Opinión
La hegemonía educativa del euskera

La matriculación en los distintos modelos lingüísticos se ha invertido en las últimas décadas. El euskera es hoy la opción educativa hegemónica.
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Argia Roles del Euskaraldia, campaña por el uso cotidiano del euskera CC BY-SA
11 mar 2021 06:05

Vamos a analizar la evolución y la tendencia del alumnado matriculado en los distintos modelos lingüísticos en Euskadi. Como ya explicamos en el artículo Identidad, lengua y escuela, la nación sufrió un proceso de involución cultural durante aproximadamente un siglo, que puso en serio peligro la supervivencia de la lengua. Vimos como la aparición del Estado de las Autonomías pudo articular el auge de demanda cultural en torno al euskera con una estructura de recursos lo suficientemente grande. Este proceso se llevó a cabo a través de la institucionalización y planificación política de una estrategia lingüística. Especialmente con una política lingüística a nivel educativo se pretendía tejer la trasmisión generacional de la lengua y que volviese a cobrar importancia en el ámbito privado de las personas.

“Como dice Jone Goirigolzarri, no sólo la promoción pública hace que ciertas políticas se lleven a cabo en el espacio común, sino que traspasan a la vida privada y son elegidas de manera autónoma”

Como apunta la profesora de la Universidad de Deusto  Jone Goirigolzarri, en su libro Hizkuntzak eta alderdi politikoak: diskurtso linguistikoak Euskal Autonomia Erkidegoan: “erakunde politikoek esparru publikotik jardun arren, bere egitekoa esparru pribatura ere zabaltzen dabe sarritan, gizarte zibil antolatura zein herritarren bizitza pribatura. Beraz, esparru jakin bateko eragile linguistikoek bideratutako ekintzek eremu horretatik harago doazen barrutietan eragin”. “Las acciones de las instituciones políticas traspasan de la vida pública a la vida privada de las personas y a los espacios de la sociedad civil organizada. Las acciones de los agentes lingüísticos trascienden sus ámbitos concretos, influyendo más allá de los mismos”. Por tanto, como dice Goirigolzarri, no sólo la promoción pública hace que ciertas políticas se lleven a cabo en el espacio común, sino que traspasan a la vida privada y son elegidas de manera autónoma. ¿Podría el euskera recobrar importancia en el ámbito privado gracias a políticas públicas que fomentasen su uso?

Modelos lingüísticos

Para responder a esta pregunta, analizaremos la tendencia en la matriculación en los distintos modelos lingüísticos. En Educación Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato los estudiantes pueden elegir el modelo a seguir:

  • Modelo A: Posee el castellano como lengua vehicular e incluye el euskera como una asignatura.
  • Modelo B: Es un modelo bilingüe, combina el castellano y el euskera. El primero se usa para asignaturas troncales en la formación del alumno (matemáticas, lengua, etc.) mientras que el segundo se incluye en asignaturas como plástica, ética, etc.
  • Modelo D: Posee el euskera como lengua vehicular mientras el castellano sólo se da en la asignatura de lengua y literatura española.
  • Modelo X: Este modelo va a destinado a estudiantes de otras comunidades autónomas o extranjeros, que no hablan la lengua propia de Euskal Herria. Se enfoca en seguir un programa en castellano.

Utilizaremos los modelos A y D, antagónicos, para capturar la evolución cultural del País Vasco. Además, estos modelos cuentan con un gran peso porcentual de la matriculación total del alumnado por cada nivel. En las últimas décadas, el 80% o más del alumnado pertenece a estos dos modelos. Como se comentó en el anterior artículo, al final de la década de 1970 hubo un gran boom en la demanda educativa hacia el modelo D. Sin embargo, este no pudo ofrecer una respuesta a la altura, pues contaba con una estructura endeble, tanto de recursos materiales, como de profesorado y contenido para formar y ofrecer una calidad similar al modelo A. Esto supuso un desafío para el euskera, pues gran parte del alumnado encontraba en el modelo A una estructura previamente consolidada.

En los siguientes gráficos, elaborados a partir de los datos del Eustat, Instituto Vasco de Estadística/Euskal Estatistika Erakundea, se muestra la evolución en cada etapa educativa del alumnado matriculado en cada modelo lingüístico y por tipo de escuela (pública o privada-concertada):

En los gráficos se aprecia un cambio de tendencia significativo. Se ve cómo el primer nivel educativo en el que se producen los cambios es Infantil y que se materializa en los siguientes niveles en función del envejecimiento de las cohortes. Bajo un supuesto algo fuerte, que todo el alumnado que pertenece a un modelo en Infantil se mantengan en él a lo largo de su ciclo educativo, los cambios llevarán años de retraso. Por ejemplo, todos y todas las alumnos de Primaria del modelo D en un año, pertenecerán a la E.S.O y, en caso de alcanzar la etapa máxima, el Bachillerato de ese mismo modelo seis años más tarde.

