Vivir media vida en la cárcel, poner todo el cuerpo por los derechos de los presos

Concluye la huelga de hambre de diez días del activista Honorio ‘Pope’ Alfaro. Ha protestado por los derechos sanitarios de la población reclusa. Hoy marchará en apoyo a los internos del CIE de Aluche.
Pope  - 2
Álvaro Minguito Honorio 'Pope' Alfaro ha estado acampado frente al Congreso de los Diputados desde el 20 de diciembre.
30 dic 2025 10:39

En la Navidad madrileña cada uno hace con su libertad lo que quiere o lo que siente. Cientos de personas esperan pacientemente su turno para visitar dos de los grandes museos del Paseo del Prado. Otras decenas caminan en busca de los comercios de la Puerta del Sol y sus calles aledañas. Un grupo de cinco forma piña en el Parque de los Rojillos, la minúscula zona arbolada frente al Congreso de los Diputados. Acompañan a una que se distingue con un cartel en el que explica que está en huelga de hambre. Se trata de Honorio ‘Pope’ Alfaro. 

Nacido en el año 1968 en Tobarra (Albacete), Alfaro es uno de los últimos emblemas de los presos que se enrolaron en movimientos por los derechos en las cárceles. Gente como Agustín Rueda, torturado hasta la muerte en 1978, Daniel Pont, uno de los protagonistas de la lucha política en las prisiones, emblemas como la Coordinadora de Presos en Lucha, fechas como la del motín de 1976 en Carabanchel y el de la Modelo de Barcelona 1977. Ante todo, ideas que hoy siguen sonando revolucionarias como decir que todos los presos son presos políticos. Memoria de un mundo que parece a cien años luz de la navidad madrileña.

Pope  - 5
Honorio 'Pope' Alfaro. Álvaro Minguito


Pero Pope Alfaro sigue poniendo el cuerpo y la salud por aquello en lo que cree. Durante diez días que han terminado hoy, martes 30 de diciembre, ha estado en huelga de hambre. Cada uno hace con su libertad lo que quiere o lo que puede, y este luchador por los derechos de los presos ha querido llamar la atención sobre un colectivo olvidado. Su colectivo.

Porque Alfaro lleva once años fuera de la cárcel, pero sigue implicado en la mejora de las condiciones de vida de las personas presas. Ha estado acampado frente al Congreso de los Diputados para denunciar que el Centro Penitenciario de Mansilla de las Mulas, en la provincia de León, ha sido el escenario de un brote de sarna que, desde la pasada primavera, ha afectado a la población de esta cárcel con capacidad para casi dos mil reos. También que en navidad hay un repunte habitual de sobredosis por consumo de droga y, como consecuencia, un aumento de muertes en prisión. 


Pope Alfaro también se refiere al penoso tratamiento de las enfermedades mentales en los centros penitenciarios y no duda en calificar de torturas la dilación en el tratamiento de las distintas enfermedades que aquejan a los presos. Una práctica, recuerda, prohibida por el Artículo 15 de la Constitución. 

Según dice, en lo que va de año han fallecido 184 personas en instituciones penitenciarias. No son datos oficiales, pero el recuento cuadra con las cifras de ejercicios anteriores. La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) publicó el año pasado que 212 personas fallecieron en cárceles del Estado español en 2023. 

Cada año son decenas de fallecidos: a menudo por sobredosis, también por suicidios, algunas veces por enfermedades terminales. Porque, a juicio de Alfaro, el objetivo del sistema penitenciario “no es la reinserción, sino la venganza” y ese hecho lleva a que se niegue el tercer grado a presos a unos pocos pasos del otro barrio: “Dicen los jueces que mientras los presos puedan soportar medio kilo en la mano o el peso en una pistola son un peligro para la sociedad y los dejan morir”, denuncia Alfaro.

