Decrecimiento
¡Baterías, no! ¡Catenarias! Por una movilidad justa y que tenga en cuenta los límites

No habrá futuro sustentable ni justo que no pase por relocalizar nuestras actividades socioeconómicas, adelgazar la industria, expandir la agroecología y reforzar la accesibilidad frente a la movilidad.
Congo Cobalto
Vivienda demolida tras el desalojo, dirigido a ampliar una mina de materiales para la transición energética. 2022. Fotografía: Amnistía Internacional.
22 mar 2024 07:00

Gloria reforzó la preocupación de Reine por los daños medioambientales causados por las empresas mineras y compartió una preocupación aún mayor:

—Déjame decirte algo importante de lo que nadie habla. Las reservas minerales del Congo durarán otros cuarenta años, ¿quizá cincuenta? Durante ese tiempo la población del Congo se duplicará. Si nuestros recursos se venden a extranjeros en beneficio de la élite política, en lugar de invertirlos en educación y desarrollo para nuestro pueblo, en dos generaciones tendremos doscientos millones de personas pobres, sin educación y a las que no les quedará nada que perder.

De Cobalto Rojo. El Congo se desangra para que tú te conectes.

Entre el débil y el fuerte, la libertad oprime y la ley libera.

Jean-Jacques Rousseau

Los avasallados

Vives en un pueblo cercano a una gran ciudad y un día unos soldados en nombre del gobierno y representando a los intereses de una empresa extranjera te dicen que tienes que dejar tu casa, abandonar tus huertos, tu pueblo, la iglesia y la escuela a la que llevas a tus hijos porque en el subsuelo hay un tipo especial de oro azul. Te expulsan mediante la coacción, el engaño o a punta de fusil. O prenden fuego a tu vivienda y a tus cultivos. Y en el centro de la plaza, kilos y kilos de explosivos perforan el suelo hasta que, de lo que fue tu hogar, sólo queda un cráter del tamaño de Madrid, que se aprecia desde el espacio. Y tú te quedas en la calle, con tu familia, despojado, sin nada y durmiendo en el bosque. Y de repente, el paisaje de la ciudad cambia. Allá donde mires hay faraónicos pozos y bajo las casas cientos y cientos de túneles. Y en algunos barrios, un polvo amarillo y corrosivo se posa sobre todo y todos. Los vecinos saben que se están envenenando porque los pollos se mueren, pero no tienen dónde ni cómo escapar.

Ahora tienes 11 años y puedes asistir a clase todos los días porque tu padre y tus hermanos trabajan excavando una mina de cobalto y entre todos te pagan la escuela. Un día tu padre se parte el brazo, pero el dinero hace falta y tú quieres ayudar. Así que dejas temporalmente el colegio y te vas al túnel, hasta que se desploma y a ti te arrancan de la tierra con la columna partida. Tuviste suerte, para tu primo de 14 años el túnel fue su túmulo. Ya no puedes moverte y sólo tienes pensamientos suicidas. Te encantaban las clases de francés.

África
La fiebre del cobalto en el Congo

Para el pueblo congolés la historia se repite. En tiempo en los que los smartphones y los automóviles eléctricos marcan la pauta, las vastas reservas de cobalto situadas en el subsuelo de la República Democrática del Congo son objeto de codicia por parte de las grandes multinacionales. Empresas chinas y el gigante minero suizo Glencore se reparten un jugoso mercado.

O eres una niña de 15 años que pierde a sus padres y te quedas huérfana, sola, y en el universo inseguro y despiadado en el que vives no tardan en violarte, te contagian el VIH y te quedas embarazada. Y para sobrevivir no te queda más que una mercancía: tu cuerpo cansado y enfermo. Por la mañana lavas las piedras de cobalto en agua ponzoñosa y por la tarde te prostituyes siempre con tu bebé a la espalda. Y un mediodía, tú y tu pequeño os dormís debajo de un árbol y ya no despertáis.