“Lo más destacable de la evolución de los modelos lingüísticos es el papel de la escuela pública. La institucionalización del movimiento cultural hizo posible la conquista de la hegemonía actual en el índice de matriculación”

Lo más destacable de esta evolución de los modelos lingüísticos es el papel de la escuela pública a lo largo de los años. La movilización de recursos a través de la institucionalización del movimiento cultural hizo posible la conquista de esa hegemonía en el índice de matriculación. A través de la educación, junto al pluralismo y diversificación organizativa -antes a través de movimientos sociales, ahora también institucionales- ha sido posible llegar a un consenso transversal. Pues como se observa, en los últimos años, el modelo D (en euskera) es el preferido en ambos tipos de escuela, siendo la pública la que incluye mejor a estudiantes de distintos orígenes socioeconómicos. Incluso en el nivel último, Bachillerato, donde la decisión del idioma puede venir determinada por otros incentivos, como la continuación de estudios superiores en otra lengua, el euskera ha conseguido muy recientemente sobrepasar al modelo A también en la escuela privada, hito en la hegemonía del modelo D que es la opción mayoritaria en el Bachiller público desde 2005.

¿Es el modelo D la solución?

Como se analizó también en el anterior artículo, PNV y Eusko Alkartasuna apostaban por el bilingüismo con promoción del euskera. A primera vista se podría pensar que el modelo B, que en su definición y práctica lleva a cabo un currículum bilingüe, es el idóneo para mantener esta postura. Como apunta Teresa Fernández-Ulloa en La educación bilingüe en el País Vaso, “por primera vez en la historia la mayoría de los alumnos están en el modelo D. El alumnado de modelo B es relativamente estable. ¿Es algo bueno? Sí y no. Es bueno para la recuperación de la lengua vasca, pero quizá sería más realista y mejor para los alumnos la enseñanza bilingüe, puesto que nuestra comunidad es bilingüe”.

“La fuerte presencia del castellano en el día a día hace que el bilingüismo sea alcanzado prácticamente solo por quienes se matriculan en el modelo D (en euskera)”

En cambio, la fuerte presencia del castellano en el día a día hace que el bilingüismo sea alcanzado prácticamente solo por quienes se matriculan en el modelo D. En palabras de Fernández-Ulloa, “debemos decir que prácticamente todos los niños euskaldunes, matriculados en el modelo D, de 6 o más años son bilingües, debido a la fuerte presencia del español en todos los campos”.

Esta fuerte presencia del castellano hace que muchas relaciones se mantengan en esta lengua. Las autoras Ane Ortega, Estibaliz Amorrortu, Jone Goirigolzarri y Jacqueline Urla explican en su estudio Los nuevos hablantes del euskera: experiencias, actitudes e identidades que “muchos participantes han afirmado que la lengua en que se desarrolla una relación depende de la lengua en que haya comenzado esa relación y que, además, es muy difícil cambiarla. Como norma las relaciones que han comenzado en castellano continúan en castellano y las relaciones que han empezado en euskera siguen desarrollándose en esa lengua, según han relatado muchos de los participantes”.

Además, dentro de las diferencias en competencias desarrolladas por los alumnos de distintos modelos en castellano y euskera, Josu Sierra e Ibon Olaziregi muestran, en la ponencia presentada al XXI Seminari sobre Llengues i Educació en Sitges (Barcelona) en 1997, que la diferencia en las calificaciones de las asignaturas de Euskera y Castellano en el modelo A es de -3.5 puntos, en el modelo B, -1.4 puntos y en el modelo D se  iguala en +0.1. Aquí se muestra la diferencia media en la calificación obtenida por los estudiantes de cada modelo al terminar el ciclo educativo de primaria. Los alumnos del modelo A puntúan de media 3.5 puntos más en competencias lingüísticas en castellano que en euskera. El modelo D es el único en mantener una diferencia media prácticamente nula. Según datos de una encuesta del CIS de 2017, en aquellas Comunidades Autónomas con dos lenguas, el castellano sigue siendo la lengua más hablada en el domicilio y entre las amistades, siendo el gallego la única excepción. Como se ha señalado anteriormente, la lengua que se establece en las relaciones sociales y profesionales suele mantenerse. Por lo que es lógico que el castellano logre imponerse en muchos espacios de socialización de las personas.

¿Por qué se elige el euskera?

En muchos casos, gracias a una fuerte estructura educativa a través del modelo D, el euskera ha conseguido encontrar terreno de cultivo para su mantenimiento. En las etapas iniciales de educación, como respuesta cultural, los padres suelen decidir matricular a sus hijos e hijas en el modelo D. Para el equipo de Ortega, Amorrortu, Goirigolzarri y Urla, “llama la atención el hecho de que padres y madres nuevos hablantes renuncien a transmitir su primera lengua a sus hijos, demostrando un gran compromiso con el euskera. En la base de esta decisión subyacen varias ideologías, creencias y juicios: por un lado, pensar que, por ser el euskera una lengua minorizada cuyo uso no está normalizado, el ámbito familiar es uno de los pocos refugios con que cuenta la lengua; por otro, pensar que para garantizar que los hijos e hijas la aprendan bien, la quieran, y sientan un gran apego por ella, el euskera debe ser la primera lengua, es decir, la lengua adquirida en la familia”.