La vida de Pope Alfaro ha estado marcada por los barrotes. Durante más de 25 años estuvo interno entre centros de menores, antes llamados correccionales, y prisiones

Él sabe bien lo que es estar enfermo en la cárcel. Ha conseguido también acreditar judicialmente la desatención que denuncia. En 2020 ganó una demanda contra Instituciones Penitenciarias. La Audiencia Nacional expuso en sentencia como hechos probados que “los medios sanitarios para paliar la referida enfermedad sufrieron un notorio retraso, por lo que su efectividad quedó enervada por la demora en su aplicación”.

En los años 80 contrajo hepatitis C en prisión. Ha tenido problemas renales, cálculos y cólicos, y una piedra “del tamaño de una nuez”, refiere. Durante el proceso para tratar sus cálculos renales, le diagnosticaron erróneamente un cólico cuando en realidad tenía peritonitis causada por una apendicitis perforada y fue necesario operarlo de urgencia. Tiene una hernia y un dedo menos en una mano. Fue amputado por la tardanza en tratar la enfermedad de dupuytren que afecta a los tendones de su mano. 

Pope  - 10
'Pope' Alfaro muestra en su móvil una foto suya de los años 80. Álvaro Minguito

Protagonistas perdidos de la España de los 80

La vida de Pope Alfaro ha estado marcada por los barrotes. Durante más de 25 años estuvo interno entre centros de menores, antes llamados correccionales, y prisiones. De estas, un total de siete, incluidas las madrileñas de Soto del Real y Navalcarnero; las de Valencia y Sevilla y Herrera de la Mancha, donde comenzó a estudiar y se sacó el graduado escolar. Siguió estudiando hasta comprender parte de las circunstancias que le rodeaban a través del código penal y el reglamento penitenciario.

Más de la mitad de ese periodo, 14 años, los pasó bajo régimen FIES —las siglas de los llamados Ficheros de Internos de Especial Seguimiento— o el nombre como se lo conocía hasta 1991, “Control Directo”. Los FIES han sido calificados como “la cárcel dentro de la cárcel” y Alfaro lo corrobora. Al entrar en la cárcel de Badajoz, explica, les llevaron a un calabozo dentro de un calabozo; en las paredes, los maderos, las porras y otros instrumentos de tortura. 


”El historial pesa como una losa dentro, porque, cuando te trata un funcionario no te trata por cómo habla contigo, te trata en base al informe que le llega”, reflexiona. Esto es, una vez calificado como preso conflictivo, la espiral de maltrato es casi natural, dentro de la cárcel. Explica que su clasificación como preso FIES no se debió a la tipología delictiva por la que ha sido condenado en el pasado, sino a que en la cárcel no dejó de defender sus derechos, en ocasiones, hasta llegar a protagonizar un motín de tres días con los reos de la tercera galería en la cárcel de Carabanchel. Tenía entonces diecinueve años. Su historia como adulto había comenzado hacía casi una década.

Nos cuenta que ha recorrido 75.000 kilómetros para defender los derechos sanitarios de los presos, que irá allí donde le llamen para seguir poniendo el cuerpo por su colectivo

El día de su décimo cumpleaños, relata, se escapó de su casa  de Tobarra. Llegó a la estación de tren y se escondió debajo de un asiento. Estuvo en ese compartimento hasta llegar a la estación de Atocha. Era el año 1978. Dice que sin saber adónde ir, tiró hacia allí donde vio los primeros árboles, algo parecido a lo que hacía en el pueblo cuando quería pasar de todo. En el parque del Retiro pasó los primeros días de su vida adulta. A los diez años.

Los primeros tiempos en la capital los pasó tratando de escapar de lo que el destino le tenía preparado. Cada tanto iba a parar al correccional de menores Padre Amigó, de Carabanchel. “Ahí daban unas palizas tremendas —rememora—, no duraba más de una noche, me escapaba siempre”. Los delitos por los que era detenido eran “contra la propiedad”, resume, más alguna trastada de la que no da mucho detalle.


