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El lehendakari se empeña en trasladar el mensaje de que a esta legislatura todavía le queda vida, pero a excepción de los Presupuestos que aprobará sin problemas y la Ley Vasca de Educación, que nació con un consenso parlamentario de más del 90% y que finalmente saldrá sólo con los votos de los partidos del gobierno, parece que todo el bacalao está cortado. De esta opinión de que estamos viviendo los garbage time (los minutos de la basura) no sólo participan los partidos de la oposición, que también, sino que lo ha expresado recientemente el secretario general del PSE, Eneko Andueza, que representa a la otra parte del ejecutivo. Pese a todo, Iñigo Urkullu continúa como si las elecciones fuesen a ser en julio, que es cuando tocarían, o en junio coincidiendo con las europeas. Juega a hacerse valer. Dicho esto, todos los partidos se preparan para marzo. El PNV, también.
La decisión del Euzkadi Buru Batzar (EBB) de prescindir de Urkullu y de designar candidato a la Lehendakaritza a Imanol Pradales ha quebrado de forma abrupta la relación entre el lehendakari y la dirección del partido. Andoni Ortuzar y el EBB conocen desde hace tiempo que tienen que acometer una reflexión interna seria y en profundidad que le lleve a una nueva estrategia ganadora; que tiene que diseñar un nuevo modelo de gobernanza porque la gestión que está haciendo en áreas que tocan nervio como Educación o Sanidad le están pasando factura.
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Por falta de tiempo, de ideas, o por ambas, lo cierto es que el PNV no ha sido capaz de dar respuesta a este cambio de ciclo. La elección de Imanol Pradales, quien cimenta su bagaje en las relaciones con el empresariado vizcaíno desde su cargo en la Diputación, es un cambio de persona sin variar de perfil; viene a rejuvenecer (15 años menos que Urkullu), pero no se puede hablar ni tan siguiera de relevo generacional. Puro continuismo institucional que contrasta con el eclipse total de aquellos jóvenes que se hicieron con el poder del partido tras la retirada de Xabier Arzalluz.
Andueza (PSE) ha dicho de su socio de gobierno que tiene un proyecto “agotado” y que está marcado por la “autocomplacencia”
Es un secreto a voces que Urkullu quería continuar y que la dirección le ha señalado la puerta de salida. Lo negarán ambos, como es lógico, porque nadie va a dar bazas al adversario, en este caso a EH Bildu, que es con quien se juegan los cuartos. Quienes conocen al todavía lehendakari saben que, si le hubiesen planteado no repetir como parte del rejuvenecimiento del partido, seguramente hubiese aceptado irse. Pero lo que no podía consentir es que se arremetiese contra él y su gobierno, haciéndole responsable directo y casi único de los malos resultados electorales anteriores. El lehendakari lleva desde entonces intentando la cuadratura del círculo: poner en valor su gestión, una de las principales causas de que no repita, sin criticar a su partido, que es quién ha decidido que no siga. Los resultados del Sociómetro del Gobierno vasco, cuya labor de campo se hizo antes de saber que Urkullu no sería candidato, que señalan que ganaría las elecciones han sido una pequeña venganza. Pequeña.
El lío en el PNV también ha agitado el tablero político vasco. No llega a ser avispero, como el español, pero según se van acercando las elecciones el campo se va embarrando, más por parte de los partidos del gobierno que por los de la oposición. Por primera vez en casi cuarenta años el PNV puede perder las elecciones, ya que la legislatura que gobernó Patxi López con el apoyo del PP, los comicios los había ganado Ibarretxe.
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Uno de los primeros en salir con ímpetu ha sido el candidato del PSE, Eneko Andueza. Nada que ver con el perfil más sosegado de su predecesora, Idoia Mendia. Andueza ha dicho de su socio de gobierno que tiene un proyecto “agotado” y que está marcado por la “autocomplacencia”. No es mala estrategia intentar sacar la cabeza en una política vasca marcada por la polarización PNV-EH Bildu, pero parece que se ha pasado de frenada, teniendo en cuenta que han renovado acuerdos hace escasamente cinco meses.
