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Operaciones urbanísticas
La torre homeopática del emprendimiento à la basque
La estrategia del PNV para el crecimiento económico es a la estancada productividad de las empresas lo que la homeopatía a una crisis sanitaria.
Los interiores arquitectónicos bilbaínos no son lo que eran. Paradójicamente, sin que la tecnocracia peneuvista sepa muy bien por qué. Ello encuentra su expresión más clara en el emblemático falo financiero de la ciudad, la Torre Bizkaia (ex-BBVA), que ha emergido como nuevo símbolo del capitalismo à la basque: un precario sistema de acumulación basado en arreglos postpolíticos para superar los problemas de rentabilidad que afronta la industria vasca desde finales de los setenta. Junto a la apertura de un Primark en mitad de la plaza, los 4.000 metros cuadrados distribuidos en 21 plantas que constituyen el edificio acogerán una aceleradora de startups, en lo que dicen será “el mejor lugar del sur de Europa para emprender”. Esta estrategia de crecimiento económico es a la estancada productividad de las empresas lo que la homeopatía a una crisis sanitaria como la provocada por el covid-19.
Ciertamente, la aplicación de soluciones urbanas a las contradicciones estructurales del capitalismo global ha sido siempre la táctica de gobernanza neoliberal aplicada por la burocracia vasca. Desde conseguir que un starchitect construyera un museo en la Ría hasta movilizar capital público para renovar la imagen de la ciudad con edificios llamativos en Zorrotzaurre. De este modo, los miles de puestos de trabajo bien pagados y con derechos que caracterizaron el mundo industrial se han marchado por el pozo de la historia, junto al dinero para soportar los servicios públicos, colocándose en su lugar empleos precarios de servicios, clínicas privadas e inversores financieros de toda calaña. Y por muchos foros sobre la industria 4.0 que albergue cada año el BEC, la economía vasca ya no gira en torno a la producción de bienes. Se asienta, más bien, en la explotación del histórico legado arquitectónico de la burguesía del siglo XIX, con la dudosa belleza metálica de los edificios de nueva creación como reclamo para turistas.
“A falta de una base productiva poderosa, la estrategia es financiar una oleada de startups especializadas en la energía, la automoción, la manufactura avanzada y la 'foodtech'”
No obstante, la élite política vasca sigue apelando a la validez de la ‘destrucción creativa’ de Schumpeter y a la necesidad de encabezar el proceso de “emprendimiento urbano” en una dura pugna contra otras regiones europeas durante farándulas como el Biscay Startup Bay. Ante más de un centenar de fondos de inversión, empresas y startups, el diputado general Unai Rementería señaló hace un año: “Espero que esa torre sea la chispa de nuestra actividad económica durante las próximas décadas”. Esperanzas que se asientan en la innovación permanente, la cultura de la empresa —no la familiar y clientelar, sino la del emprendedor, igual de proclive a las corruptelas—, un mercado de trabajo flexible y la subordinación de todo criterio político a la competencia internacional.
Operaciones urbanísticas
Un faro sin luz para Bizkaia
La estrategia no es movilizar inversión pública para recomponer la base productiva, sino captar flujos de capitales extranjeros y movilizar a las instituciones bancarias en los procesos de innovación. Todo ello mediante acuerdos público-privados que depositan el riesgo en lo primero y la rentabilidad en los segundos, en un burdo intento por bilbanizar a Mazzucato: arreglar el capitalismo pasa por fomentar la innovación para que las firmas devuelvan cierto beneficio social al sector público, sufragando a su vez un Estado de bienestar fuerte. Soflamas keynesianas para los foros empresariales sin ninguna base empírica.
“El nacionalismo vasco parece incapaz de desplegar una imaginación política suficiente como para pensar más allá de un simple hub para emprendedores”
A falta de una base productiva poderosa, la estrategia es financiar una oleada de startups especializadas en ámbitos como la energía, la automoción, la manufactura avanzada e incluso parafernalia como foodtech. Algunas conseguirán crecer lo suficiente como para servir a los planes empresariales de los Petronor, Reta o Iberdrola de turno e incluso es posible que sean adquiridas por dichas firmas. No obstante, la posibilidad de desarrollar una economía local capaz de aprovechar la situación geográfica de Euskal Herria para distribuir los recursos quedará ofuscada por la explotación de estos. Y, ante los problemas poblacionales para dar empleo a los jóvenes de la comarca, las exenciones de impuestos para emprendedores no harán más que ahondar en la brecha entre clases e incrementar la desigualdad. De un lado, más de la mitad de la población cercana a los treinta años seguirá siendo incapaz de independizarse del hogar familiar debido a la falta de ingresos. Del otro, una retahíla de pijos ocupará los pisos del Casco Viejo y llenará los nuevos locales de moda de San Francisco, muchos de ellos propiedad de fondos de inversión.
El nacionalismo vasco se encuentra anquilosado, por mucho que haga uso de botox urbanístico para depurar su imagen. Parece incapaz de desplegar una imaginación política suficiente como para pensar más allá de un simple hub para emprendedores, algo así como aquellos garajes de Palo Alto, pero en formato de oficinas con vistas a las nuevas franquicias que corroen la Gran Vía. Hacen falta decisiones políticas radicales para asegurar el bienestar de los ciudadanos. Si no tienen lugar, tarde o temprano estos volverán a las calles. Que tiemble Sabin Etxea.
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Hay un problema: presuponer que la alternativa radical puede existir en ese emplazamiento y con la voluntad y conciencia del pueblo vasco/bilbaino a secas... no querremos niños pijos que gentrifiquen la ciudad, pero tampoco sabemos cómo vender nuestras capacidades en el mercado mundial... el festín está servido ;)
muy buen articulo. Eşq no dan para más los chicos del pnv.
Bastante tienen con poner a sus amigos en la administración
Magnific... Artículo sencillo, afilado, condensado y muy certero.
Basque Uberization Country