Esto es una fracción diminuta (y algo ficcionada) de algunos de los relatos que puedes encontrar en Cobalto rojo, un libro que invoca a las sombras. Miles de niños y adolescentes trabajando en las minas por 1 dólar al día, —algunos obligados por soldados y mafias— en la más pura definición de lo que es un trabajo forzoso en condiciones peligrosas, y muchos explotados en un sistema de servidumbre por deudas. Legiones de miles y miles de personas a las que se les arrebata sus condiciones más básicas de subsistencia contaminando sus bosques, sus lagos, sus ríos o arrebatándoles con violencia y extorsión sus cosechas. Acaban todas ellas dependiendo de la extracción de la minería artesanal, excavando túneles en condiciones inseguras, insalubres, inhumanas a cambio de 3 o 4 dólares al día en el mejor de los casos.

Legiones de miles y miles de personas a las que se les arrebata sus condiciones más básicas de subsistencia contaminando sus bosques, sus lagos, sus ríos o arrebatándoles con violencia y extorsión sus cosechas

Si hay un lugar en el globo donde la regla del notario se aplica con escrupuloso virtuosismo es en la República Democrática del Congo. Materiales arrancados de las entrañas de sus ciudadanos con esfuerzo, enfermedad, malformaciones, violencia, muerte y sangre. Materiales que atraviesan el planeta para enriquecer a unos pocos. Una economía de la rapiña en la que ni una pequeña porción de esta riqueza, ni una pequeña porción, se emplea para que los congoleños tengan hospitales, acceso universal al médico, escuelas, carreteras o agua potable y electricidad. Ellos asumen todo el riesgo, el corporal y el del espíritu, y como premio les queda un presente como un infierno apocalíptico y un futuro de ruina y asolación.

Una economía de la rapiña en la que ni una pequeña porción de esta riqueza, ni una pequeña porción, se emplea para que los congoleños tengan hospitales, acceso universal al médico, escuelas, carreteras o agua potable y electricidad

Este ensayo recoge el largo viaje de su autor, Siddharth Kara. Un viaje que giró en torno a las voces de numerosas familias, hombres, mujeres y niños del Cinturón del Cobre que se sentaron con él y le abrieron la puerta de sus memorias, habitantes —parafraseando a Aimé Césaire— de la llaga sagrada. En esencia, este es un ensayo sobre la injusticia que no cesa, la crueldad y el sufrimiento humano narrado en primera persona del plural. Un nosotros de dolor compartido que el autor ha sabido reflejar en las voces de cada una de las personas con las que se sentó y se entrevistó.

Debo contar que he leído este libro con Google Earth abierto y que me he acercado haciendo zoom a cada una de las localidades y barrios que el autor recorrió. Así he podido comprobar, a vista de pájaro, los cráteres excavados en la tierra, los pozos enormes, las piscinas de lavado de un verde a lo Homer Simpson, las miles y miles de casuchas hacinadas en torno a las minas y la desoladora deforestación. La vista de satélite, sin embargo, no me permitía respirar el aire lleno de arena ni de ácido sulfúrico, tampoco probar el agua repleta de metales pesados, ni sentir el sol abrasador sobre los hombros. Tampoco me permitía escuchar el llanto de las madres ni el sonido de la tierra cuando los túneles se derrumban y atrapan a niños, adolescentes y adultos. Y es que contemplar las cosas desde tanta distancia no te permite sentirlas. Leer este libro, sí. Léanlo.

Una hipocresía colectiva

Unos párrafos más arriba, afirmé que Cobalto Rojo era un ensayo sobre el dolor y el sufrimiento humano. Ahora afirmaré que también es un ensayo sobre una puerta que no se quiere abrir y sobre preguntas que nadie quiere hacer porque las respuestas tienen un trasfondo moral insoportable. Un ensayo sobre el silencio, sobre la hipocresía y sobre la avaricia.

