Historia
Humberto Beck: “Quizá lo liberador no es acelerar, sino detenerse”

El historiador mexicano Humberto Beck firma 'Otra modernidad es posible', un ensayo sobre el pensamiento de Iván Illich.

Humberto Beck
El historiador y ensayista Humberto Beck durante la presentación de su libro en Barcelona. Victor Serri
@ignasifranch
29 sep 2017 06:01

Iván Illich (1926-2002) nació en Viena pero también vivió en América Latina. Fue un sacerdote de ideario cercano al anarquismo. Entremezcló la crítica a la desigualdad social con las preocupaciones ecológicas y se le puede considerar un defensor filosófico del decrecentismo.

Criticó duramente los modelos vigentes de educación, sanidad o transporte mediante libros como La sociedad desescolarizada o Némesis médica. En Otra modernidad es posible, el ensayista Humberto Beck recupera algunos de sus diagnósticos y sus recetas para conseguir una sociedad con más equidad y, a la vez, más autonomía de los individuos.

¿Qué destacarías del pensamiento de Illich?
Que integra muchas preocupaciones sobre el presente cuando indaga en la lógica interna de las instituciones modernas. Analizó la escuela, la sanidad o los sistemas de transporte y descubrió que tienden a convertirse en fines en sí mismos. Crean efectos secundarios no previstos, como daños medioambientales, desigualdad y polarización social... Internamente, en su propio funcionamiento, tienden a producir lo opuesto a lo que debían conseguir.

Illich maneja el concepto de contraproductividad, que mencionas muy a menudo en tu libro. El progreso tecnológico, por ejemplo, produce efectos indeseables cuando supera determinados umbrales. Si vivimos inmersos en sistemas contraproductivos, ¿cómo podemos alcanzar esa otra modernidad a la que haces referencia en el título de tu libro?
El primer paso sería el diagnóstico y la crítica. Ya es un paso bastante radical, porque hay algo en el propio funcionamiento del sistema moderno que oculta sus efectos negativos. Por ejemplo, se supone que la escolarización obligatoria existe para contribuir a la educación y la igualdad social. Pero la escuela organizada, basada en las certificaciones escalonadas y cada vez más altas, facilita que se olvide el conocimiento en favor de la consecución de credenciales y crea una máquina perfecta de discriminación. ¿Qué solución suele plantearse? Hacer más de lo mismo.

Esta lógica recuerda a la reacción al crack financiero y la crisis económica. La solución a los desastres del neoliberalismo es más neoliberalismo.
Sí. Se afirma que los problemas que genera el crecimiento económico solo se pueden solucionar con más crecimiento económico, o que los efectos adversos de la austeridad se resuelven con más austeridad. Es un círculo vicioso. La originalidad de Illich es que escapa de este bucle.

Y también elude estas persecuciones de horizontes inalcanzables, porque no es concebible un mercado sin ningún tipo de regulación ni una modernidad absolutamente moderna. ¿La modernidad que analiza Illich y la desregulación neoliberal son distopías?
Podrían denominarse así, porque no hacen más que crear problemas graves que se acrecientan con su propio funcionamiento. A diferencia de otros autores, tanto marxistas como liberales, Illich opta por poner cercos al crecimiento económico, a las instituciones tecnológicas. Su piedra de toque para construir otra modernidad pasa por establecer unos límites.

El neoliberalismo ha expropiado una cierta retórica de la transgresión, siempre encauzada a un crecimiento económico destinado básicamente a una élite. Frente a eso, trazar unos límites parece una forma verdadera de resistencia

Al pensar el presente o al imaginar el futuro, partimos de nuestra propia experiencia. Y eso genera límites a lo que podemos criticar, incluso a lo que podemos imaginar. Illich afirma que aceptamos dogmas que solo son incuestionables en apariencia, porque no vemos otras maneras posibles de vivir.
Sí, y es un fenómeno curioso porque el planteamiento original de la modernidad era precisamente el cuestionamiento de certezas. Era un disolvente crítico de los estamentos sociales y de los dogmas intelectuales. Illich cree que en algún momento se produjo un desajuste entre los medios y los fines: la propia modernidad se quedó anquilosada en una visión contraproducente de sí misma. Para combatirlo, propone una vuelta a ese espíritu original. Y poner límites nos puede sonar anticuado, pero Illich nos señala que hay una tradición en este sentido: Kant, Hannah Arendt, Albert Camus...

