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Sanidad pública
Un año de las nuevas urgencias extrahospitalarias de Madrid: de reorganización a desmantelamiento
A primera hora del 23 de diciembre de 2022 fallecía un bebé en el Punto de Atención Continuada (PAC) de Paracuellos del Jarama (Madrid). Tal y como informaba El Salto, ese día no había médico en el turno, tan solo un enfermero y un celador. “En una parada cardiorrespiratoria es imprescindible que haya mínimo tres personas: alguien que se encargue de la apertura de la vía respiratoria, alguien en la vía circulatoria dando masaje cardiaco y alguien abriendo una vía para introducir fármacos”, explicaba la trabajadora de estas urgencias Mar Rodríguez Gimena, tras lo sucedido. Antes del 27 de octubre de 2022 nunca había faltado un médico en ese dispositivo. Después de esa fecha, sí.
El 27 de octubre de 2022 la Consejería de Sanidad del gobierno de Isabel Díaz Ayuso daba comienzo a un plan para “reorganizar” las urgencias extrahospitalarias, esas que operan por las noches y los fines de semana, cuando los centros de salud ya están cerrados. Antes se conocían como Servicios de Urgencias de Atención Primaria (SUAP) en las ciudades y Servicios de Atención Rural (SAR) en los pueblos. Hoy se llaman PAC y ya no son lo que eran. Cuando se cumple un año de esa fecha, profesionales de estos dispositivos confirman a El Salto que lo que se vendió como una reorganización ha sido en realidad un desmantelamiento. Y aportan un dato, producto de la recopilación realizada por los trabajadores y trabajadoras agrupados en la Plataforma SAR-SUAP: ni un solo día de este año los dispositivos han contado con el 100% de la plantilla. Ese 27 de octubre Ayuso pretendía reabrir 78 centros con la plantilla de 40. El caos estaba servido. Hoy solo 49 centros cuentan con equipos completos de medicina, enfermería y celador y coinciden con los centros rurales; el resto, 29, funcionan sin médicos ni médicas. Y esto sobre el papel; la ausencia de personal médico es un hecho incluso en los PAC que deberían contar con ello.
Ni un solo día de este año los dispositivos han contado con el 100% de la plantilla. Ese 27 de octubre Ayuso pretendía reabrir 78 centros con la plantilla de 40. El caos estaba servido
Pero, ¿cómo se ha llegado a esta situación? Corría el 22 de marzo de 2020 cuando, con la excusa de la pandemia, la Consejería de Sanidad echó el cierre de los antiguos SUAP. No había espacio para un circuito de limpio y un circuito de sucio en su interior, afirmaban desde la Consejería. Tras esto, los profesionales fueron enviados de un sitio a otro: primero al Hospital de campaña de IFEMA, después al Hospital Isabel Zendal, después al Wizik Zenter para vacunar, y finalmente de nuevo al Zendal. Por el camino muchos se jubilaron, otros se cansaron y abandonaron el barco. Pasaban las olas, bajaban las incidencias y los SUAP permanecían con las persianas bajadas. La ciudadanía se echó a la calle de la mano de los profesionales, con acampadas a las puertas de estos centros incluidas. Al final, el gobierno regional decidió reabrir estos SUAP pero con una plantilla incompleta para lo que, en lugar de contratar más profesionales, decidió servirse de la plantilla de los Servicios de Atención Rural, que quedaban así desvestidos.
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Las consecuencias desde entonces: Por las noches y los fines de semana “la gente se ha dedicado a peregrinar de centro en centro buscando uno con médico y es una lotería, cada día es uno”, se queja Isabel de Barrio, médica en el antiguo SAR de Navas del Rey, hoy PAC. A su centro, de los mejor dotados, vienen pacientes desde San Martín de Valdeiglesias o Navalagamella, a 17 kilómetros. “En el PAC de Navalcarnero había siete médicos, hoy hay dos. En Navalcarnero hay médico un día de cada diez. En las fiestas no ha habido ni uno solo de los días médico”, expresa esta integrante de la Plataforma SAR-SUAP.
“Se han perdido plazas en todos los sitios y se ha aumentado la sobrecarga en los que estamos bien porque vienen los de los centros de alrededor”
Esto se traduce en un aumento de la presión sobre los centros que cuentan con una plantilla más o menos estable. “Se han perdido plazas en todos los sitios y se ha aumentado la sobrecarga en los que estamos bien porque vienen los de los centros de alrededor. En mi centro ha subido un 30% la frecuentación”. La situación también ha contribuido a sobrecargar las urgencias hospitalarias, asegura. “En San Martín la gente está a 65 km de un hospital, pero aún así se ve obligada a ir hasta allí, sobrecargado las urgencias”, zanja.
“Los 37 SUAP que había antes atendían 850.000 personas al año en sus instalaciones. Si comparas el rendimiento de los SUAP y de las urgencias hospitalarias es una labor bastante considerable”
Sin médicos para todos
Chinchu Hernández es ex trabajador del SUAP de Barajas y presidente del sindicato SUMMAT. Pone cifras a la importancia de estos dispositivos que hoy funcionan a medio gas. Habla de un desmantelamiento de algo que, con sus problemas, funcionaba muy bien. “Los 37 SUAP que había antes atendían a 850.000 personas al año en sus instalaciones. Los 27 hospitales de la Comunidad de Madrid, algunos muy grandes, ven tres millones al año en urgencias. Si comparas el rendimiento de los SUAP y de las urgencias hospitalarias es una labor bastante considerable. No entiendo como algo tan rentable, se lo cargan”, explica Hernández.
