gracias a la decisión del anterior gobierno de coalición del PSOE y Unidas Podemos de mantener esta posibilidad abierta. No estamos ante ningún tipo de fraude, sino frente a una de las muchas evidencias de una Ley de Vivienda que busca la realización concreta en el mercado de una legislación desde la que el Estado ampara y garantiza el derecho privado para enriquecerse a costa de una necesidad como es la vivienda.

En última instancia se trata por lo tanto de un problema estructural donde la vivienda se erige como un espacio de alta rentabilidad para el capital. Que se expresa de diferentes formas según la composición territorial: privatización de vivienda protegida, pisos turísticos, alquiler de viviendas para estudiantes, revalorización de edificios para alquileres de lujo, construcción ecocida sobre parajes naturales protegidos, etcétera.

Derecho a la vivienda
Derecho a la vivienda Más de 30 organizaciones sociales y la izquierda parlamentaria se movilizan el 13-0 por la vivienda
Tras el fracaso de la regulación de los alquileres de temporada y el bloqueo de la Ley de Vivienda, más de 30 organizaciones sociales convocan una manifestación para el 13 de octubre en Madrid y amenazan con una huelga de alquileres.

Como decíamos, esta movilización que se vivirá en Madrid recoge un proceso de fondo marcado por dos tendencias generales que podemos señalar de manera esquemática de la siguiente manera y que hace tiempo desbordaron ya el marco de las grandes urbes:

  • Un proceso de crecimiento exponencial del precio de la vivienda como una de los mejores mecanismos para transferir recursos desde las rentas de trabajo de quienes tienen que pagar una vivienda hacia los rentistas y capitalistas. Por concretar, en la Comunidad de Madrid el precio del alquiler ha subido más de un 78% en los últimos diez años, alcanzando la cifra de un 12% en el último año. De igual manera, el precio de compra ha aumentado en cifras similares, rondando un 70% (dato de la variación acumulativa de la vivienda en España en 2024 de Fotocasa), incremento especialmente empujado por la rentabilidad del alquiler como forma de negocio e inversión para el rentista profesional. Esto ha implicado que el alquiler se haya convertido en una forma de empobrecimiento de numerosas trabajadoras en las que más de un 40% de quienes viven de alquiler, destinan más de un 30% de su salario al pago de la renta.

  • Después de un proceso de socialización patrimonial tras la desposesión de parte de la población hipotecada tras las crisis de 2008, los últimos datos apuntan hacia una progresiva concentración de cada vez más vivienda en menos manos. Es decir, el tradicional axioma del marxismo sobre la concentración de capital. Los hogares sin propiedades aumentan, aquellos con una vivienda disminuyen, pero simultáneamente aumentan aquellos con dos, tres, cuatro o más viviendas en propiedad en relación al total. De igual manera, cerca del 60% de las viviendas actualmente se compran sin hipoteca, realidad evidentemente ajena a cualquier sector de la clase trabajadora.

Se da por lo tanto una primera lección que debemos extraer para el futuro incluso antes de la celebración de la movilización, los tiempos de la política catalizan coyunturalmente procesos larvados durante años. Es evidente el interés de la derecha por garantizar para su propia base social un nicho de mercado y de poder político que no están dispuestos a ceder voluntariamente, de la misma manera que desde su llegada al gobierno, las fuerzas progresistas no están dispuestas a romper su estrategia de concertación y de diálogo social con el poder económico para así impulsar un sector de la burguesía “democrático y modernizado” que en materia de vivienda se puede ejemplificar en el impulso de empresas de ánimo de lucro limitado, de fundaciones del tercer sector, de cesiones pingües de vivienda social a cambio de la venta de suelo urbano, es decir, lo que algunos alaban como el modelo vienés de vivienda. Se trata de una forma concreta de colaboración “público - privada”, que no es otra cosa que la estrategia de fondo impulsada desde Bruselas por la burguesía europea: el Estado como garante e impulsor de un nuevo ciclo de acumulación a partir de recursos públicos que garanticen la competitividad del capital doméstico.

Ante esta situación, es ya una evidencia que tras años de gobiernos progresistas, Sumar, Podemos, Izquierda Unida, de la misma manera que EH Bildu, Compromís y Más Madrid no cuentan con ninguna propuesta que vaya más allá de dar forma electoral -votos- a una situación cada vez más insostenible, los cuales canjear por concesiones tras horas de negociación en despachos. El resultado de esta estrategia ya la conocemos: una ley de vivienda que solo busca aprovechar un problema real que atraviesa a millones de personas para seguir escenificando en el parlamento el cruce de acusaciones con la derecha mientras realmente nada cambia.

Consideramos acertada la decisión de gran parte del movimiento de vivienda de hacer suya esta movilización y construir a partir de ella y desde una posición independiente y bajo consignas propias un proceso unitario

¿Qué hacemos entonces?

Aterrizando en lo específico de la convocatoria del próximo 13 de octubre, debemos reconocer el “olfato” de las entidades vecinales y los actores del polo institucional que las han acompañado para poner sobre la mesa una movilización que con algunos rasgos diferentes pero similar en el fondo ya se ha producido en estos meses en otros lugares como Málaga, Cantabria, Canarias, Baleares y tantos otros atravesados por el denominador común de la expulsión sistemática de vecinas y vecinos ante la imposibilidad de hacer frente a la ofensiva del capital inmobiliario.