Elkarrekin está sufriendo en carne propia la ruptura entre Sumar y Podemos. Una ruptura en clave española que se viene a añadir a los problemas internos que ha venido sufriendo en los últimos años en clave vasca
Por su parte, EH Bildu continúa a lo suyo. Pragmatismo, centralidad y moderación. Su candidato, Peio Otxandiano, es joven, pero no se desvía de lo que esta formación ha propuesto en los últimos años. El gradualismo y el diálogo sustituyen a la unilateralidad. Sin duda, es el que mejor ha leído el nuevo ciclo político. Tiene interiorizado que, si no comete errores de bulto, va por el buen camino: tiene un voto fijo cada vez más asentado –su nicho es cada vez más transversal– y es la fuerza que más sube elección tras elección en el voto joven, el que se incorpora por primera vez. Veremos si no le pasa algo de factura no haber apostado por una mujer como candidata. Es la primera vez que elige a un hombre. En su favor está que, a diferencia de lo que ya no le ocurre al PNV, quien tira del electorado es la marca y no la persona.
El Sociómetro no le otorga representación a Vox en el nuevo Parlamento. Parece que De Andrés (PP) va acertando por ese flanco
El problema que tiene la izquierda soberanista para gobernar no está en ganar las elecciones, evidentemente que ése es el primer paso, sino en lograr una alianza que posibilite ese gobierno y que sume 38 escaños. Sólo Elkarrekin Podemos está en esa aritmética. El PSE, ahora ha dicho que no. Los socialistas se encastillan en el pasado –a Bildu todavía le falta un tramo como es la condena de la violencia para ser un partido con el que podamos pactar– para justificar su estrategia presente y futura. Y ahí, coinciden con el PNV. Un ‘tramo’ por recorrer al que no le han puesto obstáculos cuando el acuerdo se ha tratado de hacer lehendakari navarra a María Chivite o presidente a Pedro Sánchez ¡Ay el tramo vasco!
Elkarrekin está sufriendo en carne propia la ruptura entre Sumar y Podemos. Una ruptura en clave española que se viene a añadir a los problemas internos que ha venido sufriendo en los últimos años en clave vasca. Baste citar que Rosa Martínez, recién nombrada secretaria de Estado de Derechos Sociales, abandonó después de que Miren Gorrotxategi le ganara las primarias a la candidatura a lehendakari de 2020. El tiempo apremia y este espacio antes de elegir candidata deberá resolver primero si van juntos o no a las elecciones. El último Sociómetro sólo les da tres escaños, uno por cada territorio, perdiendo la mitad de su representación. El riesgo si van separados es que ninguno de los dos supere el 3%.
El PP ha cambiado de candidato y ha elegido a Javier de Andrés, quien fuera diputado general de Araba. Una persona con bastante más recorrido, y no sólo institucional, que su antecesor, Carlos Iturgaiz. Tampoco era muy difícil. De Andrés defiende una mezcla del foralismo de la derecha española de toda la vida con un mensaje que recuerda mucho al de Díaz Ayuso. Quiere que el electorado perciba su apuesta por la especificidad foral vasca (y española) y, al mismo tiempo, que defienda la igualdad de todos los territorios. Cuanto menos, paradójico. El Sociómetro no le otorga representación a Vox en el nuevo Parlamento. Parece que De Andrés va acertando por ese flanco. Ahora tiene que recuperar el voto que en los últimos años se le ha ido al PNV, sobre todo en las grandes ciudades. El PP se ha quedado como el único partido que en Euskadi hace frente al sanchismo
Ahora, todo pendiente de la decisión del lehendakari, que es quien tiene la potestad de convocar, para saber la fecha de las elecciones. Esta vez sí que la consensuará con la dirección del PNV.
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