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Poesía
La poesía como un martillo, instrucciones de uso

Un breve preámbulo
Un comunista debe ser, ante todo, y aunque sea avant la lettre, un poeta. Un poeta debe ser, ante todo, y aunque sea in pectore, un comunista. Gabriel Aresti era un poeta patente y un comunista latente. Un poeta defiende su futuro porque cree en él. Un comunista usa su voz de poeta –de poeta por comunista– para construir su horizonte a golpes constructores.
Se nos ha dicho que la destrucción es destructora, pero en realidad la destrucción nunca deja zonas cero; y si quedan páramos o eriales, pues se cultivan y miman. «En los páramos podemos empezar este nuevo mundo», podría decir un poeta. Por eso el martillazo, por eso el martillazo. Por eso el martillo: siempre nos quedará el martillo.
Aresti fue un poeta y traductor bilbaino que escribió en euskera y formó parte de la Real Academia de la Lengua Vasca. Nació un 14 de octubre de 1933 y murió 41 años después, un 5 de junio de 1975, cinco meses antes que el dictador Francisco Franco, al que detestaba no solo por antifranquista, también por marxista (y por cristiano, y por euskaldun, y por poeta). En solo 41 años tradujo a Bertolt Brecht, a Lorca, a Valle-Inclán, a T.S. Eliot y a James Joyce.
A pesar de que no le mecieron en la cuna en euskera, y que lo aprendió en su juventud –y luego lo defendió a muerte–, fue reconocido por su trabajo de interpretación en esta lengua. Un día la Guardia Civil entró en la casa donde reposaba su legado. Agentes de uno de los brazos armados del franquismo confiscaron la traducción del Ulises de Joyce. Aquellos papeles no volvieron a sus manos. Imaginaos a Aresti luchando por traducir «Love loves to love love», «el amor ama amar al amor».
Aresti se ganó unos cuantos enemigos cuando defendió un «euskara klarua» y «demostró que también en euskera es posible adoptar una posición proletaria»
«Muy influido por la creación poética de Blas de Otero, de quien fue muy amigo, Aresti revolucionó la expresión y la estética mediante una poesía social», explica Jon Kortazar, profundo conocedor de la obra y la personalidad del autor de Bilbao. Aunque en su juventud estuvo en la órbita del PNV, se ganó unos cuantos enemigos cuando defendió un «euskara klarua» [euskera claro], tomando de la oralidad, de lo popular o de préstamos de otras lenguas para expresarse en un momento en el que la reivindicación del purismo lingüístico desde el nacionalismo era vital.
Como apuntó Paul Beitia, «demostró que también en euskera es posible adoptar una posición proletaria». También mantuvo vinculación con el PCE, o más bien, como buen comunista, tuvo grandes amistades comunistas. Algunas de ellas pasaron por el PCE.
Este año 2025 se cumplen 50 años desde que el poeta que creía en la poesía como el arte de dar martillazos dejó de darlos en vida. El martillo, la piedra y el pueblo son las tres palabras que Aresti no soltaba del puño. Sí: su ternura tenía forma de martillo, núcleo de piedra y densidad de pueblo. Ponía sus manos alrededor de la piedra y construía una casa o un poema, con capas y capas de esa ternura. Martillo, martillo, martillazo. Y, pum, pueblo. 2025, en honor a Aresti, debe ser y es, de hecho, el Año Martillo.
Euskal Herria
1975-2025 50 años recordando a Gabriel Aresti, una ventana de oportunidad para restituir su memoria
Estas son solo algunas palabras que podemos poner alrededor de este abecedario inacabado. Y si la poesía ha de ser un martillo, estas son las instrucciones de uso.
Abecedario inacabado
A.
Aceña
«A» de: «A tus hermanas diles tú, pequeña, / por qué razón no hay pan en casa, diles / que el pan se compra, pero no, ni abriles, / ni el honor de tu padre. Voz sedeña, / cantarines murmullos de la aceña, / explícales que existen, viven, miles / de hombres desesperadamente viles, / en quienes el dinero me despeña». «A» de «aceña» o de molino, o de acequia, o del murmullo del agua moliendo. Moler, martillear. En un poema de su libro Euskal Harria (1986) el martillo se toma «entre las manos» para despertar. En otro momento, coloca en un yunque la memoria y la rompe con «el martillo de la esperanza». Quiere que su poesía esté cargada de futuro, como Celaya. Y el futuro pasa por el martillo.
