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A pesar de que las medidas excepcionales en materia social adoptadas por el gobierno de Madrid desde el mes de marzo de 2020 continúan vigentes y en cierta medida funcionan amortiguando parcialmente los efectos de la crisis social y económica provocada por la covid-19, está fuera de cualquier duda que estamos inmersas en un proceso intenso de destrucción de empleo.
Además de la silenciosa destrucción de empleo vía extinción de contratos eventuales, despidos individuales o reducción de los contratos a tiempo parcial, en Euskal Herria estamos sufriendo ya los primeros procesos colectivos de destrucción de empleo.
“Casos como los de Alestis, ITP-PCB o Tubacex son las primeras gotas de esta tormenta que la patronal nos tiene preparada para los próximos meses”
Casos como los de Alestis, ITP-PCB o Tubacex parecen no ser sino las primeras gotas de esta tormenta que la patronal nos tiene preparada para los próximos meses en el ámbito de la industria vasca. Además de estos ERE, nos encontramos con situaciones como el ERTE recientemente impuesto contra la plantilla de Petronor o la situación preocupante que atraviesa el grupo Tubos Reunidos, por citar sólo algunos de los casos más relevantes.
Más allá de los efectos coyunturales que las derivadas económicas de la covid-19 hayan podido tener sobre la situación particular de cada una de estas empresas, es indudable que hay más nexos de unión entre todas estas situaciones. Nos referimos a la relación que todas ellas tienen con el fin de la era del petróleo convencional y la reconversión que ello va provocar en distintos sectores productivos.
La economía de Hego Euskal Herria es altamente dependiente de sectores que están siendo impactados, y lo van a ser en mayor medida, directamente por la transición energética. Empresas aeronáuticas (ITP, Alestis, Aernova), automovilísticas (Mercedes, Volkswagen y toda su cadena local de suministro), acerías (Arcelor o Sidenor) o aquellas relacionadas con la extracción, transformación y distribución del crudo (Grupo Tubos Reunidos, Tubacex, Petronor…) son absolutamente vertebrales de nuestra economía, no sólo a nivel de empleo, sino también a otros niveles, como puede ser el fiscal.
Laboral
ERE Trabajadores de Tubacex, ITP y Aernnova se concentran juntos en Bilbao para defender el empleo
En todas las empresas y sectores que mencionamos estamos observando, en mayor o menor medida, discursos que empiezan a hablar de transición energética, reconversión industrial… Ya no es únicamente el movimiento ecologista quien habla en estos términos. Nadie duda de que la transformación económica e industrial está en marcha. Lo que está por ver, lo que está en juego, es quién la pilota y en beneficio de quién se hace. Los primeros indicadores que tenemos no nos hacen ser optimistas.
Empresas que han acumulado beneficios y han rentado grandes dividendos a su accionariado en los últimos años y décadas están, desde ya, planteando cargar este proceso sobre las espaladas de los y las trabajadoras. Con los beneficios atesorados a buen recaudo en lugares como las Islas Caimán, no ofrecen más receta que atacar salarios y condiciones laborales como receta de viabilidad. Parece que lo único para lo que se acuerdan de los y las trabajadoras es para trincar dinero de los famosos fondos europeos que nosotras pagaremos durante décadas con nuestros impuestos.
“No podemos volver a caer en la tentación de cambiar cierto bienestar de nuestra generación a cambio del empobrecimiento de las venideras”
Nuestros gobiernos siguen estando desaparecidos ante lo que se nos viene encima. El paradigma de esta forma de entender el gobierno son la señora Tapia y el Gobierno Vasco. El gobierno nunca interviene de manera proactiva ante aquellas situaciones en las que se anticipa destrucción de empleo. Toman partido, eso sí, cuando ya la maquinaria de los ERE está en marcha para amedrentar a las plantillas en lucha, tanto dialécticamente como con el uso de la fuerza policial.
Industria
Industria vasca, el naufragio permanente
La industria vasca ha pasado de 423.000 empleos en 1975 a 194.000 en la actualidad. Una pérdida del 54% que continúa ahogando al sector con políticas neoliberales. Fagor, Xey, CEL y La Naval son ejemplos recientes de mala gestión del Gobierno y las diputaciones vascas.
Sin embargo, procesos de esta naturaleza no nos pillan de nuevas. En nuestro pasado reciente tenemos las experiencias de lo que se llamó reconversión industrial de la industria pesada del acero o de la construcción naval, que a día de hoy siguen condicionando el presente de comarcas como Ezkerraldea u Oarsoaldea. Cierres masivos de empresas, destrucción de decenas de miles de puestos de trabajo de calidad…. todo ello financiado con ingentes cantidades de dinero público que en parte se destinaron a comprar la paz social. No podemos, y no vamos a hacerlo, volver a caer en la tentación de cambiar cierto nivel de bienestar de nuestra generación a cambio del empobrecimiento de las venideras.
“Poner pie en pared en todos los procesos de destrucción de empleo es exigir una transición social y ambiental que pongan la vida en el centro”
Ante la coyuntura histórica que nos toca afrontar, entendemos que el sindicalismo vasco tiene que mantener posiciones muy duras en defensa de los empleos industriales sin caer en el riesgo de negar la necesidad de la transición energética y económica.
Para nosotras, poner pie en pared en todos y cada uno de los procesos de destrucción de empleo que afrontamos es la mejor manera de exigir que la transición que ya estamos viviendo se pilote con criterios sociales y ambientales que pongan a las personas y a la vida en el centro. No nos podemos permitir, el desastre sería de consecuencias históricas, que la necesaria transformación productiva y económica sea regida por las lógicas neoliberales y los intereses económicos cortoplacistas.