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Feminismos
Menos sujeto y más objeto
Ahora cuando sufrimos y nos desesperamos, cuando el despoder que supone no tener dinero, ni tiempo, ni calma, ni futuro arrecia, tenemos a un montón de mentes, que podrían estar pensando caminos y objetivos, acciones y rupturas, ocupadas en repartir legitimidad y dar zascas por tuiter.
Mi vecina de enfrente lleva días tensa. Lo noto por la urgencia con la que habla por teléfono y por los gritos que pega a sus criaturas. Imagino que se está quedando sin pasta, que ve con aprensión el fin del ERTE acercarse. Que cinco meses con los niños en casa la tienen al borde de un ataque. Que su ex ya no encuentra trabajo ni de camarero y no le pasa nada de pensión. Todo esto lo imagino, porque en realidad no conozco a mi vecina de enfrente y sin embargo, intuyo que sus problemas no son muy distintos de los de muchas, de los de tanta gente, que lleva años sin permitirse estar tranquila, y que ahora está a punto de romperse. Que no sabe cómo llegará al invierno.
Veo a mi vecina limpiar obsesivamente los cristales de su cocina. He pensado en gritarle desde mi ventana: “¡Hola vecina de enfrente! ¿Sabes que, además de todo lo que te pasa, las mujeres ya no somos el sujeto del feminismo?”, y siento que me dirá: “Feminismo mis cojones”, en el mismo tono en el que reprende a sus hijos por no poner la mesa.
Mucha gente está perdiendo, es así. Hay quienes ya no pueden ni soñar con cuartos propios, porque ni de broma conseguirán alquilarlos. Seguro que la supuesta misoginia trans no les deja dormir. Hay mujeres —migrantes, pero no solo— que piden ayuda y lo que obtienen son ofertas de cambiar comida por sexo, techo por sexo, lo que sea por sexo. Podemos invitarlas a un debate sobre si se ha de decir trabajo sexual o prostitución pero quizás tengan otras urgencias. Hay mujeres que se emplean en casas ajenas 24 horas al día siete días a la semana, porque no tienen otra opción. No creo que estén muy preocupadas por quién usa el aseo de señoras.
Hace poco muchas pensábamos en las miradas feministas como las únicas que podían mirar más allá. Sin embargo ahora se diría que en la mirada de los feminismos se ha interpuesto un espejo de feria donde cada cual ve una cosa distinta
Nos pasamos años hablando de la ola feminista, del auge de los feminismos, de los feminismos como el único movimiento social con potencial para cuestionarlo todo, de las miradas feministas como las únicas que podían mirar más allá. Pues no sé, se diría que en la mirada de los feminismos se ha interpuesto un espejo de feria donde cada cual ve una cosa distinta. Y afuera, la pinza que forman el patriarcado y el capital se parte de risa, preparándose para apretar un poco más siempre un poco más.
Y ahora, cuando una crisis de cuidados sin precedentes ha dejado ya huella en la independencia económica de muchas mujeres, ha reventado nuestros nervios, ahora cuando sufrimos y nos desesperamos y juntas podríamos mandarlo todo a la mierda, convencer a tanta gente de que necesitamos otra cosa. Ahora, cuando la agenda de austeridad que se esconde tras todas las deudas amenaza con dentellear los servicios públicos. Ahora, cuando la precariedad va a arrasar a tantas, cuando el despoder que supone no tener dinero, ni tiempo, ni calma, ni futuro arrecia, tenemos a un montón de mentes, que podrían estar pensando caminos y objetivos, acciones y rupturas, ocupadas en negar legitimidad, hablar de barbas y dar zascas por tuiter.
Dan ganas de poner la palabra feminismo en barbecho. Llamar a la lucha por la igualdad “María Jesús”, o “fresas con nata”, y concentrarse en el objeto. En lo que queremos para todas y todos que son vidas sin violencia, sin explotación capitalista, sin dominación machista y sin miedo. Un frente “fresanatista” en el que sean bienvenidas todas las que compartan los mismos objetivos políticos.
Personalmente, en este 2020 de apocalípsis vírico y colapso económico, discutir sobre vulvas me parece un coñazo, o cuanto menos, accesorio. Me toca las pelotas, digamos. Ponga usted aquí el órgano reproductivo que le cuadre. Yo quiero hablar de banca pública, de alquiler social, de un sistema digno de cuidados, de educación sexual y educación pública, de renta básica y reducción de la jornada laboral. No se me ocurren temas más feministas.
En definitiva, que haya tanta gente con toda la energía puesta en luchar contra un supuesto borrado de mujeres cuando se vienen desahucios, miserias, es un despilfarro de energía, una agenda política yerma
Que para muchas mujeres —también trans— la violencia y la pobreza sea el pan de cada día me parece una batalla más urgente que enumerar cuántas compiten en las olimpiadas. En definitiva, que haya tanta gente con toda la energía puesta en luchar contra un supuesto borrado de mujeres cuando se vienen desahucios, miserias, vidas rotas, miles de mujeres que se quedarán sin ingresos, familias que penden de un hilo, tantas sin derecho a votar por ser migrantes, tantas sin derecho a vivir por no tener papeles, tantas sin derecho a romper una relación violenta por tener un salario de mierda, me parece un despilfarro de energía, una agenda política yerma.
El patriarcado oprime de maneras diversas a mujeres cis, mujeres trans, hombres y hasta al planeta: siempre habrá discrepancias, discursos paralelos, grupos que se articulan en torno a afinidades e urgencias, en torno a identidades y tradiciones ideológicas. No se trata de formar sujetos homogéneos, leer todas los mismos libros, ni levantar las mismas pancartas. Pero sí, y ojalá, de fijar objetivos comunes, articularnos, y buscar la forma de ser más iguales y más felices. ¿Cuándo vamos a volver a hablar de ello?
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Muchas gracias por reconocernos a las mujeres y personas trans un texto muy bueno. Seas quien seas te mereces ser nuestrx presidentx millones de gracias.
Tanta fuerza se nos va en discursos teóricos, cuando la realidad apocaliptica nos hunde cada vez más...
Apoyo mutuo para resistir a los tiempos que vienen, que aún serán más duro para " los y las nadie", que ya estábamos jodidos, rejodidos, como escribió Galeano.
Totalmente de acuerdo con el articulo.
Enhorabuena.
El feminismo tiene que ser una parte sustancial de la crítica al sistema capitalista, con dinámicas de intervención en la vida cotidiana y en la lucha por cambiar totalmente esta sociedad que es no lo olvidemos es fundamentalmente una sociedad de clases. No debería ser algo separado. Muy acertada la reflexión.
Bravo y gracias, de verdad, un poco de sentido común entre tanto discurso apestoso
Es posible que los árboles no nos dejen ver el bosque en alguna ocasión. Pero no hay que olvidar que el FEMINISMO es una de las palancas más poderosas hoy en día para cambiar esta sociedad: los cuidados, igualdad retributiva, permisos de maternidad y paternidad, violencia de género, educación en igualdad, justicia machista, etc., etc.
Hay temas (prostitución, trans, etc.) que están ahí y que, como a tu vecina, no les provoquen dolor de cabeza, pero a la gente afectada, a colectivos y administraciones, les da en toda la cara. Pero nada más; el feminismo es esto también, pero es mucho más; es, junto al ecologismo, la gran revolución para cambiar este mundo y ha venido para quedarse. No es menor que haya un Ministerio de Igualdad, cuya labor sólo tengo que aplaudir y reconocer.