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Antiespecismo
Maltratar a un toro no es una fiesta
Con la normalización de la pandemia del coronavirus, todas las fiestas pospuestas desde marzo de 2020 han vuelto a celebrarse, y por desgracia, también el maltrato animal que se lleva a cabo en numerosos festejos.
Uno de los animales más maltratados en las fiestas populares españolas es el toro. Nuestro país es tristemente conocido porque su cultura presume de seguir conservando la tauromaquia, palabra que literalmente significa “lucha contra el toro”.
La primera referencia histórica de una corrida fue en el año 1080, siendo parte del programa de festejos de la boda del infante Sancho de Estrada, en la provincia de Ávila. Desde entonces, a lo largo de los siglos la tauromaquia ha sido un tema polémico, apoyada en ocasiones por algunos monarcas y suspendida por otros. Pero es una práctica que por desgracia siempre ha terminado volviendo.
España es el país con más diversidad de modalidades taurinas en el mundo. Las más destacadas son:
El encierro: la modalidad más antigua. Comenzó cuando los cazadores tenían que trasladar a las reses a los pueblos o mataderos.
De cuerda: por un extremo se ata una soga a los cuernos del toro y por el otro alguien la sujeta tirando de ella para obligarle a ir en una dirección o para controlar sus movimientos. Durante siglos ha sido la forma de llevar a correr a los toros en los pueblos. De esta forma el animal no se escapaba y en caso de haber algún problema, se le retenía rápidamente.
Toro de fuego: al toro se le colocan en los cuernos unas sobreastas de hierro que terminan en dos bolas preparadas con azufre a las que se les prende fuego. Al animal se le embadurna de barro para “intentar evitar” que se queme.
Bous a la mar: se monta una plaza con una sección abierta al mar. El objetivo es que el toro siga a los aficionados hasta caer al mar.
Suelta de toros: se sueltan toros de ganaderías por las calles de los pueblos.
Estos son tan solo algunos de los tipos de “festejos” que se celebran utilizando el sufrimiento del toro a modo de diversión.
Por otro lado, aunque en el norte el toreo es una actividad menos popular que en otras regiones del Estado español, este hecho no evitó que para la Semana Grande de Bilbao se programasen un total de 7 corridas de toros, una corrida de rejones (toreo realizado a caballo) y una novillada picada (toreo a cargo de una persona que no está graduada como torero).
Aun así, tenemos algo que celebrar: los eventos taurinos se celebraron con menos de la mitad de la plaza de toros ocupada, sin apenas público. Incluso los seguidores taurinos son conscientes de que el sector está en una situación cada vez más crítica, sobre todo en Bilbao: la plaza de toros Vista Alegre lleva acumulando pérdidas que superan el medio millón de euros desde 2017.
Otra buena noticia a destacar es que este año la polémica festividad de El Toro de la Vega de Tordesillas (Valladolid) se celebró el pasado martes 13 de septiembre, pero sin utilizar lanzas para herir al toro ni darle muerte. El partido animalista PACMA interpuso una denuncia alegando que el daño que le causan los 50 lanceros de la fiesta al toro es irreparable y con ello, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León suspendió la “celebración” de forma cautelar. Finalmente se llevó a cabo en forma de encierro. Cientos de personas atosigaron a un toro a pie y a caballo hasta que este quedó exhausto.
Aunque estas noticias son positivas, todavía estamos muy lejos de que este tipo de actos se eliminen por completo en España. Con muerte o sin ella, los toros siguen sufriendo infartos por estrés, caídas y roturas al resbalarse por calles asfaltadas y son sometidos a inmovilizaciones, roturas y a un intenso sufrimiento psicológico que no merecen ni deben experimentar por la diversión de los seres humanos.
Para luchar contra esto, os dejo una petición de Anima Naturalis junto a Cas International para acabar con todas las fiestas crueles con toros.