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Marxismo
Aclaraciones sobre el materialismo histórico: un análisis de coyuntura mirando a China
Toda teoría científica tiene como fundamento un conjunto indemostrable de afirmaciones metafísicas ―ontológicas, epistemológicas y metodológicas―. Ya lo dijo Aristóteles al poner las bases del método científico, que evolucionando a través de la historia ha llegado hasta nuestros días. Ese conjunto metafísico de verdades fundamentales indemostrables ha recibido el nombre de ‘núcleo duro’ de la teoría científica, según la explicación de Imre Lakatos. En cambio, otros postulados de la teoría con el rango de leyes ―el llamado ‘cinturón protector’―, pueden ser modificados con el tiempo para ajustarse a los hechos (Lakatos 1983). Aplicando esa interpretación de la dinámica científica a la teoría marxista, parece necesario hacer una reconstrucción de las leyes de la historia propuestas por sus fundadores, para adaptarlas al actual contexto histórico.
Análisis
¿Unidos contra China?
Según la filosofía de la ciencia de carácter historicista, que se impuso en el siglo XX, para hacer esa operación conceptual se requiere, primero, comprender su historia interna ―el desarrollo de la teoría desde hace más de un siglo y medio―; y segundo, estudiar la historia externa ―el desarrollo de las ciencias sociales contemporáneas―.
Un esbozo de la historia interna del marxismo
Respecto de la historia interna, es necesario retomar ciertas formulaciones de Marx y Engels previas a la derrota de la revolución de 1848, especialmente aquella idea contenida de la ideología alemana, de que las fuerzas productivas del capitalismo son al mismo tiempo fuerzas destructivas. Esa afirmación es continuación de la tradición republicana ilustrada, especialmente representada por Rousseau: el Progreso es un desarrollo tecno-científico a costa de un subdesarrollo moral de la humanidad. Es necesario volver a retomar esta versión del marxismo, por causa de los graves problemas ambientales a los que se enfrenta la humanidad del siglo XXI.
Pero la consolidación del capitalismo después de ese hecho histórico ―acompañada por una onda larga de crecimiento económico acelerado (Mandel 1979)― significó el triunfo de la ideología liberal de la burguesía ―bien representada en el Fausto de Goethe, y por Schumpeter cuando habla de la ‘destrucción creativa’ por el capitalismo―. El Fausto es una narración novelada de la dialéctica histórica (Lukács 1968), donde el diablo, lo negativo, el mal, es un aliado del progreso, del desarrollo de las fuerzas productivas. Es lo que se ha llamado también ‘dialéctica negativa’.
La República popular China [...] ha conseguido un importante desarrollo de las fuerzas productivas, de forma paralela al capitalismo liberal: emigración de millones de campesinos hacia las ciudades, gigantesca centralización económica, integración en el mercado mundial, uso de la tecno-ciencia como fuerza productiva, desarrollo de la industria militar
Cuando se produce la revolución comunista en un país atrasado ―cual era la Rusia zarista―, la teoría marxista adoptó fuertes rasgos progresistas: sirvió para impulsar un desarrollo económico en las regiones periféricas del capitalismo, evitando la extracción de sus riquezas por la explotación colonial ejercida por los países imperialistas. Esa interpretación progresista del materialismo histórico se consolidó con la contrarrevolución estalinista, que terminó con la democracia republicana y constituyó un Estado autoritario represivo sobre la clase obrera. La explotación del trabajo permitió una acumulación de capital en la URSS, y un desarrollo auto-centrado de las fuerzas productivas, en conflicto con el capitalismo internacional.
Esa fue la versión del marxismo más aceptada en el siglo XX y que entró en crisis a finales de ese siglo, cuando se desmoronó la URSS. Sin embargo, tiene continuidad en la RPC (República Popular China), con lo cual ha vuelto a replantearse su validez. El marxismo viene a ser una teoría social alternativa para hacer posible el desarrollo de la periferia capitalista, evitando la explotación colonial (Amin 2011). El Estado nacional dirige y planifica la economía evitando el drenaje de recursos y productos que el imperialismo extrae de su periferia colonizada.
Marxismo
Marxismo, historia y crítica al eurocentrismo
Las siguiente líneas tratan de aportar ideas al antiguo pero actual debate sobre la polémica interpretación de Marx (una entre tantas), esto es, la concepción (o no) del Marx eurocéntrico. Trataré de desarrollar los puntos más importantes a destacar a partir de reflexiones ya formuladas en las obras de Néstor Kohan y Álvaro García Linera, a la luz de los textos y trabajos inéditos traducidos al castellano del propio Marx. Dichos textos están insertos en el libro “Comunidad, nacionalismos y capital” (2018) (1) -especialmente me apoyaré en el primer capítulo de éste-, editado por la Vicepresidencia del Estado plurinacional de Bolivia y presentado en La Paz y en Cochabamba en mayo de 2018 por el legítimo (y en el exilio) Vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera (acompañado por el investigador y profesor en la UBA, Néstor Kohan).
