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Extremadura
Extremadura cerrará 500 camas hospitalarias este verano por falta de personal

El sistema sanitario extremeño funcionará este verano con 500 camas menos en sus hospitales públicos. Así lo ha denunciado el Sindicato de Enfermería SATSE, que advierte que estos cierres —sumados a la suspensión de consultas, intervenciones y pruebas— provocarán un aumento de las listas de espera y un deterioro en la atención a pacientes.
El cierre de camas durante los meses de junio, julio, agosto y septiembre es una práctica habitual en la región. Según SATSE, la medida no responde a una planificación clínica, sino a la imposibilidad de cubrir al personal que se va de vacaciones o causa baja. “Los hospitales no cuentan con refuerzos suficientes y eso obliga a dejar unidades cerradas o bajo mínimos”, señalan desde el sindicato.
Una sanidad reducida a media jornada
La clausura estacional de recursos sanitarios es una constante en todo el Estado, pero tiene efectos más marcados en comunidades con una red hospitalaria limitada y zonas rurales con difícil acceso, como Extremadura. En algunas áreas, el cierre de camas implica directamente dejar sin atención especializada a una parte importante de la población durante semanas.
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La región no es ajena al patrón generalizado de recortes. Desde 2021, el número de camas cerradas en verano se mantiene estable o va en aumento: 9.632 camas se clausuraron en todo el Estado en 2021, 8.594 en 2022, 9.809 en 2023 y más de 10.200 en 2025, según los datos recogidos por SATSE. Extremadura, con 500 camas menos este año, es una de las comunidades con mayor reducción proporcional en relación a su tamaño poblacional y capacidad hospitalaria.
Plantillas al límite
La raíz del problema, denuncia SATSE, está en la no cobertura de las vacantes estivales. El sindicato estima que entre el 40% y el 50% de las enfermeras no son sustituidas durante el verano en Extremadura. Esta situación obliga al personal activo a asumir turnos dobles, cubrir varias unidades a la vez o ser desplazado de su puesto habitual, con el consiguiente impacto en la calidad asistencial y la salud del propio personal.
Extremadura, con 500 camas menos este año, es una de las comunidades con mayor reducción proporcional en relación a su tamaño poblacional y capacidad hospitalaria
“Las enfermeras están trabajando por dos. En algunos hospitales no se cubre ni la mitad de las ausencias, y eso repercute directamente en la atención que reciben los pacientes”, explican desde la organización. SATSE advierte que las consecuencias incluyen estrés crónico, fatiga física y psicológica, y un empeoramiento del ya precario estado de las plantillas sanitarias.
Listas de espera al alza
El cierre de camas va acompañado de la suspensión de intervenciones quirúrgicas programadas, pruebas diagnósticas y consultas externas, lo que agrava aún más la presión sobre el sistema. “Se pierde la oportunidad de aprovechar el verano para reducir listas de espera, que ya de por sí son largas en Extremadura”, denuncia el sindicato.
Según datos del propio Servicio Extremeño de Salud (SES), los tiempos de espera para operaciones y consultas han vuelto a crecer en los últimos trimestres. SATSE advierte de que estos retrasos pueden tener consecuencias graves sobre la salud de pacientes con patologías crónicas o que requieren diagnósticos precoces.
Impacto en zonas turísticas y rurales
La situación se complica especialmente en comarcas que reciben un aumento de población durante el verano, ya sea por el retorno de población emigrada o por turismo interior. Muchos municipios doblan su número de habitantes en julio y agosto, lo que incrementa la demanda asistencial justo cuando se reducen los recursos disponibles.
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SATSE denuncia la falta de un plan de refuerzo estival adaptado a la realidad demográfica y geográfica de la comunidad. “La sanidad pública en Extremadura no puede seguir funcionando como si los veranos fueran meses muertos. Hay vida, hay enfermedad, y hay derechos que deben garantizarse los doce meses del año”, concluyen desde el sindicato.