¿Entiendes que algunas de las recetas de Illich se vean con recelo desde parte de las izquierdas? ¿Es una buena idea abolir la escolarización obligatoria?
Creo que algunos recelos parten de malentendidos. Si se interpreta el pensamiento de Illich de forma fragmentaria, se le puede ver como a un protoneoliberal. Él critica el gasto público y privado en medicina o en educación y eso puede provocar una instrumentalización anarcocapitalista de su pensamiento, cuando plantea algo muy diferente a las privatizaciones.

Afirmas que sus planteamientos se basan en la responsabilidad del individuo dentro de un marco colectivo de debate, y eso es algo opuesto a la tendencia antipolítica y antisocial del neoliberalismo.
Los valores cardinales de la obra de Illich son la autonomía y la equidad. Y la equidad implica una dimensión necesariamente social. Además, muchos análisis de Illich se basan en lo colectivo. Como el cálculo del tiempo social dedicado a los transportes.

Nos propone una manera muy diferente de vivir en sociedad. ¿Cómo se puede ejercitar el músculo de lo colectivo?
Mediante el ejercicio de la elección colectiva. Sería saludable comenzar a decidir sobre aspectos que, desde una perspectiva más liberal, se consideran únicamente definibles por técnicos y expertos. Como la organización de las instituciones o los planteamientos económicos.

Esta propuesta puede recordar al municipalismo libertario, y a otras propuestas de raiz anarquista que pueden resultar atractivas para otras escuelas de las izquierdas...
Hay una afinidad clara entre Illich y autores como Murray Bookchin. La colectividad a escala local sería un entorno posible en el que trabajar estas soberanías en lo concreto, que pondrían límites a la técnica y a la economía.
El mismo capitalismo empuja a cada vez más gente hacia esos márgenes donde se sobrevive con fragmentos de la actividad económica oficial

Illich propone este planteamiento muy político, pero veía casi imposible aplicar sus recetas en una sociedad que calificaba como postpolítica.
Cuando Illich escribió las obras en las que centro mi libro, en los setenta, se creía en la posibilidad de conseguir cambios a través del socialismo democrático de Allende, del mayo del 68... Él pensaba que era posible encauzar esa efervescencia política y que se tratasen los límites de los procesos tecnológicos. Después cambió el espíritu de los tiempos, pero creo que ahora se vuelve a abrir el horizonte. No es algo necesariamente positivo, porque pueden darse resultados como la presidencia de Donald Trump.

Ante la dificultad para conseguir cambios macroestructurales, Illich proponía pequeños cambios. Como la recuperación de la bicicleta como medio de transporte masivo.
Sí, porque expande la movilidad del caminante sin generar nuevas esclavitudes.

¿Crees que la población puede asumir esta línea de pensamiento o solo ve renuncias?
El mismo Illich lo veía más o menos posible dependiendo de la época. Primero tenía una cierta ambición revolucionaria de que se transformase toda la sociedad. Después fue orientándose a escalas más pequeñas: los pueblos, los barrios... Lo ideal sería llevar sus ideas sobre la convivencialidad también a la escala transnacional, pero quizá haya que partir de lo más concreto.

Illich hizo su planteamiento sobre una especie de sentido común, de término medio en el uso de la tecnología, al apostar por la bicicleta como medio de transporte cotidiano. ¿Se puede teorizar algo parecido sobre Internet o los dispositivos electrónicos?
Se puede hablar, por ejemplo, sobre la sensación de desinformación que genera la multiplicación de noticias. Sería un caso de contraproductividad: al superar cierto umbral de lo que es asimilable, se crea confusión e ignorancia.

