Opinión
¿Qué pasa con la presa de Valdecaballeros?

Nada fuera de lo normal, eso pasa. Se podría empezar, paradójicamente, concluyendo, y hacerlo con la simple afirmación de que no sucede otra cosa distinta que aquello que tenía que suceder: una infraestructura desproporcionadamente inútil, creada para un propósito que jamás llegó a término (y de esto hace décadas, no ocurrió ayer), se desmonta. Y punto.
La debatida presa se levantó con una única y exclusiva finalidad, que no era otra que refrigerar los dos reactores (de 950 MW cada uno), de la central nuclear de Valdecaballeros (Badajoz). Una central nuclear, hija de un tiempo felizmente concluido, que provocó una movilización en contra sin precedentes hasta lograr su paralización, certificada con la moratoria nuclear de 1984. Hasta ahí, la verdad incontestable. A partir de ahí, el despropósito, cuando no directamente la mentira o el abuso de una condición de irredenta ignorancia en la que, parece, se quiere mantener a esta Extremadura en permanente estado de saqueo.
Porque la estéril polémica levantada al respecto del derribo del viejo muro de un embalse inútil no hay por donde interpretarla salvo a la luz de un entrecruce de intereses partidarios (esa derecha extrema siempre atenta al bulo populista, ese PSOE regional templagaitas), de analfabetismo político funcional (el lugar donde se nos quiere colocar hasta la eternidad) y de, directamente, una cultura del bulo que siempre se sabe cómo comienza y pocas veces cómo acaba. Sin olvidarnos, nunca, del poder del miedo y la desesperación al ver cómo no cae una gota de agua y tu trabajo se va directamente a la ruina. Un respeto, entonces, para quienes trabajan la tierra. Y atención al miedo del que hablamos, que al final busca encontrar razones hasta donde no hay, ya sean misteriosas avionetas que espantan la lluvia o antenas que romperían las nubes concentradas. En la pretendida era de la información es cuando más indigencia intelectual, más desinformación y más pobreza argumental se puede encontrar.
Aquí, no obstante, estamos frente a un asunto de estricto orden normativo, económico y de seguridad. Y es que nadie, absolutamente nadie, se quiere hacer cargo de los gastos de mantenimiento (que los tiene) de la “presa”, que está ―atención a este dato― sin finalizar y que es únicamente un reservorio de agua del río Guadalupejo, ubicado en uno de los brazos que desembocan en el embalse de García de Sola, de los más grandes de la cuenca y que almacena las aguas del Guadiana.
El embalse es inútil tanto por inconcluso como por la sencilla razón de que no aporta capacidad significativa de regulación [...] no tiene ningún plan de seguridad y su canal de desvío de la margen izquierda sigue abierto (!), como lo ha estado siempre
Desde 2021, año en el que Endesa renunció a la concesión, la eléctrica ya no quiere seguir con los gastos de mantenimiento (fácil de entender, es una empresa que ahí no gana nada) y los mismos ayuntamientos que ahora jalean el ruido mediático ―¿por qué será? ¿tendrán algo que ver las próximas elecciones locales?― tampoco. Efectivamente: los fogosos alcaldes no están dispuestos a poner ni un euro (se entiende, acometer el mantenimiento supondría el 10% del presupuesto de Valdecaballeros, por ejemplo) para aquello que tan indispensable reclaman.
Ya está tramitada la extinción del contrato y la Dirección General del Agua, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, ha concluido el procedimiento el pasado 14 de marzo. El siguiente paso es el derribo, pues cuando una concesión queda extinta la ley dice que es obligatoria la restitución de lo que se denomina Dominio Público Hidráulico; además de que, de no hacerlo, quedarían colgando del vacío aspectos tan relevantes como la responsabilidad patrimonial en caso de accidente, que puede haberlo. El procedimiento cuenta con los informes favorables tanto de la Abogacía del Estado como del Consejo de Estado; los gastos corren a cuenta de las empresas propietarias, no hay por ese lado ninguna sombra. Sobra toda la polvareda levantada.
