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Pista de aterrizaje
Edurne Lekunberri: “Estamos buscando un dolmen”
Euskaldunberri venida al mundo en 1976, su abuelo paterno fue el último vascoparlante de Ilurdotz. La familia del aita habita Martillena desde hace casi dos siglos y durante la dictadura escondían parte del trigo cosechado para sobrevivir. Fueron, y son, ganaderos y labradores. A su ama, ribera de Arguedas, y del Athletic de Bilbao, la crianza de dos hijos y dos hijas, y el trabajo doméstico, le dejaron poco tiempo para ejercer su vocación de maestra. Edurne tiene un hijo de trece años, es directora en una escuela infantil en Iruñea, y cree que la autonomía del método Pikler y la perspectiva holística son la base de la educación infantil. Es lectora, mendizale, bicicletera, y militante activa contra las políticas extractivistas.
Ilurdotz, herri txiki infernu handi?
Somos sesenta habitantes, es verdad que un poco alejados del Río Arga y del Camino de Santiago, que son las arterias del Valle de Esteribar, pero nos gusta nuestro lugar en el mundo. Apenas ha cambiado en los últimos cuarenta años.
Algo habrá que haya ido a peor...
La única diferencia grande es que antes había tres coches en el pueblo y ahora se han multiplicado, pero las amenazas serias vienen de fuera.
¿Quién querría hacerle daño a ese paraíso en la Tierra?
Los furtivos, que están acabando con el cangrejo autóctono, la minería, las canteras, los desdoblamientos innecesarios de la carretera, las urbanizaciones insostenibles... es una zona muy acosada. Ahora anda Sacyr vendiéndonos la moto de que instalar un macroparque eólico es lo mejor que podía pasarnos. Intentaremos resistir. Entre otras cosas, estamos buscando un dolmen que hay documentado para ver si también se lo llevarían por delante.
¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?
Fui muy feliz de pequeña. Teníamos pocos juguetes pero no faltaban los libros. Bajábamos a bañarnos al río en bicicleta y ayudábamos con las ovejas.
¡Como en la famosa serie infantil!
Con un rebaño de 250 ovejas. Se perdían, se quedaban encerradas en algún sitio del que no podían salir, las mataban los perros asilvestrados, morían porque se despistaban... hace no mucho, los buitres atacaron a una que estaba vieja, pero, lo normal era tener tiempo de aburrirte. Los sábados íbamos los seis a Iruñea en un Seat 127, con el maletero lleno de corderos, a venderlos en el mercado. Enteros, mitades o por cuartos. Y cuando era temporada, ciruelas claudias y perretxikos. A veces hacíamos varios viajes. Pero el cordero nunca ha sido tan buen negocio como otras carnes.
Todas las infancias son diferentes...
Así es.
…pero no podemos garantizar una educación individualizada.
Es verdad, pero deberíamos respetar más el desarrollo particular y no parcelar tanto sus vidas. A muchos niños y niñas se les pone a andar antes de tiempo, y se les inmoviliza demasiado. Luego les falta seguridad para hacer las cosas, y necesitan la aprobación permanente de la persona adulta. Y después está el segundo gran error: separar las actividades cotidianas en compartimentos estancos.
¿Por qué?
La alimentación es un buen ejemplo. Cuando comemos, lo más importante no es la rapidez o la cantidad sino el cómo. Puedes sentarles en tronas y simplemente llenarles el estómago, o que sea otra cosa. De hecho, la hora de la comida es la más idónea para el aprendizaje.
¿Un ejemplo?
Hay una percepción muy equivocada de cómo trabajar los gustos. Para los dietistas infantiles, un alimento no debe descartarse hasta que no se ha rechazado por lo menos diez veces. En vez de hacer fichas de las estaciones, con copos de nieve en invierno que ya casi nunca vemos, podrían explicarse a través de los ciclos de las frutas y las verduras.
¿El método Pikler es revolucionario?
Es una vuelta al sentido común. Sabemos que los conceptos, valores y actitudes fijados sin prisas, con autonomía, respeto y de forma integral son los más duraderos. Poco a poco, está extendiéndose por la red pública.
¿Qué cosas ayudarían a mejorar?
Tendría que haber un solo ciclo 0-6. La educación infantil no pinta nada en las escuelas, tal y como están concebidas ahora. Las ratios tendrían que bajar a la mitad, como en gran parte de Europa. Y las administraciones tendrían que valorar económicamente la reproducción de la vida.
¿Qué hacemos con la concertada y la privada?
Solo sé que estuve unos meses antes de empezar mi vida laboral en la educación pública y que mi experiencia pedagógica no pudo ser más negativa.