La caracterización de este modo de producción está en discusión. Lenin propuso el nombre de ‘capitalismo de estado’, cuando la revolución soviética quedó aislada y se tuvo que rehacer la economía nacional introduciendo mecanismos mercantiles con la NEP (Nueva Política Económica). Y en mi opinión esta sigue siendo la denominación más adecuada para la RPC, que ha conseguido un importante desarrollo de las fuerzas productivas, de forma paralela al capitalismo liberal: emigración de millones de campesinos hacia las ciudades, gigantesca centralización económica, integración en el mercado mundial, uso de la tecno-ciencia como fuerza productiva, desarrollo de la industria militar.
Algunos marxistas, sin embargo, piensan que la contrarrevolución estalinista de 1930, liquidó el carácter capitalista de la URSS. Pero la URSS no se distanció sustancialmente del modelo económico capitalista, aunque abandonara las formas políticas liberales. Por tanto, se debe considerar la URSS como un primer intento inmaduro y poco consistente del desarrollo histórico que la RPC está consiguiendo en nuestros días: la hegemonía mundial.
Quizás uno de los factores más estabilizadores de la cultura china es el poseer desde antiguo esa doble comprensión de las relaciones sociales: el taoísmo potenciando la conciencia personal y el confucianismo como moralidad del sistema burocrático conviviendo sin conflictos internos
Tenemos, pues, dentro de la teoría marxista varias versiones distintas de los mismos hechos, que responden a proyectos políticos alternativos en dependencia de la táctica elegida para promover la emancipación; éstos suponen una diferente valoración de los factores que promueven la emancipación humana, y especialmente el carácter de las fuerzas económicas capitalistas ―públicas o privadas― en su dimensión productivo/destructiva. El análisis de coyuntura debe hacerse teniendo en cuenta la crítica ecológica del capitalismo, que se hace cada día más relevante para cualquier proyecto histórico.
La renovación de la perspectiva republicana democrática del siglo XIX, que se produjo en la alianza entre comunistas y socialistas, como horizonte utópico y advertencia de las desviaciones en el desarrollo histórico del movimiento comunista, sigue presente en sectores sociales que promueven relaciones sociales por fuera de los circuitos de valoración del capital. La visión republicana elitista autoritaria tiene una larga tradición que se remonta a Platón, y se impuso con las contrarrevoluciones estabilizadoras tras la destrucción del estado capitalista-burgués, a favor del estado burocrático como forma pragmática de combatir el imperialismo liberal. Esa diferente conceptualización responde a cuestiones tácticas acerca de cómo avanzar hacia el socialismo ―el cinturón protector al que se refiere Lakatos―. Sería posible compatibilizarlas, a través de un acuerdo básico de respetar ciertas normas sociales básicas. Quizás uno de los factores más estabilizadores de la cultura china es el poseer desde antiguo esa doble comprensión de las relaciones sociales: el taoísmo potenciando la conciencia personal y el confucianismo como moralidad del sistema burocrático conviviendo sin conflictos internos. Esa riqueza de la teoría no habría de ser un defecto de la teoría, sino una virtud, siempre que se mantenga el horizonte estratégico del desarrollo de la humanidad hacia el socialismo ―el núcleo duro―. Las diferentes perspectivas deben proporcionar un cuadro rico de matices acerca de los hechos históricos y el posible desarrollo humano hacia la emancipación.
Datos principales de la historia externa
La explicación de esa divergencia y su posible resolución debe hacerse haciendo intervenir los factores sociales externos a la propia teoría, en el marco de esta concepción histórica. En primer lugar, interpretando el lugar de la teoría en el conjunto de la ciencia social actual. En segundo lugar, interpretando sus consecuencias políticas en el desarrollo de las fuerzas productivas y los modos de producción. En tercer lugar, investigando su utilidad para promover el socialismo.
Alemania
Y que cumplas muchos Marx
En el 200 aniversario del alemán nos paseamos por el circo itinerante que ha llegado a su ciudad natal.
En ciencias sociales, predomina la sociología capitalista, cuyo objetivo es manejar el orden social en función de la explotación del trabajo y la tierra. La teoría del mercado de libre competencia ocupa el lugar central de la economía liberal y la justificación seudo-teórica del sistema ideológico y político del imperialismo. Como Marx y Engels estudiaron y explicaron en El Capital, esa teoría es defectuosa porque genera una asignación ineficiente de los recursos y una distribución injusta de los productos. Esa observación está suficientemente corroborada en nuestros días, y la problemática ecológica viene a confirmar lo que ya se sabía desde hace tiempo. Pero los intereses de la clase social dominante en el orden imperialista, y las capas sociales subordinadas ―incluyendo lo que Lenin llamaba ‘aristocracia obrera’, la clase obrera de los países desarrollados favorecida por la explotación colonial―, han sostenido esa teoría más allá de lo racional ―desmentida por los hechos históricos― y de lo razonable ―promoviendo brutales crisis sociales―.
