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Migración
Y vienen… a un “mundo libre” que les necesita y ahora les odia (III)
Las migraciones internacionales sólo son abordadas como una de las soluciones técnicas para el mantenimiento de los “Estados Asistenciales” - es decir del capitalismo- del primer mundo.[1]
Sin derechos no existe sujeto, no existen personas políticas. Si es el mercado y sus representantes genuinos, los empresarios, quien marca las políticas de inmigración, las leyes y sus reglamentos se convierten en una mercancía política que lo único que aporta es “ruido electoralista” que impide escuchar la verdadera realidad de millones de personas las cuales son acosadas administrativa, policial y jurídicamente.Como señalan las gentes de SOS Racismo… “en un primer plano deberían estar los derechos y libertades de las personas, en cuya base están la libertad de circulación y el principio de igualdad… el derecho al asilo, el derecho a vivir en familia y el principio de igualdad, no son derechos y libertades negociables” (30.12.2004).
Dejar al mercado que sea quien marque las reglas de juego, es decir quién establezca las necesidades de mano de obra y esa sea la condición de ser considerado “regular” (regularización), es aplicar una política de “apartheid” o como resumía el alcalde de la “floreciente población de El Ejido” –la cual debe su florecimiento económico a la explotación miserable de miles de inmigrantes-, J. Enciso… “a las siete de la mañana todos los inmigrantes son pocos; a las siete de la tarde todos sobran”.
Este es el modelo PSOE y aún más filo-fascista, el modelo PP y de todos quienes han suscrito este “Pacto de Estado” sobre la inmigración.
La política de “apartheid”, aun siendo consustancial al modelo económico político (capitalismo), en los momentos actuales se encuentra revestida no sólo por la violencia sistémica de ese orden jurídico social sino que su sustancia se nutre o se genera en la ilegalidad (incumplimiento de las reglas de juego) y la ausencia de derechos democráticos, bien en el orden laboral, bien el orden social-civil.
La ausencia de derechos civiles, sociales, laborales, para todas las personas jamás vendrá de la mano de instituciones “democráticas” que gestionan lo público, lo común y el interés general, según la cuenta de resultados del mercado.
Ninguna persona es ilegal, pero primero tenemos que “ganar” el derecho a ser persona y este es el problema y, a la vez la solución, la cual solo puede venir de “la mano, las manos” de quienes son reconocidas “personas” desde el plano formal jurídico y desde la realidad “real” no formal, son mano de obra explotable y desechable cuando “no se les necesita”.
[1] Desde todos los organismos internacionales, las migraciones para el primer mundo son abordadas desde la misma filosofía, es decir desde el mundo de la política que sólo contempla el hecho migratorio como una solución técnica. Así la OCDE en abril de 2003 en su Informe Económico para España señala que “la política migratoria española necesita ser lo suficientemente flexible como para permitir que los inmigrantes 'sin papeles', cuya presencia está aceptada de facto, obtengan permisos de trabajo”.
En la actualidad, en tiempos de crisis civilizatoria cada vez más seria, “todos los Estados modernos, tanto de gobiernos de derecha como de izquierda, han respondido en general, con una política de gestión de flujos cuyo objetivo consiste en asegurar que la máquina del capital continúe bien engrasada”. La U€, con Alemania en la cabeza necesita de mano de obra migrante y su permanencia en el territorio, no supondrá mayor problema, siempre que la producción y distribución de mercancías, continue con su proceso.