“La decisión inicial de las familias a favor de la matriculación en euskera tiene un impacto en etapas posteriores, en las que sigue primando por elección del alumnado”

Esta decisión tomada en primer lugar por las familias tiene un impacto en etapas posteriores, pues en niveles en los que la decisión de matriculación puede venir determinada por otros incentivos, y es propia del alumnado, sigue primando el euskera. La persona interioriza la importancia del uso del euskera, pues las autoras muestran que las principales razones que llevan a los participantes del estudio a aprender euskera son que “sea la lengua de Euskal Herria” y que “sienten que es parte de su identidad”. Como señalan las autoras: “Algunos de los y las participantes de nuestra muestra han subrayado motivaciones integradoras, expresadas de maneras distintas: «porque es mi cultura», «empecé a darme cuenta de que me perdía mucho», «porque hay que respetar la lengua del pueblo» o la muy frecuente tanto en adultos como en jóvenes «porque el euskera lo hablaban mis antepasados y se perdió»”.

El porvenir de la lengua vasca y navarra

Sin embargo, el euskera se enfrenta a nuevos retos. Los participantes en el estudio confiesan que dentro de los obstáculos que encuentran para el uso del euskera destacan la costumbre de hablar en castellano y que el entorno no hable la lengua. “Según los datos recogidos, el 93,1% de los nuevos hablantes jóvenes de 18 a 26 años han sido escolarizados en modelos de inmersión en euskera (el 65% en el modelo D de inmersión total y el 27% en el modelo B de inmersión parcial), mientras que sólo el 28,5% declara haber aprendido también «en la calle»”. Esta falta de espacios hace que los nuevos hablantes, a pesar de tener motivaciones integradoras y recompensas a la hora de aprender la lengua, la asocien a la escuela: “muchos jóvenes asocian el euskera con la escuela y subrayan que fuera del ámbito escolar ni siquiera se plantean hablar en euskera”, concluyen.

“El contexto sociolingüístico sigue siendo importante para determinar la comunicación. ¿Cómo se consigue traspasar esta barrera para la utilización del euskera en espacios más allá del aula y la familia?”

Además, como apunta Fernández-Ulloa, “hay que dar más importancia a la trasmisión de la lengua en la familia y no confiar excesivamente en la labor de las escuelas (…), la trasmisión intergeneracional funciona, aunque puede mejorar. (…) A la lengua vasca aún le queda una lucha dada la globalización”. También señala la falta de una estructura sólida en la educación vocacional del euskera: “Parece como si la recuperación de la lengua vasca dependiera solamente de aquellos que van a la universidad y estudian cursos en vasco. Esta situación sólo se explica por una actitud que da poca importancia a la formación profesional (…). Las consecuencias son muy serias y dicha enseñanza debe reconsiderarse”.

Así las cosas, el modelo D mayormente público se presenta como principal heredero del papel tradicional de las ikastolas en preservar la lengua. Es también la solución para formar una generación lo suficientemente fuerte como para llevar a cabo también la labor de transmisión intergeneracional a través de las familias que se había perdido tras la dictadura de Franco. Sin embargo, aún tiene grandes retos por delante. La cohabitación de estudiantes castellanoparlantes y euskaldunas hace, en ocasiones, que estos últimos no ahonden y alcancen los altos niveles de calidad que deberían, pues la diferencia de partida en el conocimiento de la lengua entre estudiantes es notable. También queda por resolver el reto de la educación vocacional. En la formación profesional el modelo A absorbe la falta de estructura del modelo D y estudiantes del currículo bilingüe suelen preferir el que tiene el castellano como lengua vehicular, al no haber adquirido un nivel adecuado en euskera.

Que haya una gran heterogeneidad respecto a las redes relacionales hace que muchos alumnos y alumnas asocien el uso del euskera al aula, pues únicamente allí es donde lo usan. El ya comentado traspaso de la vida pública a la vida privada, a través de la institucionalización, se ha logrado en muchos casos. En cambio, el contexto sociolingüístico de las personas sigue siendo importante para determinar en qué lengua se comunicará cada quien. ¿Cómo se consigue traspasar esta barrera sociolingüística para la utilización del euskera en espacios más allá del aula y la familia? Mientras se resuelve esta incógnita, el modelo D de inmersión en euskera ha conseguido erigir una hegemonía escolar, clave para el mantenimiento y posterior prevalencia de la identidad vasca y navarra, lo que permite sembrar una semilla en las futuras generaciones.

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