La crisis económica desatada en 2007/2008, ha vuelto a corroborar la crítica del capitalismo por Marx y Engels. Y el ascenso de la RPC proporciona un punto de apoyo para reconsiderar la validez del materialismo histórico como eje central de las ciencias sociales. Una coyuntura todavía inestable pero preñada de futuro
Sucede, sin embargo ―como dice Thomas Kuhn―, una teoría científica no es abandonada hasta que no hay otra que pueda sustituirla (Kuhn 1971). Todo el juego de fuerzas sociales, económicas y políticas, determinan la elección de las teorías científicas en cada momento histórico. La disolución de la URSS en 1989 reforzó el papel de la teoría de mercado en las ciencias sociales, que ya venía siendo aplicada con sucesivos golpes de estado en América Latina y África. Sin embargo, la crisis económica desatada en 2007/2008, ha vuelto a corroborar la crítica del capitalismo por Marx y Engels. Y el ascenso de la RPC proporciona un punto de apoyo para reconsiderar la validez del materialismo histórico como eje central de las ciencias sociales. Una coyuntura todavía inestable pero preñada de futuro.
Esa validez, sin embargo, exige ser reformulada sobre la base de las experiencias históricas recientes. Siguiendo la tesis de Amin, tenemos que contar con un modo de producción asiático ―fundado en la burocracia del estado―, que ha evolucionado desde la Antigüedad hasta nuestros días, atravesando tres etapas: 1. el Estado mítico creado en los grandes valles fluviales neolíticos hacia el 3.500/4.000 a.n.e.; 2. el Estado metafísico, cuando la filosofía y la ciencia griegas se expandieron tras las conquistas de Alejandro Magno ―las cuales, junto con las grandes religiones monoteístas que son su expresión popular, introdujeron una racionalización en las relaciones sociales―; 3. el Estado científico, creado tras las revoluciones comunistas modernas y los procesos contrarrevolucionarios posteriores ―los cuales en la RPC son el Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural―.
Filosofía
Stalin: enterrar a Marx
Durante la Antigüedad y la Edad Media el principal desarrollo de las fuerzas productivas se produjo en Asia bajo la forma estatal, y esa situación está volviendo a darse con el ascenso de la RPC a la hegemonía mundial, que es el fenómeno histórico más notable de las últimas décadas. El modo de producción asiático basado en el estado burocrático se constituye como la forma más racional de organizar la economía, que se encuentra en situación caótica dentro del liberalismo. Aunque es posible que todavía se requiera más experiencia histórica para corroborarlo, el marxismo, que promueve una economía basada en la planificación pública y la distribución justa de la riqueza social, se perfila como la teoría social más acertada desde el punto de vista pragmático.
El Estado chino está orientado hacia el socialismo, [...] Pero sigue siendo un Estado autoritario, donde la clase obrera carece de instrumentos de control social, e incluso retrocede en las conquistas democráticas alcanzadas
Pero el marxismo es algo más, puesto que como teoría científica está al servicio del comunismo, como orden social que he eliminado las clases sociales y la desigualdad entre seres humanos. Se propone alcanzar el socialismo como orden más equilibrado y justo de las relaciones sociales. El Estado chino está orientado hacia el socialismo, al menos nominalmente, y su capacidad para planificar el desarrollo social se ha manifestado claramente como un éxito durante la última crisis económica. Pero sigue siendo un Estado autoritario, donde la clase obrera carece de instrumentos de control social, e incluso retrocede en las conquistas democráticas alcanzadas. Y ese es un factor que determina que su evolución posterior sea incierta.
El objetivo del materialismo histórico ―como ciencia social marxista heredera de la Ilustración― es la emancipación del ser humano como sujeto de la historia. El sujeto puede ser individual ―la persona―, colectivo ―la sociedad, la clase social―, o universal ―la humanidad en su conjunto―. Un postulado básico es que no es posible la emancipación colectiva, ni tampoco la universal, sin la individual. La humanidad en su conjunto no podrá dominar la historia a menos que cada personalidad individual pueda dirigir su vida de forma autónoma hacia fines racionales conscientemente elegidos. La forma política que se corresponde con ese postulado es la república democrática participativa, donde los ciudadanos pueden hacer valer su opinión y sus intereses en las decisiones colectivas.
Si se subrayan los éxitos positivos de la RPC ―la elevación del nivel de vida de amplias capas de la población, la eliminación de la pobreza extrema, la extensión de la educación universal, el sistema sanitario universal, la elevación del papel de la mujer, el desarrollo científico y tecnológico―, se puede considerar que ese orden social consiste en un ‘socialismo de mercado’. Esos éxitos has generado un alto consenso entre la población china. Pero para considerar que la RPC está orientada hacia el socialismo, sería necesario que se reafirmaran los rasgos socializadores en detrimento de la competencia capitalista y sus consecuencias antes señaladas ―lo que se hace muy complicado en el contexto de guerra fría impuesto por la OTAN en las relaciones internacionales―.
Hacer compatible la autonomía personal con las exigencias del orden social es una compleja tarea que requiere una fuerte inversión en el mejoramiento de la sociedad, dedicando esfuerzos notables en su resolución. Como señalaba ya Rousseau en su crítica del progreso, el problema de la sociedad capitalista es el enorme desarrollo de las ciencias naturales y sus técnicas de dominación de los procesos naturales, en detrimento de las ciencias sociales y el desarrollo de la filosofía práctica ―ética, política y economía―.