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Economía
Este mercado de trabajo salta por los aires, por insostenible social y ecológicamente
El problema social o la crisis social, tendrá consecuencias de drama y mucho de catástrofe: Los escenarios del FMI para Europa -calcados a los que sacó el Deutsche Bank-, sitúan en una caída interanual del PIB del 25% para España y un paro por encima del 30%. El mercado de trabajo va a saltar por los aires.
La economía patria se sustenta en los servicios y dentro de estos el turismo y en una medida muy parecida la construcción -el turismo, el ladrillo y los servicios, la triada del denominado el “milagro español”-, ligada a un modelo perverso como el actual, pudiera tener los días contados, tanto en su dimensionamiento, como en su aportación al PIB, como al empleo.
La pandemia llega y golpea a toda la población y, especialmente a un mercado laboral donde su contexto y constitución es débil, vulnerable y muy precarizado, a la vez que degradado.
Sin alternativas capaces de reconvertir a medio plazo (y eso son muchos años, donde millones de personas quedan al pairo) los empleos, las producciones, y con ausencia de políticas alternativas en los niveles estatal y regional, que no estén ligados exclusivamente al crecimiento de una economía que cuenta en el PIB.
La inseguridad y debilidad de este mercado de trabajo patrio, se mostró de manera inmediata a la publicación del estado de alarma: más de 3,6 millones de trabajadores y trabajadoras (hablamos de los formales, con contratos laborales, esencialmente de carácter temporal), fueron afectados y afectadas y, si se suman las personas trabajadoras afectadas por la fórmula del permiso retribuido, la cifra total de afectación se eleva a 9,3 millones, lo cual representa el 45% de toda la población ocupada al primer trimestre 2020 (19,681 millones), según la EPA.
Los sectores de actividad absolutamente vulnerables, son todos aquellos ligados a la economía de servicios, comenzando por el turismo en todas sus variables (agencias de viajes y grandes “tours operadores”, compañías aéreas, hoteles, pisos de alquiler, restauración) y los sectores de hostelería y de la construcción, así como el sector de los cuidados (empleadas de hogar, cuidados de dependientes, etc.).
Las contratas de prestación de servicios varios en todas las actividades, sean industriales, de transportes, u otras, se verán afectadas en la medida que disminuya la demanda como consecuencia no solamente del parón obligatorio de aquellas actividades no esenciales, sino de la pauperización y escasas rentas de las gentes, cuando se retome la normalización de la producción, a la vez afectadas todas, empresas principales y contratas por la interrupción de la cadena comercial a niveles globales.
Las personas jóvenes, con tasas de desempleo históricas (más del 40%), que pretendieran incorporarse al mercado de trabajo; las personas con contratos temporales y a tiempo parcial, que según la EPA llegan a sumar casi el 41% de toda la población ocupada; las mujeres con tasas de ocupación muy altas en el sector del turismo y empleadas del hogar y cuidados (dependencia); las personas migrantes, tanto las formales (regularizadas), como las irregulares y el sector de hostelería… serán la punta de lanza de ese mundo de la desesperación en el cual, si aún no se encuentran de manera definitiva (ERTE, permisos retribuidos, prestaciones de subsidios, etc.), serán confinados por el mercado capitalista, en ese no futuro presente en que nos encontramos.
Ahora, políticos, empresariado y la U€, apelan al discurso reactivador del crecimiento del PIB. Cada Estado, cada economía, la Comisión Europea, no quiere y no puede dejar caer a sus grandes empresas (compañías aéreas, automóvil, turismo, etc.) y para ello se destinan cientos de miles de millones, para esa reactivación de su economía, que es la responsable de la contaminación y del cambio climático y esto en absoluto implica una reactivación de las dinámicas ocupacionales (empleos) y, mucho menos en las retribuciones de los trabajadores y trabajadoras.
En los períodos de reactivación de la economía patria (finales del 2013, hasta 2019), la precariedad (contratos parciales), la temporalidad (el 26,3%), la pobreza aunque tengas trabajo (14%), y el incremento de la productividad (producir la misma riqueza-PIB- con menos tiempo-horas de trabajo, que antes), han sido los elementos constitutivos de un modelo de acumulación capitalista depredador y criminal, así como determinan las relaciones de poder, donde la clase obrera hemos retrocedido en derechos laborales y sociales, de manera sustancial.
En esta situación de pánico en que nos encontramos, seguramente la retórica y el relato que de manera asfixiante nos darán un día tras otro, es que de que como todos estamos en el mismo barco, entre todos vamos a salir de esta y que de lo que se trata es de salvar la economía y que eso de los derechos, cambios de modelos productivos, producir lo que es esencial para la vida buena y suficiente para todos y todas; rentas básicas de las iguales; dimensionar lo esencial: sanidad, educación, cuidados, vivienda, movilidad, investigación, energía, alimentación, agricultura, financiación, para que sea eficiente y de acceso para todos y todas; reducir drásticamente el tiempo de trabajo asalariado y redistribuir el trabajo productivo y reproductivo; eliminar los privilegios de un sistema fiscal donde los empresarios, poderosos y grandes capitales, bien financieros, bien rentistas, eluden el pago de impuestos a la caja común para mantener solamente su bienestar…
Esta retórica y esa “normalidad” ya la conocemos. Las clases asalariadas, trabajadoras, tenemos que parar esta barbarie que no supondrá sino un mayor aumento de la desigualdad, la pobreza y el perpetuo confinamiento en un estado de excepcionalidad donde sus tasas de beneficios, les permitan otorgarnos ciertas migajas (salarios mínimos vitales, les denominan), a condición de no alterar el orden natural del capitalismo, aunque este nos lleve, inclusive, a la extinción de la especie humana.
Las clases obreras y trabajadoras, tenemos que revolvernos y exigir una economía distinta que sustente la vida, deje de agredir a la naturaleza y vivamos en equilibrio con la misma, y exigir que lo PUBLICO Y LO COMUNITARIO sea la base de esa economía y donde la autogestión y cooperación sea una realidad.
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Lxs franquistas, derechonxs y meapilas de este país son el lastre y el freno para que nos convirtamos en un país con sentido común y justicia social.
yo conozco muchos que son de izquierdas y tambien malas personas
el comunismo solo ha necesitado dos meses para arruinar un pais . como siempre en los 100 años de historia
ahora podemos entender por que Franco no los queria no en pintura, si as¡ los sindicatos ni partidos politicos por que son un cancer pra los paises
Los que están despidiendo a gente a mansalva son los capitalistas. Alegan pérdidas que en muchas ocasiones no lo son. No ganar no es lo mismo que perder. Gente que tenía previsto ganar 500 millones este año considera pérdidas ganar solo 300 y, escudándose en esto, hacen EREs, ERTEs o directamente despiden a media plantilla y luego, encima, se permiten el lujo de echar la culpa de la masacre que están haciendo a un comunismo que solo existe en su imaginación.