La República Democrática del Congo tiene las mayores reservas de cobalto del planeta y este es imprescindible para dotar de autonomía a las baterías de nuestros móviles, portátiles, etc. De ahí que, el reguero de injusticia y el expolio que supone la explotación de cobalto no sea una cuestión reciente, pero el impulso del coche eléctrico como uno de los ejes estratégicos para descarbonizar el transporte ha supuesto que la demanda, desde 2015, haya experimentado un crecimiento constante. De hecho, la Iniciativa de Vehículos Eléctricos (EVI) pretende alcanzar un parque mundial de 230 millones de coches eléctricos para 2030, lo que supone multiplicar por 14 la cantidad de vehículos eléctricos existentes fabricados en 2021. Y por añadidura, algunos de los compromisos adquiridos por algunos países en la COP26 suponen eliminar por completo la venta de coches de gasolina. Consecuentemente, en el Cinturón del Cobre se están impulsando nuevas concesiones mineras. En esta década, se necesitarán millones de toneladas de cobalto, lo que empujará millares de ciudadanos de la RDC a peligrosos pozos y túneles para satisfacer la demanda.

En esta década, se necesitarán millones de toneladas de cobalto, lo que empujará millares de ciudadanos de la RDC a peligrosos pozos y túneles para satisfacer la demanda

Aun así, la producción industrial no solo emplea a muchísimas menos personas, además es mucho menos eficaz y de menor calidad. Así que, interesadamente, el cobalto artesanal se introduce en la cadena de suministro formal a través de una serie de intermediarios y puestos de venta. De esta manera se blanquean los minerales de origen artesanal en un flujo de suministro totalmente opaco que luego llegará a los mercados internacionales. En palabras de Siddharth Kara: “La transparencia y trazabilidad de la cadena de suministro es pura ficción. Las empresas mineras también compran cobalto a personas que trabajan fuera de la concesión sin garantizar de este modo su origen y si este es fruto del trabajo infantil”. O, dicho de otra forma, ninguna de las grandes tecnológicas que utilizan el cobalto puede afirmar que se ha extraído respetando los derechos de la infancia, en condiciones laborales seguras y remunerado con sueldos justos.

Ecologismo
El mito de los coches eléctricos en la transición verde
Aunque desde Moncloa y la Unión Europea el coche eléctrico se presenta como la gran alternativa de movilidad en la llamada ‘Transición verde y energética’, perpetúa la geopolítica colonialista, supone una gran huella ecológica y acentuará las desigualdades sociales

Las declaraciones de tolerancia cero con el trabajo infantil de estas multinacionales son solo marketing.

Pecado estructural

En la correspondencia que mantuvo con el piloto del Enola Gay, Günther Anders afirmaba que nunca ha existido un abismo tan profundo entre los potenciales efectos de la acción humana y la reducida capacidad de nuestra imaginación. ¿Quién diría que lo que hace posible que nuestros teléfonos móviles se carguen rápidamente y no se calienten, es el origen del sufrimiento de millones de personas? El inocente gesto de encender y utilizar un teléfono móvil es absolutamente asincrónico con los trabajos forzosos, la servidumbre por deudas y la explotación infantil que nutren el flujo de la demanda mundial de cobalto. Vivimos en una época en la que el uso de una tecnología sobrehumana nos hace inocentemente culpables. Como dice Carlos Fernández Liria en esta clase magistral, son tiempos en los que nos envuelve una desorientación moral muy profunda. Pues para dirimir el bien del mal, son insuficientes los diez mandamientos y el imperativo categórico kantiano. Hay un profundo desnivel en nuestra forma limitada y primitiva de percibir el mundo atada a nuestros sentidos y las expansivas posibilidades de nuestra técnica con consecuencias demasiadas veces inabarcables. Y —por aquello de que ojos que no ven, corazón que no siente— este desnivel es un sustrato extremadamente fértil para los mecanismos depredadores de la globalización y de nuestro sistema económico.

