Opinión
Los días más tristes y surrealistas de mi carrera profesional

En medio de la creciente indignación social ante el deterioro de nuestra democracia, y tras el encarcelamiento de Pablo Hasél por delitos de expresión —anterior al resto de las causas pendientes del rapero—, los principales telediarios del país se hicieron eco de una entrevista que hice al controvertido cantante a mis dieciséis años. Paradójicamente, esta llevaba siete años inaccesible en la red; aun así, tuvieron la desfachatez de enviársela a la prensa desde una presunta web policial (y los medios de emitirla), con la marca de agua del susodicho blog.
La mañana del jueves, las llamadas a mi teléfono particular se sucedían una detrás de otra. Los WhatsApp, y los mensajes privados en mis distintas redes sociales echaban humo, y mi incomprensión a cada rato era mayor.
Solo fui consciente de la gravedad de lo ocurrido cuando me llegó un corte de Al Rojo Vivo y, acto seguido, otro del informativo de La Sexta, a un grupo de WhatsApp de nuestra productora, Furor TV. Tratando de investigar lo ocurrido, di en Twitter con una campaña en marcha liderada por cuentas asociadas a Vox y que, precisamente, estaban difundiendo el vídeo —sin autorización alguna—. Dejé pasar el tiempo, y desde Furor TV nos dimos espacio para pensar una estrategia coordinada que respondiera a lo ocurrido sin darle, ni mucho menos, el peso que tuvo pocas horas después.
Esa misma noche, navegando por Twitter, encontré un tweet del periódico El Mundo que hacía mención a otra de mis entrevistas —pero esta vez sí accesible públicamente—, y que realicé, también en 2014, al actual vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias. Ambas, estrechamente relacionadas entre sí, fueron noticia nacional en un abrir y cerrar de ojos. Y es que en el formato de entrevista que hacía en aquella época cada entrevistado dejaba una pregunta para al siguiente, y en esta ocasión fue Iglesias quien recogió el guante a Hasél, quien preguntó:
—Si te pudieras cargar a Amancio Ortega, Aznar o Juan Carlos de Borbón. ¿A quién te cargarías de los tres?
El primer tweet era un montaje reproducido por El Mundo, un recorte de mi encuentro con Iglesias, respondiendo a la pregunta formulada por el anterior invitado, en este caso, el rapero detenido.
La pregunta —una burrada donde se precie—, tiene un contexto que merece también ser explicado por respeto profesional a Hasél —como tengo a todas las personas que entrevisto, independientemente de sus posiciones políticas—.
Hasél, en un inicio, al formular la pregunta, pensó que el siguiente invitado sería otro artista, y no el por entonces presentador de La Tuerka, Pablo Iglesias. Y aunque en todo momento yo le hice saber que este supuesto no era seguro, nunca llegó a imaginar a quién le tocaría el siguiente turno, como me expresó enfadado después de comprobar de quién se trataba.
De hecho, en la grabación original, el MC catalán rompe a reír segundos después de realizarla, a sabiendas de la barbaridad que acababa de decir, demostrando así que, la cuestión planteada al próximo invitado no era más que “una posible travesura entre artistas”.
Iglesias, sin embargo, respondió a la pregunta con seriedad, aprovechando la ocasión que le presenté como una oportunidad para marcar distancias con esa izquierda extraparlamentaria, y profundamente reacia a lo institucional, representada por Hasél.
—Dios mío. A ninguno, yo no quiero matar a nadie, y, además, desprecio profundamente a los que convierten la política en una cuestión de odio personal, y convierten su excitación narcisista en algo que tenga que ver con la política. La vida humana es una cosa lo suficientemente seria como para que, como para no formular preguntas de este tipo, de a quién matarías. A mí me gustaría que hubiera leyes para poder juzgar a gente como esta, como un proceso justo, con todas las garantías. Con esta gente ni que se acerquen a mí, que se ocupen de otra cosa. No queremos tener nada que ver con gente cuyos problemas no son políticos, son psiquiátrico.
Aquí es donde me di de bruces con un titular de El Mundo que hace saltar todo por los aires. Una burda manipulación —intencionada o no—, que me obligó a responder sin tener la oportunidad siquiera de comentarlo con el resto de los compañeros del medio.
El diario cambió el sujeto de la respuesta de Iglesias, dando a entender que el líder de Podemos habría pedido en 2014 un juicio justo para el rapero y que, por ello, entraba en una contradicción al solicitar hoy su indulto, cuando a todas luces, el vicepresidente se refería —en el contexto de la comisión de un delito— a los citados por el cantante: Aznar, Juan Carlos de Borbón o Amancio Ortega.
En cosa de segundos el tweet empezó a correr como la pólvora. En minutos tuvo cientos de retuits, y en unas horas, miles. Esa madrugada el teléfono de la empresa, manejado por mi socio, recibió la primera llamada de un gran medio de comunicación: Antena 3 nos solicitaba permiso para emitir la entrevista a Hasél y la de Iglesias. Dijimos que no. Colgaron.
Volvieron a llamar ofreciendo dinero. Dijimos que no. Colgaron. Insistieron de nuevo. Y, entonces, comenzamos a replantearnos el asunto bajo ciertos condicionantes: la cifra sería elevada, la noticia se contaría concienzudamente, y el dinero iría íntegro a impulsar nuestra pequeña televisión digital, con el nombre de Furor TV claramente visible en pantalla. Pese a mostrar su sorpresa por la cifra y las condiciones, aceptaron a regañadientes.