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En estos 37 SUAP había 800 profesionales de todas las categorías. Hoy en los PAC, que son 78, hay 788 profesionales en activo, 230 son médicos, explica Hernández. “Si colocas esos 230 médicos en 79 centros los números no salen. Ni siquiera los centros que se supone que tienen que tener médicos los tienen siempre”, detalla. “Antes de la pandemia tu médico te veía en 24-48 horas como mucho en cualquier punto de Madrid. Y pasamos una pandemia, en la que se debería haber reflexionado sobre la importancia de los servicios sanitarios, en una comunidad con un aumento de un 30% de la mortalidad, y estamos en una situación insostenible”, se queja.
“Estamos hablando de poblaciones rurales alejadas de los hospitales. Durante el mes de agosto llegó a haber más de un 50% de estos PAC con médico, sin él. Esto ha dado lugar a hechos desastrosos"
“De entre los centros que se supone que iban a tener médico en un cuarto es habitual que no lo haya”, explica Sergio Fernández, portavoz de CC OO Sanidad Madrid. “Estamos hablando de poblaciones rurales alejadas de los hospitales. Durante el mes de agosto llegó a haber más de un 50% de estos PAC con médico, sin él. Esto ha dado lugar a hechos desastrosos y tristes, como urgencias que no se han podido atender como se debiera donde la enfermera o el celador que se encontraba en el PAC se ha visto comprometido”, expresa el portavoz de CC OO, quien se queja de que el plan se precipitó sin negociación en la mesa colectiva.
De hecho, el caos seguido a la reapertura, con desplazamientos de los profesionales de hasta 40 kilómetros de su lugar de residencia y comunicados con pocas horas de antelación, hizo que la consejería presentara hasta seis planes diferentes en mesa sectorial. En uno de ellos se llegó a barajar el uso de videollamadas para sustituir al personal médico, mientras este decidía ir a la huelga.
Maltrato laboral
Sheila —nombre ficticio— es enfermera en el SAR de Galapagar. Y dice SAR porque rechaza el cambio en su nomenclatura. Tras este año de “maltrato y frustración” ha decidido cambiar de sector y se irá a un centro de salud. “Al principio me desplazaron a Carabanchel y me avisaron con un email nocturno para empezar a la mañana siguiente, sin paños calientes. Luego me regresaron a Galapagar y ya nada es lo que era”, explica.
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“Somos cinco médicos y cuatro enfermeras para atender a todo Galapagar y Colmenarejo. El PAC de Villalba no tiene médico y acuden también a Galapagar. Ha aumentado la presión asistencial y el trabajo se ha multiplicado por cuatro”, explica. Describe que el equipo que trabaja para el PAC de Villalba, durante los fines de semana, también cubre el PAC de El Escorial y el de Las Rozas. “En Villalba hacen guardias de 24 horas y en El Escorial y Las Rozas, de 12 horas. Libran un fin de semana de cada cinco”, ejemplifica.
Sheila explica que es importante oponerse a la pérdida de este servicio, no solo como profesional, sino también como usuaria. Vive en el pueblo de Moralzalzal, un sábado en su casa tuvo un ataque epiléptico, llamó al 112 y tras 45 minutos no acudió ninguna ambulancia. En cuanto llegó su pareja acudieron al hospital sin ni siquiera pasarse por el PAC “porque no sabríamos si había médico o no, era perder el tiempo”.
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“Todos además de profesionales somos pacientes, no defendemos el nivel desde el lado del profesional, defendemos la calidad de la asistencia y entendemos que en cualquier momento nosotros también somos pacientes y nos vamos a encontrar con la misma piedra que se encuentran ellos a diario”, zanja.
“Los retrasos en la atención de urgencias provocan muertes y es mortalidad que es evitable. Pero esto la Comunidad de Madrid no tiene ninguna intención de variarlo"
Descapitalización de servicios
Para Javier Fernández estamos ante un nivel asistencial vital: “Los retrasos en la atención de urgencias provocan muertes y es mortalidad que es evitable. Pero esto la Comunidad de Madrid no tiene ninguna intención de variarlo. Están más preocupados por los contratos a empresas privadas que se dan en el Zendal”, expresa Fernández.
“Han hecho la jugada perfecta: quito profesionales, los centros no son operativos, la población se va al hospital y un servicio menos”
Rosa López, antigua vicepresidenta del sindicato SUMMAT, expone una teoría para entender lo que ha pasado. “Tras esta maniobra creo que van a hacer una segunda fase. La población si sabe que hay un centro en el que no existe médico deja de ir. Dentro de dos años pueden decir que no son necesarios y cerrarlos”, explica López, quien cierra tajante: “Han hecho la jugada perfecta: quito profesionales, los centros no son operativos, la población se va al hospital y un servicio menos”. Una descapitalización que se hace patente en su primer aniversario.