¿Quién diría que lo que hace posible que nuestros teléfonos móviles se carguen rápidamente y no se calienten, es el origen del sufrimiento de millones de personas?

No obstante, sería un error afirmar que esta es una cuestión meramente moral. No sólo es un error, es una maniobra de distracción porque el motor de la injusticia y la desigualdad no es el sumatorio de los intereses individuales, ni siquiera la obscena avaricia de las élites empresariales. El motor de la desigualdad es un sistema económico basado en el crecimiento indefinido, algo imposible en un planeta finito. Así pues, si abordamos la explotación del cobalto sin cuestionar la tasa de ganancia de los grandes capitales y esperando que asuman comportamientos éticos que en sí mismos están en las antípodas de su verdadera esencia, estamos invisibilizando las causas estructurales del problema.

El motor de la desigualdad es un sistema económico basado en el crecimiento indefinido, algo imposible en un planeta finito

Por lo tanto, en esta denuncia no basta con señalar a unos pocos culpables o a la corrupción como causa en vez de consecuencia; No, la lectura anticapitalista es indispensable. Es la lógica delirante, expansiva, acelerada, extractivista, colonialista y de acumulación del sistema capitalista que considera desechables a la naturaleza y a las personas (a algunas más que a otras) la que posibilita escenarios tan cruentos como los del Cinturón del Cobre en la República Democrática del Congo. Y cabe añadir, que a medida que la degradación de las bases de la vida en la Tierra se haga más profunda, los territorios de sacrificio se multiplicarán.

¡Baterías, no! ¡Catenarias!

A priori —nos dicen— el cobalto es uno de los minerales esenciales en la transición energética hacia una nueva sociedad descarbonizada que nos permita frenar el aumento de las emisiones y así contener los efectos —hoy ya visibles— del cambio climático. Pero, como Aimé Césaire afirmaba en su Discurso sobre el colonialismo: la maldición más común es ser víctima de buena fe de una hipocresía hábil en plantear los problemas para legitimar mejor las odiosas soluciones que se les ofrece. Y esto es precisamente lo que está sucediendo de forma generalizada en nuestras sociedades occidentales. Asumimos como cierto que el único camino para descarbonizar el transporte es impulsar el coche eléctrico y aceptamos las insidiosas declaraciones de buenas prácticas redactadas por los departamentos de responsabilidad corporativa de las grandes compañías tecnológicas. Soslayando que la verdadera razón por la que el cobalto se extrae y se utiliza tiene más que ver con las astronómicas tasas de ganancias que unas cuantas transnacionales obtienen que con el futuro limpio y en paz con el planeta que dicen proyectar. El autor de Cobalto Rojo se hace eco de esta consigna cuando afirma que la expansión del transporte impulsado por baterías es la única solución que nos permitirá descarbonizar uno de los sectores que más contribuyen al calentamiento global. Discrepo profundamente sobre esta aseveración.

Industria pesada
Análisis La industria del acero más allá de la descarbonización
VV.AA.
La importancia estratégica del acero, las dificultades que plantea su descarbonización y las consecuencias que puede tener en los territorios industriales hacen necesario un análisis honesto y realista de la transformación del sector siderúrgico. En este artículo analizamos algunas de las claves.

El coche eléctrico como vehículo privado (y remarco el adjetivo privado) no es un vehículo sostenible. El coche eléctrico también requiere que sigamos sellando el suelo con toneladas de cemento, hormigón y asfalto. Hay enormes dificultades técnicas y de la más básica justicia social que impiden generalizarlo. Su huella de carbono en todo el proceso de fabricación y vida es mucho más alta de lo que nos quieren hacer creer, puesto que requiere mucha energía (procedente de los hidrocarburos) y materiales raros como el litio y el cobalto que recorren miles y miles de kilómetros desde la mina hasta la fábrica. Además, el reciclaje de baterías es un proceso demasiado ineficiente, y no reciclarlas será una nueva fuente de contaminación. ¿Y qué pasará cuando los minerales sobre los que se sustenta se agoten? Una vez más, estamos construyendo un nuevo mundo como si nuestro planeta fuera infinito. De nuevo, impenitentes, persistimos en la denegación de los límites.

