Macrogranjas
Greenpeace lleva su particular globo de amor a una macrogranja en Albacete

El macrocomplejo industrial de Cefu SA, la rama ganadera intensiva del grupo Fuertes/El Pozo, en Hellín (Albacete) se ha levantado esta mañana con un inusual vecino. Un globo aerostático con un corazón y el mensaje “Make love not macrogranjas” ha sobrevolado las instalaciones para denunciar, una vez más, el problema de la ganadería intensiva, una situación que afecta especialmente a algunas zonas de España, Castilla-La Mancha entre ellas.
La acción de protesta ha sido llevada a cabo por activistas de Greenpeace, que han aprovechado el día de San Valentín para realizarla. “A ver si les gusta el regalo, y si no les gusta, que sepan que a nosotros tampoco nos gustan las macrogranjas”, señalaba Luís Ferreirim, responsable de la campaña de Agricultura de la organización al hacer pública la protesta.
Foco de contaminación
La macrogranja de Hellín es una de las instalaciones más grandes dedicadas al negocio de la cría de cerdos de forma intensiva. En 2019, integrantes de la organización ecologista se colaron en sus instalaciones para comprobar el estado de las diferentes balsas de purines —residuos de origen orgánico formados principalmente por orín, excrementos y los residuos de la actividad— que alberga el complejo, considerándolo “la macrogranja de porcino más contaminante de España”. “Es una clara muestra de la ingente cantidad de excrementos que ahí se generan y que terminan ahogando los suelos agrícolas, convertidos en vertederos de esta potente industria, y contaminando los acuíferos, las reservas de agua del futuro”, señala Ferreirim cuatro años después de aquella acción, con las balsas en el mismo sitio.
El Grupo Fuertes tiene 29 explotaciones de este estilo en España, con más de 700 ganaderos que producen carne para esta empresa, y es uno de los blancos habituales de los grupos rurales contrarios a la ganadería intensiva. Su modelo basado en explotaciones industriales intensivas es la antítesis de la ganadería extensiva, respetuosa con el medio ambiente local, libre de la contaminación y los nitratos en grandes cantidades que generan las macrogranajas y con más capacidad de fijar población en el territorio.
También ha querido cargar Greenpeace contra la situación de los animales. “Conocía el impacto ambiental, pero cuando llegamos confieso que lo que más me sorprendió fue como gritaban los cerdos encerrados en esas naves”, señala Ferreirim.
Para el activista, “no hay duda de la ganadería industrial y sus macrogranjas es el principal problema de un sistema agroalimentario que está agotando el planeta”, y hace referencia al movimiento en contra que ha generado y a las moratorias y leyes contra este tipo de explotaciones que se han aprobado en los últimos años en territorios como Catalunya, Castilla-La Mancha o Navarra. También la probable moratoria para nuevas instalaciones de este tipo que se plantea aprobar tanto en La Rioja como en el País Valencià y a la normativa estatal recientemente aprobada que ha hecho que macrocomplejos como el planteado en Noviercas, para nada menos que 23.520 animales, haya sido rechazado.
“El Planeta necesita amor, mucho más amor y no estas malditas macrogranjas. Vamos a seguir denunciando el nefasto modelo de ganadería industrial que sigue imperando en España y pidiendo que se frene de una vez su expansión”, finaliza el responsable.
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