De hecho, y centrándonos más en aspectos prácticos, el embalse es inútil tanto por inconcluso como por la sencilla razón de que no aporta capacidad significativa de regulación, al encontrarse rodeado de otros pantanos muchísimo más grandes creados al amparo del Plan Badajoz. Como colofón, recordemos que no tiene ningún plan de seguridad y que su canal de desvío de la margen izquierda sigue abierto (!), como lo ha estado siempre.
Tampoco es cierto que Castilblanco o Valdecaballeros se vayan a quedar sin agua porque ―ahora sí, como debe ser, no como hasta la fecha, que se abastecían con una toma ilegal, sin concesión alguna― está aprobada su captación del embalse de García de Sola, que para eso existe, solamente dos kilómetros más abajo. Samuel Moraleda, de la Confederación Hidrográfica del Guadiana así lo ha certificado y asegurado: no habrá repercusión alguna en el abastecimiento. Y nadie en su sano juicio puede querer mantener un embalse obsoleto, inconcluso, sin recursos de mantenimiento ni seguridad, con una capacidad de 70 hectómetros cúbicos, para abastecer a 2.000 personas. Es algo de una lógica tan aplastante que solo puede enfrentar argumentos conspiranoicos...
Y, en ese sentido, merecería la pena rastrear si comparte acuífero todo este despropósito con las fuentes que andan soltando disparates como ese que relata que se están destruyendo cientos de pantanos indispensables, dentro de algo que sería una especie de “agenda oculta para someternos con el agua” (última serie de la misma productora de “los chemtrails que nos esterilizan”).
Ni siquiera es cierto que Castilblanco o Valdecaballeros se vayan a quedar sin agua porque ―ahora sí, como debe ser, no como hasta la fecha, que captaban con una toma ilegal, sin concesión alguna― está aprobada su captación del embalse de García de Sola, que para eso existe, solamente dos kilómetros más abajo
En realidad, y en aplicación de una directiva europea con base en la Estrategia sobre Biodiversidad para 2030 de la UE, únicamente se están demoliendo pequeñas barreras abandonadas (y ocasionalmente peligrosas), muchas veces simples azudes sin utilidad regulatoria ninguna y con la concesión caducada. ¿La intención? Restaurar el flujo libre del agua en al menos 25.000 kilómetros de ríos. No hay ni ecologistas emboscados en la sombra tras malintencionadas denuncias (¿ante qué instancia judicial?, ¿cuándo? ¿dónde?) ni otra cosa que no sea una política desarrollada a nivel continental, que no genera ningún problema y que, en cualquier caso, desciende del mismo sitio del que descienden las subvenciones que mantienen con vida a un sector agrario vapuleado impunemente por las leyes del mercado y del beneficio.
La Junta de Extremadura, mientras tanto, a lo suyo, sin complejos ni sentido del ridículo, anuncia que va a recurrir el derribo de la inservible presa para, mucha atención, proteger la zona del impacto ambiental de la demolición. La misma Junta que, en los dos años de tramitación del preceptivo expediente no dijo esta boca es mía (tampoco los ayuntamientos, aquí no se libra nadie). Hasta se ha reunido Fernández Vara con Gregorio Rodríguez, alcalde de Valdecaballeros. Y uno no puede por menos que preguntarse algo simple: después de hacerse la foto juntos, ¿de qué hablarán? Yo les recomendaría que, a puerta cerrada, echaran un ojo mano a mano a lo que cuenta sobre este asunto la Plataforma en Defensa de las Fuentes, pero igual es pedir demasiado. Es más fácil apuntarse al peligroso juego de agitar fantasmas. ¡Qué largo se está haciendo el camino hasta el 28 de mayo!
Extremadura
¿Dónde está el agua de Extremadura?
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