Las herramientas digitales también generan una confusión enorme entre vida laboral y vida personal a causa de la disponibilidad permanente, por no hablar de la invasión de privacidad y la comercialización de datos personales. ¿Illich llegó a tratar estos fenómenos?
No se ocupó de los temas digitales, pero nos ofrece un vocabulario crítico para valorar estas herramientas en términos de contraproductividad, de polarización social y de opresión. Uno de estos términos sería el de trabajo fantasma, el conjunto de actividades no remuneradas que son necesarias para hacer posible ese trabajo asalariado. El transporte del domicilio a una oficina, para empezar. Algunas comunicaciones digitales podrían incluirse en esta categoría. No nos pagan por escribir mensajes en redes sociales, por ejemplo, pero necesitamos participar en ellas para mantener nuestra vida laboral.

Si afirmas que otra modernidad es posible, ¿también lo es otra relación con Internet y la tecnología digital?
Las herramientas digitales tienen usos contraproductivos y generan trabajo fantasma, así que hay que buscar cómo pueden favorecer la autonomía y la equidad. Existen ejemplos defendibles de lo que podríamos llamar comunes digitales, como Wikipedia. Twitter o Facebook permiten a priori el encuentro igualitario entre personas, pero hemos visto que solo se prestan lateralmente a esos intercambios y sobre todo mercantilizan los encuentros. Hay que hacer una crítica de la que deben surgir alternativas.

Según Illich, esas alternativas pasan por la contención, por la idea de que la transgresión no es necesariamente positiva. ¿Este concepto puede descolocar en algunos ámbitos de las izquierdas?

La versión de lo moderno que ha prevalecido, desde Francis Bacon a las vanguardias artísticas de principio del siglo XX, ha sido el ir más allá.

Pero la lógica del capitalismo avanzado también es muy transgresora, con su búsqueda de nuevos mercados, nuevos comunes y nuevos cuerpos que comercializar...
El neoliberalismo ha expropiado una cierta retórica de la transgresión, siempre encauzada a un crecimiento económico destinado básicamente a una élite. Frente a eso, trazar unos límites parece una forma verdadera de resistencia. En El hombre rebelde, de Camus, la rebeldía era decir: basta, no soy infinitamente moldeable, no me puedes tratar como si fuese una cosa.

Esto se puede conectar con algunas ideas del sociólogo Richard Sennett. Afirma que el ser humano no está preparado para adaptarse a una vida laboral que es una fábrica de desarraigo porque exige movilidad, disponibilidad y reinvenciones permanentes.
Esto sería un caso de exacerbación del trabajo fantasma. Toda la vida no laboral de las personas acaba convirtiéndose en trabajo fantasma, porque todo esté en función de la posibilidad de trabajar. Es como una pesadilla pendular en la que solo te mueves entre el trabajo asalariado y el trabajo fantasma.

En algunas situaciones, las relaciones personales pueden acabar formando parte de ello. Por ejemplo, cuando te trasladas centenares de kilómetros para acceder a un empleo y, para que este sea sostenible, creas otro círculo social que sustituya al que dejas atrás.
Sí, en esas circunstancias todo puede acabar supeditado al trabajo asalariado. Pero estas situaciones quizá empiezan a ser menos comunes porque mucha gente solo accede a empleo temporal o une varios trabajos informales. Y ahí no se forma un péndulo tan claro entre trabajo asalariado y fantasma, sino una gran zona gris que combina lo peor de ambas realidades.

En tu libro hablas de los cartoneros como figuras de resistencia contra el mercado formal.
Sí. En el momento en que Illich deja de creer en la posibilidad de transformaciones a gran escala, imagina estos cambios que se dan en las ruinas de la modernidad. Reivindicaba estas pequeñas autonomías porque le parecían las únicas posibles en ese momento. Quizá ahora hay algo del cartonero en cada vez más personas, porque el capitalismo actual ha roto con ese pacto según el cual creaba empleos. El mismo capitalismo empuja a cada vez más gente hacia esos márgenes donde se sobrevive con fragmentos de la actividad económica oficial.

