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Opinión
El contrato de prácticas y otras formas de explotación
Con el mes de diciembre, en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) llegaba el momento de decidir si los alumnos queremos realizar unas prácticas en empresa para el segundo cuatrimestre. Revisando el listado de destinos ofertados, y salvando un par de casos que ofrecen una pequeña, que no digna, retribución económica, las condiciones son las mismas: 0€ por trabajo realizado.
Es algo que no me pilla de nuevas, ni a mí ni a ningún estudiante. En verano estuve como becario en un medio vizcaíno y tuve la suerte de que me pagasen 400€ al mes. Digo suerte ya que es mucho más de lo que otros compañeros pueden decir porque se pasaron el verano trabajando gratis, pero dista mucho de un sueldo digno por una jornada de siete horas diarias.
Sin embargo, en clase, en la facultad, entre otros amigos universitarios y en la sociedad en general esta situación se ha normalizado. Todos damos por evidente e incluso lógico que los estudiantes no recibamos ni un euro por el trabajo en prácticas. En ocasiones cuando expreso mi malestar por esta injusticia, por haber pasado el verano entero cobrando poco más de 2€ por hora, me miran como si fuese un niño caprichoso, como si pidiese demasiado por reclamar un salario medianamente digno.
“Todos damos por lógico que los estudiantes no recibamos ni un euro por el trabajo en prácticas”
"Te lo pagan enseñándote el oficio”, me han llegado a decir y en parte es verdad y en parte no. Cuando estuve pasando siete horas, y en ocasiones nueve, en una redacción, mis instructores tan solo supervisaban el trabajo para que se correspondiera con la línea ideológica del medio y las cuestiones estilísticas, el resto del trabajo lo hacía yo.
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Me atrevería a decir que trabajaba más incluso que algunos de los redactores con una nómina fija que como mínimo triplicaba mi salario. Y es que una vez el becario aprende el funcionamiento básico de la empresa, realiza la labor de un trabajador más, pero en peores condiciones.
Unas que tan solo perpetúan un sistema injusto en el que por estar formándote tu mano de obra no vale nada. Un sistema en el que el tiempo y el esfuerzo de un estudiante no es suficiente como para valer dinero. Una estructura bien organizada por la que el patrón consigue mano de obra gratuita mientras que el obrero tiene que agachar la cabeza una vez más.
Es tal la magnitud de este conglomerado que desde que entramos en la universidad nos repiten la importancia de las prácticas curriculares, te introducen en esta rueda y cuando abres este melón, se justifican diciendo que todos han pasado por ello. No negaré la verdad de esta afirmación, son útiles, ganas destreza y práctica, pero ¿es justo trabajar gratis? La última respuesta que he recibido a esta pregunta en un proceso de selección en una empresa de mucho renombre es que trabajar en ella era “la gran oportunidad”. Tenía razón, pero de momento las etiquetas del súper llevan números y no nombres
En una ocasión, un exalumno de la facultad dio una charla contando su experiencia como periodista. Él trabajaba en una cadena de televisión y contó que antes de llegar ahí realizó prácticas en una empresa donde para ascender tuvo que mantenerse disponible las 24 horas del día, sin horarios definidos.
Con su discurso animaba a luchar por los derechos del estudiante y el trabajador, pero esto quedaba eclipsado por su palabrería sobre formarse en cualquier tipo de condiciones, luego ya si eso llegaría el momento de reclamar una mejor situación.
Él, los profesores y la universidad-que oferta unas prácticas cuanto menos precarias- ayudan a que este sistema se sostenga. Crean expectativas e ilusiones sobre de la idea de un contrato indefinido si tu trabajo es lo suficientemente bueno durante las prácticas, perpetúan la meritocracia.
La realidad es otra. De acuerdo con los datos del SEPE, durante el año 2021 ha habido 106.486 contratos de prácticas o formación. De estos, hasta el mes de noviembre tan solo un 21% se convirtieron en contratos indefinidos.
“De acuerdo con los datos del SEPE tan solo un 21% de los contratos de prácticas o formación se convirtieron en indefinidos”
La realidad es que los contratos en formación con bajos sueldos pocas veces se convierten en una situación laboral estable. Normalmente, llevan a otro trabajo temporal por tu excelente labor, hasta que llegan al tercer y último posible contrato de prácticas, entonces es un tercer strike y fuera.
Sin ir más lejos, una compañera de clase lleva dos contratos de prácticas en la misma empresa sin ninguna remuneración económica. Tan solo puede firmar uno más bajo estas condiciones, ¿qué pasará después? ¿La harán indefinida? Por los antecedentes de la empresa, la respuesta es no.
Como ella una joven de 30 explicaba el pasado julio a un diario de renombre cómo tuvo que pasar por tres empresas distintas hasta llegar a una en la que le hicieron un contrato indefinido. Aunque llegó tarde, ella se había pasado la mayor parte de su vida en unas pésimas condiciones laborales que habían erosionado su salud mental y lo dejó. Porque la conciliación entre trabajo y estudios puede ser difícil, pero sumándole unas malas condiciones laborales y la situación personal de cada uno, se hace imposible.
Pero a pesar de todo esto el sistema sigue en pie por un requisito básico en las ofertas de trabajo: la experiencia laboral mínima. Frases como: “Mínimo 1 año de experiencia en el sector son las que hay entre sus condiciones. Esto se convierte en el empujón perfecto para que los estudiantes nos aboquemos a trabajos precarios con salarios precarios.
Sin embargo, nadie se alarma por ello, todo el mundo lo ve normal porque eso es lo que quieren: seguir hacer girando una perfecta rueda de prácticas no remuneradas. Un sistema que favorece al capitalismo que busca mano de obra gratuita. Yo por mi parte no lo haré. No trabajaré gratis, mi tiempo y mi trabajo valen dinero, no los regalaré. Tampoco lo hagas tú y si lo haces, que sea a ti mismo.