B.
Burjesia [Burguesía]
Su poema «Sic» cierra Harrizko Herri Hau, libro por el que el Tribunal de Orden Público (TOP) franquista procesó al poeta por entremezclar a Lenin, el Che Guevara y Cristo. «Eta orduan burjes-bidean / zoan / aristokrazia / mehar / hark, / ekartzen ziautak / gogora /oraingo / burjesia / makal / hau, / kondenaturik dagoena, / burjesia triste hau». [La traducción literal pierde sentido, conforménse con: Burguesía = :( o Burjesia = qué triste].
«Euzkadi, madre mía, / no puedo quererte, / pues solo me prometes / sufrimiento y muerte. / Mas sufriendo y muriendo, / he de defenderte, / a golpes de un martillo / vigoroso y fuerte»
C.
c.
Literalmente hay un largo poema de Aresti ordenado de la «a.» a la «h.». El fragmento que va después de «c.» no contiene ni una sola letra «c» porque solo era una forma de ordenar internamente sus versos. «Euzkadi, madre mía, / no puedo quererte, / pues solo me prometes / sufrimiento y muerte. / Mas sufriendo y muriendo, / he de defenderte, / a golpes de un martillo / vigoroso y fuerte». El martillo es, de nuevo, la belleza de la defensa violenta ante el asedio. Martillo = construcción; Martillo = defensa; Martillo = siempre estará ahí, aguantando [resistir, como un martillo al sol; oposición al esperar sin esperanza de otro dicho popular, el que va para martillo, del cielo le caen clavos, que habla de la fuerza irrefrenable del destino]. Martillo = lo puede (cambiar) todo. El martillo no funciona en el plano lateral. Martillo no martillea al que solo tiene un martillo. Martillo ≠ esto solo es mío o tú aquí no entras. Martillo + conciencia = violencia. Violencia = legítima defensa de clase.
Campos
En los campos se ara. En los campos mueren los niños [«haurrak aingerutan hil», como «ángeles»]. En los campos el cuervo. En los campos la convicción. ¿En «mis pensamientos»? «(Karl Marx)». En euskera:
neure pentsaera,
(Karl Marx),
[...].
D.
d.
De nuevo, literalmente hay un fragmento de poema de Aresti al que le precede la «d.». «Mi voz es un martillo, / negra poesía, / palabra firme y llena / de feroz hombría, / que repica en tus clavos, / dulce madre mía, / y, mientras te golpea, / sufre tu agonía».
E.
Eskuak [manos]
«Ebaki dizkiozue / eskuak, / ez dezan ezpatarik / astin. / Hor datza. / Ezin defendi diteke / indarrez. / Bakar-bakar-bakarrikan / geratzen zaio / hitza». Merece la pena no traducir estos versos del poema «Gizonaren ahoa» [Muy literalmente, lo hacemos: «Le has cortado / las manos, / para que no / agite una espada. / Ahí es donde yace. / No se puede defender / por la fuerza. / Solo-solo-solo / queda / la palabra»]. El esquema sería así: Vozpalabra = martillo; La palabra siempre quedará → el martillo siempre podrá ser empuñado. La espada hace daño, ¿el martillo? Da igual, forma parte de nuestra venganza.
Aresti entendía la poesía «como un martillo» que, como el arma de Celaya, está cargada de futuro; un martillo que, empuñado por obreros y proletarios, da forma al mundo
M.
Mailu [martillo]
Ya lo hemos dicho, Aresti entendía la poesía «como un martillo». Literalmente escribía: «Esanen dute / hau / poesia / eztela, / baina nik / esanen diet / poesia / mailu bat / dela». [«Dirán / que esto / no es / poesía, / pero / yo les diré / que la poesía / es / un martillo»]. Un martillo que, como un arma, está cargada de futuro; un martillo que, empuñado por obreros y proletarios, da forma al mundo. Sí, quizá ya lo hemos dicho. Pero así funciona el martillo. Repiqueteando con su fuerza. *Instrucción: leer de nuevo este texto* Addenda: martillo también es deshacer. Y sirve para traspasar cristales. «Nire herriaren gaineko azala, / harria estalcen duan / kolore askotako / kristala, / orain argi eta garbi / deseginen haut, / kolore askotako / kristal / enganagarria». O, muy literalmente: «La piel sobre mi pueblo, / que cubre la piedra / cristal / de muchos colores, / ahora claramente / Te destruiré, / / cristal engañoso / de muchos colores». El poema termina de nuevo con el martillo [Mailu].