Acabas Otra modernidad es posible hablando de una crítica de la razón fáustica, recomendando activar el freno de emergencia.
Cito al filósofo Walter Benjamin, que era a la vez un futurista utópico y un nostálgico de algunos aspectos del pasado. También hay algo de esta ambivalencia en Illich. Benjamin nos dice que, contrariamente a la identificación habitual de las revoluciones con el avance de una locomotora, quizá lo revolucionario sería activar el freno de emergencia. Es algo muy illichiano: quizá lo liberador no es acelerar, sino detenerse. Y buscar otra lógica del progreso.

En las últimas décadas, han triunfado las revoluciones de las élites. ¿Y ahora?
Ha escrito este ensayo porque creo que se ha producido una especie de cambio. La hegemonia sigue siendo neoliberal pero se ha resquebrajado, tanto a la izquierda como a la derecha. Hemos vivido el 15-M, las primaveras árabes, la precandidatura de un político socialista para las elecciones presidenciales estadounidenses... También ha triunfado Donald Trump y se ha extendido el fundamentalismo islámico. Son síntomas de que el fin de la historia se terminó. Y creo que Illich ofrece coordenadas para que esta pequeña apertura del horizonte de posibilidades se concrete en clave colectiva. Y para que se asuman problemas como el calentamiento global o los límites del crecimiento económico sin caer en nuevas tecnocracias.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Historia
Historia Rubén Buren: “La memoria debe ser aquello que nos construye y nos une como ciudadanía”
El historiador y polifacético Rubén Buren coordina el libro 'La Segunda República', una oportunidad para dar a conocer este periodo a un público no especializado.
Historia
Anticolonialismo Cuando la figura de Abd-el-Krim sobrevoló América Latina
A lo largo del siglo XX, las relaciones entre el pueblo rifeño del norte de África y América Latina fueron escasas, pero estuvieron marcadas por las luchas de liberación nacional y los intentos de derrotar al colonialismo en ambos continentes.
Sidecar
Sidecar ¿Instintos políticos?
Mientras la erosión de la vida cívica organizada avanza a buen ritmo, la esfera pública occidental está cada vez más sujeta a instancias espasmódicas de agitación y controversia.
#413
29/9/2017 17:11

Compañero Ignasi, "La sociedad desescolarizada" y "Némesis médica" son obras de Illich. Saludos

0
0
Investigación
Migracións Mulleres á fronte dende o sur global
Nace unha iniciativa de investigación, intervención e acción participativa na Galiza para potenciar o diálogo e intercambio de saberes entre as voces subalternizadas das mulleres do sur global.
Elecciones
Elecciones europea Las europeas agudizan las contradicciones de Sumar y el lugar de IU sigue en disputa
Fuentes de la coalición aseguran que el puesto de Izquierda Unida en la lista de europarlamentarios todavía no está claro. Yolanda Díaz sueña con recuperar a Palop, veta a Manu Pineda y tensa la cuerda al máximo con Más Madrid.
Ocupación israelí
Ocupación israelí Acusan a una agencia pública catalana de complicidad con el apartheid y el genocidio en Palestina
Un reciente informe denuncia a ACCIÓ, la agencia gubernamental para la competitividad de las empresas catalanas, por impulsar relaciones económicas con Israel a pesar del “riesgo plausible de complicidad con genocidio y crímenes contra la humanidad”.
Catalunya
Antirracismo Las muchas voces de Catalunya: identidades diversas, segregación y más de 300 idiomas
En las últimas décadas la sociedad catalana se ha transformado con la llegada de personas migrantes, que ya suponen un 21% de la población. Aunque la exclusión y el racismo siguen ahí, en el día a día lenguas, experiencias e identidades se mezclan.
Análisis
Polarización Una inflación de insultos y demagogia
En este clima de enfrentamiento que es ya el único referente de socialización política para algunas generaciones, el ciudadano parece tener que elegir entre qué mal es menos punible e inmoral.
Genocidio
Opinión La resistencia no necesita del derecho internacional
Los pueblos oprimidos no necesitan reivindicar la autoridad sobre su propia opresión, puesto que el desarrollo de su historia ya les otorga esa autoridad. Tampoco necesitan demostrar la barbarie de la ocupación.