Una vez más, estamos construyendo un nuevo mundo como si nuestro planeta fuera infinito. De nuevo, impenitentes, persistimos en la denegación de los límites

El capitalismo ha culminado su movimiento expansivo con la globalización, un fenómeno de dimensión planetaria que ha sido posible gracias a una gigante red de transporte indisociable de los combustibles fósiles. Y esta red tiene una severa huella ecológica. A escala global, por ejemplo, a través del cambio climático y la introducción de especies invasoras que amenaza con homogeneizar la biodiversidad del planeta. Y a escala local por esas nubes tóxicas que respiramos en nuestras ciudades y a través de las redes viarias que se convierten en barreras naturales que fragmentan los hábitats de múltiples especies lo que pone en peligro la viabilidad de sus poblaciones.

Además, la globalización tiene consecuencias indeseables que perjudican de manera contundente a las comunidades humanas. Pues presupone una corriente constante de energía y materia que expulsa recursos y personas de sus territorios hacia zonas urbanas e industriales. Y, por otra parte, una colonización de saberes y culturas, importando a territorios remotos productos y servicios que suelen conllevar la merma de la soberanía territorial. Y a través de la agricultura de exportación, como una estocada de gracia, la merma de la seguridad alimentaria.

Citando a Antonio Estevan y Alfonso Sanz en su libro Hacia una reconversión ecológica del transporte en España, la globalización es intrínsecamente insostenible porque “crea lejanía” de modo continuo en el ejercicio de cualquier actividad. El verdadero camino en armonía con los ecosistemas no es facilitar el acceso a bienes y servicios lejanos sino “crear cercanía”.

Entonces no se trata tanto de sustituir nuestros vehículos por otros exentos de emisiones sino de refundar la organización de nuestras sociedades. No habrá futuro sustentable ni justo que no pase por relocalizar nuestras actividades socioeconómicas, adelgazar la industria, expandir la agroecología y reforzar la accesibilidad frente a la movilidad. Una sociedad local de circuitos cortos y vertebrada en torno al único vehículo eléctrico sostenible por su condición de colectivo y por la posibilidad que tiene de electrificarse mediante catenarias. Hablo del ferrocarril.

No habrá futuro sustentable ni justo que no pase por relocalizar nuestras actividades socioeconómicas, adelgazar la industria, expandir la agroecología y reforzar la accesibilidad frente a la movilidad

Hago aquí un inciso porque si de contener las emisiones de CO2 se trata, es pertinente mencionar aquel informe de Greenpeace que ya en 2017 advertía que si internet fuera un país sería el sexto más contaminante. El continuo intercambio de datos tiene una huella de carbono nada desdeñable que está en expansión y crecimiento imparables. También es necesario apuntar que las redes sociales, mediante el uso de los teléfonos inteligentes son telarañas que nos atrapan, convirtiéndonos en tecnoadictos. Y estas redes están fundamentalmente dirigidas a extraer nuestra información personal para manipularnos con fines comerciales (y a veces políticos). Además, son herramientas de confusión, de distracción social que alteran la realidad y nos alienan. Tienen un impacto pernicioso en la construcción de las identidades y menoscaban nuestra capacidad de pensamiento crítico. Pero, también, son un enorme e inédito experimento de vigilancia social. Irónicamente, el cobalto que nos permite estar continuamente conectados, en realidad, nos permite estar permanentemente vigilados.