Era el Madrid de “los primeros punkis”, como recuerda. Las protestas y huelgas del movimiento estudiantil de los años 1986 y 1987 alumbraron la noche después de la transición. Era una ciudad con el tanque hasta arriba de gasolina. La poblaban protagonistas no invitados como Pope Alfaro, un chinorro con cinturón negro de calle, como Jon “el cojo” Manteca, un personaje icónico, presentado en televisión como una especie de contraejemplo para la juventud de los años 80. Macarras en lucha, quemando la señalética del metro de Banco de España, en un acto de rabia captado por el fotógrafo Roberto Villagraz. Colegas en movimiento perpetuo contra la condena a la precariedad que pendía sobre la juventud de la época. Chicos con chaquetas de cuero y crestas levantadas a puro jabón lagarto. En la chupa de Pope, pintado a mano, el lema “con la porra del último madero colgaremos al último cura”.

Pope  - 11
Un joven Pope junto a Jon "Cojo" Manteca, durante las movilizaciones estudiantiles de 1986-87. Madrid, 23 de enero de 1987. Jose Hinojosa


La droga era la protagonista indiscutible de la vida de los chinorros en los barrios populares. La epidemia de la heroína no alcanzó de lleno a Pope, pero el trapicheo con hachís se sumó a las primeras condenas, las que darían con sus huesos por primera vez en la cárcel a la edad de 16 años. Después, lo que ya se ha relatado. Motines, días de aislamiento, condenas sobre condenas. Rabia contra “la burocracia y la impunidad”, explica. 

Un día, en 2014, un vídeo explicando su caso junto a la abogada Maribel Mora, de la APDHA, supuso un cambio. Recibió el tratamiento necesario. Ese mismo año recuperó la libertad. Desde entonces ha mantenido un bar, hasta la pandemia, y ahora se dedica a hacer ñapas en su pueblo. Ha vuelto a casa. Nos cuenta que comparte su hogar con 40 gatos y unos cuantos perros. Que ha recorrido 75.000 kilómetros para defender los derechos sanitarios de los presos, que irá allí donde le llamen para seguir poniendo el cuerpo por su colectivo. Duda de que se puedan echar abajo los muros de las prisiones, pero sí cree que es posible abrir grietas “para que todo el mundo pueda ver lo que está pasando dentro de las cárceles para que no puedan campar a sus anchas”, proclama.

Después de dar por concluida su huelga de hambre, tras dormir en una cama y comerse un puré de verduras, hoy, 30 de diciembre, Pope Alfaro se sumará a la manifestación por los derechos de las personas ingresadas en el Centro de Internamiento de Extranjeros de Aluche. Al día siguiente, el 31 de diciembre, acudirá “a la marcha de todos los años”. Un homenaje a los presos de colectivos anarquistas e insurreccionalistas con destino a la cárcel de Navalcarnero.

Madrid
Internos del CIE Aluche denuncian ante el Defensor del Pueblo y el Juzgado de Control una plaga de chinches
La plataforma de colectivos CIEs NO Madrid hacen llegar el escrito y convocan este 30 de diciembre, a las 17H, una manifestación contra estos centros de internamiento para extranjeros y el racismo institucional.
Tortura
El tabú de la tortura (1975-2025)
Aunque han mutado los métodos y las finalidades, España sigue suspendiendo en materia de prevención de la tortura y malos tratos.
Comunidad de Madrid
“Durante la transición la cárcel de Carabanchel albergó a más presos que en algunos años del franquismo”
De los presos franquistas que construyeron el penal, pasando por los que fueron fusilados, hasta los revolucionarios que pusieron patas arriba el centro penitenciario con iniciativas como la COPEL, Luis A. Ruiz Casero ofrece en 'Carabanchel. La estrella de la muerte del franquismo', un documentado homenaje a las luchas de las personas internas.
Cargando valoraciones...
Comentar
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.
Cargando...
Cargando...
Comentarios

Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.

Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!

Cargando comentarios...