Últimas

Cine
Cine RTLM, la radio del odio que alentó el genocidio en Ruanda
Cuando se cumple el 30º aniversario de la tragedia en Ruanda, llega a las pantallas ‘Hate Songs’, que se estrena el viernes 19 de abril, una metaficción que transcurre en los estudios de la emisora controlada por los hutus.
Laboral
Laboral CC OO, UGT y USO rechazan firmar el convenio de Decathlon al no incluir la cláusula de garantía salarial
Decathlon ha firmado el acuerdo con el sindicato mayoritario, SGICD, auspiciado por la propia empresa. El convenio para 2024-26 incluye un incremento salarial del 15%, que recupera la pérdida del 12% de los dos anteriores.
País Vasco
Los audios del PNV Itxaso Atutxa, sobre adjudicar un contrato: “Deben ser tres empresas de confianza del partido"
Hordago publica audios exclusivos grabados en Sabin Etxea que muestran a la presidenta del Bizkai Buru Batzar domesticando al entonces alcalde de Mundaka para acatar la disciplina del partido en materia de contratación pública en el consistorio.
ETA
Opinión Mis relaciones con ETA
Hay quien sigue empeñado en utilizarlo como espantajo electoral, pero es un argumento que no durará. Eso no quiere decir que debamos olvidar lo que pasó, pero sí evitar utilizar la memoria como arma de guerra y confrontación
Italia
Italia El gobierno Meloni allana el camino a los antiabortistas
La Cámara de Diputados italiana ha aprobado por amplia mayoría una ley que permite a las organizaciones anti-elección entrar a los centros de asesoramiento público donde acuden mujeres que están pensando en interrumpir su embarazo.
Más noticias
Violencia policial
Violencia institucional Iridia consigue reabrir judicialmente el caso de una muerte por pistola taser policial
Es uno de los 56 casos en los que ha litigado la entidad de derechos humanos en 2023 y en los que hay un total de 156 agentes o funcionarios encausados.
Genocidio
Rumbo a Gaza La Flotilla de la Libertad se prepara para zarpar hacia Gaza
Un carguero con 5.500 toneladas de ayuda humanitaria y tres barcos más cargados con cientos de personas, entre ellas observadores de los derechos humanos, personal médico, periodistas y políticos —incluida Ada Colau—, integrarán la Flotilla.
Personas sin hogar
Personas sin hogar “Una noche por todas sus noches” en protesta por las personas sin hogar en Granada
El cierre de un centro de acogida nocturno en el centro de la ciudad, que acogía a más de 50 personas, ha agravado la ya precaria situación de acogida de las personas sin hogar
Ciencia
Ciencia Ideología en la ciencia, y en su divulgación
La formación de una ciudadanía crítica también involucra aprender a identificar y cuestionar los componentes ideológicos enraizados en la práctica científica, y en la comunicación de la ciencia hacia los públicos no expertos.

Recomendadas

Cuba
Proyectos artísticos en la isla El arte y la cultura como válvula de escape para resistir la crisis en Cuba
Entre todos los desafíos que enfrenta Cuba, el arte y la cultura se mantienen como refugios de creatividad y resiliencia.
Anticapitalistas
Miguel Urbán “En el inicio de Podemos dijimos que sin autoorganización nos iban a hacer mierda... y nos han hecho mierda”
El eurodiputado más longevo de la llamada política del cambio no repetirá en las elecciones de junio. En esta entrevista, repasa los asuntos más importantes del espacio de la izquierda institucional y las perspectivas de futuro de la Unión Europea.
Especulación urbanística
Turistificación Canarias dice basta: activistas organizan una movilización histórica en las islas frente a la turistificación
Precarización, pobreza, desigualdad y dificultad de acceso a la vivienda, así como la enorme contaminación de los espacios naturales causada por el modelo turístico, son algunas de las problemáticas por las que Canarias sale a la calle el próximo 20 de abril.