Decrecimiento
Crisis climática Psicogenealogía del miedo al decrecimiento
Por qué la idea del decrecimiento puede provocar miedo en extensas poblaciones asalariadas de los países del centro del sistema.

Si hay una sociedad humana verdaderamente sustentable en el futuro, justa para con todos los seres humanos e inserta en armonía con la biosfera no necesitará esos millones y millones de toneladas de cobalto. Tampoco necesitará la universalización del coche eléctrico y tampoco necesitará teléfonos inteligentes para subir reels a Instagram. La sociedad sustentable del futuro abjurará de su tecnofilia. Y de todo ese cuerpo de conocimiento acumulado conservará aquello que esté enfocado realmente a las necesidades humanas, no a las del mercado. La sociedad sustentable y justa del futuro estará guiada por la prudencia y no olvidará preguntarse por los paraqués y por los cómos.

Concluyo apropiándome de las palabras de Jean Ziegler en su obra El odio a Occidente. Todos, Sur y Occidente, somos coinquilinos de un mismo planeta ¿Cómo «organizar» este planeta? Lo podremos organizar mediante la tolerancia, la reciprocidad y el derecho. Y añade que la identidad singular y la ciudadanía planetaria no son antinómicas. Aunque yo creo que, a pesar de nuestros aviones, nuestros satélites y nuestras carreteras, este mundo global nos es ajeno. Y creo que la única manera de concebirnos como humildes ciudadanos planetarios tiene que ver sobre todo con la asunción de los límites, la reverencia a toda forma de vida y la revelación universal de comprendernos interdependientes y ecodependientes.

Lecturas recomendadas

Cobalto Rojo. El Congo se desangra para que tú te conectes. - Siddharth Kara

DRC: Powering Change or Business as Usual? - Informe de Amnistia Internacional (septiembre de 2023).

Decrecer, desdigitalizar —quince tesis. -   Jorge Riechmann 

El impacto de las redes sociales en las personas y en la sociedad: redes sociales, redil social, ¿o telaraña? -  Hilario Blasco Fontecilla

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Andalucía
Resumen 2024 Estas son las cuatro crisis sin resolver en Andalucía que nos deja el 2024
La destrucción de los servicios públicos, la implementación de proyectos industriales que afectan al territorio y el empobrecimiento de la sociedad han protagonizado este año en la comunidad autónoma andaluza
Minería
No a la mina de Cáceres Los tropiezos de Extremadura New Energies
Extremadura New Energies, filial de Infinity Lithium y promotora de la mina de litio de Valdeflores acumula en su haber numerosos contratiempos e irregularidades que ponen seriamente en cuestión la viabilidad real del proyecto extractivista.
Minería
Minaría Balsas mineiras: unha ameaza perpetua de catástrofes a prol do lucro empresarial
A balsa de residuos da mina de Touro, proxecto estratéxico da Xunta, sería ilegal en moitos países por non cumprir normas básicas de seguridade.
Vigo
Sanidade Unha multitudinaria manifestación enche Vigo contra a privatización sanitaria orquestrada desde a Xunta
Ducias de miles de persoas e os partidos da oposición acoden ao chamado de SOS Sanidade Pública para reclamar “a reconstrución da área sanitaria de Vigo”, empobrecida pola privatización de servizos e os sobrecustos do Álvaro Cunqueiro.
Vigo
Política A exdirectora financeira de Povisa perfílase como a nova líder do PP de Vigo
Luisa Sánchez Méndez foi entre 1999 e 2023 alto cargo do Hospital Povisa desde onde Alfonso Rueda deulle o pulo á sanidade pública, dirixindo os Recursos Humanos da Consellería de Sanidade na área sanitaria de Pontevedra e O Salnés.
Medio ambiente
Minaría A Xunta xestiona a reactivación de 51 minas en Galiza coa licenza caducada
O goberno de Alfonso Rueda publicou medio centenar de concursos de dereitos mineiros con permisos caducados que abrirán as explotacións unha vez conclúa unha fase de análise e investigación do solo.
Rap
Poetas Puestos “Tanto los medios como la política quieren que seas un tonto feliz”
Charly Efe y Teko, acompañados de una banda, publican el disco ‘Tontos felices’ donde mezlcan su carrera en el rap con ritmos rock para crear lo que han bautizado como rap‘n’roll.
Ocupación israelí
Ocupación israelí Israel firma el acuerdo con Hamás, pero todavía tiene que votarlo el Gobierno
Los representantes israelíes en Doha validan el pacto para un cese temporal de las hostilidades y un intercambio de prisioneros. Este viernes se vota en el Gobierno israelí, donde dos partidos ultras se oponen.