Muro
Hubo una vez un muro en Berlín –no sabemos cuánto queda de él–, por donde, escribió Aresti, «Pederastas y ladrones y asesinos y nazis», «mueren al pasar». Muro proviene, como acrónimo, de Martillo Unido Raíz Obrera. No es verdad.
V.
Verdad
Aresti estaba unido carnalmente a la búsqueda de una verdad curativa. Explicaba que el oficio del poeta era ese, decir la verdad. En uno de sus poemas escribe: «Siempre diré / La verdad. / De mi boca no saldrá palabra / Que no sea verdad». Esta ética política de compromiso con la verdad y la justicia tienen un cariz marcadamente antifranquista. En otro poema dice: «No le tapéis / La boca al hombre / Para que se sirva / De la palabra. / Para que así comprendáis / Para qué / Nace / Al mundo». El pueblo, el proletariado, habla desde la ética política de la verdad humana. La verdad = la acción de la palabra política. De la verdad solo se llega a la palabra común del proletariado. El proletariado mueve con su martillo y su palabra el motor de la destrucción constructora. En la ética del martillo, para Aresti, el poeta es «creador de ideas, o, mejor dicho, creador de sentimientos», alguien que tiene un «mandato», alguien que debe preguntar «el qué y por qué», como defendió el propio autor.
Verdades
En un poema dice lo siguiente: «Mi corazón / está a la izquierda / y su sangre / es / roja». La verdad tiene un color que mancha. [Verdad → mancha].
Aresti celebró la victoria cubana y denunció las atrocidades imperialistas en Vietnam, en parte, según explica Jon Kortazar, por su amistad con Blas de Otero, que influyó políticamente en él
Vivir
La vida de Aresti acabó pronto. Murió en cama, sufriendo. A los 39 murió Ernesto Che Guevara, asesinado. Aresti escribió un poema donde vivir era el verbo de la verdad. «Por tu muerte / guardo el espacioso / silencio de / cien años». Aresti niega la palabra a su poesía durante un largo periodo de tiempo indeterminado, o eso nos hace pensar, en señal de luto. Y sigue: «No, no sé / quién vive / y quién ha / muerto / quién merece / muerte / o / vida».
Fragmenta sus versos desacompasadamente para hacernos partícipes de una verdad, la verdad del martillo: nuestra verdad. Escribe en el mismo poema: «Solo puedo decir / que en mi interior / te llevo / vivo / puesto que mereciste / vivir. // Un día / nadie ha de / matar / nadie / a golpes / o encadenado / lentamente». Martillo = defender la vida de la verdad. «Por eso vive, ha muerto, Guevara». Muerte ≠ vida. En euskera en realidad dice: «Horregatikan bizi da, hil da, Gebara».
Aresti celebró la victoria cubana, en parte, según explica Kortazar, por su amistad con otro poeta, Blas de Otero, que influyó políticamente en él. En un poema añade: «Mientras me vence / la debilidad burguesa / de quitarme la barba». Desde su cristianismo social también denuncia las atrocidades imperialistas en Vietnam, acordándose de «Los niños y las mujeres embarazadas / Que matan / Los bastardos soldados americanos / Entre los campos de arroz de Indochina».
Iritzia
Aresti 50 urte Aresti leheneratzea euskal oroimen hegemonikoaren desaktibazio totemikoaren aurka
Un breve epílogo
En una comunicación personal entre la hija de Aresti, Nerea, hacia quien dirige algunos de sus poemas, y el catedrático Jon Kortazar, esta afirmaba: «Sobre cómo se autodefinía, o cómo se percibía aita [padre] políticamente, creo que, efectivamente, antifranquista, con mayúsculas, también marxista e internacionalista, pero entre socialista y comunista creo que decididamente comunista. Pero pensé entonces que, antes de responderte, estaba bien comentarlo con ama [madre], sin condicionarla, bocajarro, a ver qué me decía. Le transmití la pregunta sobre si se sentía socialista o comunista y no dudó: comunista».
Y esto es importante porque los versos de Aresti están cargados de la voz tierna y comunista de un poeta. El martillo de Aresti, siempre nos quedará el martillo de Aresti.