Opinión
Todo lo que el coche devora

El automóvil privado es uno de los principales causantes de la contaminación del aire y el cambio climático, sin embargo se siguen construyendo infraestructuras para potenciarlo, devorando espacios verdes de gran valor para el vecindario.
Atopista Supersur
Christian García La autopista Supersur.
Militante de Sukar Horia.
13 ago 2025 05:36

Es bien sabido que, cuál ser vivo, sin alimentos, el automóvil no funciona. No en vano 366 buques petroleros llegan al puerto de Bilbao cada año, para, tras pasar por Petronor surtir nuestras gasolineras, y, aunque los efectos de su digestión sean muy perjudiciales para la salud humana y la estabilidad del clima, la cadena alimenticia automovilística no parece detenerse.

Es verdad que algunos nuevos coches ya no hacen ascos a la electricidad, amenazando con un gran aumento de este vector energético, así como con devorar media tabla periódica para montar sus baterías.

El espacio público es también un imprescindible sustento para el coche. El 68% de nuestras ciudades se reserva para su aparcamiento o circulación, y apenas ningún espacio natural se libra de las visitas o pernoctaciones de los coches, o sus hermanos mayores aún más glotones: las furgonetas.

La máquina insaciable ya está preparándose para cobrarse su próxima pieza de caza, el parque Artaza en Leioa que será devorado por el Subfluvial

La semana pasada en Berango (Bizkaia) he podido observar como también se alimenta de árboles. El barrio de Lantzarte ha visto como su campa, su pulmón verde, era destrozado para hacer sitio a un parking de 90 plazas. La ira popular, sobre todo infantil, consiguió salvar a los árboles el primer día, pero las excavadoras volvieron a la carga al de dos días y masacraron más de una decena de árboles frutales, bajo las húmedas miradas del vecindario.

Esa escena me hizo entender cómo el coche también devora almas. ¿Cómo se puede explicar sino que una parte del barrio se posicionara a favor de enterrar la campa bajo asfalto? ¿O qué la alcaldesa Itziar Aguinagalde siguiera adelante con el proyecto sin conmoverse lo más mínimo por los sollozos de las amigas de su hija?

Pero esta máquina es insaciable y ya está preparándose para cobrarse su próxima pieza de caza: esta vez será el turno del parque Artaza en Leioa que tendrá que ser devorado (o vaciado, en su jerga técnica) para hacer hueco al Subfluvial, autovía que conectaría Portugalete con Leioa, aumentando el tráfico en miles de coches. El alumnado del instituto Artaza-Romo , rodeado por las obras y con el patio ocupado también deberá sacrificar como ofrenda su derecho a la educación, un pequeño aperitivo nada más para esa máquina insaciable que llamamos automóvil.

Pero si no lo impedimos está tampoco sería la última, ya que la Diputación de Bizkaia, buen ganadero de coches, nunca anda falto de millones para asfaltar espacios naturales y, de paso, alimentar las cuentas de resultados de las empresas constructoras.

Hasta cuándo vamos a permitir que el coche siga devorando nuestras ciudades, nuestras campas y nuestros espacios naturales a la vez que con sus deshechos contaminan nuestros pulmones y nos abocan a un cambio climático desbocado?

Apostemos por otro modelo de movilidad centrado en las personas y no en los automóviles y sus fabricantes.

Infraestructuras
Autovía subfluvial, un atropello ecológico y antisocial
La Diputación de Bizkaia y el Gobierno vasco planean construir una autovía bajo la ría entre Leioa y Santurtzi. Una inversión de 400 millones que consolida una movilidad socialmente injusta y medioambientalmente insostenible.
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