Últimas

Groenlandia
Análisis Por qué Groenlandia es clave en la carrera por las materias primas
El anuncio de Trump parece salido de una precuela de la película 'Don’t Look Up', en la que los intereses geopolíticos y económicos no nos dejan ver el colapso inminente.
Historia
Descifrando a historia As cortes de Melide, así foi como o medo da nobreza galega tratou de frear novas revoltas como a Irmandiña
No ano 1520 en Castela, estala a Guerra das Comunidades. Esta revolta vai ter un carácter antiseñorial e tamén en contra o novo rei, Carlos I. En Galiza, tamén tivo o seu eco.
Gobierno de coalición
Gobierno de coalición El CIS vuelve a situar la vivienda como el principal problema de la población
Uno de cada dos votantes de las izquierdas sitúan la vivienda entre los tres grandes problemas que afronta el país. La encuesta del CIS muestra a los partidos de la izquierda en la misma situación de desinfle que el mes pasado.
Más noticias
Análisis
Análisis El PSOE intenta pescar en el río revuelto de la izquierda para acercarse al PP
Entre los votantes del PP sólo hay dos cosas que produzcan ilusión: el rechazo a Sánchez y su Gobierno e Isabel Díaz Ayuso. Feijóo, que no es una de ellas.
Galicia
Literatura Daniel Salgado reformula las claves de la poesía política en la contemporaneidad en 'Poemas realistas'
El discurso de este poemario convoca las dos ideas-fundamento que vertebran la poética de Salgado: la constatación de la ruina y la perseverancia en la posibilidad de un horizonte no clausurado.
Galicia
Galicia La exdirectora financiera del mayor hospital privado de Galicia se perfila como la nueva líder del PP de Vigo
Luisa Sánchez Méndez fue entre 1999 y 2023 alto cargo del Hospital Povisa desde donde Alfonso Rueda le dio el empujón a la sanidad pública, dirigiendo los Recursos Humanos de la Consellería de Sanidade en el área sanitaria de Pontevedra y O Salnés.

Recomendadas

Literatura
Letras Galegas Da Sección Feminina do franquismo ao Cancioneiro Popular Galego: o pobo é quen canta e baila
As cantareiras protagonizarán o Día das Letras Galegas de 2025. Beatriz Busto e Richi Casás fálannos delas, de Dorothé Schubarth, do Cancioneiro Popular Galego e da dificultade de acceder aos arquivos sonoros que conservan as súas voces.
Historia
Historia La segunda vida de Joaquín Maurín
Alberto Sabio reconstruye en “Excomunistas” la vida y el pensamiento del fundador del POUM: desde su politización en el republicanismo hasta su giro socialdemócrata y anticomunista durante la Guerra Fría.
Ocupación israelí
Expansionismo israelí El Golán sirio, radiografía de una joya natural diezmada por la ocupación israelí
Las actividades extractivistas del Estado israelí sobre los recursos hídricos o proyecto de parque eólico en las tierras colonizadas amenaza el sustento diario de las comunidades locales.
Represión
Represión Cómo descubrir a un infiltrado, el manual
Un grupo de afectadas por el espionaje policial publica un texto colectivo como herramienta y reflexión sobre este fenómeno.