Dada la evidencia de un factor objetivo como el que describimos, consideramos acertada la decisión de gran parte del movimiento de vivienda de hacer suya esta movilización y construir a partir de ella y desde una posición independiente y bajo consignas propias un proceso unitario que suponga un punto de inflexión para ir más allá de las dinámicas rutinarias de un movimiento vecinal anquilosado, de la política de paz social de los sindicatos mayoritarios y de la izquierda institucional que ha mostrado su apoyo político a la convocatoria oficial desde el inicio. Construir una alternativa política contraria a la gestión capitalista entre la apisonadora ayusista y la conciliación progresista es posiblemente el gran reto que enfrentamos en los próximos años.

La intervención en la coyuntura abierta en estas semanas y que desembocará en la movilización del próximo 13 de octubre refleja la necesidad de combinar la intervención rápida en coyunturas concretas y a diferentes escalas (desde un plató de televisión hasta unas agitaciones callejeras o una asamblea de colectivos) donde se condensa la disputa política ante la cual no podemos permanecer expectantes, con la imperiosa necesidad de afrontar un largo camino para el que son imprescindibles estructuras organizativas estables capaces de dar respuesta a problemas cotidianos. La posibilidad de animar experiencias de autoorganización en toda la Comunidad de Madrid, que impulsen la propia movilización del día 13 con asambleas barriales abiertas, mesas informativas, pegadas y repartos en barrios y universidades que hacen tomar como propio un proceso y una disputa política directa entre sectores que se encuentran, o dispersos en distintas luchas sociales o absolutamente desmovilizados.

Derecho a la vivienda
Derecho a la vivienda 900 familias y diez bloques se declaran en “huelga de alquileres” contra el fondo buitre Azora
El tercer casero privado de España incluye cláusulas abusivas en contratos de 8.000 hogares. Casi mil de ellos se niegan a pagar aumentos que superan el 20%, burlando las leyes de alquileres y vivienda.

Estas semanas previas a la celebración abren ya de por sí una gran oportunidad que no debemos desaprovechar. No se trata del punto de llegada, sino el lugar de partida sobre el que deberemos trabajar para organizar a amplios sectores que aún permanecen fuera y solo pueden ser incorporados a través del conflicto plenamente abierto sobre la base de la experiencia directa y un programa radical pensado en base a su potencialidad para, a partir de victorias parciales, recuperar confianza en nuestras propias fuerzas. En ese sentido, es llamativo como la simple mención de una idea como la huelga de alquileres agita los pánicos morales de la clase política y los medios de comunicación, conscientes de un problema real que día a día incrementa la rabia y la crispación de cada vez más amplios sectores sociales. Por ello mismo, la idea de una huelga de alquileres es útil como elemento de agitación y como una fórmula de horizonte sobre la que seguir organizando el conflicto y construyendo el movimiento de vivienda.

Proponemos dos ideas con el fin de animar el debate colectivo: vinculación directa del precio del alquiler al salario, y expropiación de la vivienda vacía y la vivienda turística como base para un parque público de vivienda

Sin embargo, articular estratégicamente un conflicto como este, de largo recorrido con momentos de avance y defensivos, implica dar forma a medidas concretas que puedan ser interiorizadas por quienes protagonizan esta lucha, así como a sectores de la clase trabajadora potencialmente aliados, y nos permitan organizar sobre el territorio el conflicto. En esta línea proponemos dos ideas con el fin de animar el debate colectivo: vinculación directa del precio del alquiler al salario, y expropiación de la vivienda vacía y la vivienda turística como base para un parque público de vivienda bajo control social.

Se trata de comprender el proceso a la inversa: organizarnos para arrancar conquistas concretas en la calle, empezando por los bloques de viviendas en los que seamos capaces de torcer el brazo a grandes rentistas desarrollando e impulsando todo tipo de conflictos sindicales (huelgas parciales, nos quedamos, expropiaciones…), que posteriormente a partir de nuestro propio poder político se obligue a que sean reconocidas por el Estado. Por eso mismo no nos debe hacer despreciar la posibilidad y necesidad de arrancar victorias parciales hasta al gobierno de Ayuso, que incluso aun siendo pequeñas, demostrarían en primer lugar que es posible torcer el brazo a la derecha en su gran bastión y en segundo lugar, no menos importante, que solo la construcción y articulación política de un sector de las clases populares puede hacer efectivo un derecho como el de la vivienda frente a la política conciliadora del gobierno de PSOE y Sumar y del llamado bloque de investidura que lo sostiene.

Todo lo anterior supone una valiosísima experiencia directa de construcción popular, “escuelas de guerra” en palabras de Marx y Engels como la experiencia básica para la construcción de una clase en un sentido político, es decir, como un agente con agenda, intereses y objetivos propios. Un poder que se extienda por todo el territorio de forma consciente y ocupe uno de los grandes vacíos de los que adolecemos el conjunto de las anticapitalistas: la capacidad real de hacer efectivas nuestras orientaciones tácticas, es decir, contar con un sector social que se identifique con nuestras ideas y propuestas y esté dispuesto a pelear por ellas. Articular estratégicamente este proceso para pasar de lo que potencialmente podemos ser a una fuerza real es el reto que afrontamos en este nuevo curso que se abre.

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