Esa noche no pegué ojo tratando de aclarar el asunto por Twitter a cientos de individuos que cuestionaron lo “inexacto” de mi afirmación. Sí, cientos de cuentas anónimas en dicha red social, creían tener más razón que yo, y caían en un avasallamiento constante hacia mi rigor profesional, a pesar de que fui quien hizo la entrevista.
Me resultó imposible dormir más de dos o tres horas, y entonces mi teléfono se volvió absolutamente incontrolable.
Desde las 08:00h. de la mañana entraban y salían llamadas, y mensajes sin cesar. Periodistas, productores de informativos y magazines, redactores y profesionales de la comunicación de todo el país, y algún medio internacional, que querían mi versión, y la autorización de Furor TV para el uso de las imágenes.
Respondí educadamente a todos, indicando los precios y las condiciones. La mayoría no daba crédito cuando les expliqué, reposadamente, que el vídeo del que hablaban había sido suministrado por una presunta fuente policial.
Sin embargo, mientras cerraba un trato con un informativo, ya había publicado nuestro trabajo el de su competencia —sin, por supuesto, tener permiso— y el bucle se sucedía. Periódicos, noticieros, y programas de todo tipo, emitieron mi entrevista a Hasél y Valtonyc rotulando como fuente a unpolicia.es —una cuenta aparentemente de humor policial— y la de Pablo Iglesias Turrión.
Consternado, vi como dos de las primeras entrevistas que hacía en mi vida —tratándose la primera de una “conversación” sobre la que había trabajado concienzudamente para que no estuviera pública en ningún tipo de plataforma audiovisual o virtual—, se convertían en las que mayor repercusión social tuvieron –y quizá tengan– de toda mi carrera profesional.
En el fragmento en la escalera con Hasél y Valtonyc, ellos expresaban su rechazo al parlamentarismo, su consonancia con lo que ellos denominaban como “lucha armada”, y su profundo desprecio a los “embaucadores” de Iglesias, Monedero, Errejón…
Y la respuesta del líder de Podemos, la noticia manipulada de El Mundo, circuló, a pesar de mi aclaración previa, por el programa de Ana Rosa Quintana, el informativo de Vicente Vallés, el programa de radio de Alsina, el de Jiménez Losantos, y cientos de medios más.
En cosa de minutos se me presentaron dos escenarios. Callarme y no ver enturbiado mi propio futuro profesional, o enfrentarme a las infamias —o en el mejor de los casos, negligencias— de gran parte del poderío mediático de este país, reproduciendo lo que, a todas luces, parecía una calculada operación, supuestamente “policial”. Opté por lo segundo.
Contesté llamada tras llamada, concedí entrevistas a medios responsables y cedí, bajo factura, los derechos de emisión a algunas cadenas sensatas, que actuaron de acuerdo con el código deontológico periodístico, sin dejar de enfrentarme públicamente —junto al resto de mi equipo— a las mentiras que, mercenarios y tabloides, emitían en cada pantalla y emisora de la nación.

Expliqué lo ocurrido en prime time con todos los detalles posibles —hasta “robando” segundos que “no me correspondían”— al programa de Cuatro, Todo Es Mentira. Respondí a las preguntas de Nius Diario y de La Última Hora. Esclarecí, punto por punto, la verdad a redactores confusos, e hice las aclaraciones posibles —hasta tweet por tweet— a todas las personas a las que alcanzaba a contestar por las distintas redes sociales.
Mi tweet citando a El Mundo logró su cometido, con una difusión hasta cinco veces mayor que la noticia original, y el periódico se vio forzado a publicar una Fe de errores. En consecuencia, varios informativos tuvieron que reeditar las piezas de la noticia con la versión corregida.
Por si fuera poco, algunos de los directivos de los principales medios de comunicación del país me llamaron pidiendo disculpas, y el propio vicepresidente del Gobierno se puso en contacto conmigo.
Sin embargo, aún estamos a lunes y esto solo acaba de empezar. ¿Nuestro fin? Desvelar quién está detrás del blog, presuntamente policial, que ha almacenado durante siete años una entrevista realizada por un menor y que, posteriormente, ha difundido de forma muy coordinada, en una campaña de intoxicación calculada, y lograr —por vía judicial o amistosa— el cobro de los derechos y la corrección de la noticia de todos los medios que han usado nuestro trabajo para sus mentiras.
¿Cuál es la paradoja de esta historia? Que una maniobra de tergiversación, reproducida con la intención de cargarse los cimientos de nuestra profesión, un intento calculado de intoxicar a los ciudadanos y ciudadanas, y una burda operación, que pretendía atacar a unos raperos y a una vicepresidencia del Gobierno electa que, paradójicamente, está resultando la mayor garantía de supervivencia para Furor TV gracias a la cesión puntual de estas entrevistas.
Nosotros somos una pequeña y humilde televisión digital, que emite en su plataforma de Twitch y de YouTube, formada por jóvenes veinteañeros que creemos en un periodismo valiente, inconformista y veraz. Algunos a esto lo llamarían justicia poética, yo lo llamo periodismo.
Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante
Ryszard Kapuscinski
* No quiero olvidarme de aquellos medios que actuaron conforme a los principios éticos que deben prevalecer en el periodismo, hasta el momento: Nius Diario, Todo Es Mentira, Al Rojo